El vocerío de la muchedumbre fue sofocado por la interrupción de las máquinas, Sebas pensaba que era una buena inversión, no había venido en balde a seleccionar el material e incluso había llevado consigo al ingeniero Rodas. Tras la elección del material se dispusieron a tomarse lo que quedaba de día de asueto.
– Ha sido una buena compra no te arrepentirás, esas bombas de extracción son ideales para ese punto de fisión del terreno.
– Por eso te he llevado Rodas, en materia técnica no hay ninguno como tú, se lo he hecho constar a mi hijo ahora que se ha sacado la carrera, le he dicho que eres el ejemplo a seguir.
– No es para tanto, ya veras como el dentro de poco con su formación adquirida y un poco de rodaje sobre el terreno pronto dominara la técnica.
– Si, desde luego le hubiera gustado venir, pero tiene partido de baloncesto, también tiene que divertirse… su novia… no todo es trabajo.
– Haces una buena labor familiar Sebas, te lo has luchado, te acuerdas cuando nos conocimos, todo lo hacíais en manual, como cambian los tiempos.
– Si, la pierna que me cojea me delata, un poco más y dejo la piel en ello.
– Menos mal que con tu envergadura no hay quien te pare, hubiera sido otro iba en silla de ruedas.
– Sabes, estoy contento, tengo una familia feliz, ayudo a la sociedad en lo que puedo, no me puedo quejar.
– Eres altruista, me han dicho lo de la reparación de la iglesia, el párroco se deshace en alabanzas contigo.
– Que menos podía hacer, soy el presidente de la cofradía de la virgen, es un honor el día de la resurrección llevar el santo. Pero ahora no pensemos en eso, esta empezando a oscurecer, vamos a ver ese pequeño piso que vamos a pernoctar, también me gustaría pasar a ver esa humilde gente…
– Tu siempre tan deferente con los otros, Sebas.
– Rodas, siempre hay que tener humildad ante todo.
El local a esas horas estaba poco concurrido y Javi estaba en la barra. Sus pensamientos saltaban de un tema a otro, la ansiedad por su situación y por otra esa nueva vida llena de sensaciones nuevas. Vista con otros ojos, tenía que ser ridícula, ciertamente, esa manera de sentir ¿acaso viven, y se comportan de esa manera los hombres fuertes y seguros de si? El aire era un contrapunto de sonidos, el ligero ruido de los vasos, la música de fondo.
– No te comas más el tarro, Javi – le dijo el camarero.
– Ya, pero es fácil decirlo, llevábamos dos años saliendo, quieras o no…
– Lo olvidaras, son aventuras de instituto, tampoco hace tanto que ibais juntos, apenas has empezado a vivir – dijo el camarero.
– Mira quien habla, si solo eres un poco mayor que yo.
– Por cierto ese pelo te queda muy bien con ese nuevo corte, al rubio le va, te da ese aire androgino que mola; se que te vistes con el Chuby, aunque aún no lo tienes claro me dijo.
– ¡Vaya! Las noticias corren…
– No te preocupes, ya te acostumbraras, creo que vas a entrar en nuestro circulo, es más a día de hoy ya nadie se esconde en el armario.
– No te has dado ni cuenta y en la otra punta de la barra tienes esos dos señores, a tenor de la mirada del que parece cojo por su andar diría que no tiene bromas.
– ¡Jajaja! Que va, son dos que vienen de vez en cuando, son de la ciudad, lo que te parece una mirada de mala leche se llama estrabismo, desde luego el tío impone, pero no es para tanto.
El deseo de Javi era muy grande, deseaba sin darse cuenta gente de su mismo sexo, para él y en eso residía lo extraordinario, los instantes en que, como un ramalazo de pasión, sobrevenía en su condenada existencia humana al estremecimiento de la pasión, constituían momentos de revelación y de nueva profundidad de si mismos y de la vida. En estos pensamientos estaba mientras miraba a su compañero iba a atender ese rudo, alto y variopinto personaje, el cual parecía que iba escoltado con ese otro como si de un escolta se tratara.
– ¡Otra vez por aquí! Me alegro de veros – dijo el camarero.
– Ya ves, teníamos unos trabajos por la zona industrial y nos dijimos, ya que hemos tenido un día duro si tu compañero puede servirnos algún tentempié de los que sabe hacer, algo con que matar el hambre – contesto Santos.
