Juan tenía frente a sí a dos de los más hermosos garañones-hombres que cualquier ‘putito’ como él pudiera desear y sin embargo, no los deseaba (a pesar de haber disfrutado con ambos, fantásticas cogidas) y estaba hasta la madre.
En primer lugar nunca le había gustado que le dijeran ‘puto’, ‘maricón’, ‘joto’, ‘afeminado’, ‘niña’, etc., en segundo jamás había permitido que los hombres con quienes se había acostado hasta entonces lo trataran como tal y en tercero, lo que este par de pendejos se estaba disputando era ni más ni menos que su culo y eso lo tenía encabronado.
Pero todo comenzó más o menos dos horas antes:
El único medio de transporte entre la lejana comunidad donde trabajaba como maestro y la cabecera municipal era el camión de Don Gil y en el mismo todo podía pasar… que se descompusiera a la mitad de la sierra…. que llegara a tiempo a cualquiera de sus destinos (casi nunca)… que no arrancara y toda la gente se quedara con las ganas (y muy encabronada) de llegar a donde tenía que llegar… o que Don Gil, rascándose los huevos (así decía él) simplemente dejara de ir a cubrir su ruta (generalmente cuando amanecía crudo), sin embargo aquel día todo había pasado para Juan como había esperado que pasara, don Salvador pasó por él, en un hermoso caballo y una vieja mula, para llevarlo al punto de donde pasaría el camión, desde luego Juan montó la mula vieja.
(Una aclaración, Juan era maestro rural de un pequeño rancho perdido en una de las sierras de Jalisco y para llegar a la brecha donde pasaba el desvencijado camión de Don Gil, que lo llevaría a la cabecera municipal tenía dos opciones: caminar cuesta arriba, al menos tres horas <la mitad, de bajada> o esperar que alguno de los padres de familia <según un rol que establecían> lo llevara en una bestia hasta el paraje donde cabría esperar que pasara el autobús)
El camión pasó a tiempo, Don Gil recibió con gusto al muchacho que tímido subió y Don Gil con poca educación (cosa que no era rara en él) quitó a un señor que iba en el primer asiento y le pidió a Juan que se sentara allí, para platicar con él.
A Juan en particular Don Gil le caía muy bien, era malhablado, irrespetuoso con todos, extraordinario para contar chistes (cada que se subía un sacerdote destinado a un pueblo de la sierra le encantaba mortificarlo al contar en voz alta chistes e historias aderezadas de humor y mucho, mucho sexo, relativas a monjitas o curitas, que solían ruborizar a todos los pasajeros), pero bajo la estampa de patán que Don Gil se cargaba, estaba un hombre que poseía una extraordinaria cultura general, a pesar de que con trabajos había concluido la primaria, era generoso con las personas que no podían pagar el costo del pasaje y a veces, Juan pudo observar como de manera disimulada entregaba dinero y apoyo a gente de las rancherías que recorría su desvencijado camión, además Don Gil siempre se mostraba extraordinariamente cortés y amable con ese muchachito que, atento desde el primer asiento, escuchaba las historias y chistes de Don Gil.
El camión llegó a la cabecera municipal y al bajarse del mismo, la primer persona con quien se encontró Juan fue Erick, quien alegre se dirigió a saludarlo y tomando su mochila lo invitó a comer a uno de los tantos restaurantes que se encontraban alrededor de la plaza principal del pueblo, cuando comenzaban a comer, de manera inesperada llegó Miguel, quien pasaba por ahí y al divisar en una de las mesas a Juan en compañía de Erick se introdujo al restaurante y saludándolos de manera brusca se sentó en la mesa y se unió a los dos pidiendo también de comer a uno de los meseros.
Erick era un joven de la comunidad en la que trabajaba Juan, 23 años, un gigante de 1.90, puro músculo, un cuerpo esculpido en el rudo trabajo del campo, que había dejado sin respiración a Juan, cuando lo vio por primera vez en el río, adonde acudían todos los hombres del rancho a bañarse y donde era común que todos lo hicieran desnudos.
Además, Juan tenía oportunidad de admirar a Erick todos los días, pues, como era costumbre en esos ranchos, la casa donde había sido acogido durante ese ciclo, era precisamente la de Don Ezequiel, Padre de Erick, que lo trataba como un hijo más, por si fuera poco compartían habitación.
