El curso iba pasando y me resultaba difícil no tener una relación más íntima con Carla, me había dejado tocada, algunas veces no podía evitar hacerle comentarios subidos de tono y ella normalmente los ignoraba, aunque algunas veces se reía y parecía que le gustaban. Me encantaba verla todas las semanas en clase y una parte de mí quería algo más de ella, cuanto más difícil me lo ponía, más quería.
Una noche salí a cenar con unas amigas y después de varias copas acabé escribiéndole a ella.
Irene: Ya siempre vamos a estar así?
Carla: Así? Cómo?
Irene: Ya lo sabes… Antes eras de otra forma conmigo, más cercana, más cariñosa…
Carla: Irene… Sabes tan bien como yo que es mejor que sea así.
Irene: No! Echo de menos a la Carla de antes…
Carla: Emmm sigo siendo la misma Carla, es solo que me parece más correcto tener algo de distancia entre nosotras.
Irene: Y yo no puedo opinar?
Carla: Puedes opinar pero no creo que eso vaya a cambiar la situación.
Irene: Así no puedo estar… Me vuelves loca y aunque solo sea amistad, necesito tenerte más cerca.
Carla: Por la hora que es y lo que estás diciendo creo que has bebido y lo mejor será dejar esta conversación. -Eran las 2 de noche.
Irene: Ok ya hablaremos, pero ya sabes que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.
A la mañana siguiente fue ella la que me escribió directamente.
Carla: Buenos días mi niña! Qué tal la resaca? Parece que a alguien se le fue de las manos anoche…
Irene: Buenos días por decir algo, la resaca mal, gracias, y puede que se me fuera un poco de las manos pero no me arrepiento de nada jajaja.
Carla: Pobrecita que se bebe hasta el agua de los floreros y luego le duele la cabeza jajaja. Bueno Irene puede que tengas razón y que últimamente haya sido un poco fría contigo, me da mucha rabia estar así, te prometo que volveremos a estar como siempre. Ya me contarás qué es eso de que te vuelvo loca.
Irene: A ver si es verdad que vuelve mi rubia favorita. Sabes de sobra a que me refiero pero si quieres un día te lo explico.
Carla: Muy bien, a ver si te atreves… Nos vemos mañana guapa.
Irene: Cuidado con lo que pides jajaja. Hasta mañana rubia!!
Al parecer Carla se estaba animando y volvería a ser la de siempre y yo me había decidido a tirarle los trastos descaradamente dentro de la discreción que teníamos que mantener, ya que la dos continuábamos con nuestras parejas.
Al día siguiente yo estaba en la biblioteca antes de clase, sacando algo de tiempo para estudiar con tranquilidad, ya que a la semana siguiente empezábamos los exámenes. Carla apareció detrás de mí y sin yo darme cuenta de que ella estaba detrás de mí, se acercó y olió mí cuello, me dió un beso en la mejilla y me susurró al oído.
Carla: Puff hueles tan bien como siempre.
Me puse roja y empezaron a subirme los calores, estaba concentrada en los estudios y no me esperaba una cosa así. Era increíble lo que Carla podía provocar en mí con tan poco, hacía años que no me sentía así.
Irene: Hola rubia, que sorpresa no te esperaba por aquí a esta horas.
Intenté disimular un poco la reacción de mi cuerpo pero no sirvió de nada.
Carla: Oooh qué mona! Se ha puesto roja! -Me dijo en tono de burla.
Irene: Es que hace mucho calor y estaba concentrada y me has asustado. -Menuda excusa de mierda se me había ocurrido.
Carla: Ya, ya… claro, claro… El calor y tal… jajaja. -Se reía y me daba con el dedo índice en la barriga a modo burla.
Irene: Bueno va deja de reírte, que haces por aquí?
Carla: He venido a verte a ti y a tomar un café antes de entrar a clase. Sabía que estarías por aquí.
Irene: Vale! Total ya no me puedo concentrar… -Le guiñe un ojo y las dos nos reímos mientras recogía mis cosas.
Ese día nuestra relación volvió a ser como era normalmente, volvía a ser su niña y volvíamos a tener la confianza de siempre, con la pequeña diferencia de que había veces que entre las dos surgían situaciones algo subidas de tono, se había convertido en una especie de juego al que no le dábamos mayor importancia pero en el que la tensión sexual estaba presente.
En la semana de exámenes nos vimos todos los días, algún día incluso nos tocaba comer juntas, solas o con Laura y Juan. Después del último quedamos para tomarnos una cerveza todos juntos para quitar un poco de estrés. Fuimos al mismo bar de siempre cerca del instituto y estuvimos cerca de hora y media hasta que decidimos recoger.
