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No lo pienses demasiado (Parte 13)
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Tiempo de lectura: 10 minutos

El mes de julio fue odioso, Carla y yo no conseguimos vernos ni un solo día, ninguna de las dos tuvimos vacaciones y con los turnos de trabajo que teníamos se hizo imposible que pudiéramos coincidir hasta en el mismo trabajo, parecía que los planetas se habían alineado en nuestra contra.

Manteníamos contacto casi a diario por teléfono, de vez en cuando nos mandábamos alguna foto sugerente o explícita que ayudaba a "aguantar" la distancia.

Carla (móvil): Vaya… ayer debiste estar muy entretenida para no acordarte de mí en todo el día.

Irene (móvil): Fue un día de locos, pero vamos tampoco recibí ningún mensaje tuyo.

Carla (móvil): Joder es que parece que si no voy yo detrás de ti, tú pasas.

Irene (móvil): Sabes que eso no es así, va no te me enfades, bastante tenemos con no vernos como para estar también de morros.

Carla (móvil): Es que estamos ya casi a finales de julio, no nos hemos visto en todo el mes y me jode estar como una gilipollas pendiente del móvil y no saber nada de ti.

Irene (móvil): Lo siento, va no te me enfades rubia y vamos a ver cuándo podemos cuadrar para vernos.

Hacíamos planes que siempre se acababan cancelando y eso hizo que algunos días acabáramos discutiendo por tonterías, que aunque rápidamente se solucionaban, hacían que el tiempo que no nos veíamos se hiciera más largo aún.

El mes de julio por fin llegó a su fin y agosto llegó de la misma forma que julio se fue, con ansiedad, frustración y mil sentimientos más que se iban acumulando según pasaban los días. La primera quincena de agosto mi marido tenía vacaciones, las niñas estaban aburridas de estar siempre en casa y yo seguía trabajando con algunos días libres pero sin poder salir de viaje.

Iván: Como tú esta semana solo libras dos días y vas de día casi no vas a estar por casa, estoy pensando en irme con las niñas a ver a mis padres 5 días, si te parece bien claro.

Irene: Es buena idea así por lo menos no pierdes las vacaciones y cambiáis un poco de aires.

Estaba deseando contarle a Carla que estaría sola en casa durante 5 días y que podríamos vernos.

Irene (móvil): Rubia!!!

Carla (móvil): Dime niña!!

Irene (móvil): A qué no sabes quién se queda sola en casa la semana que viene?

Carla (móvil): No jodas! Y eso?

Irene (móvil): Iván se va unos días a ver a sus padres y yo como curro me quedo claro está. Cuándo nos vemos?

Carla (móvil): Puff pues no sé tengo que mirar el cuadrante lo tengo muy apretado, ya te digo algo cuando lo sepa.

Irene (móvil): Joder que corta rollos eres…yo trabajo de día así que a las 21 salgo de trabajar, ya me dices algo…

No era la reacción que esperaba y menos después de tanto tiempo sin vernos, solo podía esperar a que me dijera algo y cruzar los dedos para tener algo de suerte. No volví a preguntarle por el tema, pues no quería ser pesada aunque me moría de ganas de estar con ella. Según pasaban los días estaba más molesta porque aunque hablaba con ella no me decía nada de si podríamos vernos. El día antes de que se fuera Iván no pude aguantar más, ni disimular mi enfado y le pregunté.

Irene (móvil): Bueno qué? Tendrás un hueco en tu apretada agenda? O ya algún día si eso.

Carla (móvil): Lo siento pero he estado intentando cambiar los turnos y ha sido imposible…

Irene (móvil): Cojonudo, no me creo que sea tan difícil sacar un ratito…

Carla (móvil): A ver Irene de verdad que lo he intentado pero no es tan fácil como te crees.

Irene (móvil): Ya. Claro.

Clara (móvil): No te enfades mi niña.

Irene (móvil): Bueno ya hablaremos.

Estaba muy enfadada con ella, en mi cabeza me había montado por lo menos un día perfecto con ella que ya estaba claro que no iba a pasar y que a ella le daba exactamente igual.

A la mañana siguiente Iván se fue lo que quedaba de semana y yo me fui a trabajar de muy mal humor.

Hugo: Madre mía como estamos no? Tienes más cara de perro de lo normal.

Irene: Ja ja que gracioso él. No me des caña que estoy enfadada con el mundo.

El primer día de mis días sola en casa pasó y no quise contestar a los mil mensajes de Carla. El segundo día volví a trabajar y con la cosa de que al día siguiente libraba mi cara cambió de perro a llorona.

Hugo: Madre mía chiquilla si vas a cambiar esa cara me voy yo contigo a casa a hacerte compañía jajaja.

Irene: Y lloramos juntos vale?

Hugo: Vale y lloramos juntos.

