María y Lorena, amigas de toda la vida, estaban en casa de ésta última hablando tranquilamente, en el salón. En ese momento, entró Fernando, hijo mayor de Lorena.
-Hola mami. Hola Lorena.
-Hola Fernando. Hacía tiempo que no te veía. ¿Cómo estás?
-Muy bien.
-Ya lo veo.
Fernando se ruborizó un poco. Era un poco tímido y aquella mujer no estaba nada mal. Siempre le había gustado. Más de una vez se había masturbado pensando en ella.
-Bu… bueno, me voy, que me esperan los de la panda. Chao mami. Adiós María.
-Adiós guapetón.
Cuando se iba, María le miró descaradamente el culete. Lorena se dio cuenta.
– Lorena, tu hijo está cañón!! No me importaría que me diera un repaso.
– María!!! Pero mira que eres salida! Deja a mi niñito es paz
– ¿Niñito? Pero si está hecho todo un hombrecito. Tiene… ¿Cuántos, 20?
– 19
– Uf!!! Lo que haría yo con un yogurín así. Y no me mires así. Seguro que a ti también te gustaría que un jovencito te sacudiera las telarañas del chichi.
– Ey! Que no tengo telarañas en el chichi.
– ¿A no? ¿Cuándo fue el último polvo que te echó tu marido?
– No me acuerdo – dijo Lorena, tras una pausa.
-¿Ves? Seguro que le das al dedo. O con algún juguetito.
– Oye. Que no todo gira en torno al sexo.
-JA! Eso lo dicen los que no se comen un rosco.
-Cambiemos de tema, vale?
-Como quieras.
A María se le había metido entre ceja y ceja tener algo con Fernando. Estaba muy bien. El conejito le 'aplaudía'.
-Uy, que tarde que es. Me tengo que ir, Lorena. Hasta luego.
-¿Pero a dónde vas tan disparada?
-Es que… quedé con el técnico de la lavadora. Como no me la arregle me da algo -mintió.
Lo que María quería era ver si podía ver a Fernando antes de que se fuera. A lo mejor lo pillaba en la calle. A sus 45 años, María era un poco… ligera de cascos. Lo que su marido ya no le daba se lo buscaba por fuera. Y su próxima víctima sería Fernando. Nunca había estado con uno tan jovencito.
-Fernando, Fernando – le gritó cuando lo vio desaparecer por una esquina. El la oyó y se paró.
Corriendo, María se acercó.
-Menos mal que te pillo. Uf, que carrerita. Se me va a salir el corazón. Te quería pedir un favor.
-Eh? Oh, claro, claro.
-Eres un sol. Tengo que mover unas cajas en casa. Son pesadas. Seguro que un chico fuerte como tú me podría echar un buena… mano – le dijo, mirándole a los ojos.
Otra vez el rubor de sus mejillas. A María le pareció tiernísimo.
-Claro, María.
-Estupendo. ¿Te puedes pasar esta tarde?
-Sí.
-Gracias. Recuerdas donde vivo, ¿No?
-Ajá.
Se despidió de él dándole un beso en la mejilla, muy cerca de los labios. Fernando sintió aquella piel tan suave y caliente. Si fuese un hombre más lanzado, quizás… Pero no. No era muy lanzado. Lo único que hizo fue admirarla mientras se iba. Miraba aquel precioso culito enfundado en unos vaqueros ajustados. Pero que buena estaba la amiga de su madre.
María sabía que la estaría mirando. Sintió su mirada clavada en ella. Antes de doblar la esquina miró hacia atrás. Sí, la miraba. Ella le sonrió. La primera fase de su plan estaba trazada. Se notó excitada.
Por supuesto no había ninguna caja que mover. Se preparó a conciencia. De dio un buen baño, se perfumó y se puso ropa ajustada. Unos pantaloncitos cortos y una camisa con un buen escote, mostrando bien sus generosos pechos.
A las cinco de la tarde, la hora del té, la hora de los toros, el timbre de su casa sonó. Fue a abrir. Estaba nerviosa. Pero muy excitada. Lo hizo pasar, dándole otros dos besos. Lo llevó al salón.
Fernando no se lo podía creer. Qué guapa estaba María. Que bien olía. Y… uf… que tetas tenía. Se excitó un poco. Luchó porque no se le pusiera dura. Se moriría de vergüenza si ella lo notaba.
Se sentaron en el salón. El un poco tenso. María relajada. Se atusó su bonito cabello.
-Muchas gracias otra vez, Fernando. Eres un sol.
-No hay de qué, mujer.
-Hacía tiempo que no te veía. Has crecido mucho. ¿Quieres tomas algo?
-Un refresco.
Necesitaba algo. Tenía la boca seca. Cuando ella se fue a buscarlo, su mirada volvió a clavarse en aquel precioso culito… Mierda… se le estaba poniendo dura. Tuvo que colocársela mejor porque le dolía por la postura.
-Toma guapo – le dijo dándole una lata de refresco de cola (digo refresco de cola porque si dijese Coca-Cola o Pepsi-Cola podría entenderse como publicidad encubierta)
Fernando alargó la mano para coger la lata. Sintió el contraste del frío metal y los cálidos y suaves dedos de ella.
-Y bueno. ¿Qué es de tu vida, Fernando?
-Bueno… pues normal. Este año empiezo la universidad.
-Que bien. ¿Qué vas a estudiar?
-Informática.
-Siempre te gustaron esos cacharros… ¿Y cómo estás de novias?
-No… no tengo – y otra vez aquella mujer lo ponía colorado.
-¿No? ¿Y cómo es que un chico tan guapo como tú no tiene novia? Si yo tuviese unos años menos no te dejaría escapar.
Lo miró fijamente a los ojos. Fernando aguantó la mirada.
-Antes siempre me mirabas. Me daba cuenta. Pero eras un niño. Ahora eres un hombre. ¿Por qué me mirabas?
-Porque me parecías muy guapa.
-¿Te parecía? ¿Es que ya no te lo parezco?
-Sí, aún me pareces muy guapa.
Ahora ya no pudo aguantar la mirada. Bajó los ojos no sólo sus mejillas enrojecieron. Toda su cara. María se acercó a él. Sus muslos se tocaron. Le levantó la barbilla. Sus miradas volvieron a encontrarse. Acercó sus labios y lo besó. Fernando temblaba. Su corazón latía a mil por hora. También el de ella. Entreabrió los labios y él también lo hizo. Sus lenguas se saludaron.
Las manos de Fernando estaban quietas. No se atrevía a moverse. Ella cogió una de sus manos y la llevó a sus pechos. La apretó contra ellos. Cuando sintió que Fernando la acariciaba, gimió. Sus pezones se endurecieron. Su coñito era ya un lago. Ese jovenzuelo la ponía a mil. Tan tímido… tan guapo. Bajo su mano y lentamente la llevó a la entrepierna de él. Acarició el duro bulto. Notó la polla. La recorrió con la mano. Parecía grande. A ella le gustaban grandes.
Cuando Fernando sintió como la mano de María le acariciaba la polla sobre el pantalón casi se corre. Apretó más el pecho que tenía en su mano. Metió más la lengua en la boca de aquella mujer que llevaba años deseando. Gimió en la boca de ella cuando oyó el ruido que hizo la cremallera de su pantalón al ser bajada. Volvió a gemir cuando la mano de ella se metió y liberó su polla de su encierro.
María estaba encantada. Tenía en la mano una dura y palpitante polla. Caliente… y de un tamaño respetable. La miró.
-Ummm, Fernandito… Si hubiese sabido que escondías esta maravilla antes…
Como en cámara lenta, Fernando vio como la cabeza de María bajaba hacia su polla. Sintió su boca caliente y húmeda… y se corrió. Fue demasiada excitación. El primer chorro salió a presión y golpeó la garganta de María, que tenía bastante experiencia. Cerró los labios alrededor de la polla y fue tragando el rico y virginal semen.
