Todas las muertes causan conmoción en su entorno. Incluso aquellos occisos que en vida supieron ser solitarios y antisociales, a la hora de su partida causan, aunque sea, un revuelo efímero a su alrededor. Pero cuando la muerte le llega a una persona joven, y para colmo esa persona es especialmente querida por sus iguales, el fallecimiento marca un antes y un después en la vida de quienes la conocieron de cerca.
Esta vez la muerta fue una estudiante de contabilidad que se llamaba Micaela, y para darle más dramatismo al trágico suceso, resultó que fue ella misma quien se quitó la vida.
Yo la conocía, pues era su profesor.
Tengo treinta años, y por eso, supongo, mantengo una buena relación con el alumnado de la universidad. Es que no fue hace tanto que yo era un adolescente dando mis primeros pasos académicos, como ellos, y eso me permite conectarme fácilmente con los chicos.
Micaela pertenecía a un grupo de chicos que recién empezaba la carrera en la facultad de economía. Debían cursar contabilidad básica, y ahí era donde yo aparecía en sus vidas.
Recuerdo que Micaela se sentaba en el fondo, junto a otros cuatro o cinco pibes que eran sus amigos. Uno de ellos salía con ella y se notaba que estaban enamorados.
De Micaela me llamó la atención su aspecto infantil. Solía usar trenzas, sus dientes estaban adornados por unos brackets y tenía la mirada insegura de una nena pequeña. Usaba una llamativa cartuchera de Barbie, donde guardaba un montón de fibras y lápices de colores que resultaban inútiles en la universidad. Aun así se podía entrever en su cuerpo delgado pero sinuoso que se estaba convirtiendo en una mujer, y la sensualidad de ese cuerpo esbelto, que contrastaba violentamente con esa primera imagen infantil seguramente causaba una fuerte impresión en los hombres.
Al principio había pasado casi desapercibida, pero de a poco fue venciendo su timidez y comenzó a participar en las clases, cosa que, como profesor, me alegró.
A todos les tomó por sorpresa su intempestivo final. Julián, su noviecito, estaba destrozado. Tanto es así que temí que él mismo siguiera el camino de su amada.
Lo vi en el velorio, pegado al ataúd abierto de Micaela, llorando desconsoladamente.
El cuatrimestre había llegado a su fin y en ese tiempo me hice muy cercano a la mayoría de los alumnos. Con varios me escribía de manera regular y Julián era uno de ellos. No había mucho que pudiese hacer por él, sólo atiné a abrazarlo.
Después de saludar a los padres destruidos y de consolar a algunas de las amigas de Micaela, fui a buscar a Julián, quien había salido, ya que sabía que aparte de los progenitores de Mica, era el que más sufría. Supuse que estaría confundido, sin siquiera saber por qué la chica que hasta hace unos días lo abrazaba y lo besaba, había decidido dejarlo solo. Pero estaba equivocado.
Julián estaba sentado en la vereda de la casa mortuoria. Lo habían dejado sólo, respetando su sufrimiento. Aun así me acerqué a él. Me había dado la impresión de que el abrazo que le había dado anteriormente lo consoló, aunque sea un poco, así que me puse en cuclillas a su lado.
—No sé cuál es el sentimiento más fuerte. —Dijo, susurrando, como para dejar en claro que sólo hablaba conmigo.— siento tanta tristeza como bronca.
Supuse que cuando hablaba de bronca se refería a que su novia lo dejó de la peor manera posible, de un día para otro, o quizá se debía a que estaba enojado consigo mismo por no haber advertido nada. Aun así, me guardé mis suposiciones y le pregunté.
—Bronca ¿Por qué?
Julián hizo un silencio calculado, como queriendo dar dramatismo a la situación, como si ya no fuese lo suficientemente dramática.
—Mica tenía otra cara. —Dijo al fin.
—¿qué?
