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El amor de una madre
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Tiempo de lectura: 12 minutos

Mary se estiró lentamente bajo el edredón, tomándose unos momentos para disfrutar los últimos momentos en su acogedor colchón, antes de tener que levantarse. Mientras yacía allí, no dejaba de sonreír, porque hoy era un día especial, muy especial de hecho. Era nada menos que su cumpleaños, y su madre le había prometido que, ahora que era casi una mujer, era hora de cambiar por completo su guardarropa.

No podía esperar para llegar al centro comercial y explorar todas las maravillosas tiendas juveniles, ya no tendría que usar nunca más lo que su madre consideraba apropiado, que para la joven resultaba muy viejo y pasado de moda. Le diría adiós a las blusas lisas, y a las faldas rectas, y a toda esa ropa blanca y aburrida. Pronto tendría un vestuario digno para ir a la universidad (y se sonrojaba un poco al pensar en ello).

Cuando llegara a la universidad, sería como una mariposa saliendo del capullo. Ella se transformaría, de la sencilla y desaliñada Mary, de la que todas sus compañeras se burlaban, a una sexy y emocionante Mary, una Mary que simplemente "tenía" que encontrar un novio.

Deslizó lánguidamente una mano por debajo de las sábanas, y dejó que sus dedos golpearan sus blancas bragas, acariciándose a sí misma. En su cabeza se preguntaba cómo sería besar a un chico, sentir su aliento mezclarse con el de ella.

Pero no era todo, no dejaba de preguntarse el cómo se sentiría un pene… ¿sería tan bueno como había escuchado? ¿Cómo sería uno se deslizándose dentro de ella? Sus amigas le habían dicho que era mucho mejor que el mango del cepillo, y que cuando se iban, oh!! que la sensación de como las llenaba el semen caliente, era para morirse!!!

No era como que ella realmente lo supiera, su madre la había mantenido en un estricto toque de queda toda su vida. Sin embargo, no podía culparla, sabía que la había parido muy joven, y que tuvo que soportar los abusos de su padre, sólo para que la abandonara después. Sabía perfectamente los sacrificios que su madre había hecho para criarla sola, y que aunque no podía esperar para tener un novio, entendía el por qué su madre había sido tan estricta con los chicos que alguna vez le gustaron.

De mala gana, retiró la mano de sus bragas, cuando escuchó a su mamá llamarle. Había estado tan cerca, tan cerca de un glorioso orgasmo, pero la necesitaban, y por hoy, bueno, su orgasmo podía esperar. Después de todo, tenía cosas mucho mejores que hacer. Rápidamente se vistió, pensando que esta sería la última vez que tendría que usar esas viejas ropas de doncella, que pronto estaría vestida como cualquier otra joven que iba a la universidad.

Su tiempo en el centro comercial simplemente pasó volando, había mucho que ver y elegir, es que no podía creerlo!! Los colores, las telas, los estilos, tantas opciones a la vez eran demasiado abrumadoras!! Cada vez que se probaba un nuevo atuendo, no podía dejar de notar que los vendedores la miraban con asombro. Es que cada mirada parecía traer un gesto de aprobación de ellos, y se sentía tan maravillosa!, tan viva! Nunca había pensado que pudiese verse tan bien!

Mary era consciente de que su mamá no estaba muy contenta con algunas de las prendas que había elegido, pero aún con una mueca en el rostro, hizo todo lo posible por aprobar los atuendos de su hija, incluso si era obvio que algunos de ellos eran, bueno… muy reveladores. Sólo cuando volvían, comprendió el distraído silencio de su madre…

Mientras se probaba su ropa nueva, mamá le dijo que había recibido un recordatorio de la clínica, de que Mary debía ir a un chequeo. Así que en lugar de ir a comer, aquí estaban, dirigiéndose al ginecólogo, para su chequeo anual. En lugar de la ruta normal, su mamá tomó una diferente, diciéndole que ya que el Dr. Mackenzie estaba de vacaciones, le había remitido a un colega. Al llegar, le dio una palmadita en la espalda, y le dijo que la esperaría, y que podrían tener su cena de cumpleaños más tarde, si aún lo deseaba. "¡Por supuesto mamá, eso sería genial!".

