Había llegado el día. Me tocaba volver a Mallorca, a casa de mi tía. Había estado rehuyendo el volver. Como os conté en el primer relato, la tensión sexual con mi tía había cobrado vida en forma de relación, durante mi último viaje. En uno de mis deslices sexuales, ella me descubrió, me quiso putear pero le salió mal. Esa tarde nunca se podrá borrar de mi memoria. Los siguientes 5 días estuve trabajando. Cuando terminé me despedí de ella y de mi primo, y me marché. No había vuelto a hablar con ella desde entonces.
Pero llegó el día de volver. Había estado incluso pensando en irme a un hotel, pero todo podría resultar sospechoso para la familia. Así que decidí hacer como si nada. Me dispuse a escribirle, pero ella se me adelanto:
"Hola, he estado hablando con tu madre y me ha dicho que te toca volver. Cuento contigo como siempre no? Un beso cariño”.
Ese mensaje me dejó descolocado, no nos habíamos vuelto a decir nada, que es lo que quería…? Le contesté que sí que iba. Me intentaba convencer a mi mismo, seguro que quiere seguir con normalidad, como si no hubiera pasado nada. Me decidí a mandarle un mensaje a mi primo:
"Primoo, voy el finde, el viernes estoy por ahí. A ver si avisas a estos y nos tomamos unas copas que estaré hasta el martes".
"Hey tío, pues hasta el lunes no vuelvo, que tenemos un congreso, así que a ver si aprovechamos a la noche. Un abrazo".
Ese mensaje me acabó de dejar roto, mi primo no iba a estar, y mi tía no solo hacía como si no hubiera pasado nada, sino que tampoco me había dicho nada de que su hijo no estaría.
Así que llegó el día, como siempre cogí el coche de alquiler y me fui a la casa. Allí me esperaba ella. Era mediodía, llegué y actuamos con total normalidad:
-Hola cariño, que tal el viaje?
-Hola tía, muy bien, además llegó todo en hora
Me preguntó 4 tonterías más, pero no tuvimos mucha más conversación, así que la comida fue un poco tensa. Después de comer, me dijo:
-Cariño, voy a comprar un par de cosas al súper. Vengo pronto.
Había estado recordando la última vez en su casa mientras comía, y estaba súper cachondo. Así que aproveché su ausencia para comenzar a masturbarme. Algo no me convencía, después de la última vez, así que decidí poner la cámara a grabar, pero escondida, y en otro lado del mueble. Terminé y me limpié, y me recosté en el sofá. Ella volvió:
-Cariño, podemos hablar un momento?
-Si claro, dime
-Quería hablar sobre lo que pasó la última vez
Me quedé un poco cortado…
-Mira, sé que es raro, pero he estado pensando mucho en ti. Yo llevo un tiempo sola, y cuando te vi… no sé si fue la mejor reacción, pero pensé que te gustaría. No hemos hablado desde entonces, pero yo he soñado contigo mucho. Sé que no debo, pero no puedo controlarlo… -y cada vez se me acercaba más
-Yo, tía, no sé… que puedo decir, a mi me encantó pero no sé si es lo mejor…- y entonces se sentó encima de mí y me empezó a besar el cuello
-Dios tía, no… no sigas por favor… -pero yo ya estaba entregado
Ella me empezó a tocar, me quito la camiseta y me agarró las muñecas fuerte. Me subió los brazos por encima de la cabeza, y me puso las muñecas en el cabecero del sofá, mientras me besaba. Mi cabeza estaba en otro mundo, cuando sentí un metal cerrándose alrededor de mis muñecas… Pegué un tirón pero era tarde. Le había puesto una placa con una argolla al sofá, y tenia preparadas unas esposas por dentro. Lo había conseguido, me tenía esposado al sofá.
No reaccione, ella se rio, y después se giró. No vio ninguna cámara y me dijo:
– Bueno cariño, está vez no me vas a grabar eh. Te tengo que agradecer lo de la última vez
-Ah si? Me vas a premiar?
-Mmm… bueno… no sé si se le podrá llamar premio.
Empezó a desnudarse, y entonces sacó algo de una bolsa. Era una jaula de castidad. Había visto varias, de hecho tenía una, pero nunca como esa. Era de acero, y la funda tenía una sierra por dentro. Me acabo de desnudar, cogió la jaula y me pasó los huevos por dentro de la argolla, y puso la funda. La cerró con el candado. Mi polla intento crecer, pero se topó con la sierra interior. Un terrible dolor se apoderó de mí. Las puntas se clavaban a lo largo de mi polla, nunca había sentido esa máquina de tortura. Cogió la arandela con dos llaves del candado y las tiró por la ventana. Me quede blanco… sería capaz de haberlas tirado?? Mi cabeza quería creer que tenía otra, pero ya todo podía pasar.
