A mi esposo lo cambiaron de sede, y teníamos que adaptarnos a la nueva ciudad. No nos parecía difícil, ya teníamos práctica. En cuanto el salía a su trabajo, yo me dedicaba a conocer la ciudad e intentar ver dónde encontrar algún trabajo para mí. No fue difícil, pero entre una cosa y otra, encontré a un antiguo colega de estudios. Me alegro verlo porque, aunque no nos habíamos tratamos mucho. En fin, intercambiamos teléfonos y quedamos de comunicarnos.
Cuando se lo comenté a mi marido le pregunte si le parecería invitarlo a cenar. Acepto sin dudar y unos días después quedo combinado el encuentro
De inicio fuimos muy amables y formales, hablando lo habitual, de política y otros temas públicos.
Al final, ya con algunas copas, comencé a provocarlo discretamente por debajo de la mesa, rozándolo con la rodilla, el correspondió acariciándomela y se lo comenté a mi marido en algún momento oportuno. Abrió los ojos y me dio luz verde.
Esto se explica porque ya habíamos practicado swinging en varias ciudades, y ya había tenido varias aventuras sola y con él. Ya no nos espantaba y nos gustaba.
Para los licores pasamos a un cuarto que usábamos para oír música, arreglado con almohadones, y con cuidado, pero ya sin esconderme, recomencé las caricias, permitiendo que el amigo correspondiera. Pronto estábamos abrazándonos y besándonos. Mi marido salía con frecuencia con diversos pretextos. Ambos sabíamos que era para dejar más cómodo al visitante. Que ya sabiendo lo que queríamos, avanzo a mis toronjas y buchaca.
En algún momento ya desnudos, acostado lo monté y tomando su palo me lo metí sabrosamente por la chucha, completando el trio, mi marido se puso junto para darme su linda verga a mamar. Y yo feliz.
Unos días después, decidimos llamarlo y ver que pasaría. Lo hice, mi amigo se alegró, acepto de inmediato y combinamos que sería en su departamento unos días después.
Excitados, llegamos a un localito cercano, donde comimos alguna cosa. Después pasamos a su departamento. Todo muy normal.
Era un pequeño departamento de soltero, cómodo para un divorciado. En la salita, nos sirvió algunos tragos y preparo algunas cositas para acompañar. Después de una breve plática boba, sin más trámite comenzó a abrazarme y besarme, yo correspondiendo y mi marido simulando que no estaba ahí.
A seguir coloco una simpática peliculita porno, de dibujos animados, donde los siete enanos se comen a Blancanieves por todos lados. Muy agradable.
Sin dudar, me bajo os tirantes del vestido sacándome los pechos, la otra corría libre por mis piernas y cona, el vestido estaba pronto a la cintura y me lo quite para no estorbar. Abajo, los chones, que de tan pequeños solo eran decorativas
Mi marido salió a un balconcito buscando dar un ambiente más libre, además de tener una experiencia voyeuristica, nos veía, aparentando espiar… estaba calientísimo de ver el manoseo y cachondeo de su putita, nosotros nos soltamos plenamente, cada vez que entraba, me encontraba más desnuda. El vestido estaba por los suelos, y los calzones por algún otro lugar. Las manos corrían libres, el manoseándome toda y yo correspondiendo. Mis pechos y piernas eran parte del botín, y para mí su verga y bolas.
De pronto se paró y salió del cuarto sin decir nada. Mi marido se aproximó preguntándome que pasaba. No sé, respondí, no dijo nada.
Esperando que pasaría, nos acariciábamos y besábamos. Me dijo ponte de pie frente a mí y te bajas para mamarme, así lo que vera regresando serán tus nalgas y mamando. Me agrado la idea así lo hice, después supe que al regresar se la iluminaron los ojos y no dejaba de verme, bueno mis nalgas.
No solté la verga, se puso atrás y abrí las piernas esperanto la metida de rabo. Y así fue, solo que agarrándome las nalgas con una mano, metió la otra por la chucha, bueno parecía ser por la chucha, me unto algo y me la metió de una vez por el culo, sin titubear, y a conciencia. Muy sabroso, sentía las bolas batiendo en mis nalgas.
Mi marido sintió algo diferente y metió las manos por adelante encontrando la concha vacía, así supo que estaba siendo enculada. Sin decir nada me movía la bolita para aumentar mi placer.
Cuando termino mi amigo de llenarme de leche el culo, me senté en el piso, descansando. Mi marido me murmuro: chúpale la pija, lo hice. Y después le murmuré, cógeme en el suelo como perra. Por supuesto me complació.
Con eso dimos por terminada la experiencia y poco después salimos contentos y satisfechos.
De paso me delaté: siempre le había dicho mi marido que había sido virgen al casarnos, lo que era cierto, pero no le había dicho que tuve varias experiencias dando el culo… Y esta vez entro sin problemas, mi culito ya sabía bien cómo era… No hubo nunca comentarios, pienso que decidió que la historia pasada, era pasada.