Sonó el despertador y cuando abrí mis ojos Carla ya estaba despierta, mirándome, con la cabeza apoyada en su mano y a su vez el codo apoyado en la almohada.
– Carla: Buenos días mi niña.
– Irene: Buenos días rubia.- Me estiré y me acerqué a ella para darle un beso.
Parecía que Carla quería evitar algo y rápidamente se levantó de la cama.
– Carla: Hay que levantarse, tenemos que ducharnos y dejar las maletas preparadas antes de bajar a desayunar. Me adelanto a la ducha.
– Irene: Ok…- Estaba todavía medio dormida y solo pude contestar eso.
Me quedé unos minutos en la cama, recordando la conversación de la noche anterior y como iba a afrontarla esta mañana, mientras oía como Carla se metía en la ducha.
No quería pensar que esto se pudiera acabar así que de un salto me levanté de la cama, me dirigí al baño y me metí en la ducha con ella.
– Irene: Parece que tienes mucha prisa.
– Carla: Es que hay muchas cosas que hacer, es tarde.- Me hablaba sin mirarme.
– Irene: Me estás evitando? Esta es tu estrategia? Porque no te va a servir la dos estamos metidas en la ducha y hacer como que no estoy no te va a servir.
– Carla: No te estoy evitando, es sólo que tenemos que darnos prisa.- Seguía duchandose sin mirarme.
– Irene: Carla, para un momento por favor, mírame.- Con una mano sujeté la suya y con la otra levanté su barbilla para que me mirara.
– Carla: Qué pasa Irene?- Sus ojos parecían llorosos.
– Irene: Eso digo yo, qué pasa? Estoy aquí y no me voy a ir. Cuéntame qué te pasa por la cabeza, porqué este cambio, déjame entenderte.
Ahora ya estaba claro que estaba llorando, se acercó más a mí, apoyó su cabeza con la mía y me acariciaba la cara.
– Carla: Irene…no sé cómo voy a poder llevar esto ahora. Este fin de semana ha sido espectacular y tengo miedo de la vuelta.
– Irene: Lo llevaremos como siempre, no cambia nada.
– Carla: Sí cambia Irene, provocas sentimientos en mí que hacía años que no sentía, ya se me ha ido de las manos y no quiero que se me vaya más.
– Irene: A mi me pasa igual, por eso necesito saber que vas a estar ahí. Te necesito cerca Carla…entre las dos podemos controlarlo, no tiene que acabar aquí, lo pasamos bien juntas.- Me acerqué más y la besé.- Prometo dejarte algo de distancia.
– Carla: No puedo acabarlo, aunque quiera…- sonaba triste.
– Irene: Bueno pues no lo acabes.
La abracé con suavidad mientras recorría son cuerpo con toda la delicadeza que me era posible, besaba su cuerpo mientras nos caía el agua caliente y ella se quedó inmóvil. Su respiración se aceleraba y en sus ojos ya no habían lágrimas.
Besaba sus labios, sus pechos, su clavícula, su cuello…con suavidad y sin prisa. Acariciaba su espalda, sus caderas, su culo…y acabé acariciando su clítoris.
Ella seguí inmóvil, parecía derrotada, triste…pero no sé alejaba, no me retiraba, no me paraba.
Yo seguí hasta que rompió su silencio con un gemido, sus piernas se debilitaron y la sujeté por la cintura y la pegué a mi cuerpo para sujetarla.
– Irene: Estoy aquí contigo y no me pienso ir. Eres demasiado importante para mí como para dejarte ir.
– Carla: Irene…no me dejes ir, pero ayúdame a llevarlo.
– Irene: Te lo prometo, haré todo lo que esté en mi mano para hacerlo más fácil. No pienses que te vas a librar de mi tan fácilmente- Bromeé y la besé .
– Carla: Gracias mi niña.- Por fin había una sonrisa en su cara.
– Irene: Me encanta esa sonrisa. Ahora sí tenemos que irnos, vamos tarde.
Terminamos de ducharnos, nos vestimos, arreglamos las maletas y la habitación y nos fuimos a desayunar con Laura y Juan.
En resto del día Carla volvía a ser la misma, me provocaba y me besaba. Yo seguía igual, pero sabía que no iba a ser fácil llevarlo.