Una vez dentro de la clínica, la recepcionista tomó su nombre y le dirigió una mirada profunda, una mirada que Mary tuvo dificultades para interpretar. No pudo decidir si era depredadora o compasiva…

Un poco desconcertada por el extraño comportamiento de la recepcionista, Mary abrió la puerta de la oficina, y se sorprendió gratamente al ver que su doctor era una mujer, que y se veía bastante joven, casi que demasiado joven como para haberse graduado en ginecología, de hecho. De todas formas, se sentía mucho más cómoda que con el viejo Dr. McKenzie. No es que el Dr. Mac, como lo llamaba, fuera malo, era solo que era el único hombre que había visto sus partes más íntimas, y eso la hacía sentirse un poco incómoda.

La doctora le dio la bienvenida con un; "Hola, puedes llamarme Steph", y señaló un asiento junto a su escritorio. Mary se sentó rápidamente y esperó el inevitable aluvión de preguntas, que contestó de manera honesta y abierta. Steph parecía bastante complacida con las respuestas, solo pausándole ocasionalmente para comentar que el Dr. Mackenzie había mantenido excelentes notas.

Lo siguiente era la parte la parte que Mary solía temer, el examen en la silla del ginecólogo. Ella siempre se sentía tan expuesta, allí tendida, con las piernas abiertas por los estribos, mientras que el Dr. Mac miraba su parte más privada. El solo recuerdo hizo que se sonrojara un poco. Esta vez, Mary se sintió mucho más relajada, sabía que una mujer sería más comprensiva, por lo menos más de lo que cualquier hombre podría ser. Mientras se retorcía un poco, tratando de ponerse cómoda, Steph trabajaba silenciosa y eficientemente a su lado, atándole correas en los muslos, las pantorrillas y las caderas. Cuando Mary cuestionó la necesidad, Steph respondió que durante este examen tendría que tomar algunas medidas delicadas, no podía permitirse que Mary se moviera demasiado y estropeara las lecturas.

Algo apaciguada, Mary se tranquilizó y, de pronto, se dio cuenta de que, de alguna manera, sentirse desamparada de esta manera daba un poco de miedo, pero también era un poco sexy. Se dio cuenta de que era como una princesa indefensa, que esperaba a su príncipe para que la rescatase. Se sonrojó, más profundamente esta vez, mientras esperaba que su parte no se humedeciera demasiado, que sus pensamientos traviesos no tuvieran un efecto demasiado grande en su coño, ya que sería mortificante que la agradable Dra. Steph la viera así. Steph sólo le sonrió y le dio una palmadita en el brazo, y con una sonrisa de complicidad, le dijo que muchas mujeres tenían una reacción similar cuando las correas eran apretadas.

Steph desapareció brevemente y regresó con un gran aparato cubierto por un manto, algo que nunca había visto con el Dr. Mac. Cuando se sentó entre sus muslos extendidos, le dijo que la iba a examinar de varias maneras distintas, de una forma que el Dr. Mac probablemente nunca había hecho. Mary se inclinó y vio que Steph destapaba el aparato, y se sorprendió mucho al ver lo que parecía el pene de un hombre, en una especie de brazo robótico. Steph notó su interés, y con una sonrisa le dijo que sí, que era exactamente lo que estaba pensando.

"Si no lo sabías, Mary", Steph le dijo: "Hay dispositivos especiales para ayudar a las chicas a disfrutar, no necesitas usar los mangos de los cepillos". Mary quería enterrarse en la tierra de tanta vergüenza, ¿cómo podría saber que esa era su manera favorita de disfrutar mientras soñaba con su primer novio? Su mente volvió al presente cuando sintió que la mano cubierta de látex de Steph hacia su vello púbico a un lado. Con un profundo rubor, sintió como sus labios vaginales se separaban, exponiendo sus pliegues íntimos.

"Buena chica" Steph le decía, pareciendo no notar su excitación mientras continuaba acariciando suavemente los labios de Mary, a la vez que alineaba el dispositivo fálico con su vagina abierta. Mary no podía mirar, era demasiado vergonzoso, allí estaba, atada, mientras la doctora la acariciaba donde nadie la había acariciado y, para empeorar las cosas, ¡se estaba volviendo a excitar!

