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Don Braulio me monta
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Tiempo de lectura: 13 minutos

Mi nombre es Lourdes, mis amigos me dicen Lula, soy una chica transex de 32 años y les voy a relatar lo que me sucedió el año pasado en mi barrio. Resulta que a dos casas de donde vivo hay un taller en donde trabaja un hombre. Su nombre es Don Braulio y es un hombre grande, fornido y morocho, tendría unos 45 años. La verdad me calienta mucho cuando lo veo. Bueno, el taller está en una esquina donde esta también la parada del colectivo, el cual siempre tomo para ir a mis clases de aerobics y eso me "obliga" a ir todos los días en ropa muy sugestiva.

Todos los días para ir a mis clases me visto con calzas muy ajustadas, sin ninguna arruguita en la lycra, como una segunda piel, pues así me gusta. En la parte de arriba si no hace mucho frio, alguna remera ajustada que me marcan bien mi delantera. Bueno, hablando del año pasado todas las tardes salía de mi casa con esta ropita y mi mochila algunas veces y llegaba a la parada. La puerta enorme del taller justo daba hacia la parada y hacia mi presencia por lo cual mientras Don Braulio trabajaba, creo que algo de metales, junto a otro compañero de seguro me observaba de arriba abajo, en especial mi colita al estar de espaldas. Hablando de eso, mi cola es mi mas preciado orgullo, para mi y "otros" es lo mas lindo que tengo. Yo nunca volteaba para ver si me observaban. Me gustaba esa sensación y el misterio. Yo solo imaginaba que si lo hacían y con eso me era suficiente.

Bueno, resulta que hablando con una amiga del barrio que vivía una cuadra más allá de una u otra cosa le comente sobre el taller y me dijo que ese tal Braulio era peligroso, que había estado en prisión, etc. Pero lo que más me llamo la atención fue que Nadia me dijo un apodo que muy pocos sabían. Le decían "Abre Culos". Wooow, y yo que se lo había estado mostrando descaradamente embutido en mis calzas ajustadas. Ese comentario de mi amiga me dejo perpleja y con algo de miedo. Pero algo me hacía seguir con este "jueguito", la intriga, la calentura y el morbo me taladraban la cabeza. Además Don Braulio me gustaba y la decisión fue que debía seguir, ver hasta donde llegaría todo esto. Es más, estaba pensando en hacer algunas pequeñas provocaciones pues la suma de ese apodo más mi perfecta colita y las calzas no eran pura coincidencia, me entienden, era el destino, ¿no creen?

Pues así empezó, recuerdo que algunos días mientras esperaba el colectivo, siempre de espaldas al taller, me inclinaba hacia delante sin flexionar las rodillas, sacando la colita hacia fuera disimulando atarme los cordones de las zapatillas o acomodarme las polainas que están muy de moda hoy. Otra cosa por ejemplo era hacerme la distraída y tocarme los muslos o la cola deslizándola sobre la suave tela de lycra. Todo esto siempre sin voltear, imaginando como me estaría observando Don Braulio y tal vez su compañero.

Así fue pasando algunos días hasta que llego el día de lo sucedido. Recuerdo que ese día, un martes, las clases se harían un poco más tarde, casi al anochecer ya que había que tomar examen a algunos y no me acuerdo más porque. La vestimenta que use fue una remera ajustada creo que de lycra y sobre esta un buzo deportivo también algo apretadito y cortito. Una tanga bastante chiquita, casi cola less y sobre esta unas calzas largas de color azul algo brillante muy ajustadas, demasiado, parecía como una segunda piel. En los tobillos para estar a la moda me calce un par de polainas hasta media pantorrilla color blanco y finalmente mis zapatillas blancas casi nuevas. Me mire al espejo un tiempo largo, me gustaba como me veía, todo apretadito a mi cuerpo, sin dejar nada a la imaginación. Finalmente tome mi bolso y a las 18:00 hs salí hacia la parada. Al pasar vi que aun el taller estaba abierto pero no se veía a nadie. Estaba esperando el colectivo que no venía más cuando siento que el taller se empezaba a cerrar, la cortina principal estaba bajando. Se estaba haciendo tarde, una persona que también esperaba se marchó. Estaba sola y eran casi las 18:45 hs. Una vez la cortina bajada apareció Don Braulio saliendo de una puerta trasera al lado del taller. Lo mire a los ojos mientras se acercaba, el me miro también pero al rato fijo sus ojos a mi entrepierna. Desvié la mirada hacia delante y note que estaba al lado mío. Estábamos en silencio mientras esperábamos, pues creo que el también, el colectivo. Sentí que se alejó hacia atrás un poco mientras yo estaba algo nerviosa. Se me vino a la cabeza todo eso que me dijo mi amiga, lo de que estuvo preso, su fuerte apodo, además que me impresiono el tamaño de su físico.