El sonido que hacía María al tragarse su leche, hacía que Fernando se corriera con más fuerza. Nunca en su vida había tenido un orgasmo tan fuerte. Gemía de placer. Cada espasmo de su cuerpo era un chorro espeso que salía de su polla y caía dentro de la acogedora boca de María, que se lo bebía todo con placer.
Cuando él acabó de correrse, María siguió un rato chupando, limpiando la polla de todo rastro de semen. Y al contrario que pasaba con sus otros amantes, Fernando siguió con la polla dura como el acero después de su espectacular corrida. Lo miró con sus labios brillantes.
-Ummm, estabas bien cargadito.
-Yo… lo siento.
-¿El qué sientes?
-Haberme corrido tan rápido.
María le sonrió mientras con la mano lo masturbaba lentamente.
-No te preocupes. Es normal… ¿Eres virgen, verdad?
-Sí.
-Me lo imaginaba. Además. Me ha encantado. Me gusta mucho beberme la lechita de hombres guapos. Es bueno para la piel, dicen.
Se volvieron a besar. Esta vez no hizo falta que ella llevara sus manos a sus tetas. Él solito se las acarició.
-Estoy muy cachonda… Uf… ¿Me quieres comer el coño?
-No sé hacerlo.
-Claro que sabes. Sólo usa el instinto.
-Vale.
Con rapidez, María se desnudó.
-Eres preciosa.
-Gracias. Desnúdate tú también.
Mientras Fernando se desnudaba, María se tumbó en el sofá y abrió sus piernas. Tenía el coño depilado a excepción de un pequeño triangulito de vello en el pubis. Con sus manos se abrió los labios del coñito.
-Mira como lo tengo. Todo mojadito por ti. Dale un besito.
Fernando estaba maravillado. Aquel coñito le pareció hermoso. Acercó su cara y lo besó. Su olor lo embriagó. Sacó su lengua y lo lamió. El sabor saladito le pareció riquísimo.
-Aggg, así… pásale la lengua por toda la rajita… Y chúpame el clítoris.
Fernando, aunque virgen, sabía cómo era un coño y las cosas que les gustan a las mujeres. Internet es un gran invento, se dijo cuándo atrapó el clítoris entre sus labios y María gimió de placer. Estuvo un buen rato lamiendo y chupando aquel sabroso coñito. María cada vez gemía más. Cada vez se movía más, restregándose contra la cara de él.
-Ummm, Fernando… umm… para ser tu primera comida… agggg
No terminó la frase. Un orgasmo le atravesó el cuerpo. Su espalda se arqueó sobre el sofá. Se quedó sin respiración e inundó la boca de Fernando con una gran cantidad de jugos. Cuando María se corría fuerte, como esta vez, parecía casi como si se hiciera pis. A muchos hombres no les gustaba, pero Fernando no se retiró. Siguió lamiéndola y chupándola, y se bebió con gusto todo lo que cayó en su boca.
María tuvo que separarlo. Él seguía y seguía, pero estaba muy sensible tras el orgasmo.
-Espera, cariño… Déjame descansar un poco.
-¿Lo he hecho bien?
-De maravilla. Lo comes mejor que muchos que se dicen buenos amantes.
Fernando se levantó y la abrazó. La besó con pasión. En su pecho sentía las tetas de ella clavar sus duros pezones en él.
-María… ¿Te puedo follar?
-Si no me follas ahora mismo te la corto.
Volvió a abrir sus piernas.
-Venga… que no puedo más. Méteme esa enorme polla y fóllame bien follada.
El primer polvo de su vida Fernando lo iba a echar con una de las mujeres que más deseaba. Se arrodilló entre las piernas de María, acercó su polla a la entrada y… falló. Jeje, mucho internet, mucho internet, pero no hay nada como la experiencia real. María cogió la polla y la puso en la entrada.
-Fóllame
Empezó a meterla. Lo que sintió no lo podía describir con palabras. Aquel acogedor coñito lo acogió, recibiéndolo con calor. Miró y vio como la polla era poco a poco tragada. Cuando hizo tope, se quedó un momento quieto.
-Aggg, 'peazo polla que tienes. Me has llenado el coño, cabrito.
-Ummm, que rico, María… esto… es… maravilloso.
-Calla y dame fuerte… fóllame de una vez.
Y vaya si se la folló. Empezó un fuerte bombeo. La metía hasta el fondo y la sacaba hasta la punta. María se retorcía de placer. Aquel jovencito estaba resultando un amante de primera.
-Agggg, que bien me follas… como te siento… ¿Te gusta follarme?
-Ummm, encanta… Si supieras como he deseado este momento. La de veces que me la he meneado pensando en ti.
La confesión de Fernando hizo estremecer a María en un fabuloso orgasmo. Su coño se apretó más alrededor de la polla que la perforaba. Fernando sintió las contracciones en su polla
-Agggg, María… me voy a correr…
-Dámelo todo… Córrete dentrooo
La corrida de Fernando fue casi tan abundante como la primera. María sintió como la caliente leche era disparada una y otra vez dentro de ella. Era tanta y él la follaba tan fuerte que se rebosó por fuera y manchó el sofá con la mezcla de semen y jugos vaginales.
Fernando quedó sobre María, que lo abrazó.
-Ummm, Fernando, para haber sido tu primera vez no has estado nada mal. Pero que nada mal.
-Gracias, María… Ha sido… maravilloso.
La besó, con ternura. Habían echado un polvo salvaje, pero ahora se besaban con dulzura. Él besó toda su cara. Ella, con los ojos cerrados, se dejaba besar. Aquel chico que se la había follado tan bien ahora la besaba y la acariciaba con dulzura… con amor. Se sintió bien. No se había sentido así con ninguno de sus amantes.
Se vistieron. Lo acompañó a la puerta y se despidieron con un beso.
-Hasta… pronto, Fernando.
-Hasta pronto, María.
María no lo había pasado tan bien con un hombre desde hacía años. Sintió deseos de contarse lo a Lorena, así que la llamó por teléfono.
-¿Sí?
-Hola Lorena, soy María.
-Ah, Hola María. ¿Cómo estás?
-Ummmm
-Ummmm?
-Me acaban de echar el mejor polvo en años.
-Pero mira que eres!!
-Uf, tenías que haberlo visto. Un chico muy guapo… y con una polla estupenda.
-Guarra.
-Era. Digo era, virgen
-Joder. Así que te has tirado a un jovencito. ¿Lo conozco?
-Sí.
-Vaya, vaya… ¿Cómo se llama?
-Fernando.
Se hizo el silencio en la línea. Tras unos segundos, Lorena habló.
-¿Te has acostado con mi hijo?
-Sí.
-Eres una hija de puta.
-No lo obligué. Ya es mayorcito. Además, quedó encantado.
-Eres…
-Soy una mujer a la que un guapo chico se la ha follado de maravilla. Sólo de recordarlo me pongo cachonda otra vez.
-No me puedo creer que me cuentes esto.
Era verdad que María estaba otra vez excitada. Llevó la mano libre a su coño y se empezó a tocar, recordando.
-Tuve que cogerle una mano y ponerla en mis tetas. Al principio era muy tímido.
-Calla.
-Si no lo quieres oír… cuelga.
Lorena no colgó. La idea de que su hijo se hubiese acostado con María, al contrario de lo que le decía a ella, le producía un gran morbo.
-Le toqué la polla por encima del pantalón. Uf, cuando se la saqué quedé sorprendida. Tu hijo tiene una bonita polla. Bonita y… grande… ¿Sigues ahí?
-Sí.
-Me estoy tocando el coño. Recordar la polla de Fernando me pone cachonda.
Lorena también estaba muy excitada. Su propio coñito era ya un lago. Tenía que tocarse. Metió una mano por dentro de sus bragas y se acarició. Gimió de placer.
-Lorena…
-Uh?
-¿Te estás tocando tú también?
-…Sí.
-¿Te excita saber cómo me folló Fernando?