– Te gusta perrito? Ay… que bien lo vas a pasar con eso puesto para siempre
-Sabes que esto lo terminarás pagando no?? -Le dije serio
-Veremos…
Empezó a meterse mi polla en la boca, con la funda. Quería que me excitase, quería verme sufriendo. Yo cerraba los ojos, intentando evitar la excitación, y entonces sentí un latigazo en el pecho. Abrí los ojos y tenía una fusta en la mano:
– Ya que te gustan mis botas, tenía que tener algo a juego
Esa imagen… Era impresionante… Que buena estaba, y lo que me iba a hacer sufrir…
Allí estaba yo, desnudo y esposado al sofá, con un cinturón de castidad rodeando y castigando mi polla. Las supuestas llaves del candado en la calle, y mi tía delante al más puro estilo dominatrix. La situación no podía ser más excitante, pero sucedió algo que no me esperaba cuando mi tía cogió su móvil:
-Hola?? Sii, todo arreglado. Puedes subir cuando quieras, te espero desnuda…
-Que? Con quien cojones hablabas? Suéltame va, que no me hace gracia. Ehhh, escúchame, joder!! Suéltame de una p…
Sin dejarme terminar cogió su tanga y me lo metió en la boca. Después le dio a mi cabeza un par de vueltas de cinta americana. Empecé a revolverme, pero sin tiempo a nada sonó el timbre
– Voooy
Era ese capullo, su ex. El hijo de puta vivía en el primero. Pensaba que no estaban juntos ya, pero se ve que mi tía es más tonta de lo que pensaba. Ese cabron la había engañado más de una vez. Mi primo era un asiduo putero, ligaba mucho pero tenía obsesión por las prostitutas. Un día que bajamos a tomar una copa me llevo a un local, y allí estaba este cabron, yéndose con una. Lo habían dejado, y el sabía que lo habíamos calado, pero allí estaba otra vez.
En cuanto llegaron a la sala, ella se abalanzó sobre él.
-Vamos a ponerle cachondo
Empezaron a enrollarse y ella se puso de rodillas, le bajo los pantalones y se puso a chupársela. De vez en cuando me soltaba un fustigazo. Se la metía hasta el fondo, empujando su cabeza, pasaba por sus huevos y volvía a lamer. Le miraba a los ojos y me miraba a mi. Yo me ponía súper cachondo, pero al momento me venía un gran dolor. Esa jaula se clavaba a lo largo de toda mi polla. Ella me acariciaba los huevos para provocarme más erecciones. Estuvo así un rato y luego se fue a lamerle el culo, y después le puso un condón y se recostó encima de mí. Esa visión, sus pechos y toda ella encima de mí, que no podía moverme ni un milímetro. El la cogió y la empezó a romper. La embestía sin parar, solo por el coño. Yo pensaba, para mí, que no le daba su culo a cualquiera, y era verdad. Entonces él se corrió en el condón, ella se lo saco y le dijo:
– Ahora hay que limpiar esto
Se acercó a mi agarrándole a él de la mano:
-Ahora se la vas a tener que chupar a él para limpiársela
– Hahaha olvídate! Ni te acerques
-Ah no? Muy valiente estás ahora si, pero te voy a quitar la valentía.
– Zorra de mierda…
PLAS! Me soltó un bofetón que resonó por toda la casa.
– Quieres esa mierda puesta toda tu vida no?
Tome aire y pensé. Tenía que hacerle creer que ella tenía el poder, aunque no sabía que yo estaba grabando. Y está vez todo estaba de su contra, fue ella la que vino a mí, la que se insinuó, y la que me engañó. Tenía que intentar que no hubiese ninguna referencia directa a lo ocurrido. Así que agache la vista… y ella asintió sintiéndose ganadora.
Ella no quería dañarme, quería pasarlo bien conmigo, pero no conocía mis límites. Mi mente es muy abierta, pero a ese tipo le tenía mucho asco, y tenía que actuar de modo que ella sintiese que había perdido el control y asumiese las consecuencias. Así que en deje que me metiera la polla en la boca, y cuando había entrado, mordí. Lo hice fuerte, con ganas. El gritaba de dolor, así que me pegó un puñetazo para liberarse.
– Que haces imbécil, que es mi sobrino!!!
– Pero que me ha mordido!!
