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No lo pienses demasiado (Parte 14)
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Tiempo de lectura: 6 minutos

A la mañana siguiente me sentía genial, me desperté antes que Carla, la observé un rato mientras dormía, me levanté con mucho cuidado para no despertarla, me puse una camiseta ancha sin nada más y me fui a la cocina a preparar el desayuno y llevarlo a la cama. Estaba terminando de colocar todo en una bandeja para llevarlo, cuando Carla me abrazó por la cintura y me susurró al oído.

Carla: Buenos días, llevas demasiada ropa no?

Irene: Buenos días, vaya me has fastidiado el desayuno en la cama. Me giré y la besé.

Me senté en la encimera de la cocina y la rodeé con mis piernas.

Carla: Bueno según se mire… yo creo que mi desayuno ya estaba en la cama. Desayunamos y después comemos algo?

Me quitó la camiseta y empezó a besar mis pechos.

Irene: Jajaja, cuánto tiempo tenemos? A qué hora tienes que volver?

Sacó la cabeza de entre mis pechos y miró el reloj de la pared, como siempre pendientes del tiempo.

Carla: Son las 7, debería salir de aquí a las 9, tenemos tiempo de sobra.

Irene: Perfecto. Vamos a la cama rubia.

Nos besamos de camino a la habitación, chocándonos con las paredes que encontrábamos en el camino y recorriendo nuestros cuerpos con nuestras manos. Al llegar a la habitación me senté en la cama y agarré a Carla por el culo para traerla hacia mí y sentarla encima de mí a horcajadas.

Carla: Suave…

Irene: Está bien…

Me esforcé y poco a poco fui bajando el ritmo, pero no pude hacer nada por controlar respiración y latidos, pues era aún más excitante. Deslizaba mis manos por su espalda provocándole escalofríos, haciendo que su piel se erizara y sus pezones se endurecieran, aprovechando para jugar con ellos suavemente con mi boca. Nos besamos con besos lentos, mirándonos a los ojos con nuestras respiraciones cruzadas. Mis besos y mi respiración bajaban desde su oído, por su cuello hasta su clavícula, para acabar mordiendo su hombro.

Me empujó hacia atrás y sujetó mis brazos contra el colchón besando y mordiendo poco a poco mi cuerpo hasta llegar a mi cuello donde soltó mis brazos y aproveché para tumbarla a ella en la cama y ponerme encima. Ahora la sujetaba yo a ella y me quedé mirándola por unos segundos sin hacer nada.

Carla: Qué pasa?

Irene: Nada, es solo que me encanta tenerte así, eres perfecta.

Carla: Tú que me miras con buenos ojos.

Irene: Con los que tengo jeje. De verdad que eres preciosa.

Volvimos a besarnos suavemente, mis dedos fueron bajando y acariciando su cuerpo, llegando a su clítoris con movimientos circulares y alternando con penetraciones profundas pero delicadas. Carla se estremecía con cada caricia y con cada penetración, estaba tan lubricada que mis dedos casi se movían solos. Yo disfrutaba de verla y sentirla, no necesitaba más.

Su cuerpo se tensó, quedando totalmente relajado después de unos pequeños espasmos, gimió sin reprimirse y sujetó mi mano para que no siguiera.

Carla: No puedo más…

Irene: No te ha gustado?

Carla: Qué dices?! Todo lo contrario, ha sido súper intenso…

Irene: Me gusta saber eso.

Saqué la mano de entre sus piernas y me metí los dedos en la boca, saboreando sus fluidos.

Irene: Me encantas, te lo he dicho alguna vez?

Carla: Que pava eres. Dame 5 minutos para recuperarme y te compenso.

Irene: No tienes que compensar nada, disfruto mucho viendo que lo pasas bien y ahora prefiero abrazarte y acariciarte. Déjame ponerme un poco moñas contigo.

Apoye mi cabeza en su pecho y recorría su cuerpo con mis dedos.

Carla: No me parece justo, pero si es lo que quieres…

Irene: Es que eres adictiva, no me canso de besarte, acariciarte y morderte, eres como una especie de droga.

Mi cabeza recorría su torso con besos y mordiscos.

