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Malena y Don Antonio (continuación)
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Malena demoraba su salida del cole, quería pasar por la plaza y que no la vieran ninguna de sus compañeras. Su idea era devolverle al viejito que siempre estaba sentado en la plaza el dinero que le había prestado para el colectivo. Se preguntaba si era solo eso o si pretendía algo más, todavía recordaba lo mucho que la había hecho disfrutar ese viejito cuando la llevó a su casa y la cogió como nunca antes nadie la había cogido. Solo de pensarlo se empezaba a excitar, cuando vio que ya se habían ido todas sus compañeras salió del cole y se dirigió a la plaza. De lejos diviso sentado en el mismo banco de siempre al viejito y se encamino hacia donde estaba el hombre sintiendo un cosquilleo en las piernas.

Don Antonio sintió que se le aceleraba el pulso cuando vio que se aproximaba la rubia colegiala, ataviada con su corta pollerita exhibiendo sus magníficas piernas, esta vez su rubia melena se había transformado en dos colitas a ambos lados de su angelical cara lo que le daba todavía un aire más juvenil. "Un cuerpo de mujer con una cara de nena" pensó Don Antonio mientras sentía que entre sus piernas algo se empezaba a poner duro.

Malena se detuvo frente al hombre y tendiéndole un billete le dijo "Le devuelvo lo que me presto Señor, gracias" y empezó a darse vuelta. Don Antonio se levantó del banco y le dijo " En realidad ya me iba de la plaza porque hace mucho calor. Iba a casa a tomar algo fresco, no querés venir?". Malena se detuvo y vio que el viejito verde le estaba mirando con lujuria las piernas y se pasaba la lengua por la boca. La chica contesto " Tengo clase particular ahora y no quiero llegar tarde, gracias". Don Antonio insistió "Pero si es solo un rato, tomamos un refresco y después seguís" mirándola con expectativa, deseando que ese manjar no lo dejara con las ganas. La chica se quedó pensativa un segundo y dijo "Además Usted me dijo que una chica no debe ir a la casa de un hombre solo". El viejo verde no dejaba de mirar los soberbios muslos dorados de esa pendeja, dijo que no se preocupara que se iba a portar bien y tomándola de un brazo se encamino a su casa. Malena se soltó del brazo y dijo "Esta bien pero solo un ratito porque no quiero llegar tarde" y se puso a andar al costado de Don Antonio.

Mientras caminaban la mente calenturienta de Don Antonio pensaba todo lo iba a hacerle a esa pendeja.

Llegaron al domicilio de Don Antonio, el hombre hizo pasar a Malena y le ofreció que se sentara en el sillón del living mientras iba por el refresco. Regreso con dos vasos y una lata de refresco, le sirvió a la chica y el mismo tomo un trago. Luego se sentó al lado de Malena. La pollerita de la chica se había subido aún más y sus piernas eran un imán irresistible para el viejo verde. Puso una mano sobre un muslo y empezó a acariciarlo, la chica dijo "Me prometió que se iba a portar bien" pero no le quito la mano de su pierna y el viejo acentuó su manoseo diciendo "Lo que pasa es que tenés unas piernas muy lindas", le paso su otra mano por la cintura acercándose a la chica y se largó a besarle y lamerle el cuello. Malena empezaba a sentirse contagiada por la calentura del viejo y dejo que la manoseara y besara, así estuvieron unos minutos, Don Antonio sentía que su verga estaba por reventar, el aroma fresco del cuello de la chica y la suavidad y dureza de esos muslos lo estaban volviendo loco.

Se levantó y en sus holgados pantalones se hizo visible la gran erección que tenía, tomo a la chica de un brazo y la guio hacia el dormitorio. Malena lo seguía sin resistirse, sentía que entre las piernas se humedecía, se abandonaba al placer que le daban esas manos y esa lengua recorriendo su cuerpo.

Don Antonio llevo a Malena hasta la pared frente a la cama y empezó a sacarle la pollera. Le bajo el cierre y deslizo la pequeña prenda hasta sacársela, se inclinó sobre la chica y empezó a acariciar cada muslo, pasaba con lentitud sus dos manos sobre las suaves y doradas piernas, acerco su cara y empezó a pasar la lengua por la piel aterciopelada de esos muslos, subía despacio hasta casi llegar a la entrepierna de Malena, pasaba a la otra pierna y descendía lamiendo, eludiendo adrede la unión de las piernas, para volver sobre el otro muslo lamiendo y acariciando sin pausas. Malena suspiraba despacio sintiendo ese desquiciante tratamiento en sus piernas. Era una tortura sentir la lengua tan cerca de su conchita, que ya estaba impregnada en jugos, la estaba volviendo loca de deseo.

Don Antonio sabía lo que hacía, sentía que su verga iba a reventar en cualquier momento, pero trataba de estirar y disfrutar al máximo de esa pendeja y se daba cuenta que la chica también se desesperaba cuando su lengua pasaba cerca de su conchita, el viejo había visto lo que era la minúscula tanga, solo un triangulito tapando la mojada conchita en la que asomaban los labios de la chica y se moría por chupárselos pero se contenía.

