En la primera semana de diciembre, veía que quedaba poco tiempo ya para acabar el año y se me hacía difícil de creer que me pudiera encontrarme a solas con Carla y mucho menos pasar una noche entera con ella.
Irene (móvil): Oye rubia, te das cuenta de que se acaba el año?
Carla (móvil): Eeehh sí claro, no es muy difícil darse cuenta no?
Irene (móvil): Y no se te olvida nada?
Carla (móvil): No sé de qué me hablas…
Irene (móvil): Ah pues muy bien…
Carla (móvil): Sí lo sé tonta, de verdad, que fácil es picarte. Lo tengo todo casi planeado.
Irene (móvil): Y para cuándo? Cómo?
Carla (móvil): Déjame que solucione un par de cosas y te digo vale? Casi seguro que la semana que viene. Mañana te lo digo seguro.
Irene (móvil): Joder Carla pero la semana que viene yo trabajo, me podías decir algo más para intentar cuadrar.
Carla (móvil): Tranquila mi niña, tengo tu cuadrante, sé cuándo trabajas. Lo tengo todo casi, fíate de mi y relájate un poco.
Irene (móvil): Vaaale, pero mañana dime algo va. Y cómo estás? Qué haces?
Carla (móvil): Pues mira estoy tirada en la cama aprovechando que estoy sola en casa.
Irene (móvil): Mierda!! Yo currando y tú tan solita en la cama…No es justo…
Carla (móvil): Tranquila que me acuerdo de ti.
Me mandó una foto en la que se podía ver desde su ombligo hasta sus pies y su mano dentro de la ropa interior.
Irene (móvil): Vaya rubia parece que no me necesitas, quiero ver más.
Carla (móvil): Y yo qué gano?
Irene (móvil): Estoy en el trabajo no puedo ofrecerte mucho.
Me llegó entonces una foto de Carla tipo selfie mordiéndose el labio y apretando uno de sus pechos dejando ver el pezón duro entre sus dedos.
Irene (móvil): Puff esa mirada… me encanta.
Carla (móvil): Vas a tu habitación y hacemos una videollamada?
Irene (móvil): No puedo hoy no estoy en mi base, estoy cubriendo otro turno.
Carla (móvil): Qué lástima! Lo dejamos para otra vez.
Irene (móvil): Nooo rubia no!! Mándame más! Dame un adelanto de la semana que viene.
Carla (móvil): Hacemos una cosa, ponte en algún sitio discreto, te hago una videollamada pero no tienes que decir nada, solo mira.
Me levanté, busqué algún sitio donde sentarme sin que pudieran ver la pantalla de mi móvil, me puse los auriculares del manos libres y empecé la videollamada.
Irene: Hola rubia.
Carla: Hola mi niña.
Su voz se notaba entrecortada por la respiración, veía como se quitaba el tanga, como recorría sus labios con los dedos y me enseñaba lo mojados que quedaban, como su mano empezaba a acariciaba su clítoris, como movía sus caderas, siguió metiéndose dos dedos, oía sus gemidos en los auriculares como si la tuviera delante. Cambiaba la cámara a ratos pudiendo ver su cara de placer entre gemidos, mordiéndose el labio, cerrando los ojos, sonriéndome y llevándose los dedos a la boca. Terminó corriéndose mientras acariciaba su clítoris, sus piernas se encogían con pequeños espasmos aún con su mano entre ellas.
Me enseñó su cara, relajada y sonriente.
Carla: No te acostumbres a esto… Te veo algo tensa, no te ha gustado?
Efectivamente estaba tensa, acalorada y con el corazón acelerado pegándome bien fuerte en el pecho.
Irene: Puff no sé qué decir, eres increíble. Pasamos a chat, tengo compañía.
Carla: Está bien. Me mandó un beso.
Irene (móvil): Estoy malísima ahora mismo, empapada.
Carla (móvil): Que bien, me alegro de que te haya gustado. Podrías pasar al baño y tocarte no?
Irene (móvil): No, sabes lo que voy a hacer? Me lo voy a guardar y me lo vas a compensar la semana que viene.
Carla (móvil): Pero si yo he cumplido!! Jajaja.
Irene (móvil): Mira que te gusta jugar conmigo. Te dejo que tengo faena.
Carla (móvil): Yo he pensado que voy a darme un bañito, si quieres puedes venir y ayudarme.
Irene (móvil): Vete a la mierda.
Carla (móvil): Jajaja yo también te quiero.
Dos horas después cuando pude volver a mirar el móvil tenía varias fotos de Carla en la bañera, algunas haciendo el tonto y otras enseñándome lo justo provocándome.