– Joder tío, vete, échate algo y ya hablaremos
Él se marchó con la polla sangrando. Cuando ella volvió de la puerta comencé a gritarle:
– SUÉLTAME JODER!! QUE ME SUELTES DE UNA PUTA VEZ
– Yo, yo… lo siento… no… nunca pensé que pudiera terminar así… solo quería que lo pasáramos bien.
-Quítame esto y suéltame las manos ya
Mi tono la dejo helada, era tranquilo pero firme
– Vale, pero tranquilízate porfa
Marchó a su habitación y vino con una pequeña llave en la mano, tenía otra guardada así que me soltó la jaula de castidad, y me quitó las esposas. Sin dejarla levantarse de encima de mí, la agarré y la giré bruscamente en el sofá, y la agarré del cuello
– Quien cojones te crees que eres?
– Solo quería que nos divirtiéramos, de verdad
– Crees que puedes traer a ese imbécil, y pretender que le coma el rabo? Zorra de mierda eso te lo dejo a ti…
Sin dejarla replicar, la agarré del pelo y me la lleve al baño a rastro. Le metí la polla hasta donde no cabía más. Embestía una y otra vez, y le venían arcadas. La mantenía agarrada del pelo, así que cuándo le venían, sacaba la polla y le metía la cabeza en el váter. Así una y otra vez, mientras le gritaba lo puta que era. Cuando estaba a punto de correrme saqué la polla y me corrí por toda su cara, sus ojos.
De nuevo a rastro del pelo, la lleve al sofá y la tiré boca abajo. Cogí la fusta y empecé a fustigarla. Perdí la cuenta de cuántas veces le di, pero ella lloraba en el sofá. Tenía el culo y la espalda llena de marcas. Mientras seguía allí tirada cogí la cámara y la guardé. Me vestí y me marché.
Cogí el móvil y busqué un sex shop. Esto no iba a quedar así. Compré un cinturón de castidad femenino, así como una máquina de electrodos, una de descargas eléctricas. Ya tenía las esposas, la mordaza y alguna que otra cosa, junto con cinta americana y cuerdas.
Paré a tomar una cerveza, y volví a la casa. Allí estaba con los ojos llorosos. Pasé sin decir nada, fui al cuarto y pasé el vídeo al móvil. Me senté en el sofá, y me llevé la bolsa solo con el cinturón. Encendí la televisión y me senté a verla, hasta que al rato vino:
– Podemos hablar?
– Que quieres?
– Creo que te has pasado. Estábamos jugando, y tú lo has sacado. Le has agredido a él y a mí
– Cierra el pico, coge la bolsa y ponte lo que hay dentro
– Que? Te estoy hablando en serio
– Que te calles y obedezcas
Yo sabía que no estaba enfadada de verdad, que no se lo había tomado como una reacción violenta, pero era parte del juego. Ella necesitaba recuperar el control de la situación. Pero yo no podía dejar que eso ocurriese.
Miro la bolsa, sacó el cinturón y me dijo:
– Pero tu chaval!!! De que vas? Crees que me puedes tratar como a una puta. Por lo de hoy te puedo denunciar!
– El que te puede denunciar soy yo… -y entonces saqué el móvil y le enseñe el video.
-Se ve que no miraste muy bien si había cámara hoy, si es que eres tonta con ganas.
Ella miró hacia abajo avergonzada. Sabía que estaba jodida, en el vídeo se veía como me ataba a traición y todo lo de después. Estaba jodida, así que cogió el cinturón y se lo puso.
Su coño quedo tapado por esa especie de arnés, por el que sólo podía mear y cagar. Cogí el candado, del que ya me había guardado una llave, se lo puse, y tiré igual que ella las otras dos por la ventana.
– El martes me marcho, pero vuelvo en 7 días. Te quiero con eso puesto hasta entonces, a ver si aprendes a quien perteneces. Y ese imbécil me las va a pagar, así que habla con él y pídele perdón, porque vas a tener que atraerlo hasta mi.
Se quedó con el puesto el resto del finde. Entre sábado, domingo y lunes me debió de hacer unas 30 mamadas. El lunes mi primo volvió, nos fuimos de cañas y acabamos de putas. Llevaba 3 días con mi tía en castidad y estaba súper caliente. El venía de currar y tenía ganas de descargar también. Cogí a una venezolana madurita y la folle hasta dejarme todo. Casi no salía leche, toda había terminado en la boca de mi tía. Casi me quedaba dormido encima de esa latina espectacular. Marchamos para casa y nos fuimos a dormir, y al día siguiente me marché. Ni siquiera me despedí de ella, solo pase por al lado y le di un cachete en la nalga y dos toques en el cinturón, que sonó al contacto con el acero
– Buena chica…