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A mí, gay, me hicieron probar con una chica
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Tiempo de lectura: 12 minutos

Tanto que me decían los amigos que si probara con una chica mis ideas homosexuales cambiarían, tomé la decisión de hacerlo.

Soy Carlo, alegre y simpático, estatura normal 1.81, deportista, me encanta el futbol y la natación, son los dos lugares donde puedo ver culos y penes. Esto me viene desde siempre, pero en otro tiempo solo era ver. Ahora a mis 22 años, que cumpliré en dos meses, no me satisface ver culos ni penes, quiero poseer un pene o un culo, esta es la verdad. Me atraen los chicos y mis amigos que me necesitan para muchas cosas, deporte, estudios y el salón de mi casa para los trabajos en equipo, saben de mi orientación sexual, aunque ellos me dicen que si probara con una chica, es algo tan jodidamente bueno que se me irían mis pensamientos homosexuales.

Como son buenos amigos y a mí me caen bien y no me fastidian ni me arrinconan, pues quise hacerles caso y les consentí que me presentaran una chica dispuesta a todo. Empezaron todos a darme consejos para que me resultara bien, las cosas que tenía que hacer, si invitarla en una cafetería, luego ir al cine, alquilar una habitación en un hotel, etc.; luego vinieron los consejos de carácter sexual, que no tuviera prisa, que procurara que me la mamara, aunque no insistiera si no quería, que la mimara, cómo había que tocar las tetas, avivar el deseo de la chica con unas buenas chupadas en su clítoris, que la penetrara despacio y un largo etcétera, porque todos daban su opinión como pareciendo que entendían y habían tenido varias relaciones sexuales con tantas chicas como consejos me habían dado.

Yo me veía gay y no exigiría a mi pareja tantas cosas en el sexo como me aconsejaban mis amigos. Quedaron con presentarme a Yoly, una chica rubia muy dada al sexo y muy buena. Calculé y toda la fiesta iba a costarme unos 250 euros, lo que no fue verdad, como se verá, pero me da lo mismo. Me dije que por un polvo, cena, cine, regalo a la chica, hotel y tal no valía la pena, pero por los amigos se hace lo que fuera necesario. Por dinero que no sea y accedí.

Llegó el viernes y fui a buscarla al sitio indicado, un poco antes de las 3 de la tarde. La cafetería era elegante y yo había determinado vestirme informal, como siempre con mis vaqueros gris super skinny que me hacen visiblemente más largo de lo que soy y una camiseta gris a tono con el jean, pulseras y mi AppleWatch, me puse mocasines verdes por no llevar zapatillas a un primer encuentro. En realidad yo tenía conciencia de estar iniciando una terapia en manos de mis amigos con una chica que sabía mi supuesto «problema» y me iba a ayudar a superar mi «gayismo». Yo pensaba que mis amigos eran unos ilusos, que la chica era una víctima y yo un gilipollas de mierda por consentir. Pero un gilipollas hace gilipolleces y yo para contentar a unos esperanzados ilusos iba a aprovecharme de una chica muy echada “p’alante”, pero que por ser mujer me merecía el mayor de los respetos. Jugar con ella a ser hetero o hacerle perder el tiempo o no sabía qué iba a ocurrir, me parecía una cabronada en serie.

A las 3:15 pm apareció la chica con su vestido rojo que era como la contraseña para encontrarnos pronto. La verdad es que el rojo no le iba y hacía desaparecer su cara, le iba un poco grande y desde que la vi se iba levantando la delantera porque se le bajaba y se le escapaba una u otra teta. La chica fue imprudente y vino sin sujetador. Me dio pena y me seguía dando pena mientras yo tomaba mi café y ella conmigo un refresco. Entonces le dije:

— Vamos a pasar tú y yo una tarde estupenda porque no sé si la noche será buena, pero tú con ese vestido no estás bien, seguro que no es tuyo.

— No, no es mío, me lo han traído los chicos, tus amigos, y me lo han regalado, pero me va ancho y abiertamente escotado.