Irene (móvil): jajaja Qué tonta eres! Dime algo mañana vale?
Carla (móvil): Tranquila te aviso en cuanto sepa algo.
Al día siguiente me escribió para decirme que nos veríamos el viernes de la semana siguiente, estaba contenta pero tendría que inventarme algún cambio de guardia para poder pasar la noche fuera.
Los días pasaron rápidos debido a la gran carga de trabajo diario casi sin poder hablar entre nosotras y dos días antes me llegó un mensaje con la web de un sex shop.
Irene (móvil): Ya sé que es una pregunta tonta pero, y eso?
Carla (móvil): He estado de compras…
Irene (móvil): Miedo me da…
Carla (móvil): Y con razón jajaja.
Irene (móvil): Madre mía… Dónde nos vamos a ver?
Carla (móvil): El viernes te lo diré, te mandaré la ubicación directamente.
Irene (móvil): Que misteriosa chica.
El viernes le dije a Iván que me habían llamado de la empresa, que una compañera se había puesto mala y tenía que hacer su turno ya que no encontraban a otra persona. No le hizo gracia que me fuera, pero estas cosas a veces pasaban y había que tragar.
Salí de casa con el uniforme como siempre y cuando me subí al coche aún si saber a dónde iba le pregunté a Carla. Me contestó con una dirección y un piso.
Irene (móvil): Tu casa?
Carla (móvil): Sí, estoy sola, aquí te espero.
Llegué, toqué al timbre y subí por el ascensor, Carla me esperaba en la puerta y rápidamente pasamos dentro para evitar encontrarnos con vecinos. Según cerramos la puerta nos comimos a besos.
Carla: Vaya, no tenías algo más discreto?
Irene: Ya me dirás cómo salgo de casa una noche entera.
Carla: En realidad me da igual, no te va a durar mucho puesto.
Irene: Tú te ves muy bien, a ver…
Carla llevaba un pijama de invierno finito, me asomé por la camiseta y confirmé que no llevaba sujetador, la abracé, metí mis manos debajo de su camiseta acariciando su espalda, bajando lentamente hasta meterlas por su pantalón y poder confirmar también que no llevaba ningún tipo de ropa interior.
Quedamos de pie en el salón, besándonos al tiempo que nos quitábamos las ropa, con caricias, todo muy suave y pausado.
Carla: Vamos a la habitación.
Me llevó de la mano hasta la habitación, se paró delante de la cama y volvimos a besarnos, sin prisa. Nos tumbamos en la cama, muy pegadas, recorriendo nuestros cuerpos con las manos suavemente, entrelazando nuestras piernas, moviendo nuestras caderas, con nuestras miradas siempre en contacto y respirando de nuestros gemidos. Me corrí yo primero y me esforcé porque Carla también lo hiciera buscando sus puntos favoritos. Terminamos las dos abrazadas, mirándonos y relajadas en la cama.
Irene: Que falta me hacías…
Carla: Acaba de empezar, tenemos toda la noche. Tienes hambre?
Irene: De ti, mucha.
Me mordió en la cara con suavidad.
Carla: Traigo la cena?
Irene: Vale vamos a cenar, con qué te ayudo?
Carla: Tranquila, quédate aquí relajadita, yo me encargo.
Me besó y se fue a la cocina a por la cena, yo me quedé en la cama desnuda debajo de las sábanas esperando. Volvió con una bandeja, un plato de sushi y dos cervezas y se sentó en la cama.
Irene: Qué rico, cómo me conoces.
Carla: Que aproveche!
Cenamos rápidamente, charlando nuestras cosas y del trabajo y cuando terminamos dejamos la bandeja en el suelo. Empezamos a besarnos debajo de las sábanas y el nórdico haciendo que la temperatura subiera y fuera insoportable estar debajo. Carla que estaba encima mío, se puso de rodillas tiró la ropa de la cama hacia atrás de una y se quedó mirándome. De uno de los lados de la cama cogió una bolsa, la del sex shop, la puso a su lado y de ella sacó una cinta para los ojos.
Irene: Entiendo que es para mí?
Carla: Que chica más lista.
Me besó suavemente mientras me la ponía y después se separó de mí y por un par de minutos no supe qué hacía, me quedé esperando tumbada boca arriba hasta que volví a notar que se acercaba a mí por la cama.
Carla: Tranquila que no me he ido. Ahora no te muevas.
