Prólogo.
Cuenta la leyenda que al fondo de la inexplorada selva negra, están los Saphirts; guerreros sin alma que andan sobre la tierra desde que el mundo es mundo, son tan blancos porque nunca les ha dado la luz… y no tienen alma, porque se la traspasan a sus animales; son los únicos que pueden luchar al lado de terribles monstruos, educados para matar a cualquier intruso que por suerte o precariedad consiga llegar hasta sus tierras.
Todo osado guerrero o explorador que se adentra en la selva negra, todo vagabundo o paria que huye hasta ella; todo animal o monstruo herido que se adentra en ella, nunca más vuelve a salir.
Muchos son los nobles o los reyes que han intentado tomar control sobre ella, los reinos o imperios que han querido destruirla; los grupos o gremios que han querido vender su mística madera, los aventureros o exploradores que han intentado explorarla. Pero todos han perecido en el intento o han vuelto con cierto toque de locura, nadie tiene información real de que hay allí dentro; tan solo locuras, desvaríos y leyendas que son tan contrarias que no llevan a nada en claro.
Todo esto lo cuenta un juglar rodeado de niños, todos lo escuchan apasionadamente; pero solo uno de ellos se toma la historia como un objetivo en la vida. El hijo de Necseo y Lariana; Tensell un joven que sueña en ser un avezado guerrero, más grande aun que su padre.
Su padre es un guerrero ambulante, que en algunos lugares es conocido como un héroe; en otros como demonio, y un día fue a matar a la bruja Lariana por el encargo de gente muy poderosa. Pero por primera vez no pudo hacerlo, nada más verla se prendo de su belleza; luego se casaron y nació Tensell, fueron perseguidos por quien se atrevió y acabaron en Buena esperanza. La única aldea que se construyó junto a la selva negra, por los que fueron perseguidos hasta ella y luego no se atrevieron a entrar; por los que volvieron con vida y no estaban locos, aunque la mayoría de ellos no recordaban nada o eso decían… Por la gente que se preparaba para entrar y nunca volvía, por los que quedaban afuera para que los que entraban tuvieran donde volver; esta ciudad era la última esperanza de proscritos y exiliados, como la familia de Tensell. Ya que cazarecompensas, asesinos; ladrones y mercenarios que ejercieran su profesión aquí, eran condenados a la selva negra y ninguno de ellos volvía con vida.
Tensell fue entrenado duramente desde niño por su padre Necseo por petición propia, por casualidad un día descubrieron al ser atacado por una sombra que Tensell tenía poderes mágicos; las sombras son los únicos seres que salen de la selva negra y atacan a los débiles o heridos para dejarlos sin alma, pero Tensell acabo con ella antes de que lo tocara. Por eso Tensell también fue entrenado por su madre en magia, por último a cambio de trabajos esporádicos con gente que llegaba a buena esperanza para entrar en la selva negra; tuvo varios tutores temporales para aprender variados estilos de lucha y con varias armas, llego un momento en el que al cumplir la mayoría de edad Tensell ganaba a su padre y a su madre juntos.
– enhorabuena Tensell ya nos has superado a ambos. – felicito su madre, Tensell respondió con una sonrisa.
– ahora ya estoy preparado, padre; madre, gracias por todo. – se despidió Tensell, sabiendo adonde entraría y que quizás no saldría nunca, así que estaba preparado para lo peor.
– alto ahí pequeño, tu madre y yo lo hemos estado hablando; si quieres entrar en la selva negra antes tendrás que cumplir diez condiciones, que hemos hablado entre los dos. – me freno mi padre, que aunque ya fuera más alto que él; seguía diciéndome pequeño, aunque le rechistara por ello a veces.
– padre ya no soy pequeño – me queje, más molesto porque no me dejaran cumplir mi sueño; que por el apodo cariñoso en si.
– sht – chisto mi madre – para nosotros siempre serás nuestro pequeño – dijo abrazándome, me enternece y por eso se lo devuelvo.
– primera condición: tienes que ser más conocido que yo y tu madre. – explico mi padre, con una sonrisa.
– sin decir que eres hijo nuestro o decir tu verdadero nombre, claro. – dice mi madre separándose de mi.
– vaya eso será complicado y me llevara tiempo – digo aún más molesto.
