Trabajo en un edificio donde en cada piso se renta y hay abogados, contadores, médicos, dentistas y demás.
Soy italiana, 37 años, nutrióloga, delgada, de tez muy blanca, ojos grandes color miel, cabello rizado largo a media espalda, color rubio cenizo, piel exageradamente blanca, tengo un cuerpo bien proporcionado aunque nunca me he sentido muy sexy, siempre tengo mucha suerte con el sexo opuesto, Y en general soy atractiva.
En mi piso somos puras mujeres entre las nutriólogas, las doctoras y la secretaría el material masculino digamos que no abunda, así que cuando vimos que se mudaba una forma de abogados, puros hombres la curiosidad hizo presa de todas.
Al piso 8 se mudó una firma de abogados, dos de ellos, los socios fundadores son dos hermanos de buen ver, uno se presentó como Jorge es de cabello negro y rizado de 1.75 m de altura, complexión atlética, abogado laboral y el otro se presentó como Héctor, 1.90 m de altura, piel bronceada, sonrisa amplia, cachetón con aire juvenil, cabello rizado color castaño, muy atractivo, de complexión atlética, muy varonil, brazos fuertes y piernas largas, con una sonrisa hermosa, justo el tipo de hombre que me gusta; se presentó como abogado civil, me saludaron muy amistosos me ofrecieron sus servicios en caso de que desgraciadamente llegase a necesitar un licenciado.
Todos los días estacionaban sus autos en el espacio junto al mío y coincidentemente siempre me los encontraba, nada pasaba de un:
—buenos días vecino.
—buenos días vecina!
Conforme fueron pasando los meses los fui conociendo mejor y nos empezamos a hablar por nuestros nombres, nos llevábamos bien pero jamás como para irnos a comer o a tomar la copa, todo era entre pasillos o recepción, compartir el elevador o cedernos el espacio de los estacionamientos.
Un día me llegó un citatorio y se me ocurrió llamar a Héctor para que me asesorara, llamé al número de la tarjeta que me dio Jorge y le pedí el celular de su hermano, le expliqué el asunto y sin preguntas me dio el número de Héctor, marqué y cogió el celular enseguida, me dio una cita para el día siguiente en su oficina el piso 8 a la una de la tarde.
Yo tengo mi consultorio en el primer piso así que subir 7 pisos por el ascensor era bastante cómodo, al día siguiente subí a las oficinas del octavo piso, la secretaria me abrió la puerta y tomé asiento en la sala de espera, después vestido de traje color azul marino con corbata roja salió Héctor, con una gran sonrisa, me saludó y pasamos a su oficina a hablar de mi caso, era una oficina amplia justo igual a la mía, tenía un escritorio y a diferencia de la mía tenía un sofá de dos plazas del lado derecho color beige, platicamos sobre el caso su secretaria nos trajo algo de tomar y al verme nerviosa saco unos dulces de su cajón y me ofreció, ambos comimos varios y pude notar que era muy amable y carismático, no sólo tenía buen gusto para vestir, también usaba una loción deliciosa que me erizaba la piel.
La cita terminó y quedamos de vernos la semana siguiente; las citas continuaron y siempre se extendían horas, terminábamos platicando de cosas que no tenían nada que ver con mi caso, siempre preguntaba cosas de mi vida, si tenía novio, si era divorciada, etc.
Entre pláticas salió el tema de la edad y resultó que tenemos la misma edad 37 años, se me hizo agradable, entre las citas nos empezamos a llevar mejor, como amigos; un día le comenté que las sillas eran incómodas que si mejor nos sentábamos en el sillón, así también era todo más informal, sin escritorio de por medio, accedió y tomamos asiento, platicamos de más cosas y le mostré unas fotos de mi celular al acercarme pude notar que se puso tenso y se quedó callado; imaginé que yo me había acercado demasiado y que invadía su espacio personal, me alejé, continuamos la plática por un momento, me despedí y me retiré con un beso en la mejilla como buenos amigos.
Un día sin más, le mande un mensaje al móvil para preguntarle cómo iba mi caso, ya había pasado un año y este tema de asuntos legales en México es muy tardado así que sólo quedaba ver cómo avanzaban las cosas, me contestó muy amable y comenzó a hacer la plática, de la nada me dijo que deberíamos un día mejor tomarnos un café porque siempre terminamos platicando, yo le contesté que sería agradable en vez de que me llenara la boca de dulces en su oficina. Los dos reímos y la conversación terminó.