— No me gusta el rojo para ti, estos imbéciles se han creído que yo necesito una puta, pero tu eres bonita, linda, muy guapa y por lo que veo incluso discreta.

Se puso colorada y ya toda ella parecía un tomate. Así que le digo:

— Vamos ver, ¿conoces cerca de aquí una tienda de ropa para mujer?

— Si, pero es muy cara.

— Yo no te voy a vestir como lo han hecho los payasos de mis amigos; si vas a ser mi compañera hasta mañana temprano, además de bonita, quiero verte elegante, así que te voy a regalar tu vestido.

Fuimos a la tienda que me indicó y solo entrar me gustó, había expuestos vestidos muy bonitos. Entramos y se nos acercó un chico de buen ver.

— ¿Puedo ayudarles?

— Vamos a ver, ¿puedes ayudarnos?

— Sí, señor, que para eso estoy.

— Quiero que me la vistas de modo que cuando salga de aquí, todo el mundo me tenga envidia. Muéstrale y que ella elija.

Nos llevó a una parte interior y comenzó a sacar vestidos para ir a una boda, largos y la chica me miró sorprendida, entonces le dije:

— Dile como quieres vestirte y él sabrá qué ha de mostrarte.

Hablaron, se entendieron y cambió todo el vestuario, yo le decía que se probara todo y se quedara lo mejor. La chica se llevó uno al probador, se lo puso y salió donde los espejos. Estaba muy guapa y ella se movía, miraba y pellizcaba la ropa para ver si sujetaba bien. El chico me había puesto en mis manos dos más y le dije a Yoly si se los probaba y me pidió que le acompañara porque le había costado cerrar la cremallera. La acompañé, descorrí la cremallera y le ayudé a quitarse el vestido. Vi su ropa interior, me pareció algo desgastada. Le ayudé a ponerse otro vestido y al salir, hablé con el chico para que trajera ropa interior para Sophie, le advertí:

—Sexy, muy sexy, very very sexy.

Se sonrió como quien había entendido. Mientras el chico se fue, le dije a Yoly que se probara el otro que yo llevaba en mi brazo y le ayudé a desvestirse allí mismo. Se puso el tercero y le quedaba mejor que ninguno, era mas bonito, combinaba con el gris verdoso de mi camiseta porque era de un verde oscuro y algo calado. Le gustaba, pero me dijo:

—Se transparenta mucho el blanco de mis bragas.

Sonreí, la besé para quitarle la penita, me besó y en eso entró el dependiente que nos atendía con tres cajas, iba a abrirlas y le dije que se las diera y que eligiera. Cuando se fue al vestidor el chico me dijo:

—Es muy guapa su chica.

— Tutéame, por favor, y se llama Yoly, yo me llamo Carlo.

— Pues es bonita tu chica y tú muy guapo, yo me llamo Dexter.

— Pues, no te quejes, Dexter, que también eres guapo y se te está poniendo tu palo en alto, —dije, mirando hacia abajo a su entrepierna.

— Es que te veo hacer cosas y con ese pantalón que te marca todo tanto…, ¿pero Yoly es tu novia o tu hermana?

— Está buena, ¿verdad? Pues ni es novia ni hermana, mis amigos me la ponen para curar mi “gayerismo”; ellos dicen que eso de ser gay se sana con una chica.

— No te lo creas somos lo que somos y ya.

— Eso mismo pienso yo, pero la chica es guapa y pienso hacerla feliz, igual sin tocarla, ¡ah!, ¿es que tú eres gay?

— Bueno, mas bien soy bisex, pero hay mas chicos que chicas disponibles.

— ¿No te vendrías con nosotros? ¿A qué hora acabas? Te esperamos en La Alondra; sabes donde está, ¿no?, quedas invitado para cenar, así tendremos más conversación.

— ¿Se lo has dicho a ella?

— Ella no dirá nada, porque lo que quiero es que esté feliz que también los gays sabemos hacer feliz a una chica.