Me sentía totalmente observada, de segura tenía su vista fija en mi trasero.

-No viene más el bondi ¿no? -De repente hablo, de seguro a mí, era la única ahí. Me puse nerviosa. Tartamudeé un poco devolviéndole una respuesta.

-Sí, bastante.

Que me pasaba, parecía una nena de 13, inexperta y asustada. Se dio cuenta de eso y me dijo con esa voz ronca y gruesa:

-Me parece, no estoy seguro, que hoy había paro de colectivos, vení que averiguamos por teléfono.

Te juro que me quede de piedra, quería que yo lo siguiera adentro de su taller, me quede pensando, me decía a mí misma que era una estúpida si lo seguía pero algo en mi lo contradecía. Y fue más fuerte, lo seguí mientras tomaba sus llaves y abría la puerta de al lado del taller. Yo sabía que había paro pero pensé que era dentro de dos días. Mientras abría me decía que tenía un amigo colectivero de la línea que tomo yo y que lo iba a llamar para averiguar. Entro primero y me dijo que pasara, que lo siguiera, íbamos por un pasillo largo.

Entramos al taller, era bastante amplio llenos de cosas y algo mugriento pues era de esperar. El nerviosismo se había apoderado de mí, era esa sensación entre el miedo y la intriga de la situación. Él se fue hacia una parte visible y tomo un teléfono. Me di la vuelta y me quede mirando el lugar, había una amplia mesa de trabajo que empecé a observar, era una mesa improvisada con un duro tablón de madera como base y de unos cuatro cajones robustos como patas, sobre la misma habían bastante herramientas de todo tipo, lo que no sabía en ese momento era que justamente ahí me iba a abrir de gambas para hacerme el culo. Estaba mi vista fija en esa mesa, era la mesa en donde trabajaba Don Braulio que se veía desde afuera, la mesa en donde hacia sus cosas mientras me miraba cuando esperaba el colectivo. De repente sentí que me tomó de un brazo tirando mi bolso y me jaló quedándonos frente a frente, mientras me miraba fijamente a los ojos. Me acaricio con ternura una mejilla y luego el cabello pero de repente me dio la vuelta quedando de espaldas a él, me rodio con sus brazos por la cintura y me apretó contra él tratando de levantarme un poco como empujándome hacia donde estaba la mesa, me asuste y comencé a lagrimear y suplicar, al llegar a la mesa dejo de empujarme, se quedó parado allí sujetándome de mi cintura y aprisionando fuertemente mi trasero contra su pelvis, yo podía sentir claramente el bulto de su miembro en mi cola, después de unos momentos me soltó, empezó a mirarme de arriba abajo y sonriendo lujuriosamente me dijo: “Escúchame nena vos ya sabes porque estas acá así que vas a tener que portarte muy bien conmigo y obedecerme en todo, tu solo déjate llevar que yo me encargo de lo demás”. Pensé en que me había metido, pero me calme y me dispuse a hacer lo que quería.

Tomó una silla y se sentó tras de mí de modo que mi culito quedaba frente a él, comenzó a acariciar mis piernas sobre las calzas, al ver que yo no decía nada subió sus manos y acarició mis nalgas, las apretó y las estrujó, como vio que yo no oponía la menor resistencia se levantó y empezó a frotarme su pene que ya se encontraba erecto contra mi trasero, entonces bajó sus manos para acariciarme las piernas y las subió a mi entrepierna, me empezó a pajear con sus dedos sobre la lycra mientras mis primeros gemidos se hacían presente y mis piernas se abrían solo un poco más. Entonces me dijo: “¡Vaya!, te está gustando no puta, pues empezá a disfrutarlo porque a vos te tengo preparado algo muy especial ¿sabes?”. Su mano volvió atrás y empezó a acariciarme el contorno de mi cola mientras me decía:

-Perfecto, es perfecto, debes tener el culo tan estrecho como el de un maricen ¿no es así?, pues eso lo vamos a arreglar. Ya te estarás imaginando lo que te espera ¿no es cierto?, voy a romperte el culo y a convertirte en toda una puta.