Laura: Bueno pesados me voy para mi casa que al final me vais a liar y estoy muerta, esta semana no he podido dormir nada.
Juan: Sí va a ser lo mejor, yo también estoy muerto, te acerco a casa Laura? Intentaré no morderte…
Laura: Normalmente te mandaría a la mierda directamente pero hoy estoy tan cansada que no me apetece ni picarme contigo.
Juan: Entonces hoy serás víctima jajaja, vamos anda. Vosotras os quedáis de lío aún?
Carla: No sé, Irene me lías o nos vamos a casa?
Irene: Vámonos que ya va siendo hora, dónde tienes el coche?
Carla: Delante del instituto.
Irene: Te acompaño hasta el coche. Bueno chicos vamos hablando a ver qué tal se han dado los exámenes. Laura no seas muy dura con Juan jajaja.
Juan: Puede ser todo lo dura que quiera jajaja.
Laura: Madre mía! Juan que ya tenemos una edad! Qué viajecito me espera.
Laura y Juan se despidieron y se fueron, y Carla y yo terminamos de bebernos la cerveza y nos fuimos también.
Carla: Pensaba que te apetecería quedarte un rato más, que sosa… es temprano para ir a casa.
Irene: Quién ha dicho que me voy a casa?
Carla: Uy te vas sin mí?
Irene: Voy contigo, te acompaño al coche, no te me pongas celosa jajaja.
Eran las 9 de la noche, estábamos en Noviembre y esa hora ya había poca gente por la calle y más un día de diario.
De camino al coche de Carla salió el tema de los tatuajes que teníamos cada una y dónde. Yo le enseñé los míos, que con ropa no se ven, uno en la espalda a todo lo largo de la columna y otro en las costillas, recorrió los dos tatuajes con los dedos mientras se los enseñaba. Ella me enseñó el que tenía también en la espalda debajo del cuello y uno en la cadera que llegaba hasta la ingle, y al igual que ella los recorrí con los dedos.
Carla: Vaya no sé cómo no había salido antes el tema de los tatuajes.
Irene: Si hubiera sabido que tenías unos tatuajes tan morbosos lo habría sacado antes jajaja.
Carla: Ya ves tú, me los hice hace muchos años, algún día te contaré la historia de cada uno.
Irene: No sé la historia pero me parecen que están muy bien colocados.
Llegamos al coche de Clara y ella de apoyó en la puerta del copiloto, el coche estaba aparcado en una calle en la que sólo había un bloque de pisos en el que no parecía que viviera mucha gente y un terreno en el que no habían edificado todavía. El tatuaje de la cadera de Carla y el recorrerlo con los dedos, me habían sacado de mis casillas. Me puse delante de ella mirándonos a los ojos, con mis piernas separadas y las suyas entre las mías con nuestras caderas en contacto.
Carla: Vaya… estás segura de lo que haces?
Irene: Bueno… no lo pienses demasiado.
Las dos nos empezamos a reír, pues eso fue lo que ella me dijo a mí la primera vez en el baño. Me acerqué despacio y empecé a besar a Carla despacio, con una mano sujetaba suavemente su cara mientras la otra la ponía en la cadera en la zona del tatuaje. Poco a poco la cosa se fue animando, besaba el cuello de Carla y le daba pequeños mordiscos con cuidado para no dejarle marcas. Abrí la chaqueta de Carla y desabroché unos cuantos botones de la camisa para poder besar su pecho.
Irene: Mierda… -Susurré mientras besaba su pecho y tocaba su cuerpo con ansia.
Clara: Que pasá? -Dijo Carla con la respiración entrecortada por la excitación al mismo tiempo que mordía mi oreja.
Irene: Quiero morderte. -Estaba desbocada, quería devorar a Carla, una mezcla de cierta dureza y delicadeza en conflicto rondaban mi cabeza.
Carla: Y cuál es el problema?
Irene: Sabes que no puedo, no puedes llegar a casa con marcas.
Una de mis manos desabrochó el botón de su pantalón y en este momento cambié la posición de nuestras piernas, con mis piernas separé las suyas y yo me quedé en medio. Ella quiso desabrochar el mío, cogí su mano y la sujeté con fuerza contra el coche.
Carla: Qué pasa?
Irene: Déjame centrarme en ti, a mí ya me tocará en otra ocasión. -Le susurré al oído sin dejar de besarla en el cuello.