-Oh… sí… cuéntame más…
-Tenía aquella enorme polla en la mano. Tenía que probarla. Así que me la metí en la boca. El pobre no pudo más y se corrió.
-¿Se corrió en tu boca?
-Y de qué manera, Lorena. Creo que nunca había tragado tanta leche.
-Te… te tragaste su… semen?
-Hasta la última gota. Estaba riquísimo. ¿Tú nunca…?
-No.
-Pues no sabes lo que te pierdes…
Lorena cerró los ojos. Se imaginaba una polla. La polla de Fernando, corriéndose en su boca. Gimió de placer. En el otro lado de la línea, María también gemía.
-Ummm, y luego… me comió el coño…
-Agggg
-Y que bien me lo comió. Enseguida aprendió como hacerlo… ¿A ti te lo han comido, verdad?
-… No.
-Pero Lorena, ¿Qué clase de vida sexual te ha dado tu marido?
-La normal, creo.
-De normal nada. No sabrás lo que es el placer hasta que un hombre… o una mujer… te coman el coño bien comido y te corras en su boca… Y Fernando lo hace… ummmm… muy bien.
-¿Te corriste en su boca?
-Ya lo creo.
-¿Y no le dio asco?
-¿Asco? Tuve que quitarlo o si no me deja el coño en carne viva.
-Agggg
Lorena empezó a meterse los dedos en el coño y a acariciarse el clítoris. Era la única forma de placer sexual que últimamente conocía.
-¿Te…te folló?
-Claro… ummm… que me folló. Me llenó con su enorme polla, Lorena. Me la estuvo metiendo y sacando a toda velocidad hasta que me corrí. Y entonces… ummmm, me llenó el coño a tope de leche. Luego tuve que limpiar el sofá… Aggg… Lo… re… na…
-Aggg, ¿Qué?
-Me voy… a correr…
-Oh, y yo.
Las dos amigas se corrieron a la vez, escuchándose gemir la una a la otra. Lorena, con los ojos cerrados, se imaginaba que todo lo que María le había contado Fernando se lo hacía a ella. El orgasmo que atravesó su cuerpo fue de los más intensos de su vida.
Cuando oyó la puerta de la entrada, colgó el teléfono y se recompuso un poco la ropa. Cuando Fernando entré por la puerta, Lorena aún respiraba agitadamente.
-Hola mami. ¿Estás bien?
-Oh… si, si, muy bien.
Fernando le dio un beso en la mejilla. Ese beso le quemó la piel.
Lorena estaba hecha un lío. ¿Cómo podía ser que se hubiese excitado tanto oyendo a su amiga contándole como se había acostado con su hijo? ¿Contándole todo lo que habían hecho? Cosas que ella nunca había hecho. Cosas que pensaba que eran de… de putas!! Y se había corrido imaginando que era a ella a quien se lo hacían, quien las hacía.
¿Y por qué ese beso que le dio no lo sintió como los otros tantos que le había dado? Ella no podía desear a su hijo. Eso no era posible. Inimaginable. Además, como a él le iba a gustar a él una mujer como ella? La vería como a una vieja…
Pero se había acostado con María. Y María era de su misma edad.
Intentó quitarse esas ideas de la cabeza. Pensar en otra cosa. Pero durante la cena Fernando se sentó enfrente de ella, como siempre. Y Lorena lo miró. No como hijo, sino como hombre. Se sintió avergonzada. Casi no habló durante la cena.
-¿Te pasa algo, mami? – preguntó Marta, la hija mayor.
-No… nada. Es que estoy cansada.
No estaba cansada. Lo que le pasaba es que estaba excitada. Su sexo estaba mojado. Juntó los muslos temiendo que su olor escapara.
Más tarde, acostada en la cama, seguía excitada. Quizás Miguel, su marido, quisiera… hacerle el amor. Se pegó a él, que estaba de lado, dándole la espalda. Con desdén, Miguel le dijo:
-No te pegues tanto, Lorena, que hace calor, coño.
Se separó de él, se dio la vuelta y se fue a su lado de la cama. La excitación se le fue de golpe. Fue sustituida con una profunda tristeza. Cuando se casó, lo hizo enamorada. Y las cosas fueron bien, pero poco a poco se habían ido enfriando. Al rato se durmió.
Al día siguiente, a media mañana, Fernando hablaba con alguien por teléfono. Hablaba bajito, para que nadie lo oyera. Al colgar, habló con su madre.
-Mami, voy a salir un rato. Quedé con un compañero. Chao.
-Adiós tesoro
A los pocos minutos de irse, sonó el teléfono.
-Dígame
-Hola guapa. Soy María. ¿Cómo estás?
-Bien, y tú?
-Muy bien. A que no sabes quién me acaba de llamar.
-No.
-Tu hijo.
-¿Y qué quería?
-Pareces tonta. Tú que crees. Follarme. Me dijo que no podía sacarme de su cabeza.
-¿Lo vas a hacer?
-Por supuesto. Ya viene para mi casa. Con sólo oír su voz y recordar su polla me he puesto cachonda. Estoy deseando que llegue.
-Eres una cochina.
-Jajaja. Sip. Oye…
-¿Sí?
-¿Te gustaría oír cómo me folla?
-Tú estás loca.
-Dejaré el teléfono escondido para que no lo vea.
-No lo haré.
-Eso dijiste ayer y no colgaste.
Lorena oyó el timbre de la casa de María por el teléfono.
-Ummm, ya está aquí. Tú haz lo que quieras. Yo me voy a follar a tu hijo.
Estuvo a punto de colgar. Pero… no pudo. Deseaba al mismo tiempo colgar y escuchar. Oyó como los pasos de María se alejaban. A lo lejos oyó como la puerta se abría y como María saludaba a alguien. Esa persona la saludó. Reconoció la voz de Fernando. Su cuerpo se estremeció.
Pasos que se acercaban. Ahora las voces están cerca.
-Fernando, me alegro mucho de que hayas venido.
-Tenía que volver a verte.
-Ummm… ¿Sólo verme?
-No
-¿Qué más?
María sabía que Lorena estaba escuchado. Sabía que no había cortado. Por eso quería hacer hablar a Fernando.
-Besarte.
-Ummm, y?
-Y acariciarte
-Que rico… ¿Algo más?
-Comerte.
-Ummmm, ¿Quieres comerme el coño otra vez?
-Sí…
-¿Y follarme? ¿Me quieres follar?
-María, no pienso en otra cosa desde ayer.
-Sácate la polla. Déjame ver esa maravilla.
Cuando Lorena oyó el ruido del cinturón y la bragueta de Fernando, no pudo resistir más y llevó su mano a su coño. Se empezó a masturbar furiosamente. Alejó la parte del micrófono de su boca para que no se la oyera en el otro lado de línea.
-Fernando, vaya polla más bonita que tienes. ¿Sabes lo que quiero?
-Dime, María. Haré lo que quieras.
-Quiero que me folles la boca. Me voy a poner de rodillas delante de ti para que me puedas meter la polla hasta el fondo.
Lorena cerró los ojos. La que se arrodillaba era ella. Enterró dos dedos en su vagina. Gimió de placer.
-Ummm, así. Primero acaríciame la cara con la polla… Ummm que dura está.
-María… Esto es… ummm, no sé si podré aguantar mucho.
Lorena no pudo ver como María abría su boca y como Fernando metía su polla dentro. Como tenía que levantar la cabeza para llegar, su garganta estaba casi recta con respecto a la boca. La polla entró hasta el fondo. El vello púbico de Fernando hizo cosquillas en la nariz de María.
-Aggg, María, te has tragado toda mi polla.
María no podía hablar. Sólo chupó fuerte y movió su lengua.
-Ummmm, Ummmm
-Que placer… María…
Lorena oía como su amiga le chupaba la polla a Fernando. Oía los gemidos de Fernando.