Me quede perpleja por todo lo que me estaba diciendo pero igual lo quería, quería que continuara y recordé su apodo, realmente iba a dar crédito al mismo.

Mi silencio sepulcral lo motivo así que me tomo de la cabeza y me inclinó sobre la mesa y lo ajustada de mis calzas dejaba ver la marca de mi tanga, lo cual seguramente lo excitó aún más, de nuevo frotó su pene contra mi trasero, se aflojó el cinto, bajo sus pantalones y siguió frotándome con su enorme miembro que aun guardaba en sus calzoncillos, entonces se arrodilló tras de mí y acariciando mis nalgas bajo mis calzas hasta el final de mis nalgas y corrió a un costado mi tanga con rudeza, yo estaba totalmente estupefacta pues no podía creer lo -que me estaba pasando, de pronto sentí su rostro en mi cola besándome las nalgas, me las abrió y empezó a besarme el culito, lo chupo, lo lamió, lo succionó, pasaba su lengua y la metía en mi pequeño orificio, yo jadeaba y gemía inevitablemente, sentí mi cara muy caliente, que me ardía de excitación, todo me daba vueltas, nunca me habían dado ¡tan rica! comida de culo.

Entonces se levantó e hizo que cambiáramos de posición, ahora yo me encontraba sentada frente a él con su pene en mi cara, un animalón enorme y moreno, grande, grueso, venoso y con el glande completamente hinchado de excitación, me tomó de la nuca jalándome los cabellos y comenzó a frotarme su miembro entre mis labios, su piel era suave, brillante y caliente, ésa sensación no me disgusto para nada, adiviné lo que quería que hiciera y abrí mi boca, él lo introdujo un poco, al sentirlo entre mis labios me gustó mucho la sensación e instintivamente empecé a chuparlo, al ver que yo misma se lo mamaba voluntariamente dejó de jalarme el cabello y de pronto ya no podía parar, se lo mamaba ávidamente aunque no cabía por completo en mi boca, después de hacerme que se lo chupara por un buen rato me retiró y volvió a inclinarme sobre la mesa, ésta vez ensalivo mi culo para lubricarlo, ya estaba dispuesta a recibir el tremendo ataque pues acababa de probar el tamaño de su miembro y me preguntaba si todo eso podía entrar en mi pequeño culo, pero ¡como lo deseaba!, ya no me importaba nada, solo quería sentir esa tremenda pija penetrando mi hermoso culito.

Sentí su enorme pene a la entrada de mi ano, me tenía empinada frente a él con mis piernas algo abiertas, mis calzas a medio bajar y mi cola bien paradita, entonces me dijo: ‘Ahora sí puta, te voy a romper el culo como tu querías o acaso crees que no te había visto ya provocándome ahí afuera mostrándome el orto, pues ahora si vas a sentir una verdadera pija dentro, te advierto que esto te va a doler pero también te va a gustar y después hasta me pedirás que no te la saque’, entonces comenzó a abrirse paso entre mis nalgas; ¡WOOOW!, ¡ERA ENOOORME!, sentí que me partiría en dos, movía mi cabeza incontrolablemente mientras le suplicaba: ¡NO! ¡NO!, ¡MEJOR NO!, ¡POR FAVOR, MEJOR NO!, traté de zafarme echándome para delante pero fue inútil, él me sujetaba por los hombros y me aprisionaba fuertemente contra la mesa, mientras seguía empujándomelo con fuerza, creí que me desmayaría, al ver que no estaba dispuesto a soltarme le suplicaba; ¡DESPACITO POR FAVOR!, ¡ME DUELE!, ¡DESPACITO, DON BRAULIO POR FAVOR, PORQUE ME DUELE MUCHO! ¡POR FAVOR!, DON BRAULIO ¡POR FAVOOOR!, pero él seguía metiéndomelo poco a poco y no se detuvo hasta que lo introdujo completamente dentro de mí, grite y llore y varias lagrimas rodaron por mis mejillas, él me regañó y me dijo que no gritara porque podían escucharnos y yo me mordí los labios para no gritar pues el dolor que sentía era muy intenso, pero a pesar de todo él tenía razón, ya no quería que me la sacara.