El día fue tan duro como se esperaba, pero mereció la pena ya que lo que aprendimos era realmente útil. Por la tarde volvimos a Málaga, en el coche se notaba el bajón de la vuelta por parte de las dos parejas, ya que volvíamos a la realidad, a pocos kilómetros de la ciudad paramos y las dos parejas nos tomamos unos minutos para acabar con la escapada. No era una despedida pero lo parecía. Llegamos a nuestros coches y quedamos en vernos esa misma semana que entraba, en clase.
– Juan: Bueno chicas, nos vemos en clase, muchas gracias por avisar para hacer el curso. Deberíamos buscar otro de más tiempo y más lejos jajaja.
– Laura: Sí chicas gracias por animarnos a ir.
– Carla: Tienes razón Juan, algo tendremos que buscar jajaja.
– Irene: Nos vemos esta semana en clase. Os quiero petardos.
Juan y Laura se tomaron un tiempo para despedirse y Carla y yo hicimos lo mismo.
– Carla: Nos vemos mi niña, que descanses. Lo he pasado genial.
– Irene: Lo mismo digo rubia. Eres perfecta.
Nos besamos y cada una subió a su coche en dirección a su casa.
A la mañana siguiente mi marido se interesó por el fin de semana, le enseñé fotos que hice en momentos concretos para cubrirme las espaldas y justificar el tiempo libre que tuvimos, los cuatro amigos juntos de turismo por la ciudad, comiendo o tomando algo. Y cómo era de esperar no pasó por alto los arañazos de mi espalda.
– Iván: Madre mía Irene! Y esos arañazos?
Había tenido tiempo para pensar una mentira y prepararla para que sonara convincente.
– Irene: Puff has visto? Haciendo uno de los ejercicios con Carla, hubo un problema con las cuerdas, resbalé y pegué un buen golpe, pero vamos nada grave, fue más el susto que otra cosa. Carla la pobre se sentía fatal pero ya le dije que no había sido culpa de ella, son cosas que pasan.
Hice un teatro con los movimientos de cómo había pasado para apoyar la historia y salió perfecto, Iván quedó conforme y no hizo más preguntas.
– Irene: Anda que… si cuando yo te digo que eres torpe no es sólo para meterme contigo, que también jajaja.
Nos reímos un rato y seguimos contándonos el fin de semana que habíamos tenido los dos. Ese día Iván se cogió el día libre para poder pasarlo juntos, llevamos a las niñas al cole, volvimos a casa y pasamos todo el rato en la cama hasta la hora de volver a recoger a las niñas. Disfrutaba con él y lo pasábamos bien, pero había algo que me faltaba, algo que no llegaba a excitarme como lo hacía con Carla.
El día que teníamos clase, antes de tomar el café con Laura y Juan, Carla y yo quedamos en la parte de atrás de su coche.
– Carla: Se han hecho largos estos días.
– Irene: Bueno ya estamos aquí, aprovechemos el tiempo que tenemos.- Sonreí.
Carla se sentó encima mío y nos estuvimos besando, mi manos entraban por debajo de su ropa y acariciaban su cuerpo y para cuando llegaron a su pantalón, Carla me paró.
– Carla: Vamos a dejarlo así vale? Tenemos poco tiempo y no quiero llegar a más hoy.
– Irene: Está bien, como prefieras.- Acepté ya que le prometí que se lo haría fácil.
Seguimos besándonos un rato más, aunque prometí no hacerle nada más, con la excitación no podía evitar mover mis caderas y mover a Carla con mis movimientos. Mi corazón golpeaba con fuerza, ella lo notó y paró su mano en mi pecho.
– Carla: Se te va a salir el corazón del pecho!- Dijo asombrada.
– Irene: Sí…bueno…es lo que provocas en mí, es difícil contenerme y no poder tenerte.
– Carla: Me gusta esto, pero deberíamos parar, tampoco quiero torturarte.- Sonreía.
– Irene: Venga un ratito más y nos vamos.- Le devolví la sonrisa.
Era difícil aguantar la situación así, pero se me hacía más difícil aún tener que bajarme del coche y no poder tocarla. Estuvimos un ratito más y nos fuimos a la cafetería donde habíamos quedado con Laura y Juan.
Las siguiente semanas nuestros encuentros fueron iguales. Me encantaba poder sentirla y tocarla, pero volvía a casa con un calentón increíble y siempre acababa o con mi marido en la cama o yo sola en la ducha, sin poder sacarla de mi cabeza. Estaba siendo frustrante, pero si era lo que ella quería, así sería.