María puso sus manos en sus propios muslos. Miró a Fernando a los ojos. Fernando casi se corre. El tener a aquella preciosa mujer, arrodillada delante de él, con todo su polla en su boca era algo tan caliente. Recordó que María quería que la follara por la boca. Así que empezó a moverse, adelante y atrás. Sacaba su polla hasta más de la mitad y la volvía a clavar hasta el fondo. María sólo lo miraba. Gemía y lo miraba. Le encantaba sentir aquella enorme polla en su garganta. Y sobre todo, la cara de placer de Fernando. Y además, el saber que Lorena escuchaba la ponía aún más cachonda.
-Ahhhh María… me voy… a correr…
Dios mío, pensó Lorena. Se va a correr en su boca. Mi hijo se va a corren en la boca de María.
Y María no se quitó. Se quedó quieta, sin dejar de mirar a Fernando a los ojos. Sintió como la polla se ponía aún más dura y como temblaba antes de que el primer chorro de semen saliera disparado directamente a su garganta. Quería saborear la lechita, así que sacó un poco la polla de la boca para que no bajara directamente por su garganta sino que llenara su boca. Y cuando la tuvo llena, tragó, haciendo más ruido del normal. Para que Lorena lo oyera.
Lorena lo escuchó. Oyó el sonido de la garganta al tragar. Al tragar el semen de su hijo. Y se corrió sin remedio. Su cuerpo fue atravesado por una corriente que hizo tensar todos sus músculos. Casi pierde el teléfono. Quiso gritar por se tapó la boca.
Cuando por fin pudo volver a escuchar, oyó como María se relamía.
-Ummm, Fernando, cuanta y que rica leche.
-Wow, te lo has tragado todo.
-Hasta la última gota.
Fernando la hizo levantar y la besó. Los besos llegaron a los oídos de Lorena. Cuando su marido se corría nunca la besaba. Se daba la vuelta y se dormía. Antes, ahora ni eso.
-Desnúdame, precioso.
La desnudó en un periquete.
-Pero que buena que estás. Que tetas más bonitas.
-¿Por qué no me las besas?
Los pezones estaban duros. Los mordió suavemente, los lamió. Le dio sonoros chupetones. Lorena se volvió a tocar.
-Quiero comerte el coño, María.
-Ummm, creí que te habías olvidado.
Lorena se mordió el labio. Su mano estaba por dentro de sus bragas. Su coño era una fuente. Hasta su nariz llegó su olor a sexo. No podía creer que Fernando fuese a chupar el coño de María. Seguro que estaba tan mojado como el de ella. ¿Cómo le podía gustar meter su cara allí? Chuparlo!! Pero lo que oyó por el teléfono no le dejó lugar a dudas.
-Ummmm, María… que coño más bonito tienes… Ummmm
-Agggg
-Y que bien sabe. Está saladito.
Lorena llevó sus dedos a su boca y se lamió. También estaba saladita. A Fernando seguro que el suyo también le gustaría… Se estremeció sólo de pensarlo.
María tenía sus manos en la cabeza de Fernando, apretándola contra ella. Movía sus caderas, restregando su coñito contra la cara de él.
-Fernando… ummm, que bien me lo comes… Cómo siento tu lengua en mi coñito…
-Me encanta comértelo…
María se incorporó un poco, mirando a Fernando. Se puso de manera de que podía verlo bien entre sus piernas. Sus miradas se encontraron. Quería que Fernando viera su cara cuando se corriera.
-Agggg, me vas a hacer correr con tu boca… que lengua tienes… ummm
Fernando redobló sus esfuerzos. Su lengua subía y bajaba a lo largo de la rajita. Chupaba el clítoris. Lo atrapaba entre sus labios. El orgasmo de María llegó despacito. La tensión de su cuerpo fue subiendo, subiendo, subiendo hasta que no pudo más y estalló. Ella sí pudo gritar
-Agggg Fernando… Me corrooo.
Una vez más, Fernando se tragó los abundantes jugos que María expulsó con su arrebatador orgasmo. Los que no pudo beberse son los que Lorena soltó también, oyéndolos.
-Oh… mi niño… que me has hecho… Si parece que lleves toda la vida haciéndolo.
Fernando sin decir una palabra, se subió sobre María y la penetró hasta el fondo.
-AGGG… Me… la… has… metido
Ella seguía narrando lo que pasaba para su secrete escuchante. Lorena se había tumbado en el sofá. Estaba como María, sólo que eran sus dedos y no la polla de Fernando la que le daba placer.
-Me llenas toda, cariño… Ummmm como te siento dentro de mí… ¿Te gusta follarme?
-Me encanta follarte… Tienes el coñito tan caliente y mojado… Te la meto hasta el fondo.
-Ummm, lo sé. La siento hacer tope en el fondo…
Lorena escuchaba como los dos amantes se besaban. Hasta ella llegaban los sonidos del acto que se desarrollaba al otro lado de la línea. Con los ojos cerrados, se imaginaba que era ella.
Oyó un aumento de gemidos. Oyó ruidos como de chapoteos. Y oyó dos gritos. Fernando y María se estaban corriendo.
-Me estás llenando… Agggg que placer
Luego, silencio. Sólo jadeos… Al poco tiempo, besos
-Fernando, eres maravilloso. Me llenas de placer…
-Tú si que eres maravillosa. Me excitas tanto…
Más besos
Fernando se salió de María y quedaron los dos abrazados en el sofá. Lorena seguía escuchando.
-¿Sabes? Siempre había querido estar con un jovencito, y gracias a ti he podido cumplir mi deseo, mi fantasía.
-Pues para mí ha sido un placer.
-¿Tienes tú alguna fantasía? ¿Algo secreto que nadie sepa?
Fernando quedó en silencio. Sí que había algo. Pero le daba vergüenza reconocerlo.
-Venga, dímelo. Será nuestro secreto
-Bueno… sí que hay algo… pero… No… nada.
-¿No confías en mi?
-Sí
-Pues dímelo.
Más silencio. Lorena también estaba expectante por saber que era ese deseo de Fernando.
-¿Me prometes que jamás se lo dirás a nadie?
-Te lo prometo
En ese momento María se arrepintió que Lorena estuviese escuchando. No sabía lo que le iba a contar Fernando, pero parecía algo íntimo y lo estaba engañando. Pero era demasiado tarde.
-Me… me gusta mi madre.
María no se lo esperaba. Y al otro lado de la línea, a Lorena casi se le para el corazón.
-¿Quieres decir que te gusta cómo mujer?
-Sí. Que la deseo. ¿Te parezco un pervertido?
Fernando lo dijo con pesar. Ese sentimiento que tenía hacia su madre lo avergonzaba desde hace tiempo.
-No, claro que no, Fernando. No eres nada de eso. Muchos hijos sienten atracción hacia sus padres. ¿Se lo has dicho?
-¿Estás local? Claro que no. Me moriría de vergüenza.
Lorena no se podía creer lo que oía. Su hijo la deseaba. Todo lo que ella se estaba imaginando. Toda la excitación y el deseo que ella estaba sintiendo por su hijo era correspondido.
-¿Quieres que hable yo con ella?
-No, no! Me has prometido que no se lo dirás nadie.
No se lo diría a nadie. Pero Lorena lo había oído de sus propios labios.
-Está bien. Pero tú no te atormentes. Eres un buen chico. Si yo fuese tu madre me gustaría saber que me deseas.
-Pero ella es primero mi madre. Y la quiero. Y esto que siento por ella no quiero que llegue a enturbiar nuestra relación. Jamás me lo perdonaría.
María le acarició el cabello. Le besó en la frente.
Lorena siguió escuchando. Oyó como se despedían. Oyó el sonido de la puerta al cerrarse. Pasos… María cogió el teléfono.
-¿Estás ahí, Lorena?
-Sí.
-¿Lo has escuchado todo?
-Sí, todo. No me lo puedo creer.
-No te enfades con él. Es un buen chico. Te quiere mucho.
-Lo sé. No estoy enfadada. Sólo confundida.
-Tú también lo deseas a él, no?
-No lo sé…
-Sí lo sabes.