Intentó alejarse cuando sintió que la punta del dispositivo presionaba contra ella, pero Steph simplemente siguió acariciándola, y la sensación de su caricia fue lo suficientemente relajante como para permitir que el intrusivo falo se deslizara dentro de ella, casi sin que se diera cuenta. Hizo una mueca cuando sintió que la punta del falo plástico presionaba contra su cuello uterino, y Steph la movió con cuidado un poco hacia atrás. “¿Cómodo?” Preguntó, y Mary asintió con un "sí". Steph detuvo sus caricias y volvió a ser profesional, "Me gustaría que trataras de apretar el falo ", le dijo, "Necesitamos saber qué tan bien has desarrollado tus músculos vaginales, muchas mujeres no se cuidan lo suficiente, y necesito saber cuáles son tus lecturas de referencia".

Mary hizo lo que le pidieron y trató de apretar el dispositivo tan fuerte como pudo. Steph estaba ocupada mirando las lecturas en su computadora portátil, pero le dijo sorprendida que lo estaba haciendo muy bien; "No hay muchas mujeres que tengan músculos tan bien desarrollados!". Este elogio sonrojó un poco a Mary, ya que nunca había hecho nada para ejercitarse "ahí abajo".

La voz de Steph la sacó de sus pensamientos. "Voy a encenderlo ahora, y quiero que te relajes y disfrutes", repitió Steph. "Dios mío", pensó Mary, la Dra. Steph quiere que me moje, aquí y ahora, y volvió la cara hacia la pared, tratando de cubrir su rubor. Mary se mordió el labio cuando el falo comenzó a vibrar lentamente, enviando sensaciones sorprendentes a través de todo su cuerpo. El dolor de su labio y las agradables sensaciones del falo se mezclaron, se dio cuenta de que realmente se estaba excitando. La caricia de Steph, cuando llegó, de alguna manera no la sorprendió, de hecho, esperaba que la médico frotara su mano de látex contra su pubis, repitiendo lo que había estado haciendo antes.

Mary se encontró con que realmente no podía mover sus caderas en lo absoluto, y que ese dispositivo no se movería ni un milímetro, simplemente vibraría dentro de ella, enviando ondas temblorosas a través de todo su cuerpo. Aunque Mary había pensado que su primera vez seria con su primer novio, extrañamente, no le importaba que fuera con el aparato de la Dra. Steph.

Su respiración se volvió abrupta, se acercaba un orgasmo. La doctora reaccionó frotando sus dedos hacia arriba y abajo, a lo largo de los labios vaginales totalmente hinchados de Mary. Este toque era todo lo que faltaba, y con un gemido bajo y prolongado, Mary se sintió a sí misma apretando al falo aún más fuerte que antes.

La sensación invasiva que le provocaba el aparato fue muy grande, por un momento pensó que nunca dejaría de gemir, así de intenso fue. Pero lo había disfrutado como nunca había disfrutado antes, y todo lo que podía pensar era; "bueno, si eso es lo que se siente con un juguete, ¿cómo se sentirá un pene real?". Y con esos pensamientos, Mary se sumergió en un sueño ligero y orgásmico. Apenas se dio cuenta cuando Steph retiró lentamente el falo, y abandonó la habitación.

Mary se despertó, un poco mareada mientras trataba de comprender todo lo que había pasado, pero la amable voz de Steph le tranquilizó y le dijo que solo necesitaban un examen más, y ya habrían terminado. Solo el recuerdo de su orgasmo, allí frente a Steph, le causó a Mary un momento de gran vergüenza, pero rápidamente lo superó. Si este último examen era tan bueno como el anterior, bueno, sería un cumpleaños para recordar.

Encontró el valor suficiente para preguntarle a la Dra. Steph como se llamaba en realidad ese dispositivo, no podía evitar el maquillar un poco la pregunta, pero pensó que, ahora que iba a ir a la universidad, debería considerar conseguir uno de esos, por si acaso encontrar un novio demoraba más de la cuenta. Steph le dijo que los términos técnicos, eran "consolador", para el que no vibraba, y "vibrador" para el que sí. "Dildo, vibrador", estos nombres resonaban en su mente mientras observaba a Steph alinear otro dispositivo con su coño. Al ver la curiosidad de Mary, Steph le informó que volvería a usar un consolador, ya que necesitaba reafirmar los resultados.

