Al día siguiente de tener sexo con mi madre, la sensación de vacío en el estómago era de lo más extraña, no quería bajar a tomar el desayuno, pero un grito de ella, fue como balde de agua helada, rápidamente me vestí y acudí al fuerte llamado, cuando la mire, el sentimiento de vergüenza y miedo me invadió con más ímpetu, pero una sonrisa de ella, me animó y observando mi estado de ánimo, me tomo de la mano, me dio un beso cariñoso en la mejilla y me invito a tomar asiento.
Tome los alimentos en silencio sin mirarla a los ojos, ella tampoco dijo nada y solamente se limitaba a acercarme la comida. Salí a la calle y en el bus recordé los momentos memorables que había tenido con ella la noche anterior, como se metió a la ducha conmigo, mi verga tiesa tocando sus nalgas tersas y duras, su cuerpo desnudo, mojado y cerca de mí, pero sobre todo la forma en que mi pene se le fue al fondo de su vagina, la forma como disfruto la cogida que tuvimos y mi primera eyaculación dentro del cuerpo que me dio vida, era algo difícil de explicar, ahora veintitantos años después lo sigo recordando con esa fuerza y me excita.
La jornada en la Universidad pasó sin sentirla, no presté atención a los profesores, ni me di cuenta que era la hora de salida hasta que empezaron a salir mi compañeros, me pasé la mañana oliendo mis manos que rezumaban el suave aroma del sexo de mi madre.
En casa, con temor vi el reloj que marcaba la hora en que ella llegaría, que iba a pasar, otra vez como la veo a la cara, quiero volverla a penetrar pero no sé cómo decirle vamos.
Entro radiante y hermosa, con el pelo suelto, un vestido entallado pero no justo, sin medias y con unas sandalias, pregunta si estoy en casa, al saber que si pregunta si comí algo, lo intente pero mi estómago está lleno de mariposas y no pude tragar nada más que agua gasificada, atisbo a la cocina y miro su trasero, esta de espaldas a mi temblando me acerco sigilosamente y la tomo del talle, no voltea pero se acerca a mí, ya tengo la erección lista, se la repego a las nalgas y ella se mueve dándome un placer rico, voluptuosa en sus movimiento, me ofrece la nuca, que yo le beso apartando su pelo, paso mis manos de los hombros a los senos y la tela me deja sentir sus pezones duros y grandes, no trae brassiere, le desabotono el vestido por el frente y la acaricio, siento su piel tersa y nuevamente su aroma, que me acompañó durante horas, da vuelta y nos besamos con fuerza, pero después me empieza a guiar, me dice “más suave”, toma mi labio superior con los tuyos y pasa la punta de la lengua apenas rozando, me jala la cabeza a su cuello y sus quejidos me van dando el ritmo a seguir, se nos olvida la comida, y besándonos y tocándonos vamos a mi cama, le quito el vestido, contemplo sus pechos que me amamantaron cuando niño y que ahora me dan placer de adulto, prohibido placer en el que nos sumergimos, se quita las bragas y las arroja lejos me mira a los ojos profundamente y me atrae, pretendo metérsela de un movimiento, mi ansiedad es evidente, lo toma y lo acomoda donde debe ser, esta tan mojada que entra solo sin esfuerzo, otra vez estoy dentro de ella y ella me tiene aprisionado con brazos piernas y vagina, me susurra al oído "no termines, espera un poco", puja, gime, respira agitadamente, "está cerca, ya casi" "ooooh, así, así, ahí, eso es" me aprieta más fuerte y me muerde suavemente la lengua, creo que para no gritar, siento su cuerpo sudoroso y cálido, una contracción me indica, que no puedo esperar, se lo digo y solo dice "venga", las contracciones se suceden una a una, mi semen se deposita dentro de ella, que se arquea y retuerce, seguimos así hasta que quedo flácido y sin fuerzas, ella también esta flácida, los dos felices.
Guardo silencio, ella lo rompe, "esto no debe pasar, somos madre e hijo", pero nos gusta a los dos exclamo, "si pero debe ser con otra mujer, no conmigo, además es pecado", "y si alguien se entera…?", prometo no contarle a nadie, ella se queda pensativa, yo al lado suyo, empiezo a tener otra erección, "¿todavía quieres más?", la abrazo y no me rechaza la beso como a ella le gusta y entramos en calor nuevamente, esta vez, sus manos me llevan a la entrada de su gruta de placer, húmeda, tibia y olorosa, hago como si besara su boca, gime, "así es, así es" dice, le introduzco la lengua y me entero del sabor del sexo, agridulce con un aroma único, me jala la cabeza, casi me ahoga, pero aguanto, grita, es un grito fuerte hacia adentro, un ahhhhh, profundo, se repite tres veces, no más de cinco veces, toco sus brazos duros, sus piernas haciendo fuerza hacia adentro, me duele el cuello cuando me suelta, "y te toca a ti", me acuesta sobre la espalda y se sube a horcajadas, lentamente se introduce mi miembro y llena se mueve hacia adelanta y hacia atrás, suavemente al principio, con furia después, toma mis manos y las lleva hacia sus pechos, los agarro con fuerza, otro grito igual de profundo y ronco, siento que algo me moja, será mi semen, no es su jugo, y termino dentro de mi madre, nos damos placer sin condiciones.
Se baja se acuesta junto a mí y acordamos un pacto de silencio, si alguien se entera, tendremos una problema. En esa época de inicio incestuoso, el sexo era frecuente todos los días de la semana y en ocasiones hasta dos veces al día, aprovechábamos todo tiempo y lugar en que estábamos solos, o provocábamos estarlo.