Como de costumbre nos juntamos en el Starbucks, Javiera pedía un elaborado caramelo frappuccino, yo el más simple y ordinario de los café en esta tienda. Ahí me conversaba de su vida, de su trabajo en el ministerio de justicia, sus hijos, los colegios de sus hijos, las tareas de sus hijos y bla bla bla. Muchas veces hacia como que la escuchaba pero me distraía mirando por la ventana, pensando en mi trabajo o simplemente mirando la gente pasar por el paseo peatonal de Santiago. Solo me armaba de paciencia porque en lo más profundo soñaba algún día pasarla por las armas y que fuera completamente mía, pero era una mujer muy formal y seria, vestía siempre traje de dos piezas con pantalón, un tomate en el pelo que nunca se despeinaba y un maquillaje muy recatado, era por su profesión o su forma de ser o por el rol de su trabajo en tribunales, no lo sé, pero a simple vista no era muy llamativa.
Creo que un par de veces la pude ver sin su chaqueta y no pude dejar de contemplar sus anchas caderas, su culo generoso y un par de teta carnosas que levemente se traslucían por su blusa, se mantenía bien a sus 40 años, me saboreaba en secreto al verla pasar, al oler su perfume, al sentir su esencia de mujer, pero siempre fue en secreto, por su forma se ser ni siquiera pensé en insinuarme o hacer un chiste en doble sentido, preferí mantener solo una bonita amistad.
Fue una de esas tantas veces que estábamos en el Starbucks que de la nada me conto que este fin de semana su ex iría a buscar a sus hijos por el fin de semana, que haría sushi y que me invitaba a cenar a su departamento… En mi interior se encendió fuego de maldad pero no se lo demostré, le dije que tenía unas cosas que hacer pero que le confirmaba por mensaje. Le dije eso para que no crea que estoy ansioso o muy entusiasmado, paso la tarde y no le respondí, al día siguiente le envié un mensaje, en el que le dije que ya arregle mis asuntos, que iría a su departamento y que yo llevaría un espumante.
Esta tarde por primera vez la vi con un vestido, era un vestido simple de verano, nada coqueto, hasta las rodillas, pero dejaba ver todas sus curvas de mujer y para la imaginación el néctar de hembra entre sus piernas.
Trajo una tabla inmensa de sushi y dos copas, por mi parte destape el espumante y llene las dos copas. Comenzó a hablar como siempre me contaba de sus cosas y yo la hacía sentir en confianza para que siguiera contándome sus problemas, sueños y miedos, me di cuenta que se vacío su copa y rápidamente se la llene, siguió hablando y yo escuchando, vaciando su copa nuevamente y yo se la llene nuevamente. Fue cuando se servía la tercera copa, cuando ya llevaba la mitad de esta comencé a notar rara, le estaba haciendo efecto el alcohol, sus palabras cambiaron, el tono de su voz, comenzó a reír a carcajadas, yo también. Comencé unos jugueteos de manos, la rozaba, la abrazaba, la apretaba y ella se reía, termino su copa y nuevamente se la llene. Cuando le iba a dar un sorbo a la copa, la detuve con mi mano, y comencé a acariciar su cara y la mire fijamente a sus ojos y ella se comenzó a derretir, seguí acariciando su cara y se dejaba, mi pulgar rozo sus labios y su boca se abrió, exhalaba un aire caliente de su boca, estaba nerviosa y caliente a la vez. Introduje mi dedo pulgar en su boca y se dejó pero no hizo nada hasta que le di la orden, le dije… ‘chúpalo…’ y comenzó a chupar mi dedo pulgar, ‘chúpalo como una putita…’ y eso la volvió loca… había por fin encontrado la llave que me abriría todas las puertas del placer, la llave que le sacaba esa coraza de abogada del tribunal de justicia y la dejaba volar como hembra, era la llave morbosa que la liberaba de ser una correcta profesional, una correcta mamá a ser una puta, era el morbo de hacer lo prohibido, el morbo de ser puta en el sexo.
Saque mi dedo de su boca y nos comenzamos a besar apasionadamente, ardientemente, con deseo, con lengua, la apretaba, rápidamente una mano en el culo y otra en una teta, apretándola, masajeándola y lo más importante en su oído palabras soeces, eso fue lo que la entrego, soltó todas sus barreras, estaba excitada al máximo, podía sentir los latidos de su corazón, jadeaba, restiraba por la boca y yo seguía trabajando su imaginación, le decía que me iba a chupar el pico hasta los cocos, que le iba a partir la concha, que se lo metería todo el tronco hasta las bolas, que le abriría el culo, que llenaría su boca de leche, sus tetas, su concha… Mientras estaba dedeando su flor, un dedo, dos dedos, tres dedos, la estaba masturbando y ella se retorcía de placer, seguía tratándola de puta, zorra… Javiera ya estaba a punto.
Me puse de pies, ella se repuso en el sofá, abrí mi pantalón y saque mi falo… Le dije, ‘míralo ¿te gusta?’, asintió con la cabeza. Ahora le di la orden “chúpalo” y obedientemente me chupo el pico, como una verdadera puta, con ganas, con deseo, lo chupaba, lo mordía, le pasaba la lengua. La detuve y lo saque de su boca y comencé a refregárselo por toda su cara, le pase la cabeza de mi verga por sus ojos, por sus mejillas, por sus nariz y frente, mientras le decía, ‘puta, puta, puta…’.
La tome de la mano y la lleve al dormitorio, en cosas de segundo la desnude y la puse sobre la cama en cuatro patas. Era hermosa, su cuerpo se iluminaba con la luz que entraba por la ventana del departamento, su piel suave y blanca, parecía de porcelana, su pelo ahora suelto caía por sus hombros delicadamente. Yo me desnude lentamente, disfrutando de la imagen, disfrutando del momento en que Javiera sería mía. Me subí a la cama, me coloque detrás de ella y con mi mano le frote mi verga desde los labios vaginales hasta la entrada de su ano, subía y bajaba. Ella jadeaba, con sus ojos cerrados suplicaba con voz entrecortada, ‘métemelo…’.
Puse la cabeza de mi pico firme a la entrada de su concha y le dije “repítemelo” ella nuevamente con voz entrecortada dijo, ‘meeetemelo…’. Moje el dedo pulgar con saliva y busque su ano. Con la mano izquierda la sujeté y luego le metí la verga hasta los coco por la concha, mientras abrí su culo con mi dedo pulgar hasta lo que más pude con mi mano. Comencé un bombeo frenético, comencé a culearla como a una puta, le abría simultáneamente la almeja y el culo y ella lo disfrutaba, pedía más, más duro, así, así, así…
Fueron momentos mágicos que terminaron con espasmos y orgasmos de ella y yo una gran eyaculación que lleno por completo su cuerpo, sintió cada uno de mis chorros, hasta que me abalance sobre su cuerpo. Quedamos inmóviles por largo rato, exhausto, perdidos en el placer del momento, perdidos en la obscuridad de la noche.
Luego de un rato, la abrace y le hice mucho cariño, hablamos hasta muy tarde de la noche, nos besamos apasionadamente y ella me dijo que cada fin de semana cuando vinieran a buscar a los niños y quedara solita me invitaría a comer sushi… J