Hugo estuvo intentando animarme todo el día sin éxito, así que al salir del trabajo me pillé unas cervezas y me fui a casa a seguir con mis lloriqueos y ver una peli o algo.

Entré en casa, dejé la bolsa de cervezas y mil guarrerías varias en la cocina, fui a la habitación a quitarme la ropa para ducharme y cuando me quité la camiseta sonó el timbre de casa, salí sin ponerme la camiseta ya que no tenía intención alguna de abrirle la puerta a nadie y miré por la mirilla, la luz del rellano estaba pagada y no podía ver quién era.

Irene: Quién es? -Pegué un grito desde el otro lado.

Nadie contestó al otro lado de la puerta y en lugar de eso se puso a tocar el timbre sin parar y poniéndome de los nervios.

Irene: Vale por mi puedes tocar todo lo que quieras ya te cansarás. -Volví a gritar.

Me fui al salón para hacer tiempo a ver si la persona se cansaba de molestar antes de meterme en la ducha y entonces sonó mi teléfono.

Carla (móvil): Bueno pues si no me abres me voy.

Salí corriendo a la puerta de la calle y ahora al mirar por la mirilla la luz estaba encendida y podía ver a Carla con una pizza plantada delante de la puerta. Abrí la puerta y me quedé mirando a Carla sin entender muy bien lo que estaba pasando.

Carla: Yo también me alegro de verte pero tampoco hacía falta que salieras en sujetador.

Irene: Pasa anda!

Pasó y nada más cerrar la puerta empezamos a besarnos desesperadas.

Irene: Qué haces aquí? Se supone que estás currando.

Carla: Y lo estoy, o por lo menos eso piensa todo el mundo menos tú que sabes la verdad.

Dejó la pizza en la mesa del salón y ella se sentó también encima de la mesa, rodeándome con sus piernas mientras hablábamos y nos besábamos.

Irene: Entonces te quedas un ratito?

Carla: No.

Paré los besos de golpe y la miré medio extrañada y medio enfadada.

Irene: Solo has venido a traerme la cena?

Carla: He venido a quedarme toda la noche, sé que mañana libras.Y puso esa sonrisa tontita que puede conmigo.

Seguimos comiéndonos a besos y subiendo pulsaciones entre caricias.

Carla: Me enseñas tu habitación?

Irene: La duda ofende jajaja, pero espera quiero ducharme antes de nada, llevo todo el día currando dame 5 minutos y soy toda tuya.

Carla: 5 minutos? Eso es mucho tiempo, seguro que puedes tardar menos… Se quitó toda la ropa mientras lo decía.

Irene: Vaaale visto lo visto 2 minutos…

Carla: Tú verás si tardas mucho lo mismo empiezo sin ti…

Irene: Que presión!! Le di una palmada en el culo y me fui al baño.

En el baño puse la canción "mitad y mitad" de Kase O y me metí a darme una ducha rápida pensando en lo que tenía esperándome. Me estaba lavando el pelo y al abrí los ojos me encontré con Carla que me miraba desde fuera de la ducha.

Irene: Ahora eres una mirona?

Carla: En realidad no he venido a mirar…

Se metió conmigo a la ducha y acorralándome contra la pared nos besábamos y acariciábamos bajo el chorro del agua.

Irene: No sabes lo que he echado de menos tu cuerpo y tus besos.

Carla: Sí lo sé sí…

Me dio la vuelta contra la pared y fue besando mi cuello, mis hombros, fue bajando por mi espalda hasta llegar a mi culo y darme un buen mordisco que me hizo soltar un pequeño grito, volvió a subir recorriendo con besos mi espalda hasta llegar a mi cuello para besarlo mientras acariciaba mi clítoris. Apretaba sus pechos contra mi espalda, su respiración en el oído me ponía a mil y yo no podía controlar mis gemidos.

Carla: No te aguantes mi niña y córrete… quiero verte…

Con su otra mano apretaba mis pechos y pellizcaba mis pezones y con un mordisco en mi hombro que me dejo los dientes marcados, me corrí como tanto necesitaba…

Me giré y la abracé pegando todo lo que podía nuestros cuerpos.

Irene: Gracias por venir, te necesitaba ya.

Salimos de la ducha, nos secamos y fuimos para la habitación.

Carla: Por cierto me ha encantado esa canción que has puesto, no es de mi estilo pero me ha convencido jajaja.

Irene: Es perfecta para tí.

