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La infiel de Elizabeth y los chicos del equipo
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Me fascina ver a mi esposa Elizabeth cuando llega a la universidad donde ambos trabajamos, su cortísima falda deja ver buena parte de sus piernas y que hoy ha decidido enfundarlas en esas medias negras que tanto me excitan, su blusa blanca ajustada remarca cachondamente la forma de sus pechos, la verdad se ve bastante atractiva y más cuando se pone su bata de doctora, me hace fantasear al máximo y el día de hoy no es la excepción, ya que antes de salir de casa, me recordó lo siguiente.

– sabes, hoy me toca revisar a los chicos que quieren entrar al equipo, espero que pueda contar con tu “visita”.

Eso era una abierta invitación al morbo, así que solo le pregunto la hora.

– ¿cómo a qué hora?

– los cite a las once de la mañana.

Le digo que está bien y ambos salimos rumbo a la universidad y una vez llegando, ella se va hacia el salón de maestros y yo me pongo a hacer algunas cosas con el equipo deportivo, pero el resto de la mañana no logro sacar de mi mente lo que Elizabeth podría hacer, es que ella es capaz de todo estando excitada, así que por mi mente pasan cientos de ideas, hasta que al fin da la hora y me comienzo a escabullir hasta una bodega que queda justo arriba de su consultorio, cierro por dentro y me voy hacia una de las paredes y abro una pequeña ventila que da justo a la parte de arriba de su consultorio y puedo ver que llegue justo a tiempo, el consultorio aun esta vació y eso me da tiempo para acomodar una silla y sentarme cómodamente a esperar el espectáculo, a los pocos minutos entra Elizabeth, deja las cosas sobre su escritorio y vuelve hacia la puerta y alcanzo a escuchar que dice.

– adelante chicos.

En segundos por aquella puerta, entran tres jóvenes, como de unos veintidós años y se paran frente al escritorio, Elizabeth los observa unos instantes y después comienza a decir.

– buenos días chicos, soy la doctora Elizabeth y les voy a aplicar el examen médico para que puedan entrar al equipo de la universidad.

Los tres chicos responden el saludo y después guardan silencio, Elizabeth comportándose de manera indiferente, saca su estetoscopio y se acerca al primer chico.

– te podrías quitar la camiseta.

Aquel chico sujeta su prenda por debajo y la jala hacia arriba, dejando su torso desnudo, Elizabeth se acomoda el estetoscopio y comienza a revisarlo, le pide que respire hondo un par de veces, después le pide que tosa, aquel chico la obedece en todo, Elizabeth termina y va a su escritorio, anota algo y vuelve con el segundo chico, igual le dice que se quite la camiseta y comienza a revisarlo, puedo ver como el rostro de mi esposa se va poniendo cada vez más rojo, señal de que los chicos la están excitando, termina con el segundo y anota algo en su escritorio y se va con el ultimo y después de unos minutos, termina con los tres, se quita el estetoscopio, lo deja sobre su escritorio, se para frente a ellos, toma un poco de aire y les comienza a decir.

– bájense el short por favor.

Los tres chicos sin decir nada obedecen a mi esposa y en segundos quedan en calzoncillos frente a ella, Elizabeth comienza a pasar lentamente frente a ellos, les pide que hagan algunos ejercicios con los brazos, mientras que ella los observa detenidamente, puedo ver en su rostro como se está comenzando a excitar, sus mejillas se han puesto mas rojas, pero trata de guardar la postura, pero no por eso deja de deleitarse la vista, instantes mira a uno y después cambia la mirada hacia otro, tratando de obsérvalos lo mas detenidamente que puede, después de unos minutos les dice que se detengan, va hacia su escritorio toma su pluma y escribe algo, después toma la silla que está detrás de su escritorio y la acomoda frente a los chicos, toma un poco de aire y les dice.

– bien muchachos, podrían bajarse los calzoncillos por favor.

Los tres chicos se miran unos a otros, ya saben bien lo que sigue, supongo que ya alguien les ha comentado acerca de lo que mi esposa suele hacer con algunos universitarios, así que los tres se bajan la ropa interior dejando sus miembros a la vista de Elizabeth, ella se queda quieta durante unos segundos, sus ojos se abren como platos y puedo ver como recorre lentamente con la mirada la cintura de cada uno de ellos, después de unos segundos, toma asiento frente al primero, quedando a escasos centímetros de su miembro, lo mira fijamente unos instantes y después comienza a decir.

– bien, voy a revisar tus genitales para ver si no hay alguna hernia o algo extraño.

El chico responde que está bien, Elizabeth acerca su mano hasta la punta de aquel miembro que tiene enfrente y lo sujeta con la punta de sus dedos levantándolo un poco, mientras que posa su otra mano bajo los genitales y comienza a acariciarlos suavemente, pareciera como si los estuviera sopesando.

