La mañana se pasó rápida, nos habíamos levantado a la misma hora, muy temprano para que Pablo marchara a la universidad, desayunamos y aún no había nadie levantado, solamente Alicia y Berta trabajaban en la cocina y Tomás terminaba de preparar la mesa cuando nosotros entramos al pequeño comedor.
-Pablo, se me ocurre que tu no llegarás para cuando marchemos, tus clases no terminarán hasta más tarde. -tenía la mochila puesta y se disponía a salir de casa para coger su moto. Me sujetó la cara con las dos mano y me besó levemente los labios.
-No pasa nada por perder dos clases, me dejaran los apuntes que a veces son mejores que la clase. -le abracé con fuerza la cintura impidiéndole que abriera la puerta.
-¡Eh! ¡Eh! ¡Eh!, vamos, alegra tu carita, estaré de vuelta antes de que salgáis, ahora quiero que vayas a estudiar precioso.
Y lo intenté, con todas mis fuerzas, de verdad, pero me distraía, al punto de que Oleguer tuvo que llamarme la atención varias veces.
En la comida, y como solo estábamos Eduardo y yo, pude entretenerme jugando con Dulce y disimular la preocupación que sentía.
Antes de que Guido terminara de impartirme sus dos horas de clase escuché el ruido sordo de la moto de Pablo, había llegado a tiempo como me prometió, antes incluso de la hora.
Tenía que prepararme y corrí a mi habitación. Empezaba a ducharme cuando le vi entrando en mi baño, le hice una señal a través del cristal de la mampara y se sentó en el inodoro para esperar que terminara.
Se levantó y me ayudó a secarme envolviéndome en la toalla y me abrazó.
-¿Como te ha ido el día? -pasaba la toalla por mi cara como si yo fuera un niño pequeño.
-Bien, bueno he estado un poco distraído y Oleguer tuvo que pedirme que le prestara atención.
-Ten, te ayudará, métetelo ahora para que de tiempo a que te haga efecto. -me entregaba un envoltorio plateado con algo en su interior alargado. Lo abrí y se trataba de un supositorio.
-¿Qué es? -adivinaba de lo que se trataba.
-Sirve para relajarte, no es algo malo, también hace la función de analgésico, es mejor ir prevenidos. ¿Y me vas a explicar lo que te preocupa? -no sabía como decírselo, me iba a tomar por un tonto.
Tenía la pequeña bala de materia resbaladiza en la mano y sentía como se deshacía con mi calor, coloqué un pie en el inodoro y me lo introduje por el culo, empujé unos segundos hasta que se deslizó en mi interior.
-Se trata de don Manuel, no me inspira confianza, además se trata de estar en su casa. -se puso a reír abrazado a mi.
-Venga, comienza a vestirte, seguro que Eduardo nos estará esperando. -mientras me iba poniendo la ropa se sentó en la cama.
-Ángel verás, de don Manuel no tienes que preocuparte, a él no le van los chicos bonitos como tu, él prefiere a Yasín o a mi, chicos con una buena verga, o sea que por eso puedes estar tranquilo.
-Mira, te seré muy sincero, en la organización hay miembros que son auténticos sádicos, hombres crueles y despiadados, entre ellos no se encuentran los que tu conoces. Eduardo, don Manuel, el abuelo de Oriol y los doctores Salvatierra intentan controlarlos, no siempre lo consiguen pero son diferentes, buscan el placer sin causar daño, esto es como una religión donde hay miembros que sobrepasan los cánones, se saltan las normas establecidas y que se complica por los intereses económicos. -dejó de hablar dando por concluida la explicación y comenzó a ayudarme con la ropa.
-¿Habrá más gente en la casa?
-Seguramente sí, tendrán algún invitado pero yo estaré a tu lado, no debes tener miedo. -aquello apaciguó mi inquietud hasta cierto punto.
Me había puesto un pantalón pitillo de tela vaquera con una camisa a cuadros blancos y rosas, zapatillas de lona sin calcetines y una especie de poncho abierto. Me perfumé a toda prisa y fuimos a buscar a Eduardo.