A principios de marzo me llamaron para trabajar,en una empresa que se dedicaba a lo que habíamos estudiado en nuestro primer fp, era una gran oportunidad y acepté. El problema estaba en que serían turnos de 12 horas y no siempre ibamos a poder vernos. En la próxima clase que tuvimos se lo expliqué a Carla cuando estábamos en la parte de atrás de su coche.
Cómo siempre se sentó encima mío y empezó a besarme.
– Irene: Carla tengo que contarte algo.
– Carla: Cuéntame.- Seguía besándome sin parar.
– Irene: Me han llamado para trabajar, lo malo es que no siempre podré venir a clase ya que los turnos son de 12 horas.
– Carla: Ya… entiendo…Bueno enhorabuena, me alegro mucho por ti.
– Irene: Nos veremos menos, pero nuestra relación no cambiará. También era lo que tú querías algo de distancia, nos vendrá bien.
– Carla: Se me hará difícil, venir y no verte, pero sí creo que nos vendrá bien.
Realmente no me esperaba la reacción de Carla, pensaba que se lo tomaría peor, ya que yo lo llevaba mal. Ella parecía indiferente y en cierto modo me sentó hasta mal. Nuestra relación se había enfriado y al decirle que nos veríamos menos ella reaccionó casi con indiferencia o eso parecía. Seguimos con nuestro encuentro en su coche como era últimamente, nos fuimos a tomar café y después a clase. Yo andaba algo molesta pero trataba de ocultarlo.
Salimos de clase, ella desapareció y llego un mensaje suyo a mi móvil.
– Carla (móvil): Ven al baño de la primera planta.
Entre al baño y la llamé, se abrió una puerta y entré.
Carla me chocó contra la puerta nada más entrar y empezó a besarme, con la agresividad que normalmente utilizaba yo. Me mordía y casi no me dejaba moverme. Me quitó la camiseta, apretaba mis pechos y mordía mis pezones. Tenía rabia en sus besos y en sus movimientos, no estaba acostumbrada a esta reacción en ella pero me tenía loca, le dejé hacer y me limité a disfrutar.
Desabrochó mi pantalón, empezó a masturbarme de forma brusca, esta vez no me miraba a los ojos y seguía mordiendome con rabia. No pude aguantar mucho más, llegue al orgasmo y ella tapó mi boca con su mano para silenciarme, ahora sí me miraba a los ojos, con sus ojos llorosos.
– Carla: Te voy a echar de menos.- Apoyó su cabeza en la mía.
Ahora ya entendía su comportamiento.
– Irene: Yo también te voy a echar menos, pero entiende que no voy a dejarte, seguiré contigo aunque nos veamos menos.
– Carla: Ya…es sólo que me ha pillado por sorpresa, con la guardia baja. Realmente me alegro mucho por tí, de hecho me da hasta un poco de envidia.- Sonrió
– Irene: Bueno vendrás algún día a verme a la base? creo que tenemos una habitación propia, ya te contaré según vaya sabiendo.
– Carla: Eso estaría bien.
– Irene: Qué tal si ahora vamos a tu coche y me dejas disfrutarte un ratito.
– Carla: Sí vamos, estoy deseando.
Metí mi mano en su pantalón y su ropa interior estaba empapada.
– Irene: Uy sí, esto hay que arreglarlo.
Subimos en su coche, nos fuimos a unos caminos apartados y pasamos a la parte trasera. Hacía tiempo que no había podido pasar de su pantalón, así que tenía pensado tomarme mi tiempo y disfrutarla.
Se sentó encima mío y mientras que la besaba, desabroché su pantalón, metí mi mano y la masturbé hasta que se corrió. Le quité los pantalones y la ropa interior, se recostó en el poco espacio que había, separé sus piernas y metí mi cabeza, el coche se llenó de gemidos y sus caderas se movían al ritmo de mi lengua. La miraba, miraba su cara de placer, como se mordía el labio y como gemía. Al mismo tiempo yo frotaba mi clítoris y disfrutaba de su sabor. Se volvió a correr pero esta vez no paré hasta que yo también llegué, lo que hizo que siguiera gimiendo, me tirara del pelo y su cuerpo se tensara y se retorciera del placer.
Para cuando terminé, Carla estaba agotada.
Nos besamos y me llevó va casa.
– Irene: La semana que viene no nos veremos, pero estamos en contacto por móvil vale?
– Carla: Sí ya me irás contando qué tal. Te quiero mi niña.
– Irene: Yo también rubia, estamos en contacto.
Antes de bajarme del coche, le di un pequeño beso en los labios y me fui.