Todas las noches mi madre sale a correr al parque del vecindario. Todas las noches se pone su ropa deportiva de color gris donde sus pezones traspasan la tela con mucha facilidad, además la tela del pantalón se le mete hasta las nalgas, dando entender que no trae ropa interior debajo de su ropa deportiva que es muy frágil y ajustada.
De tan solo verla se me pone dura la verga. A pesar de sus cuarenta años sigue teniendo un culazo enorme y unos pechos bien firmes. Durante toda mi vida he tenido que soportar todo tipo de comentarios sexuales y vulgares hacia mi madre, por parte de desconocidos, amigos o incluso de mis propios familiares. Y que mi madre sea una puta no ayudaba mucho.
Yo no me creía que fuera a correr. Hay noches que regresa después de una hora y hay otras que regresa hasta las 12. Siempre regresa sudada, con la ropa llena de tierra y el cabello totalmente despeinado. Pero es el olor a sexo, a semen y a puta lo que la delata. Es por eso que decidí seguirla esta noche.
Todo transcurrió normal, me hizo de cenar unos hot dogs y se fue a correr. Yo espere unos minutos para salir de la caza. Ella no había avanzado casi nada lo cual pude seguirle el paso con facilidad. No iba al parque, se metía cada vez más a lo profundo del barrio. Varios tipos de la calle le decía cualquier tipo de pendejadas sin saber que su único hijo viene detrás. Lo peor de todo es que parecía que le gustaban, incluso uno que paso corriendo le dio tremenda nalgada en el culo y ella siguió como si nada.
Nunca volteo hacia atrás, cualquier tipo la puede seguir para violarla y ella nunca se daría cuenta. Seguí siguiéndola unos minutos más hasta que entro a un callejón oscuro. Yo me escondí detrás de un contenedor de basura, viendo como mi madre caminaba con más lentitud.
De las sombras del callejón salió un hombre alto y moreno con aspecto de vagabundo que no conocía para nada. Se le quedo mirando a mi madre con deseo y ella en vez de correr se quedó parada. Él se fue acercando y ella fue retrocediendo hasta pegar la espalda contra la pared.
Yo no sabía si debía de intervenir, ese hombre tenía la intención de violar a mi madre, lo que no contaba es que mi madre tenía la intención de dejarse violar ya que se alzó hacia sus labios, dándole un beso de lengua mientras que el manoseaba su cintura.
—¿Por qué tardaste tanto, putita? —La voz del hombre era gruesa y agria
—Perdóname, cielo. Le estaba haciendo de cenar a mi hijo. —La voz de mi madre era débil y dócil.
—¿Qué le hiciste de cenar?
—Hot dogs
—¿A tu hijo también le gusta las salchichas gruesas como a ti?
—No, bueno, no sé, tal vez.
No puedo culpar a mi madre por creer que soy gay, nunca le he presentado ninguna novia, siempre he tenido mala suerte en el amor y suelo enamorarme de puras putas, como ella.
—¿Qué no piensas en mí, maldita? Yo también tengo hambre.
El hombre hablaba de una forma agresiva y mi madre respondía como toda una sumisa.
—Aquí tengo tu cena. —Dicho eso se quitó su blusa deportiva, dejando libres sus gigantescas tetas.
El vago sin decir nada empezó a comerse las tetas de mi madre. Ella temblaba de placer, se le notaba en su cara de zorra y en sus suaves gemidos. El tipo masajeaba, lamia y mordía sus pezones, dejando varios chupetones pos sus pechos. Mi madre le agarraba del cabello con la mano izquierda mientras que la derecha acariciaba su gran bulto a través del pantalón mugroso.
—¿Tú también quieres salchicha?
—Siempre, papi.
Para este momento ya tenía la verga dura como piedra y sin más remedio me la saque para jalármela. Mi madre no va a correr en las noches, va a que se la follen en la calle como una perra callejera.
Mi madre se puso de rodillas sobre la tierra, bajo el cierre de aquel sujeto y le saco el miembro que era muy grande y muy grueso. Enseguida se lo metió en la boca y empezó a chuparlo como una profesional. Lo hacía con una gran desesperación, como si se estuviera muriendo y el semen de este hombre sea el antídoto.
El cabrón ese sacó su celular y se puso a grabar a mi madre que hacía de todo con su miembro: lamia la cabeza de aquella verga negra, chupaba los huevos y restregaba el semen por toda su cara.
Después de enderezo un poco, levanto las tetas y envolvió aquella verga negra en ellas, haciéndole una rusa que el cabrón disfrutó a morir.
—Sonríe para la cámara, putita. —Ella obedeció, se deja grabar sin problema—. Lo que daría para que tu hijo te viera así.
—Ni lo pienses.
—¿Él no sabe lo puta que eres?
—No.
—Entonces es imbécil, ciego o marica, porque si yo tuviera una madre tan nalgona y tan tetona como tú la follaría todos los días. —Guardó el celular y sujetó a mi madre de su cabello—. Ahora abre la boca, puta.
Tanto yo como mi madre sabíamos lo que venía a continuación, y ambos sonreímos casi al mismo tiempo. Me alegro de haberla seguido, me alegro de haber presenciado esto.
Aquel malandro que era un total desconocido para mi empezó a follar brutalmente la boca de mi madre sin piedad alguna. Su verga toda gruesa entraba y salía de la boca de mi progenitora sin darle algún momento para respirar. Le llenaba la garganta de golpe, sus arcadas se oían por todo el callejón y yo me vine un poco después pero no deje de masturbarme en ningún momento.
El hombre no le dio ninguna tregua a mi madre que ya estaba casi vomitando, golpeando sus caderas para