Esta vez, Mary notó que tenía un grosor un poco más grande que el primero, pero Steph calmó sus preocupaciones diciéndole que se sentiría tan bien como el primero, si no mejor, y Mary de verdad esperaba que tuviera razón. Cuando el consolador se deslizó dentro de ella, Mary sintió que su cuerpo respondía, su coño comenzó a humedecerse y sus labios se hincharon de nuevo, volviéndose agradables y gruesos. Podía sentir el latido de su clítoris cuando la sangre corrió hacia él, reclamando su atención.

Mary se relajó cuando Steph comenzó a frotarle de nuevo, enviándole descargas de placer por todo el cuerpo. A medida que se relajaba, podía disfrutar este consolador más grande, llenándola, haciéndola sentirse muy excitada. Una vez más, Steph deslizó sus dedos cubiertos de látex arriba y abajo, a lo largo de sus labios hinchados, estimulándola, cuando Mary pudo sentir otro gran orgasmo. Justo cuando la primera ola de contracciones orgásmicas la recorrió, sintió varios pinchazos agudos en el interior de su vagina, pero las caricias de Steph y la proximidad de su orgasmo sólo confundieron las señales de dolor, conduciéndola a un orgasmo demoledor. Esta vez, sin embargo, después del orgasmo, descubrió que su coño no se relajaba, que no volvía a la normalidad. Podía sentir como sus músculos vaginales aún apretaban firmemente al consolador.

"¿Steph?" Mary preguntó con preocupación: "Mi vagina, hay algo mal con mi vagina, todo está apretado", "No te preocupes" Steph le aseguró, es una reacción perfectamente natural a las inyecciones de Botox que acabas de recibir.

La cabeza de Mary se revolvió; ¿inyecciones?, ¿Botox? ¿De qué estaba hablando Steph? No tenía sentido para ella, pero Steph ignoró las débiles protestas de la chica y continuó con su negocio, como si nada fuera de lo normal estuviera pasando.

Cuando Steph retiró lentamente el consolador, Mary pensó que su coño se daría vuelta como un calcetín, lo estaba apretando tan fuerte… Las leves manchas de sangre que vio mientras salía lentamente de su cuerpo, solo aumentaban su consternación. Una vez que estuvo fuera por completo, Steph, se acomodó en su asiento y, levantando los muslos todavía extendidos de Mary, dejó escapar un suspiro y dijo que era una pena, pero las instrucciones de su madre habían sido muy claras.

Mary estaba totalmente confundida ahora, ¿qué tenía que ver su madre con todo esto?, ¿no era un chequeo normal de ginecología? Y más preocupante; ¿qué quiso decir exactamente Steph con todo esto?

No tuvo que esperar mucho para averiguarlo, mientras observaba a Steph acercar su boca, lentamente, cada vez más y más, hacia su pubis expuesto. La sensación del aliento caliente y húmedo en su expuesto y todavía palpitante clítoris, le produjo nuevamente una escalofriante excitación, relajándola un poco.

Luego Steph tomó una botella de lubricante y se cubrió generosamente ambas manos, frotándolas con un sonido chirriante. Mary estaba totalmente conmocionada cuando sintió como los dedos de Steph sondaban sus labios vaginales aún hinchados, y comienzan a deslizarse dentro de su vagina. Al principio, se sentían un poco como el consolador, pero a medida que seguía, pudo sentir primero dos, luego tres y, finalmente, los cuatro dedos comenzaron a deslizarse dentro de su parte más íntima.

Mientras todo eso ocurría, la boca de Steph se acercaba más y más a su clítoris, la sensación de su aliento se estaba volviendo cada vez más poderosa, distrayendo incluso la parte de su cabeza preocupada por lo que estaban haciendo sus dedos. Steph cronometró el momento a la perfección, el instante en que comenzó a introducir su dedo pulgar, fue el mismo en que sus labios hicieron contacto con la vulva de Mary. Mary no pudo evitar soltar otro suave gemido, la sensación de los labios húmedos de Steph en su coño fue demasiado agradable, y se olvidó momentáneamente de la mano que ya estaba casi dentro de ella.