Eduardo me miró satisfecho cuando nos vio en la puerta de su habitación, no dijo nada pero al salir me sujetó pasándome un brazo por los hombros en actitud protectora, entendí que se daba cuenta de mi nerviosismo sin que se lo dijera.
El coche nos esperaba al pie de la escalera, y Damián tieso como un disciplinado soldado, esperaba que entráramos en él. Unos minutos después escuchaba el golpe de la puerta de hierro cerrándose a nuestras espaldas.
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Recorrer la distancia entre la casa de Eduardo y la de don Manuel, nos llevó una media hora, miraba a menudo el reloj de pulsera que me compró Ana y Pablo sentado a mi lado me apretaba el muslo infundiéndome confianza. Sentado enfrente Eduardo nos observaba.
La casa de don Manuel me pareció aun mayor que la de Eduardo, y el parque realmente lo era, una larga avenida con robles plantados en los laterales, nos guiaba hasta las escalinatas de aquella casa que más parecía un palacio. No había otros vehículos aparcados allí, pero antes de entrar en la casa pude observar como Damian se llevaba el coche apartándolo del lugar.
Entramos en un enorme hall y de allí a un salón decorado ostentosamente pero con poco mobiliario, allí dos criados recogieron el bastón que portaba Eduardo.
-El señor le espera. -uno de ellos se dirigía a Eduardo.
-Pablo, lleva a Ángel con los otros chicos. -me besó la mejilla y siguió al criado.
-!Sígueme¡ No te entretengas. -me había quedado absorto mirando el gran salón, con la escalera lateral que llevaba a la segunda planta de la casa, y no me di cuenta de que el otro criado avanzaba hacía una puerta cercana a la que se dirigía Eduardo.
Pablo me sujetó de la mano y tiró de mi llevándome. Anduvimos por un pasillo y el criado se detuvo ante una de las últimas puertas, la abrió y entramos, luego la cerró dejándonos dentro.
Era una sala pequeña, con puertas de armario en dos de sus paredes, otra era un enorme ventanal que ocupaba todo el frente y podía verse el frondoso verde de las plantas del jardín. En el centro tenían un sofá circular y una mesa baja redonda, estaban sentados tres muchachos y jugaban entre alegres risas con una máquina donde pescaban con pequeñas cañas objetos de plástico que parecían pequeñas pirañas.
Volvieron la cabeza hacia nosotros y un muchacho, moreno más alto que yo y muy delgado se levantó de inmediato y avanzó hacia nosotros, abrazó a Pablo y riendo los dos se daban amigables palmadas en la espalda.
Los tres chicos vestían unas pequeñas túnicas que les dejaban un hombro descubierto, atadas en la cintura por un cínculo dorado, eran muy cortas y al moverse dejaban al aire el inicio de sus nalgas. En las cabezas les recogía el pelo una cinta dorada del mismo material que el de la cintura. Parecían jóvenes efebos salidos de un friso griego. Me parecieron increíblemente bellos.
-Mira Ángel, estos son Yasín, Óliver y Gustavo. -sabía quien era Yasín por las fotos de Oriol, a los otros dos no los había visto, Óliver era un poco más alto que Gustavo, los dos de piel blanca, la de Óliver parecía mármol aterciopelado.
-Él es Ángel. -el primero que me abrazó fue Yasín y le siguieron los otros dos, los tres me miraban curiosos, y su despreocupación, y el recibimiento amigable que me daban, hacía me que olvidara de mi problema.
-¿Solo estáis vosotros tres? -Pablo le preguntaba a Yasin mientras Óliver se dirigía a una de las paredes de armarios y los abría.
-Hoy tienen pocos invitados, además el plato fuerte será Ángel, no tendremos mucho trabajo que hacer. -llegó Óliver y traía en las manos dos túnicas como las de ellos, le entregaron una a Pablo.