Carla se tumbó en mitad de la cama, me acerqué a ella, abrí sus piernas y me metí entre ellas, ahora yo mordía sus pechos y movía mis caderas entre sus piernas para rozar nuestros clítoris, las dos gemíamos y suspirábamos mientras nos mirábamos a los ojos como a Carla le gustaba. Paré el movimiento de la cadera, Carla me sujetaba y seguía moviéndose, se le notaba que necesitaba terminar, me separé completamente de entre sus piernas, besando su cuerpo fui bajando hasta que lo que quedó entre sus piernas fue mi cabeza, y jugué con mi lengua como sabía que le gustaba. Carla agarraba con fuerza las sábanas y arqueaba su espalda, cuando noté que estaba cerca de llegar paré y la miré sonriendo.

Carla: No… no pares…

Quería oírla suplicar como tantas veces me había hecho ella a mí, solo me quedé mirando su carita de necesidad hasta que dijo las palabras que quería oír.

Carla: Sigue… por favor…

Automáticamente bajé la cabeza y al mismo tiempo que jugaba con mi lengua le introduje dos dedos hasta que se corrió. Seguí limpiándolo todo abajo hasta que tiró de mi pelo hacia arriba, haciéndome subir a su lado para besarme aún con su sabor en mi boca.

Irene: No sabes bien lo bien que sabes.

Carla: Jajaja ahora mismo me hago una idea jajaja.

Irene: Jajaja nooo, no lo sabes, hazme caso.

Me tumbé a su lado y nos quedamos mirándonos durante un rato.

Irene: Por qué no me has avisado de que ibas a venir? Me tenías echa polvo

Carla: Lo sé desde la semana pasada pero era más divertido jugar contigo un poco.

Irene: Que cabrona eres, como te gusta torturarme.

Carla: Me ha costado no decirte nada, pero así la sorpresa ha sido mayor.

Irene: Bueno y esa pizza que habías traído qué? Cenamos?

Carla: No me digas que te has quedado con hambre!! Yo te doy más si quieres!! Jajaja

Irene: Jajaja que pava, guárdate algo para el postre.

Carla: Venga vamos fuera a cenar.

Irene: De eso nada, traigo la pizza aquí. Mi rubia desnuda en la cama, cerveza y una pizza… qué más se puede pedir?

Cenamos en la cama y hablamos de cosas varias para ponernos al día y cuando terminamos me levanté para llevar las cosas a la cocina.

Irene: Espérame aquí que voy a improvisar algo de postre.

Me fui a la cocina y cogí un bote de nata montada que tenía en el frigo y un bote de sirope de chocolate que estaba casi gastado. Volví a la habitación con las manos en la espalda.

Irene: Como no sabía que venías no he comprado nada especial, pero igual creo que podemos apañarnos.

Carla: Bueno tampoco pasa nada mi niña, contigo me sobra.

Irene: Pues entonces te va a encantar jajaja. Saqué mis manos de la espalda y le enseñé los dos botes. Nata tenemos de sobra pero el chocolate tendremos que usarlo muy bien que casi no queda.

Carla: Woooo!!Se le pusieron los ojos como platos y pegó un salto de la cama. Empiezo yo!! Es que soy muy golosa!! A ver… túmbate en la cama.

Me quitó los botes de las manos, me tumbé en la cama y Carla se quedó mirándome y pensando como si fuera a pintar un cuadro.

Irene: Me estás dando miedo… jajaja

Carla: Me encanta la repostería, no te lo había dicho antes?

Se puso de rodillas a mi lado y empezó con el bote de nata. Con cara de niña pequeña con un juguete nuevo, puso un pegote de nata en mi nariz y en mis labios.

Irene: Que tonta eres!

Carla: Eh! Las tartas no hablan!! Así que silencio!! Jajaja

Miraba mi cuerpo de arriba a abajo, buscando el próximo sitio donde poner la nata. Puso una línea en mi clavícula y otra que bajaba hasta mis pechos y las lamió tomándose su tiempo, saboreando bien la nata. Cogió el chocolate y puso dos puntos en mis pezones que se derramaban por mis pechos, los lamió y subió a besarme.

Irene: Mmmm besos de chocolate…

Carla: Te gusta?

Irene: Me gusta todo lo que haces.

Puso varios puntitos de nata en mi vientre y una línea que iba desde debajo del ombligo hasta mi monte de Venus, lamió cada puntito de nata alternando con mordiscos en unos y en otros con succiones como chupetones. Lamió la última línea de nata y me miró sonriendo. Dejó el bote de nata y volvió a coger el de chocolate, separó mis labios y echó en mi clítoris una pequeña gotita de sirope que lamió con mucha delicadeza.

Carla: Me encanta el chocolate…

Volvió a separar mis labios y echó un chorro de chocolate que empezó a lamer con ansia para comérselo todo. Me incorporé un poco para poder ver mejor como se lo comía todo y gemía como mi respiración me lo permitía.

Irene: Puuff… joder Carla…

Carla: No voy a dejar nada de chocolate. Me miró a los ojos con esa mirada de puro morbo.