Carla: Es verdad, es increíble cómo puedo sentir tanto contigo con lo mínimo que me haces, es muy intenso.

Irene: Cuándo nos volvemos a ver?

Carla: La pregunta del millón… No lo sé… espero que pronto.

Irene: Suena fatal eso… Igual debería secuestrarte o fugarnos, lo has pensado?

Carla: Mentiría si te dijeron que no jajaja.

Irene: Bien! avísame con algo de tiempo, podemos poner una palabra clave y con todo el disimulo del mundo cuando me la digas preparo la maleta jajaja.

Carla: Jajaja vale me parece un buen plan, ornitorrinco será nuestra palabra. No me falles jajaja.

Irene: Ornitorrinco? Jajaja no era lo que esperaba, pero me gusta como suena.

Nos quedamos un ratito más en la cama entre besos, disfrutando del tiempo que nos quedaba juntas.

Carla: Tengo que empezar a vestirme.

Irene: Odio el reloj… En fin… Desayunamos algo antes de irte.

Salimos a la cocina, desayunamos algo rápido y yo intenté retenerla entre besos para alargar la despedida.

Carla: Me voy que me estás liando.

Irene: Jo es aquí estás muy bien.

Carla: Sabes que me quedaría pero tengo que volver a casa.

Irene: Entonces te vienes esta noche otra vez no? Puedo comprar más chocolate.

Carla: Sabes que me encantaría, pero no puede ser.

Irene: Bueno, lo entiendo, tenía que intentarlo. Me ha encantado pasar la noche contigo, espero que no pase mucho tiempo hasta la próxima.

Carla: A mi también, lo he pasado genial. Vamos hablando vale? Te quiero.

Irene: Sí, estamos en contacto. Te quiero.

Me besó y se fue.

Pasaron varias semanas y nos metimos en septiembre, Carla seguía trabajando, nos habíamos encontrado en un par de ocasiones en el hospital y con ayuda de Hugo y algo de disimulo habíamos podido escaparnos 5 minutos sin que el resto de los compañeros notara nada raro. Normalmente nos veíamos en el vestuarios de los celadores, era una habitación que estaba en la zona de urgencias con un baño y unas taquillas, donde no solía pasar nadie salvo en los cambios de guardia. Nos tomábamos unos minutos entre besos, que aunque no daban para mucho, eran más que suficiente para alegrarte el día.

Un día a mediados de septiembre, Hugo y yo tuvimos uno de esos servicios que hacen que por la gravedad del caso que te dé un subidón de adrenalina y más aún cuando consigues sacar al paciente adelante, como fue este caso. Terminamos en el hospital y tuvimos un tiempo de descanso en el que quedamos allí a la espera de que saliera otra cosa, los dos estábamos que nos subíamos por las paredes, con un subidón tremendo de adrenalina y locos de contentos por el buen fin del servicio y le escribí a Carla para contarle.

Irene (móvil): Hola! Acabamos de tener un servicio espectacular, ya te contaré, estoy que me subo por las paredes jajaja. Te quiero mucho rubia!!

No recibí respuesta por lo que entendí que estaría trabajando y que ya lo vería. Estábamos en las puertas del hospital hablando con compañeros y comentando lo que habíamos tenido cuando llegó una ambulancia de la empresa de Carla.

Hugo: Mira Irene, igual es Carla.

Irene: Quién iba? Lo has visto?

Hugo: Delante no la he visto, igual va detrás.

Irene: Voy a mirar a ver quién es.

Me acerqué y al abrirse las puertas Carla bajó sin darse cuenta de que estaba allí.

Irene: Hola rubia!

Se giró rápidamente al oírme.

Carla: Hombre!! Hola!! Me espera que ahora mismo salgo?

Irene: Claro! La duda ofende jajaja.

Carla entró con el paciente y a los pocos minutos salió y se acercó a donde yo estaba con Hugo.

Hugo: Hola Carlita! Qué tal?

Carla: Hola! Aquí estamos dando un paseo para variar.

Se saludaron y estuvieron bromeando un ratito.

Irene: Voy al baño chicos ahora mismo vengo.

Carla: Espera que yo también tengo que ir.