Carla: Está bien. -Dijo con la voz suave y entrecortada.
Irene: Ya sabes, no puedes tocar.
Metí mi mano por dentro del pantalón y empecé a pasar mi mano por encima de su tanga, que estaba empapado, su respiración era todo lo que quería oír en ese momento. Metí mi mano dentro del tanga y mis dedos se deslizaban con mucha facilidad, era la primera vez que hacía algo así pero su cara de placer y su respiración me decían que iba por buen camino, acariciaba su clítoris y su cuerpo de arqueaba, nuestras cabezas estaban apoyadas de frente mientras nos mirábamos a los ojos, justo cuando parecía que iba a explotar pare por unos segundos para que bajara pulsaciones.
Carla: Joder Irene, no puedo más… -Susurró
Irene: Imagínate cómo estoy yo jajaja. -Nos reímos las dos.
Introduje uno de mis dedos y Carla empezó a morderse el labio y a gemir, viendo la facilidad con la que entraba uno, decidí introducir los dos, a lo que empezó a gemir más fuerte. Intenté silenciarla un poco besándola en la boca pero Carla estaba muy excitada. Estaba tan empapada que mis dedos se estaban arrugando, y seguí hasta que la cadera de Carla se empezó a mover, mordió mi hombro por encima de la ropa para no dejarme marca y silenciar un poco su orgasmo, su cuerpo que estaba en tensión se quedó totalmente relajado y se quedó con los ojos cerrados mientras yo sacaba mi mano de su pantalón. La besé en los labios con mucha suavidad, me separé de ella y me apoyé en el coche para bajar mis pulsaciones.
Carla: Creo que no seré capaz de conducir a casa. -Dijo aún con los ojos cerrados y la respiración acelerada.
Irene: Todavía no te vas…
Carla: Es cierto, ahora te toca a ti.
Irene: Para nada, todavía no he acabado contigo.
Carla: Todavía hay más? No sé si podré aguantar más acuérdate que ya tengo una edad.
Las dos nos estuvimos riendo un rato mientras le daba un tiempo a Carla para recuperarse. La edad de diferencia entre las dos era una de las cosas que me ponían mucho, yo tenía 27, ella 41 y la tenía en mi mano volviéndose loca.
Abrí la puerta de los asientos de atrás y nos metimos dentro aprovechando que los cristales estaban tintados. Esta vez todo sería más calmado, puse las dos manos en la cara de Carla, empecé a besarla suavemente, saboreando sus labios, abrí completamente su camisa, desabroché su sujetador y bajé lentamente por su cuello hasta llegar a sus pechos. Su respiración volvía a acelerarse y su cuerpo volvía a arquearse con los besos y caricias. Jugué cariñosamente con sus pezones, empecé a bajar por su vientre, desabroché y le quité el pantalón. Me entretuve un poco con el tatuaje, recorriéndolo con la lengua mientras acariciaba su cuerpo, fui bajando poco a poco besando sus piernas. Le retiré el tanga y puse sus piernas sobre mis hombros. Besaba sus ingles y jugaba con mi aliento por toda la zona, volvía a estar empapada, empecé a recorrer sus labios y su clítoris con la lengua, a hacerle pequeñas succiones, y a introducirle mi lengua. Mientras yo le daba placer con la lengua ella movía sus caderas y arqueaba su cuerpo, al estar dentro del coche nadie podía oírnos y podía gemir si reprimirse, me encantaba ver sus reacciones y oírla gemir. Cuando ya parecía que le faltaba poco para llegar al orgasmo, introduje mis dos dedos mientras con la lengua me centraba en su clítoris con delicadeza, lo que hizo que enseguida explotara de placer. Limpié todo sus jugos con la lengua, subí y nos besamos durante un rato.
Irene: Me encantas.
Carla: Eres alucinante.
Se vistió y estuvimos unos minutos en la parte de atrás del coche besándonos en plan adolescente.
Irene: Creo que ahora sí va siendo hora de irme.
Carla: No sé si seré capaz pero te llevo a casa jajaja.
Irene: Me quedaría toda la noche aquí contigo.
Carla: Y yo… bueno habrán más días.
Me acercó a casa y antes de irse nos dimos dos besos como dos amigas que se despiden.
Subí a casa y me fui directamente a la ducha, tenía que revisar mi cuerpo por si había alguna marca de dientes o algún chupetón, pero Carla se había portado bien y no había nada. Me metí en la ducha y con el calentón que todavía me duraba, acabé masturbándome pensando en todo lo que había pasado esa noche.