-Ayudad a Ángel a cambiarse y preparar la bebida, no tenemos mucho tiempo. -los dos chicos comenzaron a quitarme la ropa, Pablo se desnudaba a la vez, me sentía avergonzado y me llevé las manos a los genitales para ocultarlos a sus miradas cuando quedé desnudo. Yasín me miraba atentamente.
-Eres muy guapo Ángel, no ocultes lo que tienes. -aunque todos me lo decían no terminaba de acostumbrarme, ni me lo creía, y me puse intensamente rojo despertando las risas de los oros chicos. Me recogieron la verga y los huevos con una especie de tanga resistente y me colocaron la túnica de seda, tenía mucha habilidad para recogerme el pelo y ceñirme la especie de diadema.
Pablo ya se había cambiado y estaba increíblemente guapo, resaltaba por su viril cuerpo musculado, al lado de los nuestros más frágiles y delicados, enseñando el ligero vello que le poblaba el pecho y las recias piernas, realmente parecía el macho entre sus hembras. Yasin resultaba algo más duro y correoso con el cuerpo delgado y fibroso.
Nos ofrecieron una copa de la misma bebida que tenían ellos sobre la redonda mesa, me supo a metal e hice un gesto de desagrado.
-Bébelo todo, esto te calentará. -no sabía a lo que se refería, había notado que tenían encendida la calefacción de la casa, en la calle ya comenzaba a imperar el frío del otoño, y al estar prácticamente desnudos en aquel tenue calor se estaba más a gusto.
Llevaba algunos minutos sintiéndome el ano flojo, como si se me fuera abrir por si solo, el supositorio que me introduje debía estar haciendo su efecto y ahora la bebida me hacía sentirme eufórico, con un estimulante calor que encendía mis mejillas.
-Vamos chicos, estarán esperando por nosotros. -Yasín inició el camino seguido por sus compañeros, y Pablo me cogió la mano para llevarme guiándome.
La habitación que don Manuel utilizaba como gym era más grande y contenía más instrumentos que la de Eduardo, parecía que todo lo suyo era más importante. Además de una piscina cubierta inmensa también tenia un yacuzzi irregular, ahora en funcionamiento aunque no estaba nadie utilizándolo.
Además de Eduardo y don Manuel había otros dos señores, estos no eran muy mayores, de unos cincuenta años y estaban bien cuidados físicamente, de estatura regular uno setenta. Uno de ellos estaba calvo o se afeitaba la cabeza, tenía algo de barba en la perilla y bigote, el otro era castaño y usaba gafas, resultaban agradables y ambos sonreían al mirarnos.
Los cuatro usaban unas batas de baño de color verde claro. Don Manuel se nos acercó el primero.
-Mirad la nueva adquisición y decidme que os parece. -me sujetaba de un brazo haciéndome presión para que me girara.
-Tienes mucha suerte Manuel, siempre te ofrecen lo mejor del mercado. -hablaba el de la perilla.
-En este caso le servirá de bien poco, este muñequito es para auténticos hombres como Eduardo o nosotros. -a la vez que le respondía el otro hombre me levantaba la túnica hasta la cintura mostrándome a los demás.
-No cabe duda de que es un hermoso ejemplar. -tiro de la cinta del breve taparrabos dejándome totalmente desnudo de medio cuerpo.
-Y tiene una hermosa polla, puede servir para mi también. -don Manuel se reía señalándome la verga que la tenía algo empalmada por la bebida que me dieron.
El hombre de la perilla me sujetó por el cuello y me obligó a inclinarme, me abrió las piernas y pasó los dedos por mi ano y los apretó ligeramente. Sentí mi culo sin fuerza abriéndose ante tan leve empuje.
-Lindo culito para follarlo hasta terminarlo de abrir. -me sentía como si fuera un animal al que analizan sus atributos, delante de aquellos cuatro hombres, y los cuatro muchachos mirando como el señor me acariciaba el culito y me metía los dedos por el ano.