De pronto empezó a sacarlo y sentí un poco de alivio, pero de nuevo lo introdujo con fuerza, siguió repitiendo ése movimiento haciéndolo cada vez más rápido, así continuó bombeándome hasta que el dolor fue cediendo y poco a poco comencé a disfrutarlo, después de violarme por un buen rato, el hombre ya lograba que yo me arqueara de placer, parecía una gatita en celo retorciéndome de gusto con su verga dentro de mí, pues nunca había experimentado ésa sensación tan intensa entre el dolor y el placer con tanta excitación, tanta pasión, tanto sexo y entonces él se estremeció y pude sentir que se venía dentro de mí, estaba chorreándome toda su leche caliente dentro de mí, ¡que ricura, que delicia!, en ése momento me sentí completamente invadida, poseída y sometida por un hombre que me estaba cogiendo en su propio taller, mi culo había sido estrenado y desvirgado por Don Braulio alias el "Abre Culos". Ni se imaginan que situación toda esta, un morbo y un placer indescriptible.

Y así Continuó cogiéndome durante un largo rato, al tiempo que yo seguía convulsionada con ésa dulce mezcla de placer y dolor. Claro que después de aguantar largamente tan violentas embestidas, ya sentía dolor en mi pequeño culo, sin embargo él era implacable conmigo. Cuando intentaba soltarme o hacia algún gesto de dolor o se me escapa algún grito, me apretaba más fuerte y me decía; ‘Quieta nena, querías probar la pija por atrás ¿no es así?, Pues seguirás comiendo verga hasta que me harte, te que voy a seguir abriendo el culo ¿sabes?’ y al tiempo que me la empujaba con fuerza me decía; ‘Come verga, vamos, cómetela toda grandísima putita’, y así continuó cogiéndome y eyaculando dentro de mí, no recuerdo cuantas veces.

Cuando al fin quedo satisfecho, se salió de mí, se subió los pantalones y después de darme una fuerte nalgada, me dijo; ‘Pues ahora sí nena, ya eres toda una mujer y además tienes un culito ¡delicioso!, eres muy dulce y te has portado como una nena buena, ya se notaba que eras toda una puta. Desde ahora tu culo me pertenece, para que te lo coja cada vez que yo quiera, aunque ya verás que tu solita regresarás a pedirme pija todos los días y yo estaré aquí esperándote para cogerte a diario perrita. Se retiró hacia otro cuarto y me dejó allí tendida sobre la mesa, donde permanecí por varios minutos, realmente estaba exhausta y completamente llena de leche, incluso podía sentir como escurría entre mis nalgas y corría por mis piernas, me toque el culito y pude sentir que aún lo tenía muy abierto.

Me reincorpore y me vestí rápidamente saliendo por la puerta del costado.

Llegue caminando a mi casa con gran dificultad, fui al baño para darme una ducha y al quitarme la ropa note que mi bombacha estaba muy manchada con semen y sangre, me espante un poco, pero después pensé que era lógico después de la revolcada que me acababa de meter ‘Don Braulio’ para desvirgarme el culito. Ésa noche sufrí de fiebre, incluso al día siguiente mi mamá pensó que estaba enferma, tardé varios días para recuperarme, sin embargo en todos esos días no pude apartar de mi mente lo sucedido.