— Entonces, después de cenar yo os invito al cine, que mañana no trabajo y tengo ganas de ver Aquaman y no quiero que me la cuenten.

— Mira, nos llevamos dos vestidos, que ella elija y lo que te pida de interiores, no quiero que haga el ridículo si se desnuda ante nosotros, porque viene dispuesta a todo.

— ¡Joder! Eso sí es un chollo…

— Ya veremos que pasa, menos maltratarla puede ocurrir de todo. Te esperaremos, no faltes.

— Por supuesto que voy.

Se vistió con lo que le gustaba mientras yo pagaba con la tarjeta en caja, y la demás ropa que compramos la dejamos en el coche, para que se cambiara al día siguiente.

Me daba gusto ir acompañado de una chica guapa, que iba con su vestido nuevo elegido por ella. Se transformó se puso más simpática y amable, incluso me acariciaba y de vez en cuando se volvía cara a mí y me daba besos en mi mejilla. Yo me sentía a gusto con ella, para mí era una amiga, conversábamos como amigos, ni siquiera nos cogíamos de la mano, ni yo ni ella hicimos nada de qué avergonzarnos. El paseo fue largo hasta que cerraron las tiendas, lo que nos pilló en una tienda de bolsos que vimos al paso y había pañuelos, lápiz de labios y cajas de colores. No debían ser muy buenos, pero para una tarde-noche suficiente. Le dije que se comprara lo que quisiera y si no eran muy buenos que luego lo tirara. Pero me gusta que una mujer a los postres se vaya al baño, se atuse un poco y regrese como nueva.

Nos habíamos alejado en el coche casi a las afueras de la población, frente al mar, mirando las olas como dos amigos y conversando de nuestros trabajos, yo le contaba de mis estudios, había iniciado administración de empresas y ella trabajaba por las mañanas en el mercado con sus padres. Me contaba que es un puesto de charcutería, tienen quesos, jamones e ibéricos y salazones, que como es hija única tiene que ayudar a sus padres. Su padre se pone un poco antes de las 6 de la mañana y ella va a las 8 hasta la una. Su padre cierra casi a las tres. Ella ya no vuelve al trabajo, pero su padre se preocupa de los trabajos adyacentes a todo el negocio, compras, encargos y de algunos productos de los que es distribuidor para otros comercios y supermercados. Me pareció muy interesante de lo que me hablaba del trato con los clientes. No hablamos nada de sexo pero quedé inquieto por cómo una chica tan natural se había prestado a lo que estábamos haciendo. Pero me callé, no quería inquietarla a ella también.

Cerca de las nueve nos dirigimos al restaurante La Alondra y encontramos a Dexter esperando en la puerta. Se nos habían pasado unos minutos aparcando. Entramos, pedí mi reserva y nos sentamos. Dexter separó de la mesa la silla para que tomara asiento Yoly, yo la acompañé cogida de la mano hasta que se sentara.

No había mucha gente, la cena fue entretenida y solo un par de veces Dexter miraba el reloj, pero no decía nada. Cuando estábamos acabando le pregunté:

— ¿A qué hora es la sesión?

— Tenemos tiempo, todavía están en la primera y hay tres.

— Pues iremos a la segunda si os parece y después podemos tomar una copa por alguna parte.

Fuimos al cine. Es el tipo de película que me aburre, pero como ellos estaban contentos, les dije que me parecía muy buena. Cuando el lector la vea que opine.

Luego un paseo para hacernos en un chino con una botella de whisky y al hotel. Así que nos fuimos al hotel y una propina al conserje de noche arregló sin palabras para que subiéramos los tres a la habitación. Como es costumbre, encendimos la tv para ver si había un porno; lo había, ahí lo dejamos. El ambiente estaba hecho. Subimos un poco la calefacción y comenzó pronto a sobrar la ropa. Dos vasos y éramos tres. La dama en uno y los caballeros en otro. Si da lo mismo, aquí no habrá ni babas que perder. Abro mi bolso y saco los preservativos para meterlos encima de la mesa. Nos ponemos nerviosos los tres, bebemos más whisky. Vemos un rato más la televisión. Me quito los jeans y me quedo en calcetines. Yoly se quita su precioso vestido y lo cuelga en el armario. Dexter me mira y dice:

— Carlo, ¿no usas calzoncillos?