Irene: Vale… cómetelo todo…

Aguanté unos segundos más mirándola, me dejé caer hacia atrás y exploté en un orgasmo tremendo, arqueando mi espalda y agarrando las sábanas con fuerza.

Carla: Ya? Aún no he terminado de comerme el chocolate…No pienso parar.

Siguió lamiendo, succionando y penetrándome con la lengua, mientras yo me retorcía de placer.

Carla: Ya queda poquito…

Irene: No… ahora ya no pares…

Sentía que me iba a volver a correr, así que sujeté su cabeza para que no se apartara, mi corazón y mis gemidos estaban descontrolados y a los pocos minutos me volví a correr, volviendo a arquear mi espalda con espasmos como si una descarga eléctrica me recorriera, dejándome hecha polvo en la cama intentando controlar mi respiración. Carla se tumbó a mi lado y se dedicó a mirarme mientras que me recuperaba.

Carla: Qué tal mi niña?

Irene: Puff no creo que pueda superar esto…

Carla: Es verdad no creo que puedas jajaja.

Irene: Eeeeh!!

Cogí la nata y apreté el botón en su dirección, manchándole en la pierna.

Carla: Oooh!! Ahora me lo limpias!!

Irene: Ya! Oblígame!!

Carla: Uy!

Me quitó el bote de nata y me echó por el pecho.

Irene: Bueno ya estamos en paz no?

Carla: No, no, me tienes que limpiar la pierna.

Irene: Venga vale, te la limpio…

Me incorporé como para limpiarle la pierna y en lugar de eso le volví a quitar el bote de nata y le eché más nata, ahora en la barriga y en el pecho. Ella reaccionó de la misma forma y con el tira y afloja acabamos la dos llenas de nata.

Irene: Mira la que has liado.

Carla: Pero tendrás morro?

Irene: Volvemos a la ducha?

Carla: Casi que mejor.

Irene: Bueno espera que yo no he comido postre.

Me puse encima de Carla para limpiar la nata, tomándome mi tiempo, saboreando su cuerpo. Cogí un poco de nata con mis dedos índice y corazón y se los metí en la boca, ella los limpió, se los saqué de la boca y mientras seguía limpiando sus pechos, la penetré con los mismos dedos que ella había chupado y la masturbé con fuerza haciéndole soltar un gemido en cada embestida. Carla estaba empapada y mis dedos entraban y salían con mucha facilidad, así que añadí un dedo más y seguí penetrándola con fuerza y a morderle con rabia. La miré mientras gemía con los ojos cerrados.

Irene: Te estoy haciendo daño?

Carla: No… aprieta más.

Y así lo hice, le metí los dedos con más fuerza y le mordí más fuerte, haciendo que ella gimiera más fuerte en cada penetración, corriéndose al poco tiempo.

Carla: Joder que cosas me haces…

Irene: Yo?! Solo hago lo que me pides.

Las dos nos fuimos a la ducha aún llenas de nata y pegajosas. Carla se metió en la ducha y yo volví a la habitación con la excusa de ir a por las toallas, cogí un vibrador que tenía, me metí a la ducha con ella y escondí el vibrador entre las botellas de gel. Las dos nos enjabonamos la una a la otra mientras nos besábamos. Fui bajando mi mano por su espalda, hasta que llegue a su culo, metí uno de mis dedos y empecé a acariciarle, intentando introducirle poco a poco el dedo. Me miró fijamente a los ojos pero no dijo nada.

Cuando ya podía introducir mi dedo con facilidad, la giré, la incliné un poco contra la pared de la ducha, cogí el vibrador, lo encendí suavecito, poco a poco empecé a metérselo hasta que entraba y salía con facilidad, con la otra me dediqué a acariciar su clítoris, gemía y se mordía la mano apoyando la cabeza contra la pared, corriéndose al poco. Sus piernas se debilitaron durante el orgasmo, dejé el vibrador, la sujeté por la cintura y me quedé abrazada a ella besando su espalda hasta que se recuperó.

Se dio la vuelta y nos abrazamos en silencio durante unos minutos mientras el agua nos caía, Carla me sujetaba la cara con las manos, me besaba y me miraba a los ojos. No sé el tiempo que estuvimos así, pero podría haberme quedado así durante horas, sus ojos decían tanto que no hacían falta las palabras y no sería yo quien rompiera ese silencio.

Carla: Te quiero mi niña, vamos fuera y descansamos un ratito?

Irene: Te quiero rubia, vamos todavía tenemos tiempo.

Salimos de la ducha y fuimos a la habitación.

Irene: Mierda no me acordaba de cómo habíamos dejado la cama hay que cambiar las sábanas.

Carla: Venga que tardamos poquito.

Cambiamos las sábanas y nos quedamos desnudas hablando de nuestras cosas, entre caricias y besos.

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