Meses después le mande mensajito porque necesitaba un abogado penal, el me mando el contacto de uno de sus amigos, y empezamos a bromear, que si me iba a la cárcel, que si sería prófuga de la justicia etc. Entre lo que platicamos me dijo que si me iba a la cárcel el me llevaba los cigarros o si preferiría una visita conyugal.
Yo sólo le dije que era un atrevido que ni al caso, no iría a la cárcel por un accidente de auto y él puso que tenía que intentarlo en una de esas igual y le decía que sí.
Y las bromitas empezaron yo trataba siempre de darle la vuelta, él es casado, y yo tengo a mi casi prometido, siempre le decía que no contestaría ninguna de sus preguntas subiditas de tono porque a fin de cuentas él era casado y cualquier cosa entre nosotros sería imposible por no decir que más que improbable sería incorrecto.
Al el esa parte parecía no importarle, yo sólo le dije que era un atrevido y que para ser tan guapo era muy ofrecido a lo que contestó con algo que jamás hubiese imaginado,
—Me gustas
—acepto el cumplido, lo agradezco y hasta ahí
—aguafiestas
—si, caray
—¿te gusto?
—esa es una pregunta comprometedora
—ok, pero contéstala
—si sabes lo que tienes para que preguntas
—Jajajaja ya no pongas esas fotos de perfil que no respondo
—soy libre de lucir tan sexy como pueda
—Y yo de decirte que me encantas y de preguntarte si te gusto o no jajaja
—lo que yo diga no cambia nada eres casado
—Bueno te dejo no vaya ser que por mi si te metan a la cárcel y no puedas evitar que vaya a mi visita conyugal que en verdad me gustaría que pasara, bueno lo de la cárcel no.
—Santo Dios!
—te gustaría? Contesta sí o no
—Ya hablé con tu contacto no me voy a la cárcel por chocar así que dormiré más tranquila, eres un sol gracias por el contacto.
—de nada que bueno que te sirvió, entonces sí o no?
—No pienso contestar esa pregunta; Entre personas decentes, está muy subida de tono
—Pero contigo no quiero ser decente
—uy, que mal Es la parte que se me hacía más atractiva de ti
—Y en el fondo lo soy pero tengo mi lado indecente jajaja o tú no? Y no digo que necesariamente conmigo
—Eres peor que un cura queriéndome sacar la confesión
—Jajaja. Bueno te dejo con mis indecencias te mando un beso espero que algún día me respondas alguna de las preguntas que hice, estaré esperando
—Me parece bien, en una de esas te logro contestar alguna
—Me encantaría y en serio lo espero
—Que tengas una excelente tarde, luego hablamos
—Igual un beso
—Te mando un beso, guapetón!
—Jajaja ves cómo eres
La conversación era broma, enserio y broma de nuevo, cuando subía de tono sólo le daba evasivas o le decía que no le iba a contestar esa pregunta.
Empezamos a mandarinos mensajes todos los días, después llamadas y después quedamos en tomarnos un café, pasó por mí a la oficina en su flamante Mercedes Benz CLS, nos quedamos de ver a una cuadra de la oficina para que ningún mirón sacara conclusiones o hiciese chismes.
Todo un caballero me abrió la puerta y fuimos por un café, me preguntaba cómo era mi relación con mi novio y le comenté que accedí a salir con él aun siendo casado porque mi relación con mi novio no estaba yendo bien, estaba comportándose como un loco, me mandaba seguir y al chofer para todo, sólo hablaba de tener hijos y me estaba sofocando, nuestra vida sexual nunca fue buena, duraba muy poco y le costaba mantener una erección, se quedaba sin aliento, se mareaba y era 11 años mayor que yo, pero el problema no era la edad sino la condición física y los problemas en la cama ya habían salido de la habitación, él era divorciado y como su ex mujer le puso los cuernos, vivía enfermo de saber que su mal desempeño en la cama me llevaría a buscar a alguien más, y su constante presión por formalizar las cosas, acosarme con sus incesantes llamadas y mensajes, su constante exigencia para que yo me arreglara en exceso, de vestido y tacones altos todo el tiempo, era algo agotador.