Desde que llegara a la comunidad, Juan y Erick habían entablado una relación que se transformó en amistad y luego en intimidad.
Al mes de su llegada, Erick invitó a Juan a otra comunidad a una fiesta, durante la misma Erick se puso fenomenal borrachera y cuando se fueron a descansar en una estrechísima cama que les asignaron, de inmediato Erick cubrió con su cuerpo a Juan, acariciándolo con sus manos, tratando de no hacer ruido, porque en la misma habitación había más personas, presionando las nalgas de Juan con una potente verga, pudiendo comprobar después que era un tremendo pedazo de carne que se correspondía con su dueño… Potente, enorme, generoso (pero esa es una historia que les contaré con más detalle)
Miguel, 22 años, era un maestro, como Juan, se conocieron en la zona donde estaban adscritos, en una reunión a la que fueron convocados por el Inspector, por casualidad llegaron a hospedarse al hotel a la misma hora, y como resultaba más económico contratar una habitación doble, lo hicieron.
Ya en la habitación, Miguel procedió a quitarse la ropa para descansar y Juan pudo apreciar al atleta que era, medía 1.80, su espalda poderosa, descansaba sobre una cintura estrecha y sus piernas firmes, cubiertas de un vello espeso, denotaban a un jugador de futbol, lo mejor fue que se recostó cubierto sólo con un bóxer ajustado, en el cual se mostraba completamente delineada una excelente verga.
Juan era un muchacho alegre y extrovertido, que resultaba agradable a los demás, así que pudo formar una gran amistad con Miguel, en las reuniones de zona se volvieron inseparables y siempre que podían se hospedaban juntos, Juan pudo observar con el tiempo que Miguel le dedicaba atenciones que generalmente no dedicaba a otras personas, incluidas sus compañeras, y cuando estaban juntos, buscaba divertirlo y divertirse.
La primera vez que cogieron, fue después de asistir a un baile en el que se presentó un grupo de moda, en el tumulto Juan se propuso caminar hasta quedar frente al escenario y Miguel se ofreció a acompañarlo y abrirle paso entre el gentío, en cuanto llegaron al frente, Miguel se colocó atrás de Juan y lo tomó firmemente con sus manos de la cintura, moviéndose ambos al ritmo de las melodías, entre los empujones Juan desde luego pudo sentir a plenitud la enorme verga de Miguel, que sin disimulo se le pegó excitado, y al terminar el baile y regresar al hotel, cogieron, vaya si cogieron… (Pero esa es otra historia que les contaré con más detalle)…
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La comida se desarrolló en un ambiente tenso, Juan trataba de entablar conversación con ambos, pero ello era casi imposible, a cada momento se dirigían miradas agresivas, sus respuestas solo agregaban tensión, desde luego Juan se percató que ambos exhibían tremendas erecciones, tratando de convencerlo, en otras condiciones sin dudarlo, se hubiera ido con ambos, pero en ese momento estaba molesto, para ellos solo era un culo…
Cuando se solicitó la cuenta cada uno como si fuera una cuestión de extremo honor quiso pagarla, cuestión que resolvió con un volado que ganó Erick, Miguel desde luego no se quedó atrás y dio al mesero una propina más que generosa, el primer peor momento para Juan sucedió cuando Miguel se levantó y le dijo:
– Vámonos
A lo que respondió Erick
– Juan viene conmigo y conmigo se queda hoy
– Ni madres, Juan se viene conmigo
– Mire “maistro” usted no decide aquí, Juan se queda
Total que la negociación entre ambos no tenía para cuando acabar, cuando sucedió el segundo peor momento para Juan (y el peor de los dos), cuando Miguel dijo:
– Juan ¿con quién quieres quedarte hoy?
La verdad es que Juan estaba molesto, pues el interés de ambos por su persona se reducía a dos partes: su boca y su culo, lo demás carecía de importancia, desde luego cualquiera de los dos le daría el mejor placer que pudiera esperar y durante toda la noche, lo había comprobado, pero le exasperaba la forma en que los dos se lo disputaban como si su opinión no contara.
La verdad era imposible encontrarse a dos amantes tan formidables como los que tenía enfrente, pero a veces lo hartaban…
Así que les dijo…
– Tengo muchas ganas de coger, no creo que ninguno me complazca hoy, así que si lo desean, nos vamos los tres y dudo me aguanten…
Y entonces…