Mi nombre es Perla Blackheart, Tengo 25 años. No estoy exactamente segura de cómo comenzar mi historia. Podría comenzar con la experiencia que me convirtió en lo que soy hoy, pero creo que puede esperar por ahora. Tal vez sería mejor darte una idea de cómo soy.
Así que comencemos con lo básico. Soy delgada… muy delgada. Y tampoco soy muy alta. Mi rostro aún conserva su apariencia juvenil. Es lo primero que la gente nota de mí cuando entro en una habitación. Hace algunas semanas estaba caminando junto a un grupo de estudiantes de high school que estaban de excursión y cuando fui a cruzar la calle lejos de ellos, uno de los chaperones me gritó que regresara con el resto de la clase. Fue muy embarazoso. Aunque creo que él estaba tan avergonzado como yo cuando le enseñé mi licencia de conducir.
Así que sí, soy una pequeña cosita. Afortunadamente el resto de mi cuerpo está en proporción con mi complexión. Supongo que no hay mucho para mí. Una pequeña cintura y un trasero que la mayoría de los hombres pueden usar como una pequeña pelota de baloncesto. Por otro lado, mis tetas son (y esto puede sonar un poco narcisista) lo mejor, pero esa es solo mi opinión. No son demasiado grandes y ni demasiado pequeñas. Un poco más que un puñado con los pequeños pezones más perversos que hayas visto. Tengo el pelo largo y castaño que me llega casi hasta la cintura y casi siempre lo uso suelto. He descubierto que cuando tienes tanto cabello como yo, consume demasiado tiempo para hacer mucho más con él. Además, si quiero modelarlo, es necesario aplicar una laca que luego tendré que lavarme esa noche. Mucho cabello requiere una gran cantidad de laca para el cabello y una tonelada de champú para darle estilo, así que lo mantengo limpio todos los días.
En cuanto a mi cara… bueno, la gente me dice que soy linda. Me han llamado bonita y hermosa antes, pero cuando pareces casi una joven pequeña como yo, la mayoría de las personas se quedan en “linda”. Aunque no me quejo. Mis características son un poco toscas, rudas, no tan finas como yo desearía. Mi rostro tiene la apariencia de rudeza, y más de uno se ha espantado cuando me ven de mal humor. Mis ojos y mi boca son mi cosa favorita de mí. Son mi arma número uno en cualquier momento en que he tenido problemas o necesité una buena noche de diversión de un chico o, a veces, de una chica. Mis ojos son extremadamente oscuros. No negros, pero… creo que smokey sería el mejor término para describirlos. Funcionan muy bien al enviar señales como “hey bitch no me jodas” o “hey baby ven a cogerme”.
Y mi boca es grande, con labios carnosos y una sonrisa diabólica que procuro no mostrar nunca o casi nunca. Mi sonrisa es grande, y lo admito, es fea. Quienes la han visto y los más atrevidos me han dicho que tengo cara de puta. No decido aun si tomar eso como un halago o un insulto. Pero mi rostro me ha abierto muchas puertas. Cuando sabes cómo usar tus ojos y tu boca de esa manera, hace la vida mucho más fácil.
Supongo que siempre me han considerado una buena chica. Quizás un poco nerd también. El tipo de chica que ves en la escuela o en el trabajo y bromeas con tus amigos sobre que ella es demasiado "poco agradable" para alguien como tú pero luego te masturbas en secreto en la noche pensando en ella. El tipo de chica que nunca tuvo problemas y los chicos "geniales" pensarían que no tenía suficiente carácter para ser interesante en absoluto.
Bueno, ahora debería decirles lo que soy y lo que me gusta. Los japoneses tienen una palabra para eso, supongo. Esto me di cuenta después de muchas horas de buscar mi tipo particular de porno. Se llama omorashi, supongo. Básicamente tengo un fetiche de piss. Me encanta ver a la gente mojarse a sí mismos. Paso horas en internet buscando videos de personas en público o en casa desesperadas por orinar. No soy lesbiana, pero en mis horas de búsqueda y observación he encontrado que prefiero ver a mujeres y a parejas orinarse unos a otros. Pueden pensar “bueno, eres una chica. Solo ve a orinar y ahorra tiempo”. Créanme, yo también lo hice, pero entraré en eso más adelante. Algo sobre mirar a las chicas cruzar sus piernas y sostenerse mientras luchan por mantenerlo me excita tanto. O ver como sus hombres las bañan de orines es algo entre humillante y pervertido que me impide dejar de ver la pantalla cuando miro escenas así.