– Bueno, el que hay es nuevo, un amigo mio, pero no hay problema, enseguida le digo que prepare algo.
Entro por la puerta de la pequeña cocina, su amigo había estado observando a los clientes recién llegados, su cara era de curiosidad.
– ¿Quienes son esos? Parece que les conoces, el grandullón da miedo con esos ojos desencajados.
– Son de la ciudad, suelen venir habitualmente, no sé decirte exactamente quienes son, pero si lo que suelen buscar.
– ¡No me digas! Espera que lo adivine…
– Son dos mariconazos activos, el grandullón es un maricón de raza, de hecho a reventado todo el culo joven disponible que viene por aquí. El otro, con aire distraído es una especie de ayudante o voyeur vicioso, casi siempre suele rematar lo que ha empezado el primero.
– ¡Vaya, vaya! Es bueno saberlo, no me habías contado nada desde que vine.
– Eres nuevo, y te quiero para mi – dijo al mismo tiempo que le daba un cariñoso beso.
– Entonces vienen a…
– Sí, claro, la otra vez que estuvieron aquí se llevaron al Rudy, me dijo que el grandullón tiene una chorra descomunal, se la tuvo metida una media hora sin sacarla, dijo que pareciera que tuviera un globo sonda en su vía rectal, estuvo unos días sin poder sentarse.
Santi no quitaba ojo al rubio de la otra punta, debido a su estrabismo pasaba más desapercibido, aunque esto no dejaba que Javi se sintiera incomodo.
– Aquí tenéis, a ver si os gusta lo que os hemos preparado.
– Claro hombre, cómo no, pero hablando de otras cosas, como está el genero, ya sabes… – pregunto Santi, al mismo tiempo que dejaba entender que tenía curiosidad por el Javi.
– Veo que te van los rubios, pues te diré que es un tío que aún no lo tiene claro, tiene sus dudas, a pajeado y mamado y, aunque está destinado a ser pasivo aún lo tiene cerrado.
Como nada es concluyente en esta vida la primera impresión que a Javi le habían causado los desconocidos, esa aversión paso a otro plano al ser invitado por ellos, se enzarzaron en bromas y discusiones de orden cotidiano, dejando entrever que los personajes poseían cultura. Una, dos, tres copas; la hilaridad paso dar ese tónico de confianza al ingenuo Javi. El camarero viendo los acontecimientos empezó a vaticinar el desenlace previsible, y sus conclusiones fueron expuestas a su compañero.
– Esta noche caerá, fijo que le cae una soberbia enculada.
– Algún día tenía que ser, ¿no? – dijo su compañero – pareciera que hablas con mucha propiedad, como si también lo conocieras, igual se le regala, ¿has tenido algo con él?…
– Sí, por eso te lo digo, al principio de venir por aquí también me bajo al pilón, aunque no me compartió.
– ¿Conque es eso ?
Así transcurrieron unos minutos, con charla y risas, empezando unas ligeras insinuaciones de parte de Santi, las cuales invitaban a ir a otro lugar. Había llegado la hora de la verdad, había aceptado la invitación y ya se sentía capaz. En la cara de Santi se le empezaba a notar esa loca excitación, una agitación desenfrenada había ocupado su estado de ánimo. Aprovechando que el Javi estaba en el lavaba, intercambio opiniones con su amigo.
– Creo que está a punto, llevo empalme de caballo, quiero tirármelo ya, conduce tu yo iré en la trasera – dijo Santi.
– Si, de acuerdo, pero espera al llegar al piso para gozarlo, cuida las apariencias, es solo un consejo.
Se encaminaron al aparcamiento los tres, el camarero pudo observar como tras esos faros iba el Javi, el rubio de culo prieto y rubiales.
Rodas al volante y Santi detrás con Javi, no tardo en echar la suerte y le paso un brazo por encima para darle un morreo y lamerle la cara. Se mostraba viril, absolutamente privado de todo fingimiento. El Javi, como si algo abstracto hubiera llegado a su mente se había transformado en la personificación del acatamiento y acepto esa lengua tanto dentro de su boca como en su cara. No tardo en notar como le manoseaban la bragueta.
– Estás en empalme chaval, veo que te gusta.
– Yo… bueno… si… me siento… ¿dónde va…?
– No te preocupes por eso, déjate llevar, quitate estos pantalones, aprovecharemos el trayecto hasta el piso – dijo con cara de complicidad mirando a su amigo Rodas, el cual estaba al volante.