Todas queremos ponernos un día unos jeans y unos flatos, andar cómodas también es algo que nos gusta, sus exigencias y acoso terminaron por orillarme a buscar a alguien más, necesitaba saber si era algo en mi lo que causaba que sus erecciones fueran mediocres, si yo era atractiva o simplemente era problema de él, y saber que le gustaba a aquel atractivo licenciado, era halagador, el tema de que fuese casado no era mi hit, pero la falta de relaciones sexuales satisfactorias y a fin de cuentas me convencí de que Héctor era casado pero yo estaba a una de ponerme el anillo de compromiso con alguien que no me dejaba contenta en la cama ni fuera de ella, me ponía enferma, accedí a tomarme el café.
Fuimos al Starbucks de WTC que estaba cerca de la oficina y cada que frenaba el auto me besaba y me decía lo guapa que era y lo linda que me veía, creo que obtuve lo que estaba buscando, ya en el café por miedo a que alguien pudiese reconocernos actuamos como dos amigos, platicamos de mi situación y de la suya, que desde que habían tenido a su bebé, la vida sexual era mediocre por no decir que casi estaba extinta, yo por mi parte le conté mi situación, ya tengo 37 sigo soltera y mi novio era el hombre ideal ante la sociedad, divorciado, miembro de los rotarios, un empresario con varias empresas en México, buena posición social y económica, una casa hermosa junto al club de golf lista para que acomodara mis maletas y una vida cómoda, aparentemente.
Pero detrás de bambalinas no todo era tan perfecto, los problemas en la cama también traían problemas de comunicación, la infidelidad no superada de su ex mujer era una sombra que al parecer yo siempre tenía que aclarar, decirle donde y con quien estaba, contestarle el móvil al segundo al igual que los mensajes, no tenía libertad alguna, me sentía observada, me faltaba el aire, casarme con él sería un martirio aún peor, pensar en ello me hacía sentir que entraría en una especie de prisión con barrotes de mármol y un BMW en la cochera, GPS que estaría bajo escrutinio permanentemente, sentía que de aceptar perdería mi libertad, mi satisfacción sexual y nunca volvería a sentirme atractiva o amada, sólo sería un trofeo para eventos políticos y sociales. Una prisionera.
Estar con Héctor era una sensación diferente, era un hombre diferente y el hecho de que fuese casado era una especie de garantía de que no iba a llamarme cada 5 minutos ni sería un intenso obsesivo con “donde estas y con quién?”
Héctor no iba a ser un celoso patológico porque a fin de cuentas es casado. Y yo a dos de casarme con mi carcelero.
Es un respiro estar con él, es agradable, me hace reír, y bromeando todo el tiempo, de no estar casado sería perfecto, ya que la comunicación entre ambos es excelente, llevadera, como si nos conociésemos de toda la vida.
Terminamos en café y al llegar al estacionamiento, me aprisiono entre el auto y su cuerpo, sentía su peso contra mi cuerpo, su calor, su aroma delicioso me embriagaba hasta la médula, me besó apasionadamente, toda la piel del cuerpo se me erizó, era un beso ardiente, desesperado, apasionado, cargado de deseo, sentir sus labios devorando los míos, y sus manos en mi cintura, el beso se puso algo intenso y nunca me ha gustado dar numeritos en lugares públicos así que paré, argumentando que alguien podría vernos que ese no era lugar para dejar que la pasión nos domine, sólo sonrió pero aceptó, me abrió la puerta del auto y entré en él.
Cuando él subió continuó el beso, me sentía tan excitada que pensaba pasarme a su asiento sobre él y darle fin al deseo que tenía en mi interior, pero mi consciencia aún estaba ahí y sólo nos besamos.
Me llevó a mi oficina dejándome a media cuadra para evitar que algún metiche chismoso nos viese y los rumores comenzaran, yo no iba a poner mi reputación en el borde ni tampoco quería que su matrimonio termine por un chisme de oficina, si termina que sea porque no funciona y no es feliz, no por mi culpa.
Comenzó a llamarme diario, hablábamos por horas, accedimos a mandarnos mensajes antes de hablar para que no tuviésemos problemas con nuestras parejas sobre todo por mi novio psicópata, le contestaría licenciado en los mensajes si no podía hablar en ese momento, y el con algo referente a mi asunto si él se encontraba en un momento comprometedor, borraríamos cualquier conversación por aquello de que nos revisasen los teléfonos nuestras parejas, tomar precauciones es básico, yo jamás había hecho algo así, serle infiel a mi novio, jamás fue una opción en mi vida, si la relación no funcionaba solo la terminaba, pero con Sergio era algo enfermizo no sabía cómo terminar la relación de forma amigable y que no se pusiera como loco.
Continuará…