Me besó en los labios y después fue cambiando el punto donde me besaba de forma sigilosa para que me pillara por sorpresa, me esforcé por adivinar cuál sería el siguiente sin mucho éxito, lo que hacía que cada beso y cada mordisco me hiciera estremecerme. La habitación se empezó a llenar de olor a vainilla acompañando a la perfección el momento.
Carla: Ponte boca abajo. -Me susurró al oído.
Obedecí poniéndome boca abajo y Carla repitió el mismo proceso de antes y está vez también deslizando un dedo rozando mi espalda provocándome escalofríos y erizándome la piel. Sus caricias, sus besos, los ojos tapados y el olor a vainilla me tenían anestesiada y excitada, no quería que acabara nunca.
Carla: No te asustes vale?
No dije nada, estaba relajada y confiaba totalmente en Carla. Pasó las dos manos por mi espalda y como un latigazo noté un líquido muy caliente que cruzaba mi espalda.
Irene: Uuuff…
Agarré las sábanas con fuerza y rápidamente noté las manos de Carla deslizarse con mucha facilidad masajeando mi espalda.
Carla: Demasiado caliente?
Irene: No, está bien, no lo esperaba.
Volvió a caer otro vez el líquido, está vez parecía algo menos caliente y sus manos seguían deslizándose por mi espalda haciéndome soltar suspiros y gemidos. Al parecer Carla estaba utilizando una vela de aceite de masaje, de ahí el olor a vainilla y el líquido caliente.
Terminó con el masaje y se tumbó encima de mí pegando sus pechos en mi espalda y besando mi cuello.
Irene: Por qué he tardado tanto en descubrir esas manos y esos masajes? Te voy a poner en nómina.
Carla: Jajaja ya te gustaría, bueno quería compensarte por lo del otro día.
Irene: Bien, has recapacitado y has visto que yo tenía razón.
Carla: Ten cuidado, no te pases que todavía puedo seguir con la vela y no tener tanto cuidado.
Irene: Jajaja vale, estamos en paz.
Se tumbó a mi lado y yo me puse boca arriba.
Irene: Puedo quitarme la venda de los ojos?
Carla: Espera, dame un segundo, te aviso.
Carla se movió por la cama, oí cómo cogía algo de la bolsa del sex shop y cuando termino me dio permiso para quitármela.
Carla: Ya puedes.
Me quité la venda, vi a Carla tumbada a mi lado, la miraba buscando lo que había cogido de la bolsa pero no veía nada.
Irene: Y ahora qué? Qué has cogido en la bolsa?
Carla: Tranquila que lo sabrás cuando toque.
Irene: Vaaalee…
Me puse encima de ella, besándola ahora ya con ansia, comiendo su cuello y devorando sus pechos.
Irene: Estás buenísima.
Seguí bajando besando y mordiendo su abdomen y el tatuaje de su cadera, separé sus piernas y metí mi cabeza entre ellas, y en cuando empecé a lamer su clítoris noté algo.
Irene: Mmmm fresa? Cereza?
Carla: Cereza… -Dijo entre gemidos.
Seguí lamiendo su clítoris, sus labios y penetrándola con la lengua y cuanto más se mojaba más intenso era el sabor. No sabía de donde venía ese sabor pero lo quería todo. Carla se estaba retorciendo de placer, agarraba las sábanas, apretaba sus pechos, gemía con fuerza y me agarraba del pelo hasta que se corrió moviendo sus caderas y arqueando su espalda mientras yo seguía sin parar.
Carla: Para… por… favor…
Levanté la cabeza para ver su cara y la vi agotada con los ojos cerrados, paré y fui subiendo por su cuerpo hasta llegar a sus labios.
Irene: Me lo explicas?
Me explicó que era otra de las cosas que había comprado, una bola que se metía en la vagina y con el calor del cuerpo se fundía produciendo un lubricante de sabor, en este caso de cereza.
Irene: Madre mía! Qué más hay en esa bolsa?!
Carla: Lo último te lo dejo a ti, te lo había prometido, pero déjame que me recupere un poco.
Estaba impaciente por mirar en la bolsa, me podía hacer una idea de lo que podía haber dentro ya que la última vez que estuvimos juntas hablamos de el arnés que utilizamos una vez. Me tumbé a su lado deslizando los dedos por su cuerpo hasta que se recuperó y ella empezó a besarme, acariciarme y finalmente masturbarme y la paré.
Irene: Espera, puedo ver ya la bolsa?
Carla: Jajaja parece que sabes lo que hay dentro, eres una listilla no? Vale puedes mirar.
Cogí rápidamente la bolsa, miré dentro y mi cara cambió.