—Eso… tenía otra cara. —se limpió los mocos que se le salían de la nariz con el puño de su camisa, y siguió diciendo.— conmigo era la novia perfecta: dulce, cariñosa, detallista, compañera… —De repente paró de hablar y estalló en una carcajada. Los que estaban afuera de la casa velatoria lo miraron con asombro, pero enseguida se enfrascaron en su propio dolor, habrán pensado que después de todo, cada quien expresaba su sufrimiento como podía.— Pero tenía otra cara. —repitió Julián, controlando su risa.— Yo no le alcanzaba. Yo no le alcanzaba.
—Julián. —le dije, apoyando mi mano en su hombro.— Si querés contarme algo, acá estoy.
Él pareció no escucharme, sin embargo, no necesitó que yo lo instara a hablar para que se decida a contarme.
—Y pensar que era tan linda, tan pura… o eso me parecía. ¿Sabe que era lo que más me gustaba de ella, profe? Su ternura. Parecía incapaz de lastimar a nadie. Además era tan linda. ¿Sabe que tardé en darme cuenta de que tenía ojos verdes? Un día estábamos hablando, uno muy cerca del otro, y ahí recién me di cuenta de sus ojos. Creo que ahí empecé a enamorarme, después no pude dejar de pensar en ella. —Se tapó la cara y rompió a llorar.
—Mirá Juli, lo que sea que haya hecho Mica que te decepcionó, ahora sólo tenés que recordar las cosas buenas. Mica era una chica buena, con sueños y deseos, no la juzgues por nada, y menos ahora…
—Es que todo lo que vivimos fue una mentira.
No estaba seguro de si era buena idea indagar más, pero como el chico se estaba sincerando conmigo supuse que quería que le pregunte más detalladamente sobre aquello que le estaba destruyendo el cerebro.
—¿Y por qué decís que tenía otra cara?
Como única respuesta Julián abrió el morral que colgaba de su hombro, y sacó un cuaderno. Tenía la tapa blanca, pero estaba lleno de dibujos de corazones rosados.
—Su diario. —dijo Julián.
—¿Qué?
—El diario íntimo de Micaela. —Susurró.
_¿Pero qué hacés con eso? —pregunté exaltado. Presentía que nada bueno podía salir de esa situación.
—¿Qué importa? Es su diario.
—¿Lo leíste? —pregunté. Él deslizó una media sonrisa carente de gracia.
Abrió el diario, y me mostró una página, la cual leyó en voz baja:
30 de Julio del 2017
Julián es un amor, ayer me regaló un ramo de flores. No fueron tanto las flores lo que me gustaron, sino el hecho de que me las diera en la facultad, delante de todos, sin importarle que lo traten de cursi, o cosas así. A veces me da miedo sentir tanta felicidad. Tengo miedo de que se aburra de mí, o de cagarla.
—Pero Juli, es muy lindo lo que dice de vos.
Julián me miró como si fuese un estúpido.
—Sí, muy lindo. —hojeó un par de hojas hacia adelante y me leyó otro párrafo.
12 de agosto del 2017
Me encanta la universidad, pero también me estresa mucho. Por suerte los profesores son bastante buenos. Principalmente el profe de contabilidad. Es como un profesor, un amigo y un padre al mismo tiempo. Hay varias chicas que están enamoradas de él.
A Julián cada día lo amo más. Pensé que iba a ser complicado compartir las clases con él, pero se lleva súper bien con mis amigos
—Pero Julián, no entiendo…
—Pensé que iba a ser buena idea llevarme este diario, pero no estoy seguro profe.
—Si leíste algo que te lastimó es mejor que te deshagas de él. Vos sabés lo que viviste con Mica, no tenés que aferrarte a un par de palabras que escribió quien sabe en qué estado.
—¿Y si las palabras dicen esto? Julián adelantó esta vez unas cuantas hojas, hasta que encontró lo que quería mostrarme.