-Tienes razón. Jamás había estado tan excitada como hoy mientras os oía hacer el amor. Deseaba que fuera a mí a quien se lo hiciera.
-Bueno, pues ahora sabes que él también lo desea.
-¿Qué hago, María? ¿Qué hago?
-No te voy a decir que te acuestes o no con tu hijo. Eso es cosa tuya y de él. Sólo te digo que sólo se vive una vez. Que sois dos personas que se quieren, y que además se desean. En otras circunstancias quizás te diría que no, pero el cariño, el amor y el placer que él te puede dar no te lo está dando quien debería.
-Bueno, ya se verá.
-Claro bonita.
-Te lo has pasado bien, eh?
-Uf!!!!! Ese chico es una fiera. Cuando tenga más experiencia no habrá mujer que se le resista.
-Te dejo.
-Adiós.
Lorena se quedó en el sofá, pensativa. Deseaba como nunca había deseado a nadie a Fernando. Y ahora sabía que él la deseaba también a ella. Pero no podía ser. Era su hijo. Eso era algo contra natura. Se convenció a sí misma de que tenía que olvidarse. Decidió que todo seguiría igual. Que Fernando sólo sería su hijo. Nada más.
Pero todo cambió esa noche. Necesitaba cariño, mucho cariño. Y cuando abrazó a su marido en la cama, buscando sólo una simple caricia, un simple beso, y sólo recibió un nuevo rechazo, internamente mandó al carajo, a la mierda, a la porra, a su marido. Si él no la trataba con respeto, si no le daba ni una simple muestra de cariño, sabía quién sí se lo daría. Durmió estupendamente.
Pero se levantó muy nerviosa. Sabía lo que quería, pero no sabía cómo pedirlo. Se duchó, para estar limpita. Se perfumó un poco. Era casi como si fuese a tener una cita. Una cita de la que sabía que final quería tener, pero que no sabía cómo empezarla. Su marido se fue a trabajar, al rato se fue Marta. Ya sólo quedaban en la casa ella y Fernando, que estaba durmiendo en su habitación.
Con las piernas temblándole, se dirigió al cuarto de Fernando. Tocó la puerta.
-Ummmm
-Fernando, soy mamá. ¿Puedo pasar?
-Claro mami.
Pasó a la habitación. Fernando estaba medio incorporado en la cama. Su pecho, desnudo. El corazón de Lorena quería salirse de su pecho. Gracias a la poca luz que había su rubor no era evidente. Pero ella sí sentía el calor en su cara. Se sentó en la cama. Fernando estaba un poco extrañado. Hacía mucho tiempo que su madre no se sentaba en su cama.
-¿Pasa algo, mami?
-No… no pasa nada, mi amor.
-Estás temblando.
No podía ser. O se lanzaba o salía corriendo. Se lanzó. Le miró a los ojos.
-¿Es verdad que… que me deseas?
Fernando sintió que el mundo se le venía encima. Deseó que la tierra se lo tragara. Había confiado en María y se lo había contado.
-Me prometió que no se lo diría a nadie.
-No me lo contó.
-¿Entonces cómo lo sabes?
-Eso no importa ahora. ¿Es verdad?
Fernando estaba a punto de llorar. Se sentía avergonzado. Bajó su mirada.
-Sí…es verdad. Lo siento. Perdóname.
-No tengo nada que perdonarte. Me… me siento halagada de que sientes eso por mí… Yo… también… te deseo.
Fernando, con la boca abierta, la miró. Ella le sonrió. Se acercó despacio y le besó en la boca. Ese beso la volvió a quemar, sintió como mariposas en todo su cuerpo. Y ese beso también quemó los labios de Fernando.
Con los ojos cerrados se besaban. Fernando olía su delicado perfume.
-Hazme el amor, mi vida… lo necesito…
Fernando la atrajo hacia él. Cayeron los dos en la cama. Lorena quedó boca arriba. Fernando la miraba. No se podía creer la suerte que tenía. Sus preciosos ojos lo miraban con amor. Estaban brillantes. Le acarició la cara. Su piel era suave y caliente. Lo volvió a besar. Ahora sus lenguas se encontraron por primera vez.
No pidió permiso. No espero a que su madre cogiera su mano y la guiara. La llevó a sus generosos pechos y los acarició sobre la blusa. Lorena gimió en su boca. Ella tampoco pidió permiso. Llevó su mano entre las piernas de él. Lo que encontró la dejó maravillada. El slip no podía contener la tremenda erección. Agarró el pene de su hijo… No! la polla de su hijo. María no le había mentido. Aquella polla era enorme. Su mano casi no cerraba a su alrededor. Metió la mano por dentro del slip y la sacó toda. No la veía. Sólo la sentía en su mano. Caliente, dura, palpitante. La sentía latir en su mano.
Cuando Fernando empezó a desabrochar sus botones, ella empezó una lenta masturbación, una lenta paja a las maravillas que tenía en su mano. Le quitó la blusa y el sujetador. La admiró
-Eres preciosa, mami.
Tuvo que cerrar los ojos de placer cuando la boca de él atrapó uno de sus duros pezones y lo lamió, lo chupó, lo mordió con dulzura. Y se corrió sin remedio cuando una mano de Fernando atrapó su coñito sobre las bragas.
-Agggg mi vida… aggg
Hacía mucho, mucho tiempo que Lorena no tenía un orgasmo tan fuerte como el que estaba sintiendo. Su cuerpo estaba tenso, sin respiración, atravesado por con corrientes de placer. Su pezón lamido, chupado. Su coño acariciado, y en su mano aquella cosa dura.
-Ummm, Fernando… que… placer me has dado.
-Esto es sólo el principio, mami.
La desnudó por complete. Lorena se dejaba hacer. El orgasmo la había dejado sin fuerzas. Luego Fernando se quitó el slip y por primera vez Lorena vio su polla. Se quedó mirándola, fascinada.
-Es… es enorme.
Se acercó más a ella para que la tuviera al alcance de las manos. Enseguida la atrapó con ellas. Quería sentirla dentro de ella. La necesitaba. Abrió sus piernas. Su mojado coñito quedó a la vista de Fernando. Tenía mucho vello negro. Le pareció precioso. De allí había salido hace años y ahora iba a volver a entrar.
-No puedo más… te necesito dentro de mí. Lléname de ti. Hazle el amor a tu mami.
No se hizo de rogar. Se puso entre sus piernas. Se apoyó en las palmas de sus manos, para poder mirar bien la cara de su madre. La polla empezó a rozar la raja del coñito. Lorena gimió de placer cuando frotó sobre su hinchado y sensible clítoris.
Empujó un poco. La polla recorrió la raja hasta llegar a la entrada de la vagina. Centímetro a centímetro la fue penetrando. Sus miradas estaban fijas el uno en el otro. Las paredes de la vagina se abrían dejando paso al duro mástil que la invadía. Cuando la penetración se completó, Fernando se dejó caer suavemente sobre Lorena, que lo acogió con un abrazo.
-Aggg mi amor… cómo te siendo dentro de mi. Nunca había estado tan llena como ahora.
-Si supieras como había deseado este momento. Cuántas veces lo imaginé. Y ahora es real.
La besó al mismo tiempo que empezaba un lento bombeo. Metía y sacaba su dura polla en la mujer que le dio el ser.
El ritmo fue aumentando. La penetración se hizo más profunda. Los dos amantes gemían
-Ummm Fernando… vas a hacer correr a mami otra vez… con tu… tu… polla dentro de mi…
-Yo… también… me correré… es demasiado placer… ¿Puedo hacerlo dentro de ti?
-Sí, sí, siiii lléname de tiiii
Su coño se contrajo con fuertes espasmos al correrse. Y esas contracciones hicieron que Fernando no pudiese más y empezara a llenar a su madre de su abundante, caliente y espeso semen. Lorena lo sentía. Cada chorro caliente iba acompañado por un espasmo de su coño!