-Ya vale, no violentéis más al muchacho vamos al agua mientras nos sirven las bebidas. -después de hablar el señor me permitió ponerme derecho, habían comenzado a desnudarse todos, observaba de pasada, pero lo que centraba mi atención era lo que veía entre las piernas de Yasín, estaba de espaldas a mi y con las piernas abiertas, se le veía en primer plano dos tremendos huevos sin pelos colgando metidos en la bolsa de piel negra, y detrás de ellos una increíble verga que sin estar dura aún, me parecía imposible que pudiera entrar en un culo.
Eduardo se quedó en una zona circular del yacuzzi y Óliver se colocó a su izquierda, Eduardo le abrazó y el chico colocó la boca sobre su gordo pezón comenzando a chuparlo. El resto fueron metiéndose y tomando asiento, el señor de la perilla me sujeto de la cintura para sentarme a su lado, don Manuel se colocó cercado dejando a Yasín entre él y yo, y a su otro lado se sentó Pablo, enfrente el otro señor con Gustavo.
El agua estaba bastante caliente y salía un leve vapor oloroso, las burbujas del agua explotaban incrementando la fragancia que percibía a lavanda. Se estaba muy agradable recibiendo la caricia del agua en movimiento, llegaron los criados del principio con bandejas que contenían bebidas, la misma que me ofrecieron en la sala de vestir, pequeños aperitivos de bocado, todo ello lo dejaban al borde del yacuzzi para que cada uno se sirviera lo que quisiera.
Miré a Pablo y me hacia señas, con un vaso en la mano, para que cogiera el mío y bebiera, así lo hice y la impresión de calor aumentaba en mi, aumentado mi deseo sexual, a los demás les sucedía lo mismo y por encima de las burbujas podía ver la punta de la verga de Yasín sobresaliendo entre roja y negra, muy brillante.
No sabía de donde apareció una pelota que Gustavo comenzó a tirarnos y Óliver le devolvía entre risas, los sirvientes no dejaban que los vasos se quedaran vacíos y las bandejas de aperitivos las empezaba a retirar sin acabarlas y las llevaban a una mesa.
Yasín me cogió la mano y la hundió en la gua hasta que alcancé su polla, no la podía rodear con la mano y la retiré, entonces con una sonrisa se acercó y me besó la mejilla.
-No la tengas miedo, es suave y te va a gustar. -me forzó para que se la agarrara, hasta que con timidez se la sujeté, era cierto lo que aseguraba, la sentía tierna y suave, pero también fiera cuando le llegaba el bombeo de la sangre llenándola y haciéndola que creciera. Comenzó a gustarme el tacto y lo viva que la sentía creciendo.
El hombre de mi lado me acariciaba el pecho, e imitando a Yasin me llevó la otra mano a su polla, no tenían comparación pero tampoco era pequeña y la sentía muy, muy dura pulsando en la palma de mi mano. Me giró la cabeza y sus labios buscaron los míos apretándolos con fuerza.
-Abre la boquita y no te resistas. -había apretado los labios y a su orden los abrí dejando que su lengua me invadiera, comenzó a batir mi lengua con la suya y me estremecí sin remedio apretando las dos vergas que tenía en mis manos.
-Así pequeño, muévemela con tu manita. Dame gusto, sí. -me llevó la cara contra su pecho y supe lo que tenía que hacer, lo que aquel hombre quería y empecé a lamerle las tetas mientras le masturbaba.
A mi pesar había tenido que soltar la polla de Yasín para atender a aquel exigente macho que requería mi completa atención, despacio iba empujando mi cabeza y yo le iba lamiendo el pecho, el abdomen, hasta sentir como me hundía en el agua, aspiré aire y llegue a su pene que me tragué, aguanté con él en la boca hasta que tuve que respirar y me soltó al sentir que tiraba hacia atrás, así me tuvo jugando con mi cabeza varias veces, me sentía ahogar de dos maneras, por su verga al entran hasta el fondo de mi boca y por la falta de aire al estar debajo del agua, más que un placer resultaba una tortura, pero una agradable tortura sin duda porque me gustaba.
