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Nuestra amiga argentina de fin de semana con Pau
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Ya les había contado que Pau (mi compañera de la facultad que es lesbiana) me había propuesto irnos un fin de semana a un departamento que sus viejos tienen en la costa.

La idea me gustaba, más que en esta época no nos teníamos que cuidar de que nos viera nadie, y la cosa se dio de golpe, casi sin prepararlo. El jueves a la tarde me llama y me dice de irnos el viernes ¡hasta el domingo!, que el jueves a la noche me fuera a dormir a su casa y el viernes, no fuéramos a la facultad y salíamos temprano.

Obvio que le dije ¡que si!, me mataba la idea, era algo que tenía ganas de ¡experimentar!, de darle el gusto de mostrarse como ella quisiera conmigo.

Arreglé en casa y con mi novio, que me iba a dormir a la casa de ella, para terminar un Trabajo Práctico, y que de la facultad, nos íbamos cuatro chicas hasta el domingo a un departamento que ella tenía en la costa, de esta manera, no despertaba ninguna sospecha jeje

Llego a su casa el jueves a la noche, pedimos algo para comer, y nos acostamos, nos habíamos prometido dormirnos enseguida así el viernes salíamos ¡temprano!, pero obvio las dos sabíamos que eso era ¡imposible!

Nos acostamos, con nuestros pijamitas y a los 5 minutos, ya estábamos abrazadas y de ahí a besarnos, no paso ¡nada de tiempo! Y menos tiempo paso hasta quedarnos desnuditas y tenerla a Pau con su boca en mi conchita, metiéndome los dedos y la lengua, hasta que me hizo acabar, seguimos con un 69 en el que acabamos las dos juntitas y nos dormimos desnuditas, sintiéndonos, ¡como nos gusta!

El viernes, nos levantamos temprano, Pau se va a ducha, y yo me meto en la ducha, no lo podía evitar, nos enjabonamos una a la otra, Pau se tira en el piso de la bañera, yo pongo uno de mis pies sobre el costado, para entregarle bien mi conchita, hasta que me hizo ¡acabar!, que lindo empezar la mañana ¡así!

No quería que se nos hiciera tarde, nos vestimos y nos fuimos.

En la mitad del camino, obvio como todas mujeres, paramos en una estación de servicio para hacer pis y tomar un café jeje Pero Pau, ya empezó con lo que ella quería hacer (Pau había estado en pareja con una chica, con lo que no tiene problema en mostrarse como una lesbiana, pero yo nunca lo había hecho).

Nos bajamos del auto, vamos al baño, y ya cuando salíamos de ahí, me pasa la mano por la cintura, vamos a la barra de la estación de servicio y la guacha me dice: “¿que queres toma amor?”, y me da ¡un pico!, ¡ME QUERIA MORIR!, nunca me había mostrado así frente a la gente, pero sabía que tenía que ir dispuesta a eso, por suerte no había casi nadie, pero en el fondo ¡me gustó!, sabía que iba a tener que cruzar límites ¡que nunca había cruzado!

Nos subimos al auto, seguimos el viaje, le pregunto porque había hecho eso y me dice que porque se moría de ganas desde hace tiempo de hablarme así, delante de la gente, y ahí no nos conocía nadie y me sigue diciendo: “prepárate porque vas a ser como mi novia ¡este fin de semana!” Ya sentir que “iba a ser su puta” me calentaba, y me empieza a acariciar la pierna, le digo: “forra, déjame de joder, nos vamos hacer mierda jaja”

Y así siguió el viaje hasta que llegamos.

Era un departamento más grande que en el ella vive, subimos las cosas, yo dispuesta a que se me tirara encima y me desnudara y la guacha nada, pero nada de ¡nada! (Eso sabe que me desconcierta, me calienta, me sabe manejar y dejar caliente).

Me dice, vamos al súper a comprar cosas (porque no había un carajo), en el súper hizo lo mismo, me decía amor, me daba picos, me agarraba ¡de la mano!, yo me dejaba, había también poca gente pero nos miraban éramos dos lesbianitas ¡en vivo! Y mi adrenalina por toda esa situación que vivía iba ¡cada vez en aumento! No se, estaba desconcertaba, pero dejaba que me tratara así, en algún punto ¡me calentaba eso!