Perdió la cuenta, pero fueron al menos 8 largos chorros de semen los que llenaron su vagina hasta el punto de rebosar por los labios de su coñito. Lo abrazó con fuerza. No quería que se fuese nunca.
Muchos minutos estuvieron así. Fernando sobre ella. Acariciando sus brazos. Mirándola. Besándola. Y todavía dentro de ella.
Dos lágrimas cayeron por las mejillas de Lorena.
¿Por qué lloras, mami?
-Porque soy feliz.
Fernando y Lorena se besaban, abrazados. Cuando él se salió de ella, se sintió muy mojada entre las piernas. Su coñito rezumaba una mezcla de sus jugos y el semen de su hijo.
-Me has dejado perdidita.
-¿Quieres que te limpie?
-Sí.
Lorena se pensó que se refería a usar una toalla o algo así, pero Fernando tenía otras intenciones. Empezó a besar su cuello y fue bajando lentamente, lamiendo cada centímetro de piel y haciendo estremecer a su madre. Cuando bajó del ombligo, Lorena comprendió lo que él iba a hacer… Lo deseaba tanto… pero… estaba sucia. Puso sus manos en la cabeza de Fernando y la detuvo.
-No cariño. Estoy muy sucia. Espera a que me lave.
-No estás sucia.
-Pero…
-Shhhh, calla
Besó su pubis. Lorena se estremeció… La iba… la iba a lamer… Cerró los ojos y esperó.
Fernando se acomodó entre las piernas de ella, abriéndolas con delicadeza. Lorena se dejó. Ante él quedó el sexo materno. Estaba empapado, mojado, brillante. Y era precioso. De abundante y negro vello. Se lo dijo.
-Mami, tienes un coñito precioso. ¿Quieres que te lo coma?
Lorena sintió su aliento. Claro que quería que se lo comiese.
-Sí… cómemelo… ummm…
Le dio un sonoro beso. Lorena se rio. El primer lengüetazo fue un latigazo de placer. Su espalda se arqueó en la cama. Los siguientes la dejaron sin aliento. Era un placer indescriptible. Sentía su lengua recorrer toda su rajita. Se metía incluso en su vagina…Y lo que más placer le daba era cuando hacía círculos alrededor de su clítoris con punta de la lengua.
-Mi vida… que cosa… más… rica… que… placer…
-Ummmm, que rica estás…
-¿Te gusta el coño de mami?
-Me encanta…
-Agggg y a mí que me lo comas… es… es la primera vez que me lo hacen… ummm
Fernando tenía la cara mojada. Se tragaba con placer los jugos de entraban en su boca. En su cabeza sintió las caricias de su madre, que había empezado a mover las caderas, haciendo que su coño se restregara más por su cara.
Puso la lengua ancha y la pasó una y otra vez sobre la pepitilla. La movía hacia los lados, con rápidos movimientos. También de vez en cuando la chupaba. La atrapaba entre sus labios. Se le ocurrió algo nuevo. Sin dejar le lamerla, metió dos de sus dedos profundamente dentro de su coñito y empezó a follarlo con ellos.
-Agggg Fernando… me harás… correr otra vez…
Eso era lo que deseaba Fernando. Llenar de placer a su madre, a la que tanto quería, y a la que tanto deseaba. Allí, tumbado boca abajo entre sus piernas, comiéndola, sentía su propia polla dura, contra la cama.
Como un fuego artificial fue el orgasmo de Lorena. El placer aumentó en ella igual que el silbido del cohete. Sabía que al final del sonido venía la explosión. Y como un cohete, explotó. Se corrió en la boca de Fernando, llenándole la cara aún más de sus jugos. La lengua que no paraba de moverse prolongó el placer por muchos segundos. Cuando los fuertes espasmos cesaron, quedó relajada sobre la cama. La respiración agitada. Los ojos cerrados. En sus labios, una sonrisa.
Fernando besaba el interior de sus muslos. Se sentía muy bien. Había proporcionado a su madre un gran placer. Y eso le gustaba. Se hubiese quedado horas allí. Entre las piernas de su madre, besando sus muslos… besando su sexo…
-Casi me matas de gusto.
Subió hacia su cara y la besó con amor. Su cara olía a sexo. Su boca sabía a sexo. Lorena notó contra su muslo la dureza de su polla. Sintió deseos de devolverle el placer. De hacer aquello hasta hace poco pensaba que era de prostitutas, pero que ahora quería hacerle a su hijo. No sabía cómo, pero él le indicaría. Llevó su mano hasta la polla y la agarró.
-Ummm, la sigues teniendo muy dura.
-Es porque te deseo tanto.
-Y yo a ti. Deseo hacer algo que nunca he hecho. Nunca… ya sabes… nunca he chupado… una… polla.
-Ya somos dos. Yo tampoco! jajajaja
-jajajaja, pero mira que eres!!!
-Mami, yo también deseo que me chupes la polla.
-Espero hacerlo bien.
-Seguro que sí.
Como hiciera Fernando antes con ella, Lorena fue bajando lentamente por su cuerpo mientras con la mano acariciaba el duro mástil. Lamió sus pezones, su ombliguito, su pubis. Ante sus ojos quedó aquella maravilla que tanto placer le dio. En la postura en que estaba, Fernando sólo veía su cabeza. Quería ver su cara.
-Mami, ponte entre mis piernas, como hice yo. Quiero verte mientras lo haces.
Se acomodó bien. Fernando se puso colocó para verla con claridad. Veía su polla, y detrás, a su preciosa madre.
-¿Cómo lo hago, mi vida?
-Sólo tienes que besar, lamer, chupar…
Empezó con un beso. En la punta. Luego más, y más, a lo largo del duro tronco. Mientras bajaba, la polla acariciaba su cara. Su piel era fina y caliente. Cerró los ojos y se acarició la cara con ella. La pasó por la frente, por las mejillas, por los labios. Fernando la miraba. Era muy excitante ver a su madre pasarse su polla por su carita.
Abrió los ojos y lo miró. Le sonrió. Sacó la lengua y sin dejar de mirarlo bajó por toda la polla, lamiéndola.
-Ummmm, que rico, mami
-¿Lo hago bien?
-Muy bien… Me excitas mucho.
-Uf, y a mi hacértelo…
Cuando la lengua volvió a pasar por la punta, llegó el momento de metérsela en la boca. Primero sólo la cabecita. Le encantó lamer la suave piel del capullo. Chupó. Él gimió. Su madre tenía su polla dentro de la boca. Vio cómo su cabeza bajaba lentamente, haciéndolo desaparecer más y más dentro.
Sólo pudo meterse un cuarto. No podía más. No tenía experiencia. Temía tener arcadas. Su boca estaba llena. Por primera vez en su vida tenía una polla en la boca. Y era la polla de su hijo. Aquello sería de putas, pero le encantaba. Hizo succión y empezó a subir y bajar la cabeza, haciendo entrar y salir la polla. Y por como gemía Fernando, lo debería de estar haciendo bien. Fernando se apoyó en los codos. La visión de su madre chupándole le polla era lo más erótico de su corta vida sexual. Lo hacía despacito. Dejaba un rastro brillante por donde pasaba la boca. De vez en cuando se la sacaba y la lamía toda, para luego volver a metérsela en la boca.
-Ummmm mami… que bien lo haces… Usa la mano también.
Lorena acompañó la mamada con la mano. La cara de placer de su hijo la excitaba. Se restregó contra la cama. Estaba otra vez muy mojada. La habitación olía a sexo.
-Más… deprisa…
Lorena aumentó el ritmo de la mano y de la boca. Fernando empezó a gemir más seguido. Su orgasmo se aproximaba. Lorena lo notó. Sabía que él ese iba a correr. Que su polla le llenaría la boca de semen caliente, que ella tendría que tragar. Deseaba beberlo todo, saborearlo. Fernando sabía que su corrida estaba muy próxima, y que iba a ser muy abundante. Sabía que era la primera vez que su madre lo hacía, así que la avisó.