Cuando por fin me dejó fue para cogerme y montarme sobre él a horcajadas, me besaba la boca y notaba la erección dura de su pene en la entrada de mi culo, apretó hasta introducir la cabeza, gemí pero no de dolor, mi culo se había abierto dejándole entrar sin mayor problema, me sujetó por la cintura y su pene entro más en mi culo, se fue poniendo de pie, conmigo a la vez abrazándome con un solo brazo, pegado a su pecho y con mis piernas enroscadas en su cintura.
Salió del yacuzzi y llegó hasta una camilla donde me dejó sentado, pero sin sacar la verga de mi ano.
-Aquí estaremos mejor para cogerte con gusto, podremos movernos con más libertad. -tiró de mis piernas haciéndome caer de espaldas y me las colocó sobre sus hombros, la camilla se bajo adaptándose a su altura y la verga, que antes no había entrado, me la metió de golpe.
Gemía sin poderme contener, el placer era mayúsculo, no sentía ningún dolor, el afrodisiaco que me hicieron beber ampliaba el sentimiento de placer que la verga de aquel hombre me producía entrando en mi cuerpo.
-¡Oh! ¡Oh! ¡Oh!, más, mas, por favor. -el hombre se reía y se inclinó para chuparme los labios y tirar de ellos con los dientes, su barbilla llena de pelos acariciaba la mía.
-Mira como le gusta al putito la verga de un macho jodiéndole el culito. -entraba con fiereza en mi culo y me daba mucho gusto, me sujeté arañando la sábana de la camilla y grité subiendo la pelvis, formando un arco con mi espalda apoyada sobre la dura superficie, cerré los ojos al sentir una mano que me ayudaba a terminar, pajeándome con fuerza la polla, y no era la de aquel hombre que se sujetaba fuertemente a mis caderas impidiendo que escapara.
Caí sobre la madera sintiendo los golpes de leche que expulsaba de mi verga, y escuché el golpe seco del rebote de mi cuerpo al golpearse, en ese momento el hombre tiró de mis piernas clavándose más en mi cuerpo, y se quedó un instante quieto empujando mientras se vaciaba los huevos dentro de mi culo. Salió un fuerte gruñido de su garganta y pensé que me arrancaría las piernas de lo fuere que tiraba de mi.
-¡Ahhhgg! Qué bueno, pero que gran polvo. -comenzó a moverse de nuevo cuando yo aún temblaba con mis últimos y ya suaves espasmos. Me retiró las piernas de los hombros y casi con violencia sacó la verga de mi cuerpo y dejó mis piernas colgando fuera de la camilla.
-Pruébalo Juan, es una carne exquisita. – soltó una áspera carcajada y sin llegar a abrir los ojos sentía al otro hombre respirando fuerte, volviendo a levantarme las piernas que me pesaban. Sentí un fuerte estremecimiento al colocar su boca en mi ano para aspirar la leche de su compañero y que yo iba expulsando.
-Es un culo delicioso y sabe mejor envuelto en tu semen. -escuchaba al hombre de la perilla reír y alguna otra más, no podía atenderles demasiado, me centraba en la lengua del hombre que entraba con facilidad en mi ano, buscando sacarme para comer lo que para aquel hombre era un majar, los jugos de mi culo con la leche de su amigo.
Eran una deliciosa tortura sentirle la lengua entrando muy profundo en mi recto, y sus lamidas del perineo y los huevos, no dejando que cualquier rastro de la preciada leche se perdiera.
Cuando no pudo sacar más se dejó caer sobre mi y me besó la boca, me dio un poco de asco pero la abrí y metió la lengua profundamente dejando en mi boca el sabor de lo que terminaba de comer, no sabía nada mal y le chupé la lengua aún babosa de leche y mis jugos anales.
-Eres tan marrano como yo, terminará gustándote hasta que no puedas parar. -regresó a mi culo y volvió a lamerme la entrada para, a continuación, colocar la punta de su polla en la entrada y empezar a penetrarme. Era una polla ligeramente más gorda que la anterior y la sentía entrar, había dejado mi culo muy seco llevándose toda la leche y secreciones con la lengua.