14 de noviembre de 2017
Julián es ternura, el otro es pasión. Julián me acompaña, el otro me somete. Julián me hace sentir una princesa, el otro me hace sentir una puta regalada. Julián me desviste con dulzura, el otro me arranca la ropa y me revuelca en la cama. Julián me quiere solo para él, el otro me propuso hacer un trío. Julián nunca haría algo para lastimarme, el otro hiere mi cuerpo y mi alma todo el tiempo. Julián es tan inocente que nunca sospecharía las cosas que hago a sus espaldas, el otro me obliga a hacer cosas que nunca imaginé, y me gusta.
Nunca me sentí tan culpable y contrariada. ¿Se puede amar a dos personas al mismo tiempo?
El diario de Micaela temblaba en las manos de Julián.
—Dejá eso Julián. Haceme caso, yo sé lo que te digo. Te estás torturando al pedo. Si Micaela se sintió confundida durante un tiempo ¿qué? Vos sabés que te amaba. No seas tonto. Dame ese diario. Yo me voy a deshacer de él.
A regañadientes Julián me lo entregó.
—De todas formas ya leí todo. Lo que más detesto es que nunca voy a saber quién era ese hijo de puta. Por culpa de él se mató Mica.
—¿Por qué lo decís?
—Siga leyendo profe.
Una vez que terminó el velorio me fui a casa. Debo admitir que se despertó cierto morbo en mí. Pero dejé el diario de Micaela de lado, para leerlo a la noche, después de cenar.
Recordé que el último pasaje del libro que me mostró Julián fue de mediados de noviembre, por lo que decidí leer lo que escribió entre agosto, septiembre, y octubre para encontrar los indicios en donde Micaela comenzaba a tentarse con la infidelidad. La mayoría de las cosas que ponía eran puras banalidades. Pero por fin encontré algo de mi interés.
21 de septiembre del 2017
Dicen que con la primavera nos volvemos más enamoradizas. ¡Y es cierto! Yo ya tengo mi amor, pero ahora estoy sintiendo cosas por otro. Es que es tan maduro, tan inteligente, tan lindo. Cuando me habla delante de todos me hace sentir que estamos los dos solos.
Sé que no está mal sentir esto. Todo el mundo mira a otras personas mientras están en pareja. Pero me da un poco de miedo, aunque no sé por qué.
Así que fue al inicio de la primavera cuando Mica comenzó a pervertirse. Recordé su pelo castaño peinado con trenzas, su cartuchera de Barbie, con la que se esforzaba por aferrarse a una niñez que había desaparecido hace mucho. Me dio mucha tristeza, y al recordar el sufrimiento de Julián ya no pude más y me largué a llorar.
Cuando me sequé las lágrimas seguí hurgando en la vida íntima de la pobre difunta.
27 de septiembre del 2017
¡Me habló! no lo puedo creer pero me mandó un mensaje a la noche y estuvimos conversando dos horas. Y pensar que hace unos días empecé a fantasear con él. Y mientras hablaba con él, también hablaba con Juli, no vaya a ser cosa que me viera conectada y sospechara algo raro.
Me siento mal por hacer esto, pero sólo hablamos. ¡Es tan lindo!
02 de octubre del 2017
Me dijo que soy hermosa. Yo ya sospechaba que tenía onda conmigo. ¡Es todo tan raro! Ahora lo miro y es todo diferente. Porque cuando cruzamos nuestras miradas sabemos que somos cómplices en nuestras fantasías. Yo no le devolví el halago, pero él sabe que me gusta, no tiene treinta años al pedo.
07 de octubre del 2017
Me puso una trampa y caí. Me dijo que vaya al estacionamiento. Él sabe que llego temprano a la facultad para guardar el lugar a mis amigos. Me dijo que me tenía que dar algo. Me metí en el auto. Me puse nerviosa, como cuando era nena y estaban a punto de darme mi primer beso. Él me abrazó. Yo traté de frenarlo, pero por un lado, tenía mucha fuerza, y por otro, en realidad quería que lo haga. Le corrí la cara una vez, dos veces, y a la tercera me comió la boca. Besa bien, y sabe dónde tocar.
