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No he sido capaz de ordenarlas, es decir, si tiene decidido el día de la semana para cada una.

Sin embargo no me gustan ninguna, yo puntúo la sensualidad y aquí no la veo.

ACLARO que no estoy en poder de la razón, es otra clase de fotografías, tengo otra serie que tiene que ver con las prohibiciones de aparcamiento de la alcaldesa, en la cuesta de la vega vi ciertos detalles en las líneas que limitan el aparcamiento, tiene que ver con los colores diferentes que utiliza, es también un punto de vista, la fotografía admite todo.

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Se sentó en el primer peldaño, había tres, a mi derecha quedaba la exposicion llena de estantes, a mi izquierda la entrada al local, amplio peldaño y en diagonal al escaparate que daba a la calle, la caja, su lugar habitual cuando hay clientes. Esta vez el ambiente estaba animado por “Counting Crows – Mr. Jones”. Esperaba una respuesta, y como siempre, decidí la verdad. Es el camino más recto por tanto no hay efectos secundarios que tienen las mentiras.

Esto era una forma de cambiarle la vida, aunque solo fuera por un corto espacio de tiempo, sin embargo la navidad deja huella y más con el cambio producido en la tienda, cuando hice el proyecto estudié el paso de la gente por esa acera, al ser diciembre le beneficiaba el sol, la otra acera estaba siempre en sombra, por tanto mucha gente vería el escaparate y nada mejor que destellos para atraer la mirada del transeúnte.

La miré de lado, se había movido y sentado en el segundo escalón, quedaba un poco más abajo, es decir, ella girada levemente me miraba, tras reconocer que era una gata. Y en efecto había gato encerrado pero ese no era yo, mi situación real en todo este montaje era de convidado de piedra a pesar de que ese convidado nunca hace nada, pero no en este caso, y la realidad de la realidad es eataba estaba por en medio un enemigo de ella.

Me dijo que abreviara, quería saber la causa no el efecto. Y tampoco mentí, venganza, cruel venganza de un pretendiente al que desprecia continuamente. Su espalda se envaró, sus labios se juntaron y un rictus de rabia asomó en su rostro, me miró fijamente y preguntó cuál de ellos.

Ahora el sorprendido era yo, decidí prolongar la agonía, le dije que eso debía de adivinar ella, y acercando su rostro al mío preguntó mordiendo las palabras, que precio le cobraba, respondí con la verdad, un libro antiguo caro y que no me podía permitir, Enigmas del Ocultismo, ediciones Daimon 1966.

Se acercó más, mirándome fijamente a los ojos preguntó si ese libro tenía que ver con ella, respondí que tan solo fue casualidad, ese libro me interesaba, ya que es un escalón de la alta escalera de misterios, los cuales están relacionados entre sí, y muy bajito balbuceé que el fondo del asunto es el rechazo, que ella había rechazado a un tipo vengativo y cobarde, ya que implica a los demás en su venganza.

Su gesto cambió y comprendí la causa, las ventas de navidad habían sido mejor de lo que pensaba y no entendía ese tipo de venganza y que además el instrumento utilizado, yo no guardaba le secreto. Le dije que me interesó no solo por el libro, de nuevo me encontraba en la encrucijada de varios caminos, y el que decidió era yo, yo había cambiado la vida a todos, incluso la mía, algo que no esperaba.

Negó con la cabeza, le dije que se equivocaba, precisamente su vida estaba cambiando desde que entré por la puerta, había aceptado todas mis decisiones, incluso su fragancia había cambiado, aunque tenía ciertas dudas, ya que la que llevaba el primer día era de mujer mayor, la que llevaba en ese momento era más actual. Y por otro lado se había dado cuenta de que vez en cuando la miraba, y como mujer sabe que la sexualidad anda por en medio, ya que fue cambiando de forma de vestir día a día, le recordé el sujetador que llevaba una semana antes de Noche buena, sus pezones parecían querer romper la fina tela que les envolvían, no dije nada más, esperaba su respuesta.

Se mordió el labio inferior, y dijo que si, aunque no como lo había expuesto, y antes de seguir quería saber quién era el promotor y que no entendía que tipo de venganza utilizaba. Aunque estábamos complicando un tema muy simple, le conté todo lo ocurrido en la librería, era otra forma de que supiera quien era el conspirador.

Un poco más arriba, la calle tiene una suave pendiente, hay una librería, su dueño es un gilipuertas integral, y una mañana de sábado que tenía los cables cruzados entré en busca de libros antiguos y baratos, revolví un poco y apareció este personaje, me quejé de un cartel que prohibía hacer fotos a los libros, y me saqué de la manga que me mostrara el permiso, se quedó mudo, asombrado, era un farol por mi parte pero tenía su lógica y el tipo arrugó la frente, pensó lo que yo había pensado, que podía ser alguien investigando en su tienda, mi aspecto no podía ser más vulgar.

