Su sonrisa es lo que más seducía. Pero lo que realmente deseaba era llevarla al paraíso. Había disfrutado con ella. Me había excitado. Me había hecho explotar en un gran orgasmo. Pero quería escucharla gemir y jadear al máximo. Y tenía razón con que esto no había terminado.
Desde donde estaba tumbado a su lado empecé a acariciarla. Muy suave. Con las yemas de los dedos. Por todo su cuerpo. Hasta detenerme en sus pechos. Los empecé a amasar. A acariciar sus pezones. Para luego acercar mis labios y besarlos. Chuparlos. Tirando de ellos con mis labios. Pasarles la punta de la lengua muy rápido. Hasta conseguir que se pusieran de nuevo muy duros. Para seguir besando su abdomen. Descendiendo. Poco a poco. Separando sus piernas. Para llegar a su coño. Besarlo. Fugazmente. Besar la parte interna de sus muslos. Recorriendo sus piernas hacia abajo.
– A dónde vas? Me preguntó Paula.
– Espera no seas impaciente. Le dije riéndome.
Fui subiendo de nuevo pierna arriba pasando mi lengua y alternando besos. Hasta plantarme con un beso repentino en su coño. Suspiró. Le cogí de sorpresa.
– Sí ahí me gusta, me dijo.
Le pasé entonces mi lengua de abajo a arriba. Con toda su superficie.
– Sííí. Suspiró
Mmmm…
Me agarré a sus muslos. Los sujeté. Y metí mi cabeza entre ellos. Me zambullí a deleitarme con su sabroso tesoro. Lamí su mojado coño. Sus labios. Metí mi lengua en él. Todo lo que pude. Para luego buscar y entretenerme en su clítoris. Hice círculos con mi lengua sobre él.
Ella empezaba a gemir. A retorcerse en la cama. Pasaba la punta de mi lengua sobre él. Lento al principio. De abajo a arriba. Hacia abajo de nuevo. Para luego hacerlo de lado a lado. Deprisa.
Oyendo como sus gemidos se intensificaban. Se convertían en jadeos más altos.
– Dios sigue Carlos. No pares sííí. Mmmm.
Noté sus manos en mi cabeza. Como me llevaba contra su pubis. Como levantaba sus caderas.
Apretaba mi lengua contra su botón del placer. Cada vez mas deprisa
Me incorpore un momento para verla. Quería contemplarla en ese momento.
– No pares por Dios!! Ahora no!!
– Jajaja. No pude evitar que se escapara la risa
– Ven sigue. Va sigue
Y me volví a sumergir con mis labios es su palpitante coño.
La devoré como un loco. Aferrado con una mano a su pierna. Moviendo mi lengua rápido de lado a lado. Metiéndole ahora dos dedos masturbándola. Chupando. Lamiendo. Gemía. Jadeaba. Hasta que sentí como arqueaba su cuerpo. Con tal fuerza que elevaba también mi cabeza. Se agarró a las sábanas y explotó. Se corrió con un gran chillido que fue la culminación de todos sus jadeos. Hasta dejarse caer en la cama. Ya más relajada.
Me incorporé con mis labios llenos de sus jugos. La contemplé. La grabé en mi memoria así. Llena de excitación. Con las areolas de sus pezones contraídas del orgasmo. Me acerqué a besarla. Fue un beso fugaz. Para luego besar sus duros pezones. Y ponerme a su lado.
– Porque espero que esto no haya terminado. Le dije riendo.
Ireneta.
Se quedó en la cama tumbada todavía recuperándose del orgasmo, yo me quedé de rodillas delante de ella con una erección tremenda.
– Mira cómo me tienes, me va a reventar.
– Quieres más de esto?
Tumbada en la cama se empezó a apretar los pechos con las dos manos mientras se mordía el labio y me miraba a los ojos.
– Claro.
Fui a acercarme a ella y con un pie en mi pecho me paró en seco dejándome donde estaba de rodillas.
– También quieres de esto?
– Estas jugando con fuego, me estas poniendo malísimo.
Fue deslizando su mano por su cuerpo hasta llegar a su coño, separó sus piernas, empezó a masturbarse, a gemir descaradamente y a llevarse sus dedos a la boca mientras me miraba con una sonrisa.
