Rosa, era el color de sus labios
los de arriba y los de abajo,
también lo era de su tanga,
pequeño, minúsculo.
Sólo asomaba por detrás, un poco al agacharse,
nada propio de alguien tan joven,
tan fresca, lan limpia,
tan dulce, y sobre todo,
con tanto olor a virginidad.
Aún recuerdo ese olor al pasar a mi lado,
olor a recién florecida,
y cómo la deseaba yo.
Deseaba sus piernas, su mirada,
deseaba su aroma, deseaba sus manos en mi cabeza,
y mi cabeza entre sus piernas.
Ahí me dí cuenta, mirando aquella hasta ahora amiga,
que era lesbiana, sí, era y soy lesbiana.
Yo sólo quería comerla, comerme todo lo que ella tenía.
Quería beber, ver ese grifo abierto sobre mi boca.
Abrir ese culo, ese hilo de tanga mojada romperla por dentro,
ese orificio pequeño y cerrado,
quería mi lengua ahí.
Por favor, vamos a masturbarnos.
Penetrame con tus dedos, con tu lengua,
con cualquier cosa,
pero violameme.
Y acaba en mi cara, abre ese grifo,
me da igual lo que me caiga,
ese agua fresca al tocarte,
orínate sobre mi, déjame follarte.
Quítate este tanga, mételo en mi boca, y baja,
baja a comerme, hazme gritar, hazme sentir.