Despojado de sus vaqueros, estaba siendo pajeado, un sube y baja manual de parte de Santi que le provocaba esa sensación de gozo.
– Abre las piernas, vamos a ver ese culito – dijo al mismo tiempo que se mojaba un dedo con saliva para después introducirlo en el ano.
– Estás bastante cerrado cabrón, no te han estrenado, veo. Al llegar tendrás tu ración no te preocupes.
– Yo… no… no… estoy seguro… aún – dijo mientras el dedo entraba y salia de su conducto.
Y allí el Javi, en esa adaptación cromática se escondía la sorprendente transición del interior como un sin querer queriendo se dejo llevar por las circunstancias. La instauración de un nuevo poder pasa por varias etapas y lleva al acatamiento incondicional de la persona; en ese concepto estaba Javi. El piso donde se dirigían estaba en las afueras, sobre un pequeño almacén vigilado por un antiguo portero de local de chaperos, el cual a veces hacía las funciones de captador de genero para disfrute de ellos. Los faros iluminaron la parte baja al mismo tiempo que salía a recibirlos. Bajaron, el Javi, sin pantalones, con el pene medio erecto y sus nalgas al aire, algo reticente camino siempre cogido por Sebas hacía la escalera del piso, mientras Rodas saludaba al vigilante.
– ¿Qué tal? Ya pensaba no vendríais, menos mal que me has avisado.
– Lo siento, pero ha llevado algo de tiempo, no siempre sale la cosa como uno espera.
– Veo que ya lo habéis empezado en el trayecto, primeros tanteos, supongo; eso es bueno, saber lo que uno se va a encontrar.
– Si, la verdad es que es un culo virgen, y ya sabes como le ponen a él estás cosas, por cierto, está todo preparado, supongo.
– Si, claro, la vaselina está en su sitio, supongo que el chaval llevara su tiempo, aunque siempre es un placer desvirgar.
– Está deseando comerle el culo y partirle el orto, no sé como se desarrollara la cosa, pero supongo que antes mamara también.
– Bueno, os dejo y que tengáis buena jodienda, por lo que veo el potro lo vale, parece una mujercita maricona.
Una vez arriba y empleando la expresión de que las relaciones entre hombres se constituye de dos partes: culo y polla, una da y otro toma, no obviando las transiciones bucales entre dicho y hecho. Por esa razón Sebas sin preámbulos se desnudo, quedando bien patente su ansía pudiéndose observar un elevado cipote, venoso, grueso y largo. Tumbó sobre el sofá a Javi y volvió a abrirlo de piernas para lamerle toda la zona anal con ansia, abriendo con las dos manos todo lo que podía las nalgas. Metió dedos, uno, dos…
– Rodas, traeme la vaselina – dijo ansioso Sebas.
Rodas le trajo la vaselina, para lubricarlo, para después embadurnar la zona anal, al mismo tiempo que iba introduciendo dedos le succionaba los genitales.
– Rodas, si quieres puedes participar.
– No te preocupes, quizá después, ahora voy a ver si veo el vigilante para fumarme un pitillo.
Sebas se puso en posición de clavada previa lubricación de su pene, no sin antes escupir sonoramente entre las nalgas.
– Preparate puto, te voy a desvirgar, ahora sabrás que es que te den por el culo.
– Por… por… favor… yo… ¡cuidado! Nunca… me… me han… – dijo Santi entre susurros.
Rodas salio de la habitación en busca del vigilante, encontrándolo en la parte baja, allí encendieron unos cigarrillos.
– ¿No participa usted? – dijo el vigilante.
– Le dejo los honores a él, se lo merece, pone todo lo que tiene en estos casos.
– Si, la verdad es que, y no solo él, sino también usted, ponen todo su instinto maricón, son sinceros uno con el otro y no tienen perjuicios ni se avergüenzan, están siempre dispuestos. ¿Por cierto, ya lo tenía en cuatro cuando ha bajado?
– No, se lo va a tirar de frente abierto, le gusta ver la cara que ponen. Pero bueno, podemos subir y tu mismo lo podrás ver, él no tiene ningún pudor a la hora de encarar una enculada con espectadores.
Subieron y se encontraron en pleno inicio de la penetración, Sebas tenía los ojos distorsionados, en parte por su estrabismo y en parte por su gozo, sudaba; la primera embestida dejo tras de si un “argg, ohh” por parte de Javi, estaba sometido. Su culo estaba siendo penetrado y su polla se izaba como una bandera pendulante, se masturbaba. Sebas empezó a bombearlo hasta el fondo – susurros, respiración agobiada y quejidos – con golpes de pelvis rotundos.