Llegamos al departamento, acomodamos todo, en una de esas yo estaba apoyada sobre la mesa del comedor, se me acerca y me dice: “¿te gusta que te trate como a una lesbianita?”, no le digo nada, solo le doy un beso, otro beso, nos partimos la boca y empezamos a jugar con nuestras lenguas, y a sacarnos la ropa.

Me acuesta sobre la mesa del comedor, me saca el jean y la bombacha, y de a poco despacio como lo hace ella, me empieza a acariciar, las piernas, bien cerquita de la conchita (hasta ponerme bien caliente), hasta que también de a poco me la empieza a besar, a chupar, y me seguía diciendo que me iba a coger ¡hasta que no diera más!, yo le decía que si, que me cogiera, que me haga acabar ¡de una vez!, me come la concha, me mete los dedos, me la muerde, yo me tocaba las tetas, cada vez abría más las piernas en el aire para que me la pudiera comer mejor, hasta que me hace explotar en el primer orgasmo de ese fin de semana que va a ser inolvidable.

De ahí, nos fuimos a la cama, nos abrazábamos, en una manera que no sé cómo explicarla, pero nos matamos con los abrazos, roce de piel, esa piel que ella tiene y me encanta, besos, terminamos rozándonos las conchitas (la famosa tijera), mientras nos mirábamos ¡como gozábamos haciendo eso!, no sé cuanto tiempo lo hicimos hasta que acabamos ¡las dos juntas!

Después ella, se acuesta y abre sus piernas, no hacía falta que me diga lo que me estaba pidiendo, me tiro en esa conchita hermosa que tiene y esta vez yo se la empecé a chupar, a besar, la acariciaba, ella, me empujaba la cabeza para ¡que se la chupe más! Y me decía: “así quiero que me hagas, cógeme toda puta, cómeme” y más me hacía calentar eso, se la seguí chupando le metía uno o dos dedos, hasta que la hice acabar ¡a ella!

Nos quedamos las dos un largo rato en la cama, desnudas, acariciándonos, hablando, hasta que me dice si quería salir un rato, no se ya eran como las 9 de la noche del viernes, obvio que le dije que si, tampoco nos íbamos a quedar encerradas ¡los dos días!

Salimos, yo ya, aunque no acostumbrada, pero si resignada, íbamos por la calle, de la mano, abrazadas, de vez en cuando un piquito ¡y todo eso!

La verdad es que teníamos hambre, así que nos comimos una pizza y volvimos a su departamento.

Cuando llegamos, tomamos un café, en un sofá que tiene en el living, y empezamos de nuevo a besarnos, a tocarnos, hasta que quedamos las dos desnudas, yo me puse sobre ella (como hago cuando estoy con algún chico, pero obvio me faltaba una pija), pero igual tanto nos rozamos y nos tocamos hasta que terminamos acabando de nuevo las dos, pero yo al menos me había quedado muy caliente y la guacha me dice, espérame.

Me quedo desnuda en el sillón y se aparece con su cinturonga (yo ya conté que como ella es más activa tiene uno y ya me había cogido antes), me dice: “chupa putita chúpala”, y le hice caso, no es lo mismo, no tiene nada que ver con chupar una pija calentita y venosa, pero le hice caso, hasta que me hace poner en cuatro.

Me empieza a poner el cinturonga en la concha, me lo clava, mientras me metía con mis jugos uno, dos dedos ¡en la cola!, me bombea como una turra ¡desesperadamente!, hasta que me hizo acabar y sin darme tiempo a nada, me lo empieza a meter por la cola, lo hizo muy despacio, pero me dolió, pero ese dolor se fue transformando en placer, y me lo ponía ¡entero! Así tal cual ¡entero!, dolor y placer, decirle que por favor ¡no!, y me decía que si, ¡que si!, que me iba a coger ¡como nunca! Que me quería oír gritar de ¡placer!, hasta que acabe como una guacha, mis piernas temblaban y la verdad fue un orgasmo largo, seguía acabando y ella ¡cogiéndome! Acabe, no se, dos o tres veces seguidas, fue un placer ¡enorme!

Pau, se sentó en el sillón, me dijo: “veni, veni quiero seguir viéndote ¡gozar!”, le hice caso, me senté arriba de ella, me clavé esa pija en la concha y me puse de cuclillas a saltar sobre ¡esa pija! Hasta que me hizo acabar de nuevo.

