Luego de un día agotador en la clínica, llego a mi departamento con la única intención de relajarme, quito mis zapatos dejándolos en la entrada, mientras veo a mi alrededor, sola porque mi hijo de 18 años le tocaba visitar a su padre que vive en Málaga con su nueva esposa. Me desvisto y pongo una bata, y abro una botella de vino para despegar mi mente recostándome en el balcón. Hace ya casi 2 años que estoy divorciada, y podríamos decir que hace más de 1 año que mi vida sexual no está tan activa como una quisiera, un dildo y un libro erótico son mi compañía en esas largas noches de soledad.
Tomo una ducha, pero sin antes mirarme al espejo, no estaba tan mal a mis 39 años, con estos dotes una pensaría que puede conquistar a cualquier hombre, con unos ojos verde oscuro junto a una pecas que se esparcen en mi rostro, unas tetas grandes no tan firmes dada la maternidad pero cumplen, mientras que un culo mejor que muchas que conozco. Me encontraba bien, iba al gimnasio (soportando las miradas y coqueteos), pero me faltaba emoción.
El día siguiente, hago lo de rutina en la clínica, saludo fingiendo que estaba excelente y que mi vida iba de lo mejor. El jefe siempre se me insinuaba a mi y a las secretarias, con las que más de una vez se habrá acostado. En la azotea en el parking, era normal ver todo tipo de médicos y enfermeras aprovechando su tiempo libre follando sin miedo alguno de ser descubiertos.
Pero allí estaba yo, sentada sin muchas consultas en la mañana, leyendo un libro erótico. Miro al espejo de enfrente, y me voy a ver, andaba con un pantalón de seda ajustado y unas botas, con una blusa color crema que no se lograba ver mucho gracias a la bata blanca. Cierro la puerta con llave y vuelvo a mi asiento, y sigo leyendo el libro, se llamaba “Tía pecaminosa”, a medida que avanzo me excitaba cada vez más imaginando esas morbosas escenas. Bajo mi mano hasta sentir mi braga y froto sobre mi entrepierna, aún con mi pantalón puesto. La escena se volvía cada vez más caliente, sentía como mis senos se endurecen.
En eso suena el teléfono era la cita de las 11, me acomodo la ropa y me preparo para recibirlos. Entra un joven con su padre, los saludo y les invito a sentarse, el padre con un traje que parecía venir del trabajo puesto que a medida que avanzaba la consulta no se salir mientras llamaba. Me quedé hablando con el hijo que ya cumplido 19 años y me contaba que tenía un dolor de estómago.
-Por favor ve a la camilla y recuéstate
El joven que se llamaba Mateo, lo notaba ando nervioso y no me miraba directamente a los ojos. Le pedí que se quitara la camisa, a lo que le ayude con cierta picardía, y para mi sorpresa veo un hermoso abdomen, estaba bien marcado, y lo único que atiné fue a tocarlo con ambas manos fingiendo que buscaba la causa del dolor. Recorrí su piel morena y bien marcada, le fui preguntando donde sentía el dolor me indicaba que era cada vez más abajo, bajé y vi como crecía un bulto en su pantalón, intentaba no mirar fijamente pero ya me tenía excitado, sentía cada vez más húmedo mi coño. Sigo deslizando mis manos y llego al borde de su pantalón, lo muevo un poco y noto que se había depilado, le sigo preguntado donde era, meto mi mano debajo de su bóxer y la siento, una verga firme y joven.
Se me hacía agua la boca, ya quería probarla, Mateo me mira sorprendido, se baja el pantalón, y comienza el festín.
Dejo caer mi saliva sobre esa polla mientras la sujeto desde su base, veo su cara joven llena de deseo y lujuria, empiezo lamiendo la punta haciendo círculos sintiendo como su prepucio se va deslizando hacia abajo. La puerta no estaba con llave, por lo que su padre podría entrar en cualquier momento, entonces comencé a devorar esa verga con pasión, dirigiendo la mano de este joven hacia mis bragas. Parecía no tener mucha experiencia, y era eso lo que más me excitaba, joven e inexperto dejándose llevar por mi. Me sentía muy puta, este joven podría ser mi hijo.
Mateo comienza a meter sus dedos dentro de mí, a lo que yo le respondo con sexy movimientos de cadera. Me hace lamer sus dedos, le veo a los ojos y noto su deseo de penetrarme. Pero decidí que se viniera en mi boca, por lo que vuelvo a su polla utilizando ambas manos, hasta que comienzo a sentir ese elixir caliente y cremoso entrar a mi garganta. Lo miro directamente, y me lo trago abriendo mi boca como una putita.
Siento que su padre se acerca, me levanto y le indico al joven que se siente en el borde. Su padre entra.