Se arrodilló delante de mí también, me besó en los labios, bajó, se metió mi polla en la boca y empezó a chupármela con ansia.
– Para, sube y date la vuelta.
Obedeció inmediatamente, la pegué todo lo que pude a mi cuerpo, con una mano amasaba sus pechos y con la otra la cogí por el cuello levantando su cabeza para besar su cuello y susurrar en su oído, restregaba mi polla por su culo sin metérsela.
– Te dije que te quemarías.
Con mi mano en su espalda la ayudé a ponerse a cuatro patas e inmediatamente se la metí con fuerza, haciendo que ella gritara con cada penetración y agarrara las sábanas con fuerza. Una de mis manos la agarraba por la cadera y la otra acariciaba su espalda.
– Vas bien?.- Le pregunté pues estaba siendo algo bruto y no quería hacerle daño.
– Sí… Genial, no pares…
Pude notar como ella me acompañaba con sus movimientos intentando pegar su culo contra mí con fuerza.
JulioG
Aproveché y le eché saliva en su culo. Le deje caer una poca para lubricarlo. Y fui metiéndole un dedo.
– Qué tal? Te gusta?
– Mmmm sííí sigue
Fui haciendo círculos en su culito. Esto me estaba gustando. Me excitaba. Y probé de meterle dos dedos. Despacio. Con cuidado. Poco a poco.
– Va bien así?
– Sííí dale. Sííí
Fui haciéndole un mete saca con mis dedos hasta que consideré que ya le había dilatado su culito. Entonces se la saqué. Puse mi polla en su ano y fui empujando despacio. Con cuidado. Metí mi glande.
– Bien?
– Mmmmm. Fue toda la respuesta de Paula.
Fui metiéndosela poco a poco. Con tiento.
Paula iba sintiendo ese calor interno mezcla entre dolor y placer. Mientras iba acomodándose a mis movimientos. Casi a cámara lenta. Hasta que el dolor va desapareciendo incrementándose el placer.
Me fui moviendo más rápido. Empujaba ahora con más ímpetu. Siempre con cuidado de no metérsela hasta el fondo.
– Dime si la quieres toda.
– Si prueba. Venga.
Y así lo hice. Me clave hasta dentro de su culo despacio. Pero metiéndosela toda. Hasta que vi que me aceptaba bien. Entonces ya sabía que todo iría bien…
Ireneta.
Con una de mis manos me puse a acariciar su clítoris con movimientos circulares, ella se retorcía entre el placer. Gemía descontrolada hasta que soltó un tremendo grito y sus brazos se debilitaron con el orgasmo.
– Córrete fuera…- suspiró.
Estaba a punto, la saqué y masturbándome me corrí en su culo y en su espalda. Se dejó caer rendida boca abajo en la cama, me tumbé a su lado, la besé en el hombro y esperamos tumbados juntos hasta que nos recuperamos un poco. Se incorporó un poco y me besó muy dulcemente.
– Ha estado genial, te vienes conmigo a la ducha?
– Claro preciosa, será un placer.
Julio G.
Paula se adelantó para ir a la ducha.
Al poco la seguí yo hacia el baño
Ella ya se estaba enjabonando. Al abrir la mampara paró de extenderse el jabón.
– Me dejas que siga yo? Le dije.
– Bien. Sí.
Me puse gel en las manos y se lo fui extendiendo. Era un gusto poder deslizar de nuevo mis manos por su piel. Mis manos se recrearon recorriendo su cuerpo. El ambiente olía al gel de romero. No pude evitar el volver a chupar sus pezones. Volvían a estar duros. Fui succionándolos según iba amasando sus pechos. Se habían convertido en mi debilidad. Los tenía preciosos. Y me encantaba vérselos cuando endurecían sus pezones. Subí mi rostro y nos besamos. Fue de nuevo intenso. Profundo. Húmedo. Nuestras lenguas jugaban otra vez. Mientras nuestras manos seguían extendiendo espuma por nuestros cuerpos. Acariciándonos. Tocándonos. Hasta escaparse hasta nuestros sexos. Provocándonos. Haciendo que nuestros cuerpos subieran de excitación. Me gustaba sentir su mano en mi pene. Ese contacto me volvía loco. Conseguía mi máxima calentura. Yo intentaba conseguir lo mismo con mis dedos en su sexo.