Se saca el cinturonga, nos vamos a acostar, yo ya no daba más, entre lo que había manejado y lo que había cogido estaba ¡muerta!, ni sé cuantos orgasmos me robo ¡en un solo día! En la cama nos empezamos a acariciar de nuevo y así nos quedamos dormidas…

Caí muerta de sueño, como ya les había contado entre lo que había manejado y los orgasmos que Pau me robó durante el día dormí muy plácidamente.

El sábado, ya cerca del mediodía, yo dormida, siento que me empieza a acariciar Pau, muy despacio, muy suave (estábamos las dos desnudas), me empieza a besar las tetas a la vez que las acariciaba y yo me iba despertando.

Para mí no hay mejor despertar que ese, en el que me despiertan, y a la vez me van ¡calentando!, siguió, así pero cada vez con más intensidad y con sus manos acariciaba mi panza, mis piernas, yo la dejaba, me encantaba que me acariciara ¡así!, ¡me sentía en el cielo!

Me empieza a besar la panza, y sigue bajando hasta que llega a mi concha, que ya estaba totalmente mojada, y me la empieza primero a acariciar con sus manos, ¡durante un buen rato!, ya me había hecho calentar de nuevo, y otra vez, como siempre, empiezo a acariciarme las tetas, a mover las piernas para todos lados y pedirle (como otras veces) que me haga acabar, porque no daba más, pero la turra me hace ¡desear!

Me dejo así un rato, bien caliente, hasta que me empieza a meter los dedos, la lengua y no tardo mucho en terminar acabando, ¡pero quería más! Yo solita, sin que ella me diga nada, me pongo arriba de ella (en un 69), y nos empezamos a chupar las conchas, y a acariciarnos las piernas, todo con mucha dulzura ¡y calentura a la vez!, hasta que acabamos ¡las dos juntas!

Así, empezó mi ¡sábado! Qué lindo despertar, nos ponemos unas remeras, nada más y nos vamos a preparar el desayuno /almuerzo. Nos pusimos a hablar un montón de cosas, que obvio a ustedes ni les va a interesar saber jeje.

Ya se habrían hecho las tres o cuatro de la tarde, y Pau me dice: “putita o linda, la verdad que no me acuerdo, ¿nos duchamos?”, me agarra de la mano y nos vamos a la ducha, pero siempre me sorprende con algo.

Abre la ducha, me agarra otra vez de la mano y nos metemos ¡con las remeras puestas!, y nos empezamos a besar, pero no despacio, nos metíamos las lenguas hasta la garganta y jugábamos con nuestras lenguas y ella con una de sus manos en mi coño, lo que hacía que yo casi inconscientemente habría las piernas, para que me pudiera acariciar más, no se a los 5 minutos ya estábamos las dos recalientes, así mojadas ¡con las remeras puestas!

Nos sacamos las remeras y nos empezamos a enjabonar, una a la otra, ¡como me gusta eso!, siempre digo lo mismo, si me gusta la piel suave de una mujer, enjabonada, ¡me enloquece!, y así estuvimos, enjabonándonos y besándonos, hasta que la turra, me sorprende ¡de nuevo!, ¿saben lo que hizo?

Abre la mampara y agarra el cinturonga (que lo había dejado escondido al lado de la bañera), yo ¡ni lo había visto!, le digo: “no, no seas guacha”, y me dice: “siii, te voy a coger, y vas a ver ¡como te va a gustar!, pero primero arrodíllate, quiero ver ¡como la chupas!” A ella le gusta verme sumisa, y a mí me calienta hacer eso, me arrodillo, lo chupo (aunque la verdad chupar esa pija de plástico mucho no me gusta), así que para calentarme un poco más, mientras lo hacía yo solita me metía los dedos ¡en la concha!, y sin buscarlo, porque no lo busque, me empecé a calentar, y mucho, me metí, uno, después dos dedos, me comía esa pija y Pau me decía: “¡chúpala como una puta!”, yo no le contestaba, pero me la ponía toda en la boca hasta, que como les dije sin buscarlo, acabe, chupando ¡esa pija de plástico!

Me levanto, veo que se enjabona bien esa pija, me hace poner de espadas y me hace inclinar, y me la empieza a poner en la concha, y entre lo caliente que yo estaba y la pija enjabonada, me la puso ¡de una!, y me pregunta: “¿Te gusta?, ¿te gusta que te coja así?” “siiii”, eso le decía yo.