Se irguió frente a la chica y le desabotono su blusa sacándosela y se dedicó a las sabrosas tetas de Malena. Tomo cada seno con sus manos y los apretó y acaricio mientras volvía a pasarle la lengua por el cuello, la joven dejaba que le hiciera lo que quisiera, era como un muñeco en las expertas manos de Don Antonio.

El viejo bajo su cabeza entre las tetas de Malena y lamio los pechos y pezones que ya estaban duros, con ganas, sintiendo una urgencia por cogerse esa pendeja, ya no podía aguantarse más. La llevo a la cama y la hizo acostar boca abajo, le quito los zapatos y las medias, volvía a acariciar esas impresionantes piernas y luego tomo a la chica por la cintura y la hizo empinarse en la cama, busco los costados de la tanguita y de dos manotazos se la quitó. Volvió a empinar a la chica y se metió entre las piernas a lamer y chupar esa sabrosa conchita. Malena suspiro de placer cuando la lengua de Don Antonio finalmente llego adonde ella más deseaba. Y los enérgicos lamidos sobre sus labios vaginales le hicieron perder la razón, experimento una fuerte corriente eléctrica partiendo de su entrepierna hacia todos los rincones del cuerpo. Don Antonio, estimulado por el aroma de ese sexo fresco se esmeraba y lamia con ganas no solo la conchita de Malena sino que subiendo pasaba su lengua y se concentraba cada vez más en el cerrado culito de la pendeja. Malena ya no podía mas del placer y sentir los intentos de la a lengua del viejo verde por penetrar en su ano y volver sobre su concha para nuevamente insistir en un recorrido desquiciante hizo que la chica no se aguantara más y sorpresivamente un orgasmo la recorrió de pies a cabeza. Fue tan fuerte que emitió un suspiro audible por Don Antonio, el viejo ya no podía mas, se posiciono entre las piernas de Malena, tomo su duro miembro con una, mano y mientras apartaba una nalga de la chica guio su herramienta hasta la entrada del culo de la chica y la empezó a penetrar. Malena sintió ahora de golpe un agudo dolor, quiso resistirse pero Don Antonio la tenía fuertemente sujeta por la cintura empujándola hacia el mientras arremetía de nuevo, esta vez su verga se introdujo forzando la resistencia que le ofrecía el esfínter de la rubia, se quedó unos instantes así mientras Malena se movía gimiendo de dolor y el viejo volvió a embestir metiéndole toda su verga dentro del culo. La joven chillo ante la feroz penetración, Don Antonio volvió a quedarse quieto esperando que su verga se adaptara a la apretada cuevita que estaba penetrando, comenzó un pequeño movimiento de entrada y salida y fue aumentando gradualmente sus embestidas hasta que su verga se desplazaba ya más fácilmente. Malena sentía que el dolor parecía disminuir mientras una agradable sensación la empezaba a inundar, la estaban cogiendo por el culo por primera vez y no le parecía tan terrible. El viejo verde se sentía en la gloria, estaba taladrando el culo de esa impresionante rubia, sentía su miembro bien apretado mientras la cogia y verle la cara a la chica, hundida en el colchón con sus mejillas encendidas y sus labios entreabiertos lo llevaron al paroxismo del placer y sintió que sin poder evitarlo empezaba a eyacular dentro del culo de Malena. Su corrida fue monumental y se le escapo un gemido gutural mientras se corría, el semen facilitaba ahora los movimientos de entrada y salida hasta que su pito se puso fláccido y se escurrió del culo de la chica. Sin perder tiempo, el viejo volvió a poner su cara entre las piernas de la rubia y empezó a lamer la concha con lengüetazos que recorrían los costados, los labios y el clítoris, sin pausa chupaba Don Antonio esa preciada conchita hasta que se dio cuenta por los temblores de Malena que estaba teniendo otro orgasmo. Siguió chupando hasta que la chica se derrumbó en la cama y Don Antonio cayo a su lado, exhausto y cansado-

Pasaron largos minutos donde lo único que se sentían eran pequeños jadeos, tanto de la chica como de Don Antonio. Al rato Malena se sienta en la cama, dice un tanto desesperada "Me tengo que ir, voy a llegar tarde" y junto su ropa, se puso su tanga y pollerita y luego la blusa. Se puso las medias y zapatos y se escurrió hasta la puerta. Don Antonio se levantó y se puso los pantalones y camisa para acompañar a la chica hasta la puerta. La chica salió y al llegar a la calle, se dio vuelta y como toda despedida solo agito una mano para continuar su camino. Don Antonio, mientras la veía irse volvió a pensar en la película que había visto hace mucho, sobre un señor que se obsesionaba con una chica mucho menor. Se prometió a si mismo que no iba a pasarle lo mismo.

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