– ¡Dios! De que manera empala al potrillo, desde luego vive lo que hace, el chaval maúlla como una gata – dijo el vigilante.
– Si, ya la tiene bien adentro, la siente y la vive como si fuera un animal dentro de su conducto rectal, ahora sabe lo que es recibir polla – dijo Rodas.
– El chaval no sabe donde meterse, mira como se pajea y contorsiona, no se si el sofá aguantara estas embestidas, parece un buey empujando – dijo el vigilante.
Los movimientos de clavada se hicieron intensos, es sofá emitía chirridos y daba contra la pared, el momento era muy intenso, Sebas con la locuacidad que da el gozo de eyacular gritaba a pleno pulmón:
– ¡¡TOMA, POR PUTO, POR MARICÓN, POR TU PUTO CULO TE LA METO PARA QUE TE ACUERDES DEL QUE TE DESVIRGO, ERES UN PUTO MARICONAZO, TOMA, TOMA, TOMA!!
La descarga fue abundante, toda ella en el conducto anal; estaban sudados, Javi, se había corrido y su semen estaba sobre su barriga, de su culo salía una viscosidad tangible, era la lefa.
– Que me aspen si esto no basta para preñar a una vaca – dijo el vigilante.
– Si, suerte tiene de ser una maricona pasiva – respondió Rodas.
– Difícil usarlo ahora, está reventado, como jadea el hijoputa – dijo el vigilante.
– Aún queda su conducto bucal para hacerle el completo – dijo Rodas mientras se bajaba los pantalones y asomaba una polla erecta.
Exhausto Javi, sin tiempo para recuperarse del combate recibido noto como una polla le restregaba la cara.
– Mama verga marica, echate esta picha al coleto so puto… ¡VENGA! ¡A QUÉ ESPERAS! – dijo Rodas.
A duras penas podía engullirla, su cansancio era evidente. Sofocado Rodas le cogió la nuca y la oprimió contra su polla.
– TODA, TODA, TRÁGALA TODA CABRÓN…
Javi se atragantaba, sacaba espuma por la nariz, babeaba, sus ojos estaban llorosos, no podía ni respirar. Considerando las posibilidades que le daba esa boca Rodas se paro en seco y a horcajadas con los testículos colgando se puso sobre la boca de Javi.
– Come huevos, come, come… así, así, así… – Javi succionaba los testiculos que Rodas le introducía en la boca – Ahora come culo, LAMELO A FONDO, LÍMPIALO. Que gusto, que placer – decía Rodas.
No tardo en querer vaciar y de un giro brusco le clavo la polla hasta el fondo de la boca, por las comisuras de los labios se apreciaban los churretones de semen, los cuales iban goteando hasta su pecho. Atragantado, tuvo que engullir la lefa, sus ojos estaban en blanco, el espectáculo era potente; por una parte su boca cara estaba rebosante de leche así como su culo. Se hizo un vació de silencio, había concluido la cópula con todos sus ingredientes.
Tras una hora los dos caballeros se disponían a partir, Javi estaba en la misma posición en el sofá, la habitación apestaba a macho, ellos se habían duchado y a punto de iniciar su regreso ya preparados en el auto.
– Ha sido una buena noche señores, aunque tendrán que decirme donde dejar el chaval – dijo el vigilante.
Sebas cogió los vaqueros de Javi del coche de la noche anterior y los tiró al suelo, se saco la cartera y sacándose calderilla dijo:
– Que coja un taxi y lo lleve hasta donde le alcancen estas monedas.
EPILOGO
Sebas mando parar el auto a Rodas, se bajo, el prado lleno de amapolas y respiro ese aire puro, se agacho y cogió un ramo; le gustaba llevar flores silvestres a su mujer cuando estaba de viaje.
Javi entró y se sento, estaba algo ausente, desplazado.
– Hacía unos días que no te veía, ¿recuperado? – dijo el camarero.
– No te entiendo, ¿por qué lo dices?
– El señor ese que hace de guarda estuvo aquí.
– ¿Sí? Y… que… no… bueno… ¿qué dijo?
– Pues que te habían dado hasta en el carnet de identidad, te partieron culo y te usaron como a su puta. YA ERES UNA MARICONA DECLARADA.