Me vendió un libro Ediciones Daimon, edición de 1966. Enigmas del ocultismo. Iba a ser un atraco, pero nada más decirme el precio, que previamente había consultado en la pantalla del portatil, dijo que olvidara el precio y preguntó bajando la voz, la empleada nos observaba y en su mirada se asomaba una fisgona profesional. Me llevó hasta el otro extremo del local y me preguntó si era de ese mundo, supongo del ocultismo, casi sonrío, no respondí, empecé a mostrarme como el quería, le dije como respuesta que abreviara, y eché mano al bolsillo para preparar el dinero, retuvo mi brazo y me dijo que necesitaba a alguien con cierto poder, sería el instrumento de una venganza pasional, una mujer le había rechazado y quería vengarse.

Mantuve silencio, todo teatro por mi parte, me hice misterioso y le pregunté que me dijera la verdad y además necesitaba algo de ella, mejor una prenda, y casi suelto la carcajada, se lo puse dificil, y bajando la voz dije que mejor sus bragas.

El tipo enrojeció levemente, clavé el primer clavo, me estaba divirtiendo el asunto. Le dije que mejor usadas, no robadas del cajón y recien plachadas, preciso de su esencia y otro clavo, añadí que en esa zona se refleja casi todas sus reacciones, pero hablo de sicalíptica del momento, rebusqué la palabra adecuada, como tiene extraña pronunciación, hizo su efecto, el muermo me preguntó si era una enfermedad, y me tuve que morder la lengua para retener otra carcajada.

Asentí con cierto misterio, le dije que a la mujer se la debe tratar con respeto, que ella se de cuenta que no hay falsedad ni tomadura de pelo, y ese el primer peldaño para alcanzarla, y sobre todo no mover ficha hasta que ella lo haga, no existe medida en el tiempo, se trata de entrar en su mente, y nada mejor que por sus ojos, su mirada habla y hay que saber que dice sin que hable.

El tipo estaba perdido del todo, me dijo que todo eso era muy complicado, endurecí el acuerdo, y empujé el libro en su dirección, dije que no me interesaba, tenía asuntos que resolver, pero insistió, de nuevo empujó el libro en mi dirección y por el rabillo del ojo, visión periférica que entreno todos los días, vi la chica pendiente de nosotros, en la tienda no entraba nadie.

Y según lo pensaba lo solté, le dije que las bragas de su empleada podían servir, seguro que la había perseguido como un sátiro. El color escarlata apareció en su rostro, y balbuceando preguntó como lo sabía, con cierto toque frío, calculador, le dije que yo disponía de un don especial, percepción y hablé de las presencias en zonas húmedas, el pensó en la vulva femenina, y yo le hablaba de las humedas en las paredes, en alguna distingo rostros humanos deformados por la muerte, y cuando se lo aclaré, del rojo paso al pálido, sin darme cuenta había ganado puntos, pero me estaba cansando y me dijo que no se atrevía de pedirla tal cosa ya que escribía para una editorial, era capaz de ponerle en una posición peligrosa, era feminista.

Le hice otra pregunta directa, dije que ella estaba pendiente nosotros y que había modificado su posición, el rojo volvió aparecer en su rostro, me dijo que ella podía leer en el movimiento de nuestos labios, por eso me había apartado de su mirada, entonces decidí el ataque, es la mejor defensa y me dirigí hacia la chica, que deprisa se quitó de la vista ocultandose detrás de una clumna junto a la caja.

Y frente a ella, le dije que no escondiera, yo sabía que sabía todo lo que habíamos hablado, que quería cambio de las bragas que llevaba puestas. Levemente se ruborizó, se humedeció los labios y bajó la mirada, sus escudos estaban bajados, era mejor un empujoncito suave. Le dije que a cambio le porporcionaría ciertos detalles de la causa y por supuesto del efecto, un tema escabroso que pocos podían describir y escribir.

Preguntó que eran mujeres diferentes, sonreí divertido, me había permitido el paso, y entré pisando fuerte. Añadí que sus bragas estarían en mi bolsillo, y cuando la otra entrara por el aro, le explicaría que tenía trabajo pendiente, hablando de las bragas del objetivo, y mostraría las suyas, y además procuraría que viera que estaban usadas, y de nuevo ataqué, la dije que procurara mancharlas, y rematé el ataque, le dije que cuanto antes mejor, ya que pensaba ir después a reconor el campo de batalla. Me miró un poco confundida, una leve arruga se había formado en su frente.