Y bueno, creo que todo inicio un día que mi esposo Tommy y yo jugábamos football en el patio de la casa. Habíamos tomado varias cervezas y estábamos luchando en el césped peleando por la pelota, cuando recuerdo que se detuvo, y agarró su entrepierna unas cuantas veces. Finalmente le pregunté si necesitaba entrar y usar el baño. Recuerdo que me dijo muy seguro de sí mismo:
-”Los hombres no necesitamos usar inodoros porque podemos hacer piss en cualquier lugar que queramos” -me dijo Tommy con esa sonrisa de cuando trama alguna diablura que tan bien le conozco.
-”Ah sí, genio? Entonces dígame usted que hacen. Ilústreme” le dije divertida buscándole pelea.
Él tomó mi mano y caminamos hacia el pequeño cuarto de herramientas que tenemos junto a nuestra valla de alambre que divide nuestro patio del de los vecinos. Miró alrededor unas pocas veces y luego se sacó su verga. Me quedé sorprendida por decir lo menos. Somos una pareja bastante activa sexualmente, pero siempre nos reservamos a hacer nuestras cosas dentro de la casa, a 4 paredes, fuera de la vista de las personas. El estar ahí, en el patio, con mi esposo y su verga fuera de los pantalones y a riesgo de que nuestros vecinos pudieran vernos, me excitó a sobremanera. El cuarto de herramientas está rodeado de árboles y arbustos, pero aun así el riesgo de ser descubiertos era muy grande.
Luego agarrándose su miembro con los dedos comenzó a orinar en el suelo sonriéndome todo el tiempo. Recuerdo haber dicho “genial” al ver su grueso chorro de piss salir de su verga y caer al suelo haciendo un exagerado ruido. Después de un rato, se detuvo y me preguntó si quería sostener su verga mientras terminaba su piss.
-”Quieres sostenerla? Aun me queda bastante” -me dijo mirándome a los ojos. Como dije, somos una pareja bastante liberal en cuestiones sexuales, pero esto era algo nuevo. Por lo menos para mí.
Salté ante la oportunidad y agarré su verga quizás un poco demasiado fuerte al principio haciéndolo golpear mi mano y decirme “No tan fuerte”. Soltando un poco mi agarre, lo apunté hacia la cerca y comenzó a orinar de nuevo. Mientras él hacía, sentí un extraño cosquilleo entre mis propias piernas y pensé que tal vez también tenía que ir, pero no era lo mismo.
-”Pruébala” -me dijo. Al verme indecisa, volvió a ofrecerme que la probara. Sabia de parejas que comparten el gusto por ese tipo de fetiches pero meter en mi boca su pene aun chorreando de orines no era una idea que me atrajera mucho en ese momento. Aparte, como dije, estábamos en el patio de la casa, a medio día y en fin de semana. El riesgo de que nos miraran los vecinos eran muy alto.
-”No puedo hacerlo. Los vecinos pueden vernos y nos meteríamos en problemas amor” -le dije mirando su rostro de decepción.
-”Okey baby, pero ni creas que te salvas. Ya te convenceré de hacerlo dentro de la casa” -dijo resignado.
Cuando terminó, me dijo que era mi turno. Seguí diciéndole que tenía que sentarme en un inodoro para hacerlo, que los vecinos podían vernos y que no me iba a salir nada por los nervios. Pero él siguió rogándome hasta que finalmente me encontré bajándome los pantalones cortos y las panties. Estaba nerviosa de pie medio desnuda frente a él, pero él seguía diciendo que estaba bien, así que me acuclillé contra el costado del cuarto de herramientas y abrí las piernas. Él movió su rostro muy cerca entonces hasta que pude sentir su aliento contra mis muslos. Finalmente sentí que comenzaba a soltarme. No había necesidad de esforzarme mucho, ya que la gran cantidad de cervezas que habíamos tomado tenían llena mi vejiga.