Hugo: Va! No tardes mucho meona!!

Según entramos al cuarto de los celadores choqué a Carla contra la puerta y aún no sé cómo (imagino que por el subidón del momento jeje) la agarré por el culo y la levanté, rodeándome ella con sus piernas, la besaba con desesperación y a ella se le notaba sorprendida.

Carla: Guau! Qué te pasa hoy?

Irene: Puff no has visto el móvil? Llevo un picazo que nos veas.

Carla: Ya te veo ya.

La senté en un mueble que había, necesitaba las manos libres para desabrochar su pantalón con torpeza por la ansiedad, devoraba su cuello y Carla apoyaba la cabeza contra la pared levantándola levemente para facilitarme la tarea. Había demasiada ropa entre las dos que no podía quitar y que no me dejaba llegar a besar sus pechos, para cuando conseguí desabrochar su pantalón, una mano se coló por debajo de su camiseta acariciando su espalda y la otra se coló por dentro de su ropa interior con la intención de penetrarla directamente. Mis dedos se deslizaron con mucha facilidad, pues Carla estaba muy excitada aunque en ese momento no creo que más que yo, pues enseguida sujetó mi mano.

Carla: Irene… para… no es el ni el momento ni el lugar… La respiración acelerada le complicaba hablar.

Irene: No voy a parar… no puedo, lo siento.

Yo tenía muy claro lo que quería hacer y no me iba a parar y aunque ella decía lo que decía, su cuerpo pedía a gritos lo contrario.

Me libré de la mano que me sujetaba, para masturbarla con más fuerza y más rápido, sabía que le faltaba poco para correrse y así fue, apoyó la cabeza contra la pared, cerró los ojos y apretó dientes con fuerza para intentar silenciar su orgasmo, arqueó su espalda y un pequeño gemido se le escapó. Paré, la ayude a bajar del mueble y la besé mientras le abrochaba el pantalón ahora ya con algo más de calma.

Irene: Lo siento.

Carla: Te odio que lo sepas.

Irene: No te creo.

Carla: Pues créetelo, ahora mismo estoy algo enfadada contigo. No podemos hacer estas cosas en el hospital, y si nos pillan?

Irene: Sí tienes razón, pero no ha pasado nada, el pestillo de la puerta está puesto y nadie a intentando entrar. Va no te enfades.

Carla: Mierda es que no puedo enfadarme contigo, vamos fuera que mi compañero debe de estar preguntándose donde coño me he metido.

Se me acercó como para darme un beso y antes de que nuestros labios se rozaran se separó y dio una pequeña torta en la cara.

Irene: Au! Eso es una agresión!

Carla: Te la mereces! Me miró con una sonrisa de oreja a oreja y me guiñó un ojo.

Tiré de su brazo, la acerqué a mí y planté un beso en sus labios.

Irene: Te quiero rubia.

Carla: Yo no! Soltó una carcajada y salió de la habitación.

Cuando salimos Hugo estaba echándonos una mano como siempre, entreteniendo al compañero de Carla, hablando de trabajo mientras se tomaban un café de la máquina.

Hugo: Ya está bien no? Me dijo disimuladamente por lo bajo.

Irene: No hemos tardado tanto no? Han sido 5 minutos como mucho.

Hugo: Tú flipas, han sido por lo menos 15.

Irene: Vale, lo pillo, te debo una.

Hugo: Me invitas a almorzar no? Jajaja.

Hablamos un par de minutos más los cuatro, hasta que sonó el teléfono empresa de Carla y se tuvieron que ir.

Carla: Tenemos faena, nos vemos chicos. Hugo dale una tila a esa que está un poquito alterada y no le dejes hacer mucho hoy no vaya a ser que le dé algo y te toque currar el doble jajaja.

Hugo: Jajaja tranquila intentaremos tomarlo con calma, precisamente me estaba comentando que me iba a invitar a almorzar o algo así.

Carla se fue y Hugo y yo nos pasamos a la cafetería del hospital, estaba algo más relajada y aunque había merecido la pena, estaba bastante excitada, nada que no pudiera solucionar yo sola en mi habitación al volver a base.

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