Mientras Steph deslizaba su lengua por su entrepierna, casi tocando su clítoris hinchado -pero no del todo-, también podía sentir cómo se ablandaban sus paredes vaginales, la sensación de rigidez fue reemplazada por una serie de pequeños estallidos de dolor, cuando sus músculos se estiraron más allá de su límite. Esta sensación en sus músculos más internos, cundo dieron paso a la mano insistente de Steph, comenzó a sentirse bien, especialmente combinado con su habilidosa boca. Podía sentirse a sí misma tratando de levantar sus caderas, tratando de hacer que Steph le besara su palpitante clítoris, pero la correa de la cadera impedía todo movimiento.

Estaba jadeando, en una mezcla embriagadora de dolor y placer mientras Steph lentamente cerraba su puño, muy dentro de ella. Sentía sus nudillos y su pulgar mientras se deslizaban lentamente, presionando los excitados nervios de su punto G. Sentía sus músculos y ligamentos, paralizados por el botox, luchando contra el insistente e intrusivo puño. Eventualmente, estaba tan profundo, que notó un empujón en su cuello uterino. "Mira", le dijo Steph, corriendo momentáneamente su cabeza, permitiéndole ver su brazo enterrado profundamente en ella (con un espejo). El antebrazo de Steph estaba dentro de su coño hasta la mitad, deslizándose lentamente hacia atrás, con los nudillos estirándose, dilatando sus sensibles paredes vaginales a lo largo y ancho.

Mary no pudo evitar pensar lo mal que se veía, pero se sentía tan bien el como Steph movía lentamente su puño dentro de su adolorida vagina. Steph acercó su boca al pubis de Mary nuevamente, y comenzó a estimular y atormentar su clítoris, con la promesa de otro beso aún más íntimo, cuando comenzó a retorcer su muñeca dentro de sus entrañas.

Mary pudo sentir sus músculos vaginales, estirarse, luego romperse, liberando un dolor masoquista exquisitamente intenso, mientras el puño recorría con pericia todos los profundos recovecos de su vagina. En el fondo, era consciente de que el Botox había paralizado sus músculos, lo que hacía que se mantuvieran rígidos, y que por ende la mano de Steph los fracturaba, y los demolía, no solo en los ligamentos, sino que causaba un gran trauma por estiramiento, millones de micro desgarros en todas partes, arruinándolos, inutilizándolos, para siempre. Ella se habría asustado, pero estaba tan abrumada por la sensación, que apenas podía pensar.

Pero de alguna manera no importaba. Todo lo que importaba eran las increíbles sensaciones que la mano invasora y su boca le estaban produciendo. Steph se detuvo momentáneamente y relajó la mano, dejando que se abriera dentro de Mary, mientras acomodaba su otro brazo. Comenzó a deslizar los primeros dedos de su otra mano, Steph tomó el pequeño capuchón de Mary con su boca lo deslizó suavemente con sus dientes, dejando su pequeño y sensible clítoris totalmente al descubierto.

La mente de Mary se perdió cuando las increíbles sensaciones del fisting y el gentil mordisqueo de Steph en su clítoris le provocaron un escalofrío orgásmico. Casi, pero no lo suficiente. Podía sentirse justo al borde de un orgasmo demoledor, pero Steph soltó su clítoris, impidiéndole alcanzarlo. Mientras había estado distraída con su casi orgasmo, Steph había terminado de deslizar su otra mano dentro de su cuerpo, de modo que cuando le dijo a Mary que mirara, pudo ver las dos muñecas de Septh atravesando con fuerza sus estiradísimos, inflamados y destruidos, labios vaginales.

Steph comenzó a cerrar sus manos, formando un par de puños enterrados profundamente dentro de Mary, estirando, rasgando sus fibras musculares, rompiendo y aflojando sus ligamentos, destruyendo su elasticidad, produciendo cientos de pequeñas fracturas musculares que no se podrían contar, pulverizando su joven coño, y convirtiendo sus paredes vaginales en papilla, una blanda papilla sanguinolenta. El hematoma le impediría caminar al otro día. El trauma fue equivalente al que producirían varios partos repetidos, y todo en segundos, no en horas. Y con el botox eliminando de por vida cualquier esperanza de hacer ejercicios de Kegel, o de cualquier tipo, para recuperarse.