Entonces Tommy puso su mano sobre mi entrepierna y me agarró con fuerza. Vi cómo un poco más de mi orina se deslizaba entre las grietas de sus dedos. Acercando sus dedos a mi cara, me los ofreció a lo cual esta vez no me opuse y los metí hambrienta a mi boca, chupando y probando mi propia orina en sus dedos. El sabor era tremendamente amargo, fuerte. Tommy se excitó al verme chupar sus dedos llenos de mi orina y más los metía dentro de mi boca, provocándome arcadas y pequeñas lagrimas que empezaron a correr por mis mejillas. Un par de veces estuve a punto de vomitar por lo profundo que me penetraba mi boca con sus dedos. Retirando su mano de mi boca, lo miré sonriendo.
-”Vas a hacer que vomite si sigues metiendo tus dedos así, amor” -le dije limpiando mis lágrimas y absorbiendo mis mocos provocados por las arcadas, todo esto sin dejar de sonreírle a mi amor.
-”No sería la primera vez que te veo vomitar, baby” -respondió divertido ante su diablura.
-”Lo sé, y no me importaría hacerlo. Pero no aquí en el patio a la vista de los curiosos”
Terminamos de hacer nuestra diablura, y corrimos hacia dentro de la casa. La experiencia nos había dejado prendidos y nos urgía saciar nuestra calentura. Apenas medio entramos a la sala y nos trenzamos en un apasionado beso, jugando con nuestras lenguas dentro de la boca. Compartiéndole yo el sabor de mis orines, a lo cual Tommy más me besaba, me lambia la cara, los labios, queriendo probar más de este que era un nuevo sabor para él. No nos importó tener las cortinas abiertas y estar en medio de la sala, a la posible vista de los vecinos. Levanté mis brazos para que jalara mi blusa por encima de mi cabeza, y mientras me quitaba yo misma el sostén, Tommy hacia lo mismo con su ropa, dejando a mi vista su enorme verga llena de venas y gotas de líquido pre-seminal escapando de la punta de su gorda cabeza.
Tomó mi pantalón corto y mis pequeñas panties por el elástico y yo lo ayudé levantando mis caderas suavemente para facilitarle el bajármelas. Tommy admiró mi velluda vagina y vio emocionado como mis jugos chorreaban por entre mis pelos, escurriendo por mis piernas. Bajándose, me abrió con sus dedos y lamió desde mi agujero hasta mi clítoris, lo que me hizo gemir en silencio. Procedió a guiar su erecta verga dentro de mi empapada vagina. Decidió divertirse un poco y jugar con mi clítoris para burlarse de mí. Gemí y fruncí el ceño, simulando enojo y haciendo mi voz como niña pequeña para provocarlo aún más.
-”Por favor papacito… por favooor” -le dije fingiendo la voz para excitarlo
-”Por favor qué?” -me preguntó, otra vez burlándose de mí y alejando su pene de mi vagina.
-”Tommy, sabes lo que quiero decir” -dije, esta vez ya sin fingir la voz. No había necesidad, la calentura me hacía susurrar como una autentica puta.
-”Quiero escucharte decirlo”- demandó
-”Tommy, por favor… quiero tu verga dentro de mí” -dije mirándolo con mi boca entreabierta.
Tommy no me hizo esperar más, y metió su verga dentro de mí de un solo empujón. Grité mientras él continuaba deslizándose dentro de mi panocha. La penetración había sido muy fuerte y muy profunda, que sentí como su verga me abría de forma violenta y llegaba hasta dentro de mí, provocándome una combinación de dolor y placer.
Me agarró el cuello mientras él deslizaba sus últimos centímetros de su verga hacia dentro mientras yo seguía gimiendo. El envolvió sus manos alrededor de mi cuello, apretando cada vez más fuerte. Mi respiración se volvió irregular mientras Tommy ejercía más fuerza, asfixiándome. Comenzó furiosamente a salir y empujar hacia adentro, una y otra vez. Con fuerza, con violencia. Como si quisiera llegar hasta mi estómago en cada estocada.
-”Más duro… por… favor” -le suplicaba con el poco aliento que me quedaba, con desesperación en mi voz. Sentí que me faltaba la respiración y como las babas empezaban a escurrir de mi abierta boca. Nos encantaba el juego de la rudeza, aunque esta vez la calentura por lo sucedido en el patio tenia a Tommy nublado de placer, apretando mi cuello más fuerte que otras veces anteriores.
Tommy presionó más fuerte mi cuello, y empujo aun con más fuerza dentro de mi reventada vagina, tocando su pelvis con mis caderas. Golpeando mi coño más duro que nunca.