– esa es la idea, que tardes tiempo; cojas experiencia y veas el mundo del que siempre te hemos hablado. – suelta mi padre riéndose, gesto que me molesta más que sus palabras.
– segunda condición: tienes que traer y aprenderte el grimorio de la familia. – suelta mi madre, sabiendo que el grimorio se lo quedo mi tía; que es una bruja malvada que no me lo dará fácilmente, a pesar de ser familia.
– eso no está bien, ni vosotros sabéis donde puede estar; es muy difícil que la encuentre. – proteste enérgicamente.
– así te enfrentarás a cada bruja que aterrorice el mundo, haciéndote un héroe para muchos. – suelta mi madre, dejándome pensativo; ¿un héroe? No es lo que quería, quizás es lo que quieren mis padres de mi.
– tercera condición: Tienes que conseguir llegar al rango máximo en aventurero, hacer algún trabajo de mercenario y; algún trabajo de cazarecompensas. – exige mi padre.
– ¿cómo tu, verdad? – pregunto directamente, el asiente con un cabeceo.
– cómo yo. – apoya su cabeceó positivo.
– cuarta condición: debes ser aprobado como mago por la cofradía de magos o aprender de un archimago. – pidió mi madre.
– pero mama la magia de un mago, con la magia de un brujo; son contrarias, una es adquirida y otra estudiada. – proteste, era una condición totalmente injusta.
– bueno, por eso será más difícil para ti; pero si lo logras serás un mago brujo, y eso te convertirá en algo imparable. – se defendió mi madre.
– quinta condición: debes cazar y dar muerte a un ser mitológico, como una hidra; un dragón, un gigante o algo así. – enumeró mi padre.
– pero no soy cazador – proteste, sabiendo que encontrar algo así era difícil; más aún matarlo.
– son condiciones innegociables – añadió mi padre.
– sexta condición: tienes que hacer un pacto o amistad con un ser mágico. – pronunció mi madre, asentí; total rechistar no me valdría de nada.
– séptima condición: tienes que conseguir un heraldo y una mascota. – pensó y dijo mi padre.
– octava condición: tienes que traer un hijo, que sea tuyo y de una bruja. – soltó mi madre, abrí los ojos de par en par. – ¡¿que?! Así si mueres tendré un nieto tuyo. – ante esas palabras no pude decir nada.
– yo también tengo una octava condición: tienes que traer un hijo, que sea tuyo y de una raza guerrera; la que más te guste, un grande… una orca, un beholder; cualquiera. – añadió mi padre.
– pero eso… – intente protestar.
– ¿qué pasa? Yo también quiero un recuerdo tuyo para mi, además hacer el amor; no le disgusta a ningún hombre ¿o a ti si? – me increpó mi padre.
– no, no; vale está bien. – suspire pesadamente.
– novena condición: tienes que hacerte amigo de un enano.
– ¡y de un elfo negro! – añadió mi madre.
– ¡¿que?! Tardaré 50 años en hacerme amigo de un enano y los elfos negros, odian a muerte a los humanos; nunca nadie se ha hecho amigo de uno, ni cruzado con uno y ha vivido para contarlo. – grite fuera de mi.
– tampoco nadie ha entrado en la selva y vivido para contarlo. – añadió mi madre.
– algunos si… – proteste en un susurro.
– si locos o desmemoriados, con terrores nocturnos el resto de su vida. – acusó mi padre, mostrando el gran oído que tenía.
– está bien… – dije perdiendo la fe y la esperanza, antes de cumplir todas estas condiciones; me haría viejo o moriría.
– décima condición: primera parte tienes que tener y entrenar tu mismo a una compañía. – enumeró mi padre.
– segunda parte: tienes que tener allegados que te sigan porque te admiren. – continuo mi madre.
– tercera parte: traerás un arma única. – añadió mi padre
– cuarta y última parte: traerás equipo mágico. – zanjó mi madre.
– está bien lo haré… – suspire agotado nada más que de pensarlo.
– bueno cuando cumplas todo eso, tendrás que buscarnos; porque ahora que no tenemos que protegerte, volveremos a casa. – soltó mi padre.
– ¿a casa? – pregunto sorprendido.
– adonde empezó todo – explica mi madre.
– donde se conocieron. – pienso para mi, me han hablado del sitio; vagamente en muchas historias que me contaron.