— No, habitualmente no.

Dexter se quita sus pantalones y con ellos se va el slip fuera. Ya estamos los dos en pelotas. Yoly intenta hacer como nosotros. Le tomo de la mano, me pongo detrás de ella, Nos ponemos mirando a Dexter mientras le voy soltando el sujetador que, siendo transparente ya estaba de sobra. El coño de Yoly se ve por detrás de unas motas de encaje, y nos ponemos los dos en plan tentador para Dexter. Me gustó Yoly que entendió mi movimiento. Ahora íbamos los dos por Dexter.

Nos pusimos los dos, Yoly y yo, juntos con los brazos por nuestra cintura. Ella con su tanguita transparente y yo ya desnudo frente a Dexter totalmente desnudo y perfectamente empalmado. Nos miraba a los dos con los ojos enrojecidos y la lengua, como de perro, fuera de la boca y babeando harta saliva. Yoly quitó su brazo de mi cintura y comenzó a masturbarme. Eso me gustaba de Yoly, lo hacía con delicadeza, no apretaba mi pene. Sabía que le iba a costar, lo sabía ella y lo sabía yo, y no se me levantaba. A la vista de eso Dexter se abalanzó sobre Yoly, pero ella se me abrazó como rechazándolo y solo le quedaba lamer, y chupar la tanga de Yoly. Se la quiso sacar y le di un manotazo. Yoly restregaba su coño cubierto con la tanga por la boca y nariz de Dexter.

Con mi brazo que tenía en la cintura, lo bajé por dentro de la tanga, detrás de la raja del culo de Yoly y le metí el dedo índice en su orto trasero. Como no entraba por ese culito, lo puse en la boca de Dexter y me lo chupó, entonces comencé a meterlo en el orto de Yoly. Pensé que no le gustaría pero me besaba apasionadamente mientras le metía un dedo y con el sabor de su culo, le di a Dexter a chuparlos, índice y medio, lo hizo sin ascoa y seguí con mi trabajo, a partir de este momento dejamos que Dexter le sacara la tanga de un dentellada y Yoly misma lo bajo a sus rodillas, entonces Dexter lo soltó de sus piernas por los pies. Bonito coño, afeitado, ni un pelo y todo a la vista para que yo me solazara mientras Dexter se comía el chocho de Yoly. Ella y yo nos besábamos y yo seguía trabajando el culo de Yoly y que además le gustaba.

Me puse detrás de Yoly, me ensarté un condón y a perforar un culo. Para mí era un culo, que es lo que me gusta penetrar igual que pongo el mío a disposición. Abracé a Yoly por la espalda, agarrando de sus firmes pechos de agradable y suave tacto. Lentamente inicié la penetración por el orto de Yoly, se inclinó un poco, pero le amarré de sus pechos para que se enderezara y nos acoplamos perfectamente. Me quedé quieto hasta que se acostumbrara a tener una cosa extraña en su trasero y esperé a que Dexter se decidiera a follar el coño de Yoly. Se puso de pie Dexter, se ensartó un condón y Yoly lo abrazó pegando su pecho a mis manos que cubrían las tetas de Yoly, besándose los dos y comenzó a atravesar el sexo de Yoly. Nos miramos Dexter y yo y comenzamos nuestra vaivén. Teníamos a Yoly ensartada entre los dos. Comenzó a gritar como una loca de psiquiátrico y envenenó a Dexter que gritaba aún más. Yoly se había venido primero y luego yo descargué mi leche en mi condón. No tardó Dexter en descargar y caimos al suelo los tres.

Ni me imaginaba que estaba follando a una chica, sino a un culo. En el suelo se lo dije:

— Igual te he hecho daño, disculpa me olvidé de que eras tú y solo pensaba en un culo.