-”Yeees, ohhhh my goood…" -gritaba Tommy, plantando sus labios sobre los míos en un beso sucio, revolviendo nuestras salivas, enviándonos a ambos a otra dimensión llena de lujuria y pasión.
Tommy rompió el beso y tomó mis hombros para empujar aún más fuerte dentro de mi adolorido coño.
-”Yeeesss, yeeess! Ooooh my goood” -decía Tommy, soltando un poco mi cuello y dejándome tomar aire, sabiendo que a continuación vendría lo que siempre me sucedía cada vez que jugábamos con el fetiche de asfixiarme.
Abrí mi boca hambrienta, tratando de jalar aire al mismo tiempo que se me vino el vómito. Empecé a vomitar exageradamente gran cantidad de líquido, más que nada por la cerveza que había pasado toda la tarde tomando. El vómito siempre era un efecto secundario de nuestros juegos de asfixia y Tommy lo sabía. Y no solamente lo sabía, lo disfrutaba.
Y yo lo disfrutaba también, puesto que al tiempo que me daba el ataque de vómito, la primera ola de orgasmos se apoderaba de mí. Todo mi cuerpo se agarrotó y se sacudió mientras chorros de mis jugos resbalaban por mis piernas, para ir a caer al suelo y fundirse con mi sucio vómito, haciendo una sucia sopa de líquidos en el suelo.
Tommy continuó empujando dentro de mí. Su erecta verga entraba y salía de mi con furia. Él estaba cerca y ella también de nuevo a otro orgasmo.
Echó la cabeza hacia atrás y arqueó la espalda mientras volvía a lanzar su verga en una última estocada. Su miembro palpitó y su orgasmo llegó mientras me tiraba una gruesa corrida de semen dentro de mí, llenando mí .útero de su semilla. Él se empujó por última vez, disparando dos chorros más dentro, mientras yo nuevamente llegaba a otro orgasmo.
Quedamos en silencio así abrazados por unos cuantos minutos, recuperando la respiración y las fuerzas. Tommy gruñó abruptamente y se apartó de mí, sacando su pene semierecto y chorreando líquidos, provocándome una especie de pequeño dolor combinado con éxtasis.
Después de aproximadamente un minuto de respiración entrecortada, se levantó y acarició mi rostro manchado de vómito, saliva y lágrimas de rímel corridas por mis mejillas… Sus brazos me envolvieron y presioné mi cuerpo contra él. Ambos respirábamos con dificultad, conmigo temblando aun a consecuencia de mis orgasmos.
.-”Te amo, Perla" -me susurró.
-”Yo también te amo, Tommy" -le dije sin aliento.
Pasé el resto de la tarde sola, pues Tommy tuvo que salir a hacer unos pendientes. Yo me dediqué a la parte fea de nuestras sesiones de sexo: la limpieza. El piso de la sala había quedado hecho un asco. Lo bueno es que la casa contaba con piso de mármol y no teníamos alfombra, si no hubiera sido insalvable.
Estaba metida a fondo en la limpieza cuando sonó mi celular, varias veces, notificándome de varios textos que entraban. Mi primer pensamiento fue que era Tommy preguntando por algo.
Para mi sorpresa, era un número desconocido, y al abrir los mensajes recibidos vi que eran varias fotos de Tommy y yo en nuestra sesión de sexo de la tarde. Parecía que las habían tomado con un cámara con un potente lente, pues se veían nítidas y bastante cerca. Podían apreciarse todos los detalles, incluyendo mi cara de dolor por la asfixia y el consecuente vomito. No pude evitar sentir temor al saber que alguien nos espiaba o que quisiera hacernos algún daño. El último mensaje era un texto que decía, en letras mayúsculas:
ME GUSTA TU CARA DE PUTA
Me quedé helada sin saber que hacer por un momento. Pensé en llamar a Tommy y decirle pero por alguna razón no lo hice. Igual no llamé al número desconocido. Ya en el pasado Tommy me había jugado algunas bromas, pero esto parecía algo más serio. Decidí que por el momento no haría nada hasta estar segura de lo que estaba pasando. Por el ángulo de las fotos, todo indicaba que habían sido tomadas de la casa vecina. Decidí que tenía que investigar primero antes de decir algo, y si encontraba al culpable, lo iba a castigar a mi manera.
Asi termina mi primer relato. Espero les guste para poder hacer la continuación. Si lo leyeron, mil gracias.