Pero la turra siempre quiere más, quiere ver hasta donde yo llego, y sabe que llego hasta donde ella quiera, me la empieza a poner ¡en la cola!, le digo: “no Pau, no seas guacha ¡acá no!, ¡no voy a poder!”, Y me dice: “si, vas a poder, y te va a gustar también”, me inclino lo más que puedo, hasta que siento que me la empieza a poner, me dolió, pero por lo enjabonada que estaba entro fácil, y me empieza a coger por la cola, mientras con las manos me amasaba mis tetitas, me bombeo ¡hasta que me hizo acabar!, mis piernas, terminaron temblando, me abracé a ella, nos besamos, pero me sostenía ¡en ella!

Bueno, después, nos terminamos de duchar, nos secamos, nos ponemos otra remera, nada más, yo ya estaba muerta, y nos acostamos en la cama a ver un rato de tele, yo me poyo sobre ella, pongo mi cabeza sobre su pancita y así nos quedamos un rato, y me quedo media dormida, hasta que siento que me empieza a tocar ¡de nuevo!

“¡Guacha!”, le digo: “no doy más, me hiciste acabar mil veces”, no me dice nada y me parte la boca, nos sacamos las remeras, nos abrazamos sentadas en la cama, yo arriba de ella (me explico) otra vez me empieza a tocar, sentir sus manos en mi cola me calienta ¡mucho!, hasta que me las empezó a poner en mi concha hasta hacerme acabar ¡de nuevo!

Y me dice: “ahora me toca a mí”, así que como el día anterior, me voy a su conchita, y me decía: “chupámela putita” la guacha sabe que eso me calienta y se la chupo hasta que la hago acabar ¡a ella!

Ya estaba anocheciendo, no se, serían las 7 de la tarde, nos vestimos y salimos a dar una vuelta, obvio igual que el viernes, ella me agarra de la mano, yo la abrazaba, no voy a repetir lo mismo, parecíamos dos lesbianas.

Caminamos un rato y vamos a comer algo.

Bueno ahí me sorprendió ¡de nuevo!, les cuento: a ella le encanta verme acabar, ver como gozo, entonces me dice algo así (lo cuento como más o menos me acuerdo).

Pau: nena, quiero que hagamos algo, pero ¿no lo vas a tomar a mal?

Yo: no, decime.

(Y así de una me dice)

Pau: a pesar de ser lesbiana tengo amigos.

Yo: si, está bien, ¿y qué?

Pau: bueno, quiero que te coja un amigo mío.

Yo: ¿qué?, ¡estas re loca nena!

Pau: no, (y se reía), es una fantasía que tengo, y sería así, un día arreglamos con algún amigo mío, que venga a casa, y vos te quedas escondida en la cocina, casi en bolas, o sea, con solo una remera o una camisa de esas que te quedan grande que se la podes afanar a tu viejo, y yo le digo a mi amigo que tengo un regalo para él, y te voy a buscar, y obvio, quiero que te coja alguien que ni conozcas y ver cómo ¡te calentas!, sabes que me gusta y me calienta verte gozar, y yo también te tocaría y te besaría hasta que te mueras de calentura.

Yo: no nena, estás loca, olvídalo, ni en pedo, ¡no me podes regalar así!

Pau: no seas boluda, anímate, te va a gustar.

Y la cosa medio quedo ahí, ella me preguntaba si nunca me había cogido a un desconocido y obvio yo le cambiaba de tema (no le quería decir que me había prostituido y obvio me deje coger por desconocidos).

Bueno, la cosa quedó ahí, terminamos de comer, caminamos un rato y nos fuimos de nuevo a su departamento.

No quiero ser repetitiva, obvio que paso lo mismo que la noche anterior, terminamos ¡cogiendo, mal!, yo la verdad ya no daba más, aparte la guacha seguía con su cinturonga y me hizo otra vez ¡la cola!, y nos quedamos cogiendo no sé hasta que hora, hasta que nos quedamos dormidas.

El domingo, la guacha me despierta como el sábado (por eso no lo voy a contar de nuevo), nos duchamos juntitas y al mediodía ya ¡nos volvimos!

Ese fue mi fin de semana de lesbiana, pero ojo, también moría por una pija, ese domingo con mi novio no pude arreglar nada, pero el lunes nos matamos jeje, creo que nunca se la chupe ¡durante tanto tiempo! Yo quería una pija, pero de verdad, calentita venosa, ¡que me llene de leche!

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