-Y bien, que tiene mi hijo…
-Si… mire su hijo debe tomar estas pastillas
-Mira no era para tanto, te dije Mateo
Se disponían a salir, y les entregué mi tarjeta, donde estaban todos mis datos, teléfono fijo, correo, Whatsapp e incluso mi dirección ya que de vez en cuando hacía consultas en mi casa, la ponía en las manos del muchacho mirando fijamente a sus ojos esperando volver a verlo.
El día pasó sin ninguna novedad. Seguía caliente por lo que había sucedido, ya en mi casa me desvestí y me puse una linda lencería que tenía guardada. Me gustaba ponerme sexy y tocarme mientras me veía tan sensual en el espejo.
Siento que tocan a la puerta, no esperaba a nadie, sería el apuesto joven de la mañana me preguntaba mientras la excitación recorría mi cuerpo. Veo a una mujer de 45 años, se veía madura y algo molesta.
Abro la puerta, dejando ver solo mi cabeza preguntando que quería.
-Así que tú eres la que manoseó mi hijo?
Veo ese instante veo a Mateo mirando hacia abajo mientras su madre me encaraba, de alguna forma se había enterado. No sabía qué hacer en ese momento. Ella abre completamente la puerta y me ve, con esa sexy ropa de encaje, unas pantimedias oscuras y unos tacones que afirmaban mi buen culo, me mira de arriba hacia abajo con impresión y me pega una bofetada. Me tomó del cuello firmemente.
-Haber si puedes con alguien de tu tamaño
Mientras me tomaba del cuello me llevó a mi cuarto, y me arrojó. No dejaba de sentir excitación en ese momento, me sentía indefensa y dominada. La miro a ella, era bastante bonita, cabello castaño con unos ojos verdes llenos de lujuria, estaba con una blusa del trabajo que mostraba sus grandes tetas, era rellenitas con muy buenos atributos y un culito bien firme.
Ella se sube encima de mí mirando hacia mis piernas sin avisar y coloca su culo en mi cara diciendo:
-Cómetelo perra. No te gusta andar de zorra, eh?
Se movía por toda mi boca, dejando caer ese jugo vaginal. Escucho que me da una indicación a Mateo que no logro comprender, él me toma ambas piernas y las levanta, y comienzo a sentir como su polla se desliza por mi coño bajando hasta que se detiene en mi culo, empieza a penetrarme con dificultad, nunca había tenido una verga en mi ano, gemía tanto de dolor y placer al sentir esa polla joven en mi. Ella por su parte, daba bofetadas a su hijo diciéndole que diera más duro, a lo que el respondía con fuertes embestidas.
-Dale hijo, fuerte, haz llorar a esta puta
-Si… madre
Ella se hace a un lado, y besa apasionadamente a Mateo, parecía no ser la primera vez que lo hacían, los miraba y me calentaba cada vez más jadeando con esa polla en mi culo.
Toma la verga de su hijo y comienza a devorarla con suma rapidez, me tocaba el clítoris mientras los veía, lamiéndome los dedos, ella deja de lamer esa verga y me escupe en la cara toda la saliva y el líquido de su polla en mi cara. Saca de su bolso una soga, con la que me amarra ambos brazos en mi espalda con una gran variedad de nudos.
Allí estaba yo, ya totalmente entregada sin poder oponer resistencia a una madre y su hijo. Manda a su hijo a poner su polla en mi boca, diciéndole que no tenga piedad, y sin problema alguno, empieza a mover adelante y atrás su gran y jugosa polla, metiéndola en mi garganta sin poder detenerle. Ella levanta una de mis piernas y me arremete en posición de tijera. Mi calentura era máxima veía como ella me azotaba y rasgaba lo poco que tenía puesto, mientras él me trataba como si yo fuese su juguete, agarrándome del cabello y abofeteando mi rostro, sentía que me corría, mi cuerpo se movía buscando el placer, mi cintura moviéndose a la par de esa madre complaciendo a más no poder. Hasta que me vengo y suelto un gemido de placer que nunca antes había vivido.
-Ambos se detienen.
-Mateo, déjale un regalito a esta putita
-Como digas madre…
Yo ya estaba relajada y siento que el hijo me abre de piernas y con un par de arremetidas se viene dentro de mi coño. El joven me besa apasionadamente mordiéndome el labio y ella me amarró ahora ambas piernas, dejándome ya completamente inmóvil y toma un par de billetes y me los arroja en la cama.
-Toma, por las molestias
Ambos tomaron sus cosas se arreglaron y me dejaron, inmóvil, con mi maquillaje corrido, y básicamente como una puta sin mucho más que hacer.
Pasa la noche y despierto con el golpe de la puerta, siento que abren, yo sigo en la misma posición de la noche, aún excitado, son mi hijo y su padre preguntando por mí, viniendo a mi habitación….
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Besos para todos
Este relato tiene cierta parte que ha sido una vivencia mía muy erótica y los invito a descubrirlo.
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