Daisuke acaba de correrse, pintando sus jadeantes secuelas en la fibra de bambú humedecida en la funda de almohada cuando el dedo de Ken lo rodea nuevamente y luego ese se desliza hacia adentro antes de que Daisuke pueda hacer algo más que sacudidas, un ruido inarticulado cae de sus labios abiertos y flojos.
– Shh -. La otra mano de Ken presiona entre los omóplatos de su chico, a medio camino entre acariciar y restringir. El dedo en el interior de Daisuke empuja más profundo, más profundo ahora que él se rompió emocionalmente hacia Ken, piensa en lo que su amado debe estar sintiendo en este momento, está más flojo para ser follado, pero no tan flojo para que la intrusión de un solo dedo hace que intente estar a la altura de las circunstancias; piensa que Ken se ha adentrado en su interior, mojado y abriendo camino para ese dedo lento y palpitante; piensa en el calor febril que se eleva de su piel, lo enrojece de color rosa, lo abrasa profundamente, irradia todo el camino hacia donde Ken lo está follando lo vuelve a follar con ese magnético dedo en el que sabe que poco a poco va a perder la razón. No puede controlar su lengua lo suficiente como para hacer un nombre, el nombre de Ken. Lo que sale es, de nuevo, solo ruido, quejido y suave.
Y desesperado. Muy desesperado, sus caderas se doblan, la suave polla se arrastra por su propio charco. Sus muñecas se sacuden contra los puños, las cadenas garabatean contra la madera de la cabecera y él quiere disculparse, necesita disculparse, lo sabe, pero acaba de correrse y Ken lo está desarmando, lenta, metódicamente, con toda la maldad, deleitada alegría que trae a su actuación.
– Estamos bien -. Dice Ken en voz baja, profundo rugido de terciopelo que se abre paso a lo largo de los nervios de Daisuke como Ken frota dentro de él. Profundo, muy profundo.
– Estás bien. Puedes tomar esto. Vas a soportar esto por mí, ¿sí? -. El dedo huesudo de Ken se encuentra casi esponjoso dentro de Daisuke y lo que era bueno, al borde de demasiado, se convierte en insoportable pero de muy buena manera, Daisuke empuja su cara más profundamente en la almohada, retorciéndose, gritando… Pero soportandolo. Porque Ken quiere que lo haga.
– Me encantas ahora, debajo de mi estómago y yo encima de tu espalda, adentrandome muy dentro, te ves fuerte, atlético, me encantas, te amo, demasiado -. Dice susurrandole y a la misma vez soplandole en el oído, de una forma serena y calmada, como si estuvieran sentados en un patio durante un par de horas.
Así fue como comenzó la noche en la que Daisuke recuerda vagamente; un dulce y unos perros que descansaban alrededor de sus pies, coqueteando en busca de sobras.
" – No puedo follarte toda la noche. Pero hay más de una forma de follar". El toque de la nariz de Ken detrás de la oreja de Daisuke es impactante, como lo es el sobrecalentamiento de su aliento al temblar, la piel ya está caliente. –
Y tú… Puedes correrte toda la noche, amor, Sé que puedes. Así que te voy a tocar, así. Y te pondrás duro, muy duro. Y luego expulsarás todo tu amor contenido por mí. "No puede, piensa Daisuke, sacudiendo la cabeza para que el raspado de su cabello a través de la funda de almohada suene como piedras a través de un palo de lluvia.
-No puedo… – Siempre nos dices a todos que lo imposible siempre es posible, puedes hacerlo, hazme sentir orgulloso de tí y te lo quiero demostrar ahora mismo-. Insiste Ken, antes de rodar una franja caliente detrás de la oreja de su chico que termina con un beso sorprendentemente suave en el hueso. Un segundo dedo se cuela y Daisuke gime en el estiramiento, las caderas levantándose en el deseo de más.
– Sí-. Canturrea Ken, la voz se engrosó, se profundizó, como de terciopelo áspero, satinado deslizamiento de la piel.
– Oh, amor, mi niño bonito, siente como te hago el amor con mi mano
Los dedos de Daisuke se hunden en las sábanas y los fuegos artificiales de colores explotan detrás de sus párpados cerrados mientras el siente que está por correrse una vez más todavía es demasiado pronto, no hay suficiente jugo en él para volver a endurecerse, pero lo está intentando, con descargas eléctricas estremecedoras, una lluvia de meteoritos entrando a través de él, soplándolo, abriéndolo.
Todavía no había palabras en su cabeza, solo gruñidos de deseos y necesidades, gemidos apretados y jadeantes. Le asustó la primera vez que Ken le hizo perder la virginidad… Con amor pero a su vez como una agresión anal, porque cuando lo hacen, cuando Ken le hace esto a él, para él, se siente más puro que eso, más simple
. Más cerca de la persona que solía ser, antes de las heridas y los fracasos y el peso aplastante de la expectativa, la suya y la de todos los demás y ahora era él en la cama de Ken, siendo penetrado analmente, como la primera vez.
El deslizamiento de los dedos de Ken alrededor de la polla de Daisuke es un shock, más que el descubrimiento de que está duro de nuevo, dolorido y húmedo, curvándose en la palma de la mano de Ken como si estuviera destinado a estar allí. Ya no puede respirar. Gira la cara hacia un lado, tragando aire fresco, con aire acondicionado, como el agua de lluvia.
-Sí… Mírame -. Dice Ken de nuevo, Se está moviendo muy lento. Demasiado lento, aunque constante, frotando, rítmico. El rizo de sus dedos es estático, solo aguantando, ahuecando
. -Mírame-. Repite inflexible debajo de la suavidad. Los ojos de Daisuke se abren, parpadeando a través de la humedad, lágrimas, sudor, parpadeando para ver la cara de Ken allí, junto a la suya.
– Me gusta mi cuerpo cuando está con tu cuerpo -. Murmura estirándose hacia adelante esos últimos centímetros para succionar el labio inferior de Daisuke. Cambia el ángulo de sus dedos en una fuerte profundidad de la penetración y Daisuke grita en la boca de Ken, dejando que este se coma el grito
– Me gusta tu cuerpo. Me gusta lo que hace. Me gustas -. Ahora agrega velocidad, presión, moviéndose tan suave que se siente como parte del cuerpo de Daisuke quien no sabe lo que está diciendo, pero las palabras, el sentimiento, crean un eco a través de él y un reconocimiento inmediato y profundo de la verdad. "Me gusta mi cuerpo cuando está con tu cuerpo"
– Muéstrame cuánto te gusta lo que te hago, amor-. Ken respira las palabras directamente contra la piel de Daisuke, haciendo que los huesos vibren con cada sílaba sucia y lenta. Su agarre alrededor de la polla de Daisuke se aprieta, la fricción y el calor para que vibre.
– Muéstrame cómo te hago sentir. Muéstrame todo-.
El gemido de Daisuke se pierde en otro beso devorador, mordiéndole la lengua y chupandola pero su respuesta es obvia por la forma en que se afila en una mano y se empuja contra la otra, follando con Ken, perdiéndose en / con / para Ken Y cuando se desmorona, temblando y medio gritando, borracho y delirante y loco, es el cuerpo de Ken quien lo retiene allí, lo mantiene allí, le da una razón para quedarse… Y para volver.