De todas las maneras no dolía como para quejarme y empujó hasta que estuvo pegado en mis nalgas, con toda la polla en mi recto. Se movía sin control y a veces se detenía cuando se cansaba respirando profundamente contra mi boca, al principio no sentía nada concreto, solo una ligera molestia, pero poco a poco el placer volvía recurrente a mi culo, volvía a notarme mojado y mi culo respondía a los estímulos del macho, a la verga que me penetraba rozando deliciosamente mis entrañas.
Abrí los ojos al sentir la dureza y el calor de una polla sobre mis labios, a mi izquierda estaba Yasín y cogía su larga polla dejándola deslizarse por mis labios abiertos, me los humedecí con saliva y los separé para adaptarlos al tronco y que resbalara mejor, a la derecha estaba Eduardo al que masturbaba la polla con suavidad Óliver, no alcanzaba a ver a Pablo y don Manuel, pero escuchaba los gemidos de este pidiendo que se la metiera más, exigiendo más verga. Supuse con facilidad que Pablo se lo estaba cogiendo, o podía ser el de la barbita al que tampoco veía, pero yo no estaba para preocuparme de otros, solo de sentir el garrote que me encantaba dentro del culo y de atender la verga de Yasín pasando por mis labios y golpeándome la cara con ella.
Llevé la mano a los testículos de Yasin y se los sujeté tirando de ellos, estaban duros y muy calientes, no podía contenerlos en la mano y palpitaban trabajando para fabricar el semen.
Empecé a sollozar, alocado por el gozo que el macho aquel me daba en el culo y por sentir el pedazo de carne en los labios, pasando sin cesar rozando por ellos.
Alguien volvió a cogerme la polla, una boca la encajó y comenzó a absorberla, pensaba que querían volverme loco y no pude seguir aguantando la espera, la boca no me dejó cuando empecé a eyacular expulsando el semen por segunda vez dejándoselo en ella, cuando pude abrir los ojos vi a Óliver relamiéndose los labios, él había sido el goloso que se prendió de mi polla para beberme la leche.
Mi follador no cesaba de bufar, y para que me moviera empezó a golpearme la nalga izquierda, apreté el culo abrazándole la polla, y con cuatro entradas se apretó en mi culo, tiró la cabeza para atrás adelantando las caderas, y muy clavado en mi culo me lo volvió a llenar de leche.
Debía sentirse cansado y respiró recuperándose pegado a mi pecho, su verga fue resbalando de mi culo hasta caer desfallecida contra mis nalgas, y se separó respirando como si fuera un toro vencido, había quedado satisfecho pero rendido.
Me tiré hacia atrás y subí los pies a la camilla para descansar, cerré los ojos sin querer mirar, escuchaba a don Manuel gritar de placer por la follaba que le daba alguien, y no me apetecía saber quien le daba semejante placer para hacerle chillar como un cerdo ante el cuchillo del matarife hiriéndole la garganta.
Yasín permanecía a mi izquierda, ahora se daba masajes a la larga verga para que no perdiera la dureza rígida que la mantenía vibrante y culebreando como una serpiente, se la sujeté con la mía haciéndole la labor, me terminaban de dar por el culo dos machos, con dos soberbias folladas, y no podía negar que deseaba la polla de Yasín, poder sentir lo que aquella enorme verga podría llegar a hacerme, darme el mayor de los placeres o romperme y destrozarme.
Sentí la mano que me limpiaba el sudor de la frente y giré la cabeza, era Pablo y le sonreí agradecido, y contento, sí contento de que los últimos gritos de don Manuel no le eran arrancados por la polla de mi hombre, no era Pablo el que se lo estaba follando.
-Para Yasin es mejor que te coloques arrodillado y te la de por atrás. -recordé como habíamos ensayado y empecé a levantarme, Pablo me ayudó y me dispuso como él quería, bajaron la camilla para que mi ano quedara a la altura de la verga de Yasín, Pablo me pasó la mano por el ano y esparció el semen que en ese momento expulsaba y que me dejó mi anterior macho.
