Era una calurosa mañana de mediados de mayo, por lo menos más calurosa de lo normal para esa época del año. Las chicas aprovechaban para lucir las primeras faldas y camisetas de tirantes de la temporada.
Yo estaba en unos grandes almacenes acompañando a una ex novia mía. Era una cosa que hacíamos de novios y que a veces repetíamos de nuevo, en vez de ir a tomar un café, íbamos de tiendas. Entre ella y yo ya no había nada, solo una buena relación, había pasado ya el tiempo de que cayéramos en antiguos vicios. Aun así teníamos mucha confianza y a ella no le importaba que la viera medio desnuda, y a mí por supuesto tampoco, por lo que la acompañaba incluso a los probadores para darle mi opinión sobre tal o cualquier prenda, incluso ropa interior.
En esta ocasión estábamos de nuevo en los probadores de mujeres, ella había seleccionado unos cuantos bikinis y yo estaba justo delante del probador sentado en un taburete, era una estancia alargada con unos 10 probadores al lado derecho y unos cuantos taburetes individuales en el lado opuesto, junto a la pared. Mi ex estaba más o menos por el medio. Además de nosotros no había mucha más gente, alguna pareja más y un grupo de adolescentes que armaban mucho jaleo, pero aun así había muchos probadores libres.
Mientras esperaba para ver cómo le sentaba uno de los bikinis a mi ex, entró una pareja como cualquier otra, él con cara de no soportar ir de tiendas y cargado con pequeñas bolsas de papel, de esas que te dan en las tiendas de ropa, y ella, con el brazo cubierto de prendas, que imagino iba a probarse. Aun habiendo aún muchos probadores libres lejos unos de otros, la chica fue directa al probador que estaba justo a la izquierda del de mi ex. Su novio se sentó de inmediato en uno de los taburetes de enfrente y empezó a ojear su móvil. Ella cerró la cortina tras de sí, pero no sé si por lo cargada que iba, o por despiste, dejó el lateral derecho más abierto de lo normal.
Desde mi posición podía ver sin dificultad prácticamente toda la estancia del probador de la chica entre lo que se veía desde mi taburete y lo que se reflejaba en los espejos. La chica sin prestar atención empezó a despojarse de su ropa, primero de los pantalones, mostrando unas braguitas de esas que dejan medio culito al aire y luego de la camiseta sin mangas que llevaba, quedando en braguitas y sostén a juego, el conjunto no era especialmente sexy pero se veía elegante y le sentaba muy bien. Yo mientras tanto me deleitaba de la hermosa e inesperada escena que me ofrecía una chica desconocida en una mañana de primavera.
La chica tenía un culo especialmente bonito, acentuado por las braguitas que incluso parecían una talla más pequeña de la cuenta, el resto de cuerpo estaba moldeado, quizá hiciera algún deporte, me recordaba un poco al cuerpo de las bailarinas de ballet, al girarse pude verle también el sujetador por la parte delantera, los pechos también parecían bonitos, tirando a pequeños, el sujetador de estos sin relleno dejaban adivinar unos pezones también pequeñitos.
Al girarse y mostrarme la parte delantera también se dio cuenta de que yo la estaba observando con todo el descaro del mundo, sin disimular ni un poco a pesar de que su novio, todavía ocupado con el móvil, se encontraba justo a mi lado. Durante un instante ella me miró entre avergonzada y enfadada. Quizá lo normal habría sido apartar la mirada, como pidiendo disculpas, pero no sé porque aguanté la mirada de la chica como diciendo; venga sigue con el espectáculo. Llegado a ese punto yo esperaba que ella corriera la cortina y se acabara la exhibición. Para mi sorpresa, ella apartó la mirada y empezó a probarse distintas prendas, una falda, un top, pantalones cortos, camisetas. Lo hacía despacio, lanzándome miradas fugaces para verificar que yo no le quitaba la vista de encima. Mientras tanto mi ex, reclamaba de vez en cuando mi atención para mostrarme los bikinis que se iba probando, a cual más minúsculo. Ante semejante situación yo ya tenía media erección y la cosa iba en aumento, era una situación que me estaba poniendo realmente caliente.