-Aggg… mami me voy a correr… Va a salir mucha leche será mejor que te quites…
Pero el no deseaba que se quitara. Deseaba correrse en su boca y que ella se lo tragara todo. Lorena no se quitó. Siguió mamando.
Otro cohete fue disparado, esta vez para Fernando. El silbido fue la creciente tensión de todos los músculos de su cuerpo. La explosión fue cuando chorro tras chorro de espeso y caliente semen fueron expulsados en la boca de Lorena. Ella no esperaba tanta cantidad, y aunque empezó a tragar, parte se salió de su boca y bajó por el tronco de la polla hasta el pubis. Aquella polla seguía manando en su boca. Se llenó del extraño y salado sabor. Sintió placer. Cerró los ojos, y con el tercer buche que bajó por su garganta también se corrió, restregándose contra la cama.
La fuerza de los chorros fue disminuyendo hasta acabar. Tragó una vez más. Cuando todo el semen fue bebido, siguió con la polla en la boca. Luego la sacó y la miró. Su primera mamada había acabado. Y le había encantado hacerla. Vio el reguero de semen que se había escapado y también lo lamió y se lo bebió. Ahora lo saboreó con más calma. El sabor era raro, salado. No es que fuera algo rico, pero el saber que era el semen de su hijo la excitaba. Lo dejó limpito.
Se acostó a su lado y lo abrazó. Se besaron con ternura.
-¿Te ha gustado? ¿Lo he hecho bien?
-Ha sido maravilloso, mami… Uf… que gustito me has dado.
-A mí también me ha gustado… mamarte la polla. Casi me ahogas con tanta leche.
Apoyó su cabeza en el pecho de Fernando mientras él acariciaba su cabello. Ella acariciaba su barriguita.
-¿Cómo supiste que te deseaba si María no te lo contó?
-Ella es un poco… digamos que gamberrilla. Me contó que lo hizo contigo el otro día
-Sí. Fue mi primera vez.
-Y que ayer la llamaste. Cuando tú ibas para su casa me llamó. Cuando llegaste no colgó el teléfono. Lo escondió para que yo los oyera. Lo oí todo.
-Vaya! Oíste como lo hacíamos?
-Sí.
-¿Y qué pensabas?
-Pensaba… que lo que le hacías a ella me lo hacías a mí. Que lo que ella te hacía yo te lo hacía a ti.
-Pues hoy se ha cumplido.
-¿No tienes que irte a clase?
-Me quiero quedar contigo.
-De eso nada. Lo primero es lo primero.
-Vaaale!
Lo fue a despedir a la puerta. Fue una despedida de amantes, abrazados y comiéndose a besos.
Lorena estaba feliz como hacía años que no lo estaba. Se puso a hacer sus labores, hasta que al medio día sonó el timbre. Fue abrir la puerta. Era María
-Hola preciosa, ¿Cómo estás?
-Bien, pasa.
Fueron al salón. Se sentaron
-¿No está Fernando?
-No, está en la facu.
-Qué pena…
-¿No pensarías follártelo aquí, no?
-Jajajaja. Pues… no me importaría.
-Eres una salida.
-Pues sí. Qué le vamos a hacer… ¿Y tú qué? ¿Te lo has pensado?
Lorena bajó la vista y se puso ruborizó un poco.
-Uyuyuyiii!! Que me parece que ya te lo pensaste… y algo más.
-Me acosté con él esta mañana!
-WOW!!!! Cuenta, cuenta. Con pelos y señales.
-Ummmm, tenías razón. Es maravilloso. Jamás había sentido tanto placer.
-Pero dímelo todo. Que te hizo, que le hiciste… todo.
-Todo
-¿Todo, todo?
-Sip
-jajaja y parecías una moquita muerta. ¿Te folló?
-Ummmm sí.
María se estaba poniendo cachonda. Su coñito se estaba mojando.
-¿No te importa que me haga una pajita mientras me lo cuentas, verdad?
-Pero María!!! Ni se te ocurra.
-¿Por qué no? Nos hicimos una el otro día por teléfono, no?
-S… sí.
-¿Pues qué diferencia hay?
Llevó su mano entre sus piernas. Llevaba una falda así que tuvo fácil acceso.
-Estoy chorreando, Lorena… sigue contándome
Lorena no se lo podía creer. Su amiga de toda la vida se estaba masturbando delante de ella. Siempre había sido una lanzada… pero…
-¿Te comió el coño?
-Ummmm sí. Que placer me dio, María… Primero, primero me folló. Y… y luego me lo comió. No le importó que estuviera… ya sabes… lleno de su leche.
-Agggg, que morbo… comerse un coñito lleno de semen. Y Fernando se corre abundantemente.
María acariciaba su clítoris. Se pasaba los dedos por la mojada rajita de su coño. Miró a Lorena. Vio que tenía los pezones duros bajo la tela de la blusa.
-Tú también estás cachonda, Lorena…
-Sí… un poco
-Tócate.
-No.
-¿Por qué?
-Me da vergüenza.
-¿Vergüenza? Nos conocemos de toda la vida. Te he visto desnuda más de una vez.
María abrió sus piernas y apartó la braga a un lado.
-Mira como tengo el coño de mojado – Le dijo abriéndolo con sus dedos.
Lorena lo miró. Sí que parecía muy mojado. Estaba depilado menos un poco en el pubis. Era bonito. ¿Bonito? ¿Bonito el sexo de otra mujer?
-¿El tuyo también está mojado?
-Ummm, sí, lo está.
-Enséñamelo.
Dudó un momento, pera la excitación pudo más que la vergüenza. Se quitó los pantalones cortos que llevaba, pero se dejó las bragas. Como hizo María, la apartó.
-Sí, también lo tienes mojado… Y vaya mata de pelo que tienes… ¿Que más?
-¿Qué más que?
-Que que más pasó.
-Ah!… después de comerme el coño… se la chupé.
-Ummm, es grande su polla, verdad?
-UF!! sólo me pude meter en la boca un poco.
-Lorena…
-Ummm?
-Tócate el coño.
Se pasó los dedos por la rajita. María hizo lo mismo. Cada mujer miraba como la otra se tocaba. Gemían… de vez en cuando se miraban a los ojos.
-¿Te gustó chuparle la polla?
-Aggggg, mucho.
-¿Se la chupaste hasta que se corrió?
-Sí
-Ummm ¿En tu boca?
-Sí, me la llenó de su semen caliente… Casi me ahoga con tanta leche.
-Uf, si que se corre en abundancia… ¿Te lo tragaste?
-Agggg, sí, sí… me tragué toda la leche de mi hijo… Bueno, un poco se me salió de la boca, pero luego la recogí. ¿Sabes una cosa?
-Ummmm dime…
-Me corrí tragando su leche.
-Lo… re… na…
-Agggg qué?
-Me voy a correr…
Vio como maría cerraba los muslos, atrapando su mano en su interior. Sus ojos también se cerraron, y es su cara se reflejó el placer que sentía. Lorena se corrió cuando María aún tenía espasmos. No dejó de mirarla. Le gustó mucho ver como se corría su amiga. Después las dos se quedaron mirándose. Se sonrieron.
-Me ha gustado hacerlo mientras me mirabas.
-Y a mí, María. No sé porqué… pero… me ha gustado.
Entonces María hizo algo que sorprendió a Lorena. Se acercó a ella y la besó en los labios. Al cogerla por sorpresa se quedó quieta. María la miró a los ojos, le sonrió con ternura y la volvió a besar. Esta vez, Lorena le devolvió el beso.
De tiernos besos pasaron a besos más apasionados. Abrieron sus labios y juntaron sus lenguas.
La cabeza de Lorena daba vueltas. Se había acostado con su hijo. Había hecho con él cosas inimaginables hasta hace sólo dos días, y ahora se estaba besando con su mejor amiga. Y… le estaba gustando. Fue ella la primera en llevar sus manos a las tetas de María. Y fue ella la primera en acariciar el coñito de su amiga.