Imaginaba una y otra vez la escena; empinada sobre la mesa del taller, con mis calzas abajo, mi tanga de lado y Don Braulio tras de mí, con su enorme verga penetrándome violentamente. Como deseaba volver a sentir ése enorme palo dentro de mí, era cierto lo que él me había dicho, yo misma quería regresar y pedirle que por favor me cogiera otra vez. Me excitaba mucho la idea de volver a tener su miembro en mi boca, pero ésta vez no pensaba conformarme solo con chupárselo, quería mamársela hasta que se chorreara en mi boca y saborear su semen escurriendo entre mis labios. Pero sobre todo quería volver a tener ésa tremenda verga dentro de mí, ¡tan grande, tan gruesa, tan dura y tan deliciosa!, ¡ésa verga me había vuelto loca!

Paso una semana, cuando volví a encontrarme con Don Braulio en la parada del colectivo, yo andaba con mi ropa habitual para ir a la facu, zapatillas deportivas, calzas y remera con buzo. Cuando lo vi en el taller no supe cómo reaccionaría pero él me saludo desde adentro sonriendo, como si nada hubiera sucedido, salió afuera, se acercó y paso su brazo por encima de mi hombro e intercambiamos saludos; ‘Hola Lula cómo estás?’, yo le respondí que estaba bien, ‘Que bueno que estés bien, la verdad estaba un poco preocupado porque no te veía desde hace varios días’ y bajando la voz me dijo; ‘ Espero no haberte lastimado’, yo me quedé helada al oír esas palabras, no estaba fingiendo nada, me estaba hablando abiertamente de lo que había ocurrido entre nosotros, le respondí un poco nerviosa; ‘No Don Braulio, no me lastimo mucho, no se preocupe estoy muy bien, gracias por preguntar’, se quedó un ratito callado y luego de mirarme de arriba abajo, me dijo que le daba mucho gusto saber que estaba bien y acariciando mi mejilla en forma paternal se inclinó para despedirse dándome un beso en la mejilla y me susurró; ‘Espero que te haya gustado lo que hicimos, te espero cuando vuelvas en la tarde, mira que te voy a estar esperando, no faltes nena’, y al retirarse me guiñó un ojo, yo no pude evitar sonrojarme, agaché la cabeza avergonzada y mirándolo de reojo le sonreí pícaramente mientras le respondía; ‘Sí Don Braulio, gracias, aquí estaré’.

Luego llego el colectivo y me fui a la Facu, estaba totalmente emocionada, no lo podía creer, el hombre me estaba citando para cogerme otra vez, eso significaba que yo le gustaba y me quería de su puta, ¡wow! Me sentí muy halagada y muy excitada al saber que a ése señor, que era todo un hombre, de seguro me iba a sodomizar otra vez. Pero que me pasaba, estaba actuando como una chiquilina sin experiencia. Estuve toda la clase en la facu distraída, no podía apartar de mi mente lo que de seguro iba a suceder con Don Braulio. Así que antes de llegar a destino llame a mi mamá por celular diciéndole que no me esperara, que me iba a quedar más tiempo en la facu. Una vez baje del bondi, cruce la calle y me dirigí a la puerta trasera del taller de ‘Don Braulio’, que estaba cerrado. Recuerdo la vestimenta que traía puesta, un buzo gris con capucha, una de mis remeras preferidas rosada ajustada, unas calzas de lycra que eran nuevas en ese momento, recuerdo que eran negras con un azul a los costados y mi otro par de zapatillas blancas, unas botitas converse all star. Así que me dispuse a entrar por donde lo hicimos antes, fui por el pasillo y vi que la puerta estaba entre abierta y se veía luz, entré y allí estaba él tomándose una cerveza mientras me esperaba, cuando me vio entrar sonrió y acercándose me dijo; ‘como estas Lula?’, me abrazó y acariciándome la cola me dijo; ‘Sabía que volverías nena, te gustó mucho mi verga, verdad?, estoy seguro que te fascinó’, entonces me giró, empezó a acariciarme las piernas por sobre mis calzas para luego seguir con mis muslos, frotándome su pene en mi trasero me dijo; ‘Mira nada más como me pones, me tienes la pija bien parada, ahora tendrás que comértela hasta que me saques toda la leche, así que prepárate putita, porque te voy a coger toda la noche’.

Me mantuvo un tiempito ahí acariciándome la cola y metiendo sus dedos entre mis nalgas para frotarme el culito por sobre la lycra, al mismo tiempo me besaba el cuello, mordisqueaba mi oreja, me besaba en la boca, la recorría con su lengua y chupaba la mía, me mordisqueaba los labios y yo solo cerraba mis ojos y me dejaba hacer todo lo que él quisiera, pues me excitaba muchísimo.

