Mi primera y segunda relación sexuales, fueron sorprendentemente relaciones anales. Bueno, debo rectificar, la primera relación sexual fue oral, pero mi primera gran y rica eyaculación que queda en ese recuerdo idealizado, terminó en el rico culo de Sonia. Mientras mis amigos me hablaban de la masturbación, la cual por sus relatos nunca me llamó la atención, en ese mismo tiempo la gata Sonia (Así le llamábamos por sus ojos verdes), me convertía fisiológicamente en un hombre, aunque en el fondo seguía con la psicología de un jovenzuelo.
Nunca hubo con ella penetración vaginal, y es que a nuestra edad nos daba pena comprar condones en las tiendas, especialmente cuando en todas nos conocían y con Sonia que era mayor que yo, pues ella ya iba a la universidad, con ella fue ese gran descubrimiento del placer sexual. No éramos novios oficiales, pues creo que le incomodaba mi edad, y por un buen tiempo teníamos esos encuentros en su casa, donde pasábamos por horas besándonos y poco a poco ella me dirigió a sus pechos, para luego encaminarme a su panochita, la cual tenía unos cuantos vellos amarillos y que aprendí a chupar y encontrarle gusto a ese sabor y olor extraño, pero que instintivamente me atraía, como una abeja hacia una flor.
Se la chupaba casi todos los días, pero nunca había visto esa explosión y mirada en Sonia, que cuando tuvo su primer orgasmo. Realmente nos perdíamos en el tiempo y solo nos cerciorábamos que nadie nos mirara cuando yo iba por las tardes y entraba por la parte trasera del solar. Aquella vez Sonia se compadeció de mí y esta vez no solo me permitió que deslizara mi virginal pene entre sus nalgas por unos segundos, esta vez ella me asistió, para que la pudiese penetrar. Por falta de experiencia y con la adrenalina del momento recuerdo nuestro tonto dialogo en esa posición que luego conocería como de perrito o en cuatro patas:
– ¡No Tony, ahí no, adelante no… me puedes dejar embarazada!
– Te la quiero meter atrás, pero siempre se desliza hacia adelante.
Creo que muchos se han de recordar de momentos así, que por esa falta de experiencia y tacto en el sexo, no sabemos cómo es esa sensación de sentir el pene en una vulva o en la presión que hace un esfínter en el glande cuando este lo quiere invadir. Y no olvido esa sensación de ese primer apretón y la confirmación de la gata Sonia al decirme: ¡Si Tony, ya la tienes adentro!
No creo que la habré pompeado más de dos minutos cuando el cielo se abrió, los colores brillaron en su naturaleza y por primera vez en mi vida, siento ese placer que no se logra entender y que a pesar de su breve duración, mi cerebro todavía no procesaba cuando iba a terminar. Veo por primera vez ese líquido blancuzco brotando del ano de Sonia, sin entender a plenitud, que era ese líquido que yo le había inyectado producto de esa liberación, donde el pequeño da pasos de hombre, en una sensación poderosa, como cuando el hombre por primera vez pisa a la luna.
No sé si la sensación fue igual para todos, pero en esos momentos me llegó una aflicción, de ver que aquel río blanco que brotaba de las nalgas de la gata Sonia, no parecía terminar de caer en las sabanas de la cama. Sonia y yo nunca fuimos novios, nunca nos presentamos o nos conocieron así. Lo nuestro era una curiosidad por el sexo y ella siendo mayor que yo, tenía el control absoluto de hacer conmigo lo que quisiera. No recuerdo cuantas semanas o meses, pero todas las tardes entre semana, repetíamos aquel acto, hasta que un día la bella y sensual Sonia, la enviaron al extranjero a estudiar.
Por esos días me volví a encontrar con Ana, una morena muy linda que por lo que me decía sus amigas, se había enamorado de mí. Yo por estar enculado literalmente de la gata Sonia, nunca le preste atención. Pero recordando a Ana, era una chica muy linda y muy inteligente. Gracias a esa inteligencia evitó lo que tuvo que evitar para lograr sus metas. Y al igual que Sonia, esta chica de un rostro angelical solo me ofreció el básico sexo oral, y para evitar problemas, un día me dio también su rico culo.
Recuerdo ese día en el guarda coches. Ella deja que le quite los calzones y le mamo esa conchita donde saboreo sus vellos púbicos. Logra un orgasmo y es cuando ella decide complacerme. Por desconocimiento del sexo oral hasta el momento para ella y quizá por instinto de proteger la reputación que arriesgue la pureza de la familia, evita darme la conchita, pero me da lo apretado de su colita. Al igual con Sonia, no sé si mi verga está adentro o solo se desliza por esa rajadura… luego siento el apretón de su esfínter y Ana me dice que estoy dentro de ella. Igual, esa fuerza pueril me envía a ver el horizonte del paraíso. Lo veo ahora en plenitud, cuando siento que le he dejado caer mi descarga.
Solo recuerdo me subí el calzoncillo y los pantalones y me alejé del lugar. No la volví a ver hasta más de casi dos décadas después. Ana, sin yo saberlo, era la pediatra de mi hijo. Me reconoció fácilmente y mi apellido no es de los más comunes y tuve que inventarle la excusa menos dolorosa que me permitiera salir con ese mal recuerdo.
Después de Ana, llega Tamara. Una linda chica con los genes de todos los mundos. Tenía esa facción de los asiáticos, pero rubia y con ojos azules. Su padre un anglo, su madre una mujer sencilla de Vietnam. Una chica muy bella e inteligente; ahora al igual que su padre es doctora anestesiólogo. Con ella solo fue sexo oral… esta es la reina del sexo oral, la cual me enseñó a dejar de ser un eyaculador precoz.
La primera vez que me dio sexo oral me hizo acabar en dos minutos. Ella fue la que por primera vez me dijo: Tony, eres un chico muy lindo y sé que las mujeres te tiraran sus calzones cuando te vean pasar, pero si no aprendes a darles placer, serás siempre una decepción y el olvido para todas. Eso me dolió y me sometí a su juego de no acabar mientras ella no me lo pidiera. No fue fácil al principio, pero logré a recibir mamadas por largos minutos sin eyacular en su boca. Obviamente ella recibía placer oral de mi también y una vez perdimos el conocimiento del lugar y del tiempo, y su madre nos ha encontrado en pleno acto. Me tuve que alejar de ella, pero estas primeras tres mujeres en mi vida, son las que de alguna manera han delineado mi trascender en esta aventura sexual, que es como el universo… siempre en expansión.