Ahora soy oficialmente infiel. Pobre Juli.
“Estos adolescentes” pensé yo, leyendo las confesiones de Mica. Me compadecí nuevamente de Julián. Habría de ser muy duro leer algo como eso.
Seguí con la lectura, esperando encontrar el inevitable pasaje que describa su arrepentimiento, y no tardé en encontrarlo.
08 de octubre
Está mal lo que hice. Juli no se merece esto. Al otro le mandé un mensaje diciéndole que no se podía repetir lo que pasó. Lloré toda la noche. Nunca lloré tanto.
Sin embargo, su sentimiento de culpa no le sirvió para apartarse del sendero equivocado. La carne es débil.
11 de octubre del 2017
Fui caminando hasta tu casa, sintiéndome desnuda. En la plaza los chicos jugaban a darse besos y yo iba con mi corazón acelerado para saborear tus labios prohibidos, para beber tu esencia maldita. Me maldije mil veces por mi decisión traicionera, pero mis piernas no retrocedían, mi cuerpo quería ir a tu encuentro. Borré el recuerdo de mi amor por unas horas. Ahora solo estabas vos, mi amo.
Me trataste con brusquedad. La caballerosidad de príncipe azul que había inventado en mi cabeza nunca existió. Recorriste mi cuerpo con impaciencia, me susurraste bajezas al oído, me poseíste como un animal, me embriagaste con tu virilidad egoísta. Y todo eso me gustó. Me hice adicta a vos.
Leer esos párrafos en primera persona me causó la sensación de que esas líneas iban dirigidas a mí, cosa que me revolvió el estómago.
¡Qué terrible somos los hombres! A veces, sólo preocupados por satisfacer nuestros deseos, no reparamos en el mal que podemos estar haciendo.
Seguí leyendo un rato más, sintiéndome cada vez peor, hasta que encontré lo que buscaba.
29 de noviembre del 2017
No logro que salgan las lágrimas mientras escribo estas líneas. Será que ya derramé muchas. Siempre fue sincero con sus fantasías perversas, pero nunca pensé que las llevaría a cabo sin mi consentimiento. Ya le dije que no quería hacerlo con nadie más. Sólo el hecho de estar con él y con Juli era demasiado para mí. Pero a él no le importó. A él no le importo.
Me tapó los ojos con una venda. Me ató las manos. No era la primera vez que lo hacía. Le gustaba verme así, indefensa. Pero esta vez sentí otras manos frías acariciando mi cuerpo. Y luego otras, y otras.
Y pensar que en mi vida sólo estuve con dos hombres. Y ahora no estoy segura de con cuántos estuve, ni quiénes eran. No soporto lo que me hizo ¿Por qué no pude hacer que me ame?
No pude evitar que la culpa inundara mi alma. Pobre Mica, tan volátil, tan insegura, tan manipulable.
Recordé la primera vez que le escribí, sólo para ir tanteándola. Terminamos hablando largo y tendido durante horas. Desde ese momento supe que iba a ser una buena sumisa.
La usé para saciar mis más bajos instintos. Ella siempre se mostraba culpable o arrepentida, pero pronto acudía a mis nuevas exigencias.
Pero pensé que era más fuerte ¡Qué decepción! Quitarse la vida por haber hecho algo de lo que luego se arrepintió. Porque yo no la obligué a nada. Ella participó del juego sabiendo lo que venía. Sus negativas sólo eran parte de ese juego. Qué bella estaba esa noche, desnuda, bañada con el semen de mis amigos. Pobrecita, y pobre Julián que se tuvo que enterar de todo. Por suerte mi nombre no aparece en el diario. Ahora solo tengo que deshacerme de él.
Fin.