Se deslizaban fácil por su pubis. Enseguida los introduje en su vagina provocándole un agudo gemido. Instintivamente estranguló mi polla con su mano. Fui metiéndolos despacio. Nuestro deseo había sido colmado con anterioridad pero no podíamos dejar de darnos placer mutuamente. Paula seguía sobando mi miembro lleno de espuma. La sensación era muy placentera. Mucho. Quise colmarla de gozo acariciando su clítoris según sentía su mano deslizarse arriba y abajo sobre el tallo de mi polla. Nos estábamos masturbando cada vez con más intensidad
– Date la vuelta. Le pedí.
No lo dudó.
La agarre de las caderas según se apoyaba en la grifería. Se la metí desde atrás sin dudarlo. Y le iba empujando cada vez más fuerte tocándole su clítoris intensamente. Me clavaba en ella con muchas ganas oyendo sus gemidos cada vez más altos. Jadeos intensos. Hasta que se tensó. Chilló mi nombre y se convulsión estallando como un volcán. Provocando que me derramara dentro de ella. Dándome muchísimo placer.
– Dios Paula. Eres sensacional. Le susurré al oído. Me encantas.
Nos dejamos escurrir todo el jabón bajo el agua. Abrazados. Besándonos.
Nos secamos el uno al otro. Con miradas cómplices. Satisfechos.
– Te quedas conmigo esta noche?
– Mmmmm pues no sé… Claro preciosa. Como me voy a marchar pidiéndomelo así.
Ireneta.
Me quedé a dormir con ella, alucinado con la pedazo de mujer que estaba compartiendo cama. Por la mañana me desperté pronto, tenía que volver a mi hotel a cambiarme de ropa, pues teníamos que volver al congreso por unas horas antes de coger el avión.
Antes de irme la desperté entre besos.
– Buenos días guapa. Tengo que irme a mi hotel a cambiarme antes de volver al congreso.
– Buenos días, he dormido genial. Por qué será?
– Nos vemos en un ratito vale?
– Es temprano todavía, espera un poco.
Se puso encima de mí besándome sin dejarme contestar, apretando sus pechos contra mi cuerpo. Evidentemente enseguida se me puso dura, preparada para ella. Apoyó sus manos en mi pecho y metiéndosela empezó a cabalgarme, con los ojos cerrados, alternando entre movimientos suaves y bruscos, yo puse mis manos en sus caderas, acompañando sus movimientos con mis caderas, disfrutando de la imagen. Se acarició el clítoris al mismo tiempo que me follaba, corriéndonos a los pocos minutos casi al mismo tiempo. Se dejó caer sobre mi cuerpo, con mi polla todavía dentro de ella y me besó.
– Así se empieza mejor el día, no crees?- Me susurró.
– Cierto…
– Ya puedes irte cuando quieras jeje.
Pasé al baño para vestirme, Paula me besó despidiéndose de mí y se metió en la ducha.
– Te veo en un rato guapa.
– Hasta ahora.
Salí de la habitación como en una nube, me subí a mi coche y me fui a mi hotel.
Ya en mi habitación me duché y me arreglé corriendo, ya que llegaba tarde. Para cuando terminé y salía de mi habitación, miré mi móvil, había mil llamadas perdidas y mensajes de mis compañeros que pensaban que me había quedado dormido, pero a mí solo me interesó uno, el de Paula.
– Gracias por una noche espectacular, lo he pasado genial. Espero que algún día volvamos a coincidir y repitamos. Besos.
– Lo mismo digo guapa, ha sido increíble. Estoy seguro de que no me podré olvidar de ti.
En el congreso nos volvíamos a ver y actuamos con total normalidad como si nada hubiera pasado entre los dos de cara a los demás, con miradas de furtivas de puro morbo.
– Al final vendrás conmigo esta tarde?
– No, muchas gracias, al final volveré con mis compañeras. Tienes mi número de teléfono, vamos hablando vale?
– Está bien, como quieras. Vamos hablando.
Nos despedimos con dos besos y cada cual volvió a su grupo de trabajo.