— Pero ha sido fabuloso, ni me había imaginado nunca en mi vida algo como esto, —respondió.

Dexter estaba exhausto y le dije que nos faltaban cinco horas más. Abrió los ojos de pervertido y se levantó, se sacó el condón y estaba repleto de semen. Me lo mostró y le indiqué la papelera del baño, lo ató y le di el mío atado y los tiró los dos. Yoly pretendía tener algo conmigo y lo intentó comenzando con los besos que yo tolero, pero en un momento dado, le dije:

— Mira, Yoly, no voy a poder follarte por delante, me pondría enfermo, no puedo ver el coño chorreando y ese olor no me gusta. No es por ti, tú eres divina y fenomenal, pero no me insistas, por favor.

— Entonces te la voy a mamar hasta que te vengas sobre mí.

— Eso me va a gustar, Yoly.

No perdió la oportunidad, comenzó a mamarme la polla. No lo hacía mal, pero no controlaba bien los dientes y decidí quejarme cada vez que me mordiera. Estábamos allí en el suelo. Cuando llegó Dexter, me dio media vuelta, rodé la espalda en el suelo como un objeto y me tomó de mis piernas para echarse mis pies a sus hombros. Yoly se echó sobre mí para seguir chupando mi polla y grité:

— ¡No, ponte de lado, que apesta!

Se puso de lado, me disculpé y continuó chupándola mientras Dexter me estaba chupando, lamió mi ojete, hasta dilatarlo con sus dedos. Cuando Dexter decidió meter su polla en mi culo, empujé mis caderas para que me penetrara directamente y de una vez. Entonces sentí los espasmos y llegué a mi orgasmo rápidamente. No pudo Yoly abarcar mi esperma y eso que tragó algo, pero me cayó mucho sobre mi pubis y yo mismo lo recogía con mi dedo para alimentar mi gula.

No tardó Dexter en llegar al orgasmo. También por el charco me di cuenta que Yoly había llegado a su orgasmo y estaba con su cabeza sobre mi abdomen como totalmente rendida. Dexter me vino a besar y le dije que besara a Yoly dándome su polla para que la dejara limpia. Así lo hizo; mientras se besaban yo me comía la polla de Dexter con la mala intención de resucitarla y hacerle descargar su semen en mi boca. Lo conseguí y me consideré como un vencedor.

Nos pasamos a la cama para reposar mejor que en el suelo. Las dos camas estaban juntas formando una grande. Tiré las colchas a un sillón y nos tumbamos encima. No queríamos dormir, al menos de momento, por eso era necesario seguir con la marcha, porque descansar hasta el sueño nos llevaría de inmediato a olvidarnos del disfrute. Yoly estaba en medio de los dos, pero se había tumbado al contrario de nosotros y en diagonal. Se metió con su cabeza sobre mi pubis y comenzó a besar mi abdomen, mi pubis, mi polla, mis huevos… ¡waw!, pero como besa esta chica, parece que se te come y te llena de gusto y placer. Me dio un fuerte mordisco junto a la ingle que me hizo gritar. Fue justo en el momento en que dejó caer su concha sobre el pene de Dexter. Nosotros dos tumbados en paralelo y Yoly comiéndose mi polla a besos y mamadas al tiempo que ella misma se follaba con el pene de Dexter.

Un movimiento mío me hizo aproximar a Dexter e iniciamos un beso entre nosotros mientras Yoly trabajaba nuestras pollas a la vez con su boca la mía y con su coño la de Dexter. Así el tiempo transcurrió largo pero gozoso y delicioso. Y llegamos simultáneamente los tres al éxtasis del idilio y de ahí al orgasmo más procaz. Pero, cuando transcurrió el plazo y Yoly vino a tentarme, Dexter se sacó su condón y cuando iba a cerrarlo con un nudo se lo arrebaté para comerme como golosina su esperma. Ambos vinieron a la vez a mi boca para degustar de manjar tan insuperable.