Bajó la cabeza de nuevo, y comenzó a pasar su lengua húmeda sobre el clítoris expuesto de Mary. La conmoción y la intimidad de la boca experta de Steph enviaron a Mary directamente al borde del orgasmo. Cuando por fin llegó, pudo sentir que los dos puños eran forzados profundamente dentro de ella, ahora se movían rápido, luego muy rápido, luego despiadadamente, golpeando, más duro, más duro, más rápido. Hizo ruidos atroces, como una bota agitada en un barro espeso. Ahora estaba batiendo sus puños con fuerza, usando todo su peso corporal para apalancar, gruñendo con esfuerzo, como un luchador en el ring,

La "Dra" hizo todo lo posible por eliminar el pequeño tono que aún sostenían los músculos de su vagina. Mary estaba en un éxtasis, un orgasmo tras otro, mientras los puños y la lengua jugaban hábilmente con ella. La sensación de la boca de Steph jugueteando con su clítoris, la sensación de los puños mientras se chocaban contra su punto G, mantenían a Mary atrapada en un espasmo orgásmico en todo su cuerpo, sin embargo, su vagina ya no se contraía. No quedaba nada de sus jóvenes músculos vaginales, estaban estirados más allá de la utilidad, arruinados, para siempre. Todo lo que podía sentir era el latido de su clítoris y la sensación de las manos invasoras que violaban sus entrañas mientras estiraban las paredes vaginales más y más. Sin pausa alguna, y le parecía que durante horas. Steph estaba siendo brutal y sistemática.

Finalmente, los orgasmos se detuvieron, y Steph, lentamente, sacó sus manos de lo profundo de sus entrañas con un sonido entrecortado. Mary estaba aturdida, estaba totalmente agotada. Apenas podía levantar su cabeza cuando Steph sacó un espejo, igual al de una peluquería, y le dijo que mirara su vagina.

A pesar de que su mente apenas funcionaba, no pudo evitar que se le llenaran los ojos de lágrimas cuando vio su coño totalmente destrozado. Estaba machismo peor que el coño de una puta veterana. Todavía estaba abierto de par en par, tan grande como cuando ambos puños acababan de salir juntos, era una profunda y palpitante caverna oscura y roja. Nunca más estaría cerrada, ordenada, bonita o apretada de nuevo, como debería ser, como era antes. Era como si acabara de dar a luz, excepto que el trauma vaginal era absoluto e irrecuperable.

Steph, luego, con su mejor voz de médico, le dijo que esto era lo que su madre había querido para ella. No quería que Mary cometiera los mismos errores que ella cometió en su juventud, y que con una vagina agrandada, suelta, y destruida como esta, ningún chico, ni ningún hombre querría follarla jamás. Al menos, hasta que fueran al dormitorio y sintieran lo arruinada que estaba. Ella podría atraerlos con su cara bonita y su cuerpo sexy, podría obtener favores de ellos, pero solo un hombre que realmente la amara aguantaría sus músculos vaginales destrozados.

Su madre hizo esto para evitar novios tóxicos, que no se preocupasen por ella, y para que así se centrarse en sus estudios, en lugar de ser una zorra tonta de fiesta en fiesta como lo había sido su madre: la capacidad de su madre de ordeñar pollas con los apretados músculos de su coño era legendaria, los chicos habían insistido en experimentarlo a pelo, y el resto era historia: una joven madre soltera. Bueno, eso no le pasaría así a su hija Mary ahora.

Gracias a mamá, su carrera universitaria estaba segura. Mientras se mantuviera tímida con respecto a su coño, evitara el sexo casual, se concentrara en aprobar los exámenes y encontrara a un nerd virgen, o alguien con quien casarse, ojalá alguien rico y poco agraciado, que no crea en el sexo antes del matrimonio.

Desafortunadamente, su plan fracasó rotundamente, y Mary no fue para nada una buena estudiante, se convirtió en la puta de una pandilla de motociclistas, y terminó dando a luz a toda una camada de bebés de diferentes hombres. Al menos cada parto fue muy fácil. Los bebés simplemente caían, sin necesidad de pujar. Mary al menos podría agradecer a su madre por eso…

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