-Vas a estar tranquilo y yo voy a estar a tu lado. -me abrió las piernas e inclinaron un poco la camilla para que la verga me atacará el culo en ángulo inclinado, podía ver lo que sucedía detrás de mi inclinando la cabeza y mirando entre mis piernas.
Ahora estaban todos a mi alrededor, expectantes ante el espectáculo que les iba a brindar, tragando por primera vez una verga de tan tremendo tamaño. Yasín se aproximo y metió la verga entre mis muslos dejándose caer en mi espalda.
-Si sientes que te hago daño aprieta el culo y me detengo. -colocó las manos en mis hombros y Pablo le agarró el pene colocándolo en el hoyito y a la puerta de mi ano, podía sentirle pasando la cabeza tan grande como un ciruelo por mi entrada y me forcé a relajarme.
Yasín comenzó empujar mis hombros contra él y mi espalda se arqueó por la fuerza que imponía, su gordo glande no conseguía vencer la barrera que mi ano le oponía hasta que de un empujón me penetró la cabeza, tuve que sacar un hondo gemido y abrir la boca para tomar aire.
Me hubiera metido media verga si Pablo no se la estuviera sujetando.
-¿Vas bien? -se le notaba la preocupación en la voz.
-Sí vale. -no podía decirle que tenía el culo increíblemente estirado y que pensaba que me lo iba a rasgar si seguía entrando, pero Yasín estuvo unos segundo esperando a que mi culo se acostumbrara al tamaño de su polla, haciendo pequeños movimientos de fricción estimulándome el músculo anal. El chico sabía lo que se hacía y tenía que haber abierto muchos culos con su tremenda herramienta.
Luego siguió empujando, entrando y y saliendo pero más de lo primero, hasta que afianzo la mitad de la polla en mi culo, entonces Pablo le dejó que fuera él quien quien decidiera y terminara de meterla entera, hubo un momento, hacia el final del trayecto por el recto donde sentí un ligero dolor, también parecía saber que eso sucedería, se detuvo y con pequeños piquetes se fue abriendo camino hasta sentir sus testículos que golpeaban los míos.
¡Dios mío! Había conseguido meterme toda su polla y conseguir que me sintiera reventado por dentro, se apoyó en mi espalda para descansar y me susurró al oído.
-Ya te tengo, eres mío. -su forma tan sensual de decírmelo hizo que me estremeciera y que se me encogiera el culo apretándole la verga.
Tarde un par de minutos en domina aquel monstruo dejándole su lugar en mis tripas, la presión fue cediendo. Comenzó a salir de mi muy lento, solamente sacaba unos centímetros volviendo a penetrarme seguido, y así cada vez más fuerte produciéndome un agradable cosquilleo en el fondo, donde el glande golpeaba al meterse y encontrar un tope. Centrado en lo que sentía había olvidado el entorno, Óliver continuaba masturbando a Eduardo y por la excitación de verme cogido por Yasin, se le había endurecido la polla, no mucho, pero si lo suficiente para que Óliver pudiera sujetársela con la mano y terminar de hacerle la paja, los demás no me interesaban, solamente Pablo que apoyaba la mano en la mía, agarrotada sujetando la sábana.
El placer que la verga de Yasin me producía tenía difícil explicación, era placer mezclado con dolor, era emoción y temor, y sobre todo era sentir la verga de un poderoso macho joven que sabía follar mejor que uno mayor.
Ya gemía a cada embestida que me daba, y loco de deseo le pedía más verga, y él tiraba de mis hombros doblándome la columna a su antojo para que mi culo se abriera para recibirle la polla y envolvérsela con mi ano codicioso de tenerla.
-¡Me voy Yasín, me voy a correr!
-Hazlo no me esperes. -Pablo me agarró el glande con la mano húmeda, y exploté en ella al instante, iba a desplomarme abatido, herido de muerte, sin poderme sujetar con las rodillas temblando, pero Yasín me tenía bien agarrado con las manos, y con su vergón afincado y bien metido en lo más profundo de mi culo comenzó a verterse, y dejarme las tripas tan llenas, que salía a la fuerza por mi ano al no poder contener tanto semen.
Seguira…