Yoly se encontraba sobre mí y Dexter a mi lado. Entonces con voz lánguida, melosa y tentadora, dijo Yoly a mi oído tan próximo a Dexter que hasta lo escuchó:

— Carlo, por favor, esto es un ruego, fóllame, que yo he apostado con tus amigos que lo conseguiría; fóllame y discúlpame.

Me puse a llorar como un niño pensando que era imposible, que no iba a poder. Fue entonces cuando Dexter puso de espaldas a Yoly sacándola de sobre mí y me puso un profiláctico en mi polla. Me masturbó previamente y me colocó sobre Yoly. Dexter guió mi polla sobre el coño de Yoly, esta me abrazaba ardientemente y Dexter se puso a besarme y a decirme palabras groseras:

— Eres un cobarde, puto maricón de mierda; tienes a Yoly llorando por tu puta mierda, hijo de puta, maricón de tu padre, cobarde, miedoso de la patada, eres pura mierda, maricón, hijo de tu puta madre, poco hombre, eres un maraco, so marica, peor que un joto, marica de mierda, afrancesado, culero, culo de tu madre, concho, que eres un puticoncho…, con más palabras que ni me sé.

Me besaba Dexter mientras Yoly me abrazaba sollozando y me ardía el corazón y se contagió a mi polla que crecía y en mi cabeza tenía a a Dexter como si lo estuviera follando hasta que de nuevo entré en acción y, tras un rato de esfuerzos acalorados follando en el clítoris de Yoly, llegó un simultáneo orgasmo de ambos y nos quedamos abrazados; fue en ese momento cuando la besé amando, no como amiga, sino como amante. De la alegría Dexter se vino sobre nosotros y nos juntamos los tres en un abrazo y un beso a tres.

Entonces decidimos descansar en silencio. Yo lloraba en silencio, mis ojos trataban de lágrimas, Yoly se contagió de mis lágrimas y lloró fino. Dexter nos daba palabras consoladoras y simultáneamente lamía nuestras lágrimas. Solo sé que nos dormimos y poco tiempo después, Estaba yo pidiendo un desayuno completo para tres. Cuando llamaron a la puerta salí a recibir el carrito con todo lo que había pedido. Yo estaba desnudo, el camarero se disculpó. Entonces fui feliz, siempre me he consolado con el exhibicionismo.

Desayunando decidimos qué hacer y pensé que lo mejor era irnos a mi casa, que cada uno se pusiera una ropa abrigada de las que yo tenía en casa e irnos al campo y comer en un restaurante. Para repetir lo mismo la noche siguiente, pero en mi domicilio.

A partir de este momento, Dexter dejó su vivienda en alquiler y se vino a vivir a mi casa. Somos pareja y de vez en cuando Yoly viene a casa para desahogar sus penas conmigo y sus flujos con Dexter.

Para mí Yoly es una buena amiga, para Yoly yo soy su buen amigo y Dexter es el amante de Yoly y mi amante. Mientras ellos follan, yo los contemplo desnudo sentado en un sillón dispuesto al frente y me masturbo; luego nos contempla Yoly cuando Dexter y yo follamos, lo que hace Yoly conmigo es darme gusto mamando mi polla, ha aprendido a hacerlo muy bien, y otras veces ya me atrevo a masturbarla como a ella le gusta. Esto ocurre cada semana un par de veces que Yoly puede venir a estar conmigo, Dexter y yo tenemos sexo ordinariamente, pues vivimos juntos, como he dicho. Ahora ya no necesitamos ir al hotel, sino todo en casa o si vamos de viaje en hotel para tres. Siempre que nos coincide un sábado en el que Dexter descansa del trabajo o viajamos o pasamos viernes sábado y domingo los tres haciendo de las nuestras. De modo más breve cuando solo nos podemos juntar los tres en algunas noches para dormir juntos; las noches de los sábados ya se ha convertido en costumbre, por eso he mandado hacer una cama nueva.

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