Le expliqué que tenía recursos a la vista, su jefe o yo, entonces enrojeció un poco, dijo que no pensaba desnudarse y que la manoseara su jefe, le dije que no hacía falta, que podía ser el revés, utilicé los clavos y le pregunté que cuento tiempo llevaba sin follar. De nuevo leve rubor, y apretó los labios, no necesitaba más datos, me ofrecí como causa, levantó la cabeza un poco mirandome, leve pregunta en el mensaje de esa mirada, le dije que allí mismo, que me dejaría, y que la erótica del momento estaba encerrada en el peligro de que alguien entrara en la tienda y si así fuera, no era motivo para dejar el manoseo, aunque no me importaría nada un ensayo de felación, ya que hacer una felación tiene con réplica que su vagina reacciona, y se prepara para recibirle humedeciendose.

Su jefe se mantenía fuera de la vista, justo en la entrada de la tienda, había adivinado que estaba proponiendo a su empleada. Ella con el rostro levemente congestionado, según me desabrochaba el cinturón, sin mirarme, preguntó que a cambio quería saber de esos poderes, escribía y no encontraba nada interesante, y mi presencia había alterado algo en su interior y que no terminaba de entenderlo, y fue cuando cogió mi tranquilo penetrador, no se había animado mucho con esta pazguata.

Se arrodilló procurando que cabeza no se viera y la columna fue un excelente lugar, y si sabía, ya que no retiró el prepucio, movió su mano levemente, el inicio de una paja, y mojandose dos dedos de la otra mano, rozó el glande cuando asomaba, y eso hizo que me pusiera en marcha, y lentamente empezó a excitarme, le dije que era el momento de entregarme sus bragas, ella negó con la cabeza y dijo que después, no pegunté de que, estaba claro que la tía pensaba, y fue cuando se lo introdujo en su boca, presionó con fuerza y movió levemente su cabeza, si sabía, y lentamente le sacó de la boca, me miró que me dijo que tenía un articulo sobre la felación, y eso que me había hecho era un ensayo sobre el mordisco final, no lo tenía claro del todo, y fue cuando las tornas cambiaron ahora ella tenía el mando.

Dijo que lo iba a probar conmigo y que era el momento de que yo le quitara las bragas, y que llevaba razón, ese riesgo de la entrada de alguien le había empujado a hacerlo, y que tenía su morbo, y se sentó en la silla de la caja, se subió la falda y pude ver una bragas de color gris marengo. Elevó la pelvis y se las quité despacio, su vulva era fea, pero eso no importaba nada y con las bragas en los tobillos, pasé dos dedos juntos entre los labios, ella tensó el cuerpo, le dije que necesitaba esa humedad en las bragas, por eso no se las había quitado del todo, era una treta, tretaba de dejarla en mensaje para el futuro, y colaboró, pero de nuevo le iba a dar una sorpresa, ya que me arrodillé entre sus rodillas separada y mis dedos fueron sustituidos por mi lengua, la humedad llama a la humedad, y ahogó un gemido tapandose la boca con las manos, e intentó separar más las rodillas, pero las bragas lo impedían, ella misma con los pies se las quitó y subió una corva al brazo del sillón, y echando la cabeza hacia atrás gemía.

Sin mirar hacia atrás busqué las bragas, no daba con ellas, y las vi cerca, su jefe nos no perdeí de vista nuestro ensayo, deduje que la tienda estaría cerrada, pero fueron decimas de segundo, volví a la cata de lo que salía de su vulva. Y me detuve, era suficiente ya que iba dar paso a la segunda parte, su respiración se fue calmando, era consciente que el orgasmo se iba a perder, pero ese deseo era el arma, su cabeza se movió y en su mirada protesta y más al ver a su jefe mirando.

Le dije que fuera tomando nota de todo lo que estaba pasando, ya que podía incluirlo en su articulo, y que pensara en el papel de su jefe, este resopló al otro lado de la columna, añadí que deberíamos de cambiar de postura, yo sentado y ella tenía que cabalgar, le dije que era mejor para lo que iba a quedar en las bragas. Dijo que de correrme dentro nada de nada, yo negué con la cabeza, dije que estaba de acuerdo, dije que esto no era un polvo, eran dos pajas simultaneas, y que la suma de ambas quedarían en sus bragas. No pareció entenderlo mucho y me pidió que después se lo explicara para tomar notas, y cabalgó despacio, de nuevo apresé su clítoris en busca del cambio de fluido en su vagina.

ya que ignoraba si él contaba con mi forma de ser debido a que nunca había entrado en su tienda, era confuso el tema aunque no debía descartar que ambos dos escondieran secretos y por esa causa había muchos espacios sin rellenar y decidí dar calor al momento, ese medio polvo en busca de unas bragas y precisamente podía ser el momento de conseguirlas, aunque no había detectado su estado, si estaba receptiva o no, desde luego le iba a contar la verdad, que tenía que asaltarla de la forma que fuera y conseguir sus bragas humedecidas.

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