Me llevó hacia su mesa de trabajo y me recostó boca abajo levantando mi colita, se arrodilló y empezó a besarme las nalgas dándome pequeños mordiscos, jaló mis calzas hacia abajo y corrió mi tanga de lado para besarme el culito, lo lamía y lo chupaba con fervor, introducía su lengua en mi orificio jugueteando con él y arrancándome gemidos de placer. Después se levantó, se soltó los pantalones y de sus calzoncillos liberó su miembro completamente erecto, me tomó de la cintura, me hizo abrir un poco las piernas y apuntó contra mi entrada su enorme bestia hambrienta de culo y de un solo golpe me la enterró ¡completita!, grité dolorosamente aferrándome a la mesa, pero nunca intente zafarme. Para silenciarme se inclinó y me tapo la boca con su mano, empezó a mecerse lentamente haciéndome el mete-saca y susurrándome al oído; ‘Ya nena, ya no llores puta, es que me gusta mucho tu culito, me pone como loco y no me puedo controlar, ¡tu culo es mío! Y me encanta que seas tan puta, para meter mi pija en tu hermoso culo’, la forma en que me hablaba me excitaba mucho y me hacía sentir totalmente dominada.

Poco a poco fue acelerando hasta llevarme a un ritmo verdaderamente delirante, cada embestida de su miembro la recibía hasta adentro de mí y podía sentir sus huevos chocando contra mis nalgas, instintivamente fui apretando mi culito en fuertes contracciones, eso lo enloqueció, el hombre gemía de placer mientras me bombeaba a más no poder, a mí me tenía jadeando y con mi respiración muy agitada, de pronto empezó a estremecerse, se estaba corriendo dentro de mí, me estaba chorreando toda su leche mientras exclamaba; ‘Así, así nena, que lindo, sigue moviendo tu culito, así mami, apriétame con tu culito y sácame toda la leche, te lo voy a llenar de lechita caliente mamita, ahh, ahh, que culo tenes puta y como te la comes’.

Cuando terminó se salió de mí y me tomo del cabello para arrodillarme frente a él, tomé su enorme pene entre mis manos y lo metí en mi boca, no quería desperdiciar ni una gota de su semen y se la chupe dulcemente hasta dejársela completamente limpia. El sentir su espeso semen en mi boca me gustó mucho, su sabor me pareció deliciosamente salado y único, entre tanto él me decía; ‘Vaya que te gusta la pija putita, sos una puta golosa’. Después se acercó una silla para descansar un momento, le dio unos sorbos a su cerveza y me convido un poco, me dijo que me saque los pantalones, refiriéndose a mis calzas y luego me colocó sobre él con mis piernas abiertas, me arrancó la tanga diciéndome que la conservaría como recuerdo y cogiéndome de mis nalgas me sentó sobre su miembro que ya tenía una nueva erección, yo rodee su cuello con mis brazos y comencé a encajarme lentamente en ésa gran estaca, hasta que nuevamente ¡me la comí toda!

Me tomo de la cintura y comenzó a subirme y bajarme lentamente, yo aún estaba muy excitada y lo disfrutaba como loca, entonces me agarró de las nalgas y al bajarme me las abría para meterme su verga tan adentro como pudiera y cuando me levantaba las apretaba con fuerza aprisionando su enorme miembro, eso lo excitó muchísimo y pronto me estaba dando de sentadas en su verga ¡frenéticamente! Se volvió a correr dentro de mí con abundancia y los dos quedamos totalmente batidos de semen.

Continuó cogiéndome toda la tarde y noche y en todas las posiciones que se le ocurrieron, me cogió cuanto quiso hasta que los dos quedamos exhaustos y claro hasta que volvió a dejarme el culito enrojecido, dolorido y palpitante, ¡pero como me encantaba lo que me hacía ése hombre! ¿Continuara?

Me gustaría recibir comentarios sobre lo que me sucedió y sus opiniones sobre porque me sucedió esto y de quien fue la "culpa". Besos. Lula. Escriban a [email protected].

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