Besándose como locas, cada una acariciaba en mojado coñito de la otra. La sensación producida por unos dedos que no eran los suyos era muy placentera. Lo que ella se hacía cuando se masturbaba se lo hacía a María. Y María la tocaba a ella muy bien. Le proporcionaba un gran placer.
-¿No es la primera vez que lo haces con una mujer, verdad? – preguntó Lorena.
-Agggg… no… a ti te deseaba desde hace tiempo… pero… te veía tan seriecita… No quería que te molestaras…
-Ummm ya ves que no me molestas… Hasta yo estoy… agggg… sorprendida.
Lorena hizo correr a María, que se abrazó fuertemente a ella y gritó en su hombro. Sus dedos se llenaron de gran cantidad de flujos. Casi parecía un hombre eyaculando.
-Agggg Lorenaaaa ahhhh.
Cuando María se recuperó, se concentró en hacer correr a Lorena. No le fue difícil. En poco tiempo la tenía tensa entre sus brazos, con la respiración cortada y su coñito con espasmos de placer.
Estuvieron abrazadas unos minutos.
-María… ¿En qué me estoy convirtiendo?
-En una mujer que busca el placer allí donde está. En una mujer que usa su cuerpo para obtener el placer que se merece. En una mujer viva.
Lorena la besó. Con cariño, la besó.
Antes de que llegaran los demás, María se fue a su casa. Lorena, sola en la casa, se rio. Había tenido más orgasmos en una mañana que en muchos años. Se dijo a sí misma que María tenía razón. Sin hacer daño a nadie iba a disfrutar de los placeres de la vida.
Esta vez, durante la comida estaba radiante, feliz. Echaba miraditas a Fernando. Marta lo notó.
-Vaya cambio, mami. Ayer tan callada y hoy no paras.
-Cosas de la vida, Martita
Por la tarde, María llamó por teléfono.
-Hola guapetona. ¿Está Fernando?
-Nop. Esta tarde tenía prácticas o algo así.
-Cachis la mar.
-Jajaja María… se te han chafado los planes.
-Pues sí… Oye…
-¿Sí?
-No te molestará que siga viendo a Fernando ahora que tú y él…?
-Pero mira que eres tonta! Pues claro que no.
-Uf, menos mal. No creo que hubiese encontrado a otro como él.
-Además, él ya es mayorcito como para elegir a la mujer con quien quiere estar.
-Sí, eso sí.
-Y creo que podría tenernos satisfechas a las dos, no? Y a alguna más si se tercia!
-jajajaja! Juventud, divino tesoro. Bueno, espero que mañana pueda darme un 'tiento'. Chao
-Adiós.
Por la noche, en la cama, Lorena no podía dormir. Repasaba los acontecimientos del día.
-Apaga la luz, coño!
Pero que bruto era su marido. Con gusto le habría dado un codazo en los riñones, con sarna. Pero se contuvo. No se merecía ni eso. Apagó la luz. A los cinco minutos el cabrón roncaba como una marmota.
Lorena se levantó sigilosamente y se dirigió al cuarto de Fernando. No se dio cuenta de que Marta estaba en la cocina y que la vio. Marta estaba sorprendida de que su madre anduviera por la casa a oscuras a esas horas, así que con cautela miró a donde iba.
Vio como entraba en el cuarto de Fernando y cerraba la puerta sin hacer ruido. Eso sólo podía significar una cosa. Su madre se acostaba con su hermano. Por ese estaba tan contenta, tan feliz. Tan radiante.
Marta no era una mojigata. Pero el incesto le parecía algo malo. Quería a su madre. Y a su hermano… pero la idea que se acostaran juntos no le gustó. Estuvo a punto de entrar en la habitación y decirles de todo. Pero cambió de idea y se fue a su dormitorio.
Lorena no había ido en busca de sexo. Ya había tenido más que suficiente por ese día. Sólo quería un poco de cariño. Y Fernando se lo dio con creces. La acostó a su lado, la abrazó fuerte y la besó con ternura. Le dijo lindas palabras… A los pocos minutos, los dos dormían.
Lorena se despertó antes del amanecer y sin despertar a Fernando, se fue a su habitación. Los ronquidos seguían. Se acostó y se volvió a dormir.
Por la mañana, Marta estuvo fría durante el desayuno. Lorena lo notó.
-¿Qué te pasa, cariño?
-Nada. Déjame en paz.
-Como quieras.
Se marchó sin despedirse. Lorena se quedó preocupada. ¿Qué le pasaría?
Marta fue directa a casa de Sonia. Sonia era su novia, su amante. Para su familia era sólo una amiga, pero eran amantes desde hacía un par de años. Lo llevaban en secreto.
Cuando le abrió la puerta, Sonia la abrazó y la besó. Enseguida notó que algo no iba bien.
-¿Qué te pasa, cariño?
-Mi madre y mi hermano se acuestan juntos
-JODER!!! Vaya con tu hermanito. Pero si cada vez que le digo algo se pone rojo como un tomate.
-Pues mira la mosquita muerta se folla a mi madre.
-Bueno, y ella a él! jajajaja
-No tiene ninguna gracia, Sonia.
-Mujer, gracia, gracia, no. Pero tampoco es una desgracia.
-¿Cómo qué no? ¿Acaso los defiendes?
-No es mi problema. Ni el tuyo.
-¿Cómo que no es mi problema?
-No! ¿Acaso que nosotras nos acostemos juntas es su problema?
-No… pero…
-¿Pero qué?
-No es lo mismo. Es su madre. Es su hijo. Por el amor de dios.
-Me imagino que es consentido. Son adultos. Lo que hagan en la cama y con quien lo hagan es cosa suya.
-Es que…
-Es que nada. Parece mentira que precisamente tú, que tanto has criticado a esta sociedad que hace que tengamos que esconder nuestra relación, le pongas peros.
Marta pensó un poco. Sonia quizás tuviera razón. Su madre estaba muy feliz. Hacía mucho tiempo que lo la veía así. La relación con su padre hace tiempo que la notaba fría. Tenía derecho a buscar la felicidad. Y por que no, el placer sexual.
-Tienes razón. Soy una boba. No soy quién para juzgarlos. Gracias, mi amor.
Se abrazaron y se besaron. Se empezaron a acariciar.
-Jeje, Martita. Tu madre es una mujer con suerte. Ya sabes que tu hermano está requetebueno.
-Pero mira que eres zorrita!
-Jajajaja. ¿Crees que me lo prestaría un ratito?
Se pelearon de broma. Reían y se besaban. Sonia era bisexual. No había estado con hombres, ni con mujeres, desde que salía con Marta. Y Marta lo sabía. Más de una vez Sonia le comentó lo guapo que era su hermano. Le gustaba mucho ponerlo nervioso. Siempre le decía cosas que lo ponían rojo. A Marta le divertía como jugaba Sonia con Fernando.
Marta sí que era lesbiana. Nunca había estado con un hombre. Desde pequeñita notó que sus deseos no iban por el camino 'normal', y con Sonia había encontrado a su media naranja. La amaba con locura. Alguna que otra vez Sonia le dijo que se estaba perdiendo la mitad del sexo. Que un hombre le podía dar un gran placer, si sabía hacerlo. Ella siempre decía que no. Que con ella tenía más que suficiente.
Hicieron el amor con suavidad, con ternura. Después se quedaron abrazadas en la cama.
Marta pensaba en su madre y en su hermano. Por la noche casi los mata y ahora estaba feliz por ellos. Si se daban el amor y el placer que ella tenía con Sonia, eso era maravilloso.
Sonia pensaba en Fernando. Siempre le gustó. Y el saber que se acostaba con su madre le producía mucho morbo. Le encantaría verlo follarse a su madre. También le gustaría que le echase a ella un buen polvo. Pero lo que más la atraía era que Fernando enseñara a Marta los placeres del sexo con un hombre. Su cabecita empezó a cavilar…
CONTINUARÁ…