En uno de los momentos, en que la chica me lanzó una de sus miradas fugaces mientras se quitaba unos de los pantalones cortos, yo aproveché para recolocarme la verga dentro del pantalón y acariciármela durante un segundo, ella lo contempló con los ojos como platos, pude ver como se ponía roja como un tomate y me dio la impresión de que sus pezones empezaban a marcarse más de la cuenta a través de su sujetador. Justo después, se puso de nuevo su ropa y salió disparada agarrando a su novio como un rayo en dirección a la tienda. Parecía que con mi último gesto me había pasado, fue bueno mientras duro, pensé para mis adentros.
Para mi sorpresa la joven pareja volvió a los probadores al minuto. Ella eligió el probador de antes y de nuevo dejó la cortinilla más abierta de lo normal, más abierta incluso que la vez anterior. La única diferencia es que ahora las prendas que había elegido para probarse eran todo bikinis.
Esta vez, se despojó de la ropa lentamente, mirándome directamente a los ojos. Yo verifiqué que el novio no levantaba la mirada de su móvil y con cierto disimulo introduje la mano en el bolsillo del pantalón para acariciarme la polla, aun así, a sus ojos era evidente que me estaba tocando la verga.
Una vez en braguitas y sujetador empezó a desnudarse del todo, primero las bragas, introduciendo los dedos pulgares por los costados del elástico e inclinando el cuerpo hacia delante, dejando su culo en pompa a la vista, en una posición de total vulnerabilidad. En esta posición se veían una caderas anchas y un culo perfectamente redondo, uno de los mejores que he visto en mi vida. Luego girándose de nuevo hacia mi y poniendo sus manos detrás de la espalda, desabrochó su sujetador, todo muy despacio, consciente de que se estaba desnudando para un extraño, primero un tirante y luego el otro para dejar caer al suelo el sostén y mostrarme unos pequeños pezones rosados totalmente en punta, que no podían esconder su excitación.
Permaneció unos totalmente desnuda delante mis, sin importar que el novio estuviera a un metro o que alguien más pasara por casualidad por delante de su probador. Yo me deleité recorriendo con mi mirada cada centímetro de su cuerpo de arriba a abajo, su cuello, sus hombros, sus pequeños y excitados pechos, su ombligo, su cadera, su monte de venus con un vello corto y cuidado y sus labios vaginales que se veían inflados y brillantes por la humedad de su excitación. Luego sus muslos, que se veían fuertes, sus rodilla y sus pequeños pies. Tenía un cuerpo realmente bonito, bien proporcionado. Yo estaba como loco, me dolía la polla de lo dura que la tenía. Su cara también reflejaba que estaba perdiendo el control, con la boca entreabierta, como respirando pesadamente.
En aquel momento no sabría decir quién estaba más excitado, ella o yo.
De pronto, su novio preguntó que si le faltaba mucho y empezó a quejarse de que llevaban toda la mañana por ahí, eso hizo que ella recobrara la cordura y comenzara a probarse los bikinis, poniéndose y quitándose las distintas prendas a un ritmo más normal, eso sí, mostrándome todo lo que podía mostrarme desde su probador.
Por mi parte mi ex ya estaba acabando de probarse las prendas y se aproximaba el momento en el que, muy a mi pesar, tendría que dejar aquel probador con una erección de caballo. ¡Piensa!, me dije a mi mismo, esta ocasión no se puede dejar escapar. Abrí mi mochila, cogí un lápiz que llevaba dentro, una etiqueta que había por el suelo y escribí mi número de teléfono.
Aprovechando una de las últimas miradas que me lanzó, le hice ver que tenía un papel en la mano y que lo introducía en una de las bolsas que su novio había dejado en el suelo, ella puso cara de estupefacción, como diciendo que esto era ir demasiado lejos.
Acto seguido mi ex salió del probador y abandonamos el centro comercial.
Pasaron los días y no obtuve respuesta en mi teléfono, así que pensé que simplemente ella había tirado el papel o peor aún, que el novio lo había descubierto.
Pero a los diez días me llegó el siguiente mensaje?
‘Hola, eres tú? Soy la chica del probador’.
Continuará…