– ¿has tenido alguna molestia últimamente?

. No doctora.

Elizabeth al escuchar la respuesta del joven continúa moviendo su mano, a veces lo hace en círculos y otras veces la cierra, apretando un poco los genitales del chico.

– ¿alguna molestia?

– no doctora

– bien, voy a seguir revisándote, si te duele algo me dices.

– claro.

Elizabeth ya mas en confianza, sujeta la verga del muchacho con toda la mano y la sacude un par de veces hasta que logra ponerla erecta, mientras que con la otra mano no deja de acariciarle los genitales, se ve que en verdad está disfrutando aquello, pero trata de guardar la compostura y después de unos segundos de estar masajeando aquel miembro le dice.

– ¿tienes dolor al masturbarte o eyacular?

– no doctora.

– bien, porque necesito que eyacules.

Cuando aquel muchacho escucha eso, se le ilumina una sonrisa en el rostro y solo responde que si, Elizabeth suelta su miembro y saca de la bolsa de su bata un pequeño frasco de plástico, le retira la tapa, vuelve a tomar la verga del muchacho y comienza a sacudirla rápidamente, los otros dos jóvenes solo miran atentamente aquel espectáculo y ansiosos esperan su turno, Elizabeth no deja de mover su mano de forma rápida y firme, y claro, después de unos cuantos minutos, sus movimientos hicieron efecto y comienzan a salir varios chorros de semen que caen justo dentro del frasco.

– bien, muy bien, ¿tuviste alguna molestia?

El joven aun con la respiración algo agitada responde que ninguna, Elizabeth le dice que se quede en su lugar, mueve la silla hasta el segundo muchacho, deja el frasco en el suelo y de nuevo comienza con la revisión, pero ahora ya es un poco mas atrevida, ya que sin preguntarle nada, con una mano sujeta firmemente la verga del muchacho y con la otra sujeta sus testículos y comienza a masajearlos, las manos de Elizabeth se mueven de forma lenta y rítmicamente mientras que aquel joven solo cierra sus ojos y lentamente comienza a mover su pelvis tratando de acompañar los movimientos de mi esposa, ella tratando de mantener el tinte de la revisión comienza a preguntarle.

– ¿tienes algún dolor?

El muchacho abre los ojos y con voz entrecortada responde.

– mmhhh… no doctora… Ninguna.

– bien, parece que todo está en orden, voy a continuar revisándote.

Elizabeth continua moviendo sus manos, parece estar completamente embobada con aquella verga, sus manos suben y bajan recorriendo aquel miembro, en momentos se centra en los genitales, apretándolos y sopesándolos, pero no deja de mover su otra mano, el muchacho a comenzado a mover su pelvis mas y mas rápido, mientras lanza pequeños gemidos de placer, Elizabeth al ver los movimientos de aquel chico, sabe que está por venirse, suelta sus genitales y se agacha un poco para tomar el frasco y lo pone justo en la punta de aquella juvenil verga y en segundos, aquel chico comienza a descargar varios chorros de semen, pero su venida es tan abundante, que algunos cae fuera del frasco salpicando el rostro de mi esposa, pero ella continua en su papel de doctora y no deja de mover sus manos, hasta que exprime por completo aquel miembro.

– ¿alguna molestia al eyacular?

– para nada doctora.

– muy bien.

Elizabeth recorre la silla hasta el tercer muchacho, vuelve a dejar el frasco en el suelo y sin preguntarle nada, sujeta su miembro con ambas manos y comienza a manipularlo, el chico cierra sus ojos y al igual que su compañero, comienza a mover su pelvis de atrás hacia adelante, es obvio que quiere disfrutar al máximo las caricias de mi esposa y ella claro, no pone ningún inconveniente, sus manos comienzan a moverse rápidamente subiendo y bajando, provocando que en segundos la verga del muchacho este completamente erecta.

– ¿alguna molestia?

– no doctora continué

Puedo ver como Elizabeth sonríe ligeramente, sé muy bien que le fascina hacer gozar a los hombres, así que sus manos se mueven mas y mas rápido cada vez, hasta que siente que el chico va a terminar, toma el frasco y lo pone justo en la punta del glande e instantes después, el chico comienza a soltar varios chorros de semen, algunos caen justo en el frasco y otros de nuevo salpican el rostro de mi esposa, pero ella trata de comportarse lo mas seria que puede y una vez que termina, se levanta de la silla y les dice que se pongan su ropa y que se retiren.

– bien, todos aprobaron, pueden irse.

Los chicos comienzan a vestirse, pero claro que no dejan de mirarla y es que su rostro salpicado de semen, es por demás morboso, pero ella se conserva seria, hasta que los tres chicos salen de su consultorio, ella alza la mirada y comienza a pasar su dedo por su rostro y después se lo lleva a la boca mientras me sonríe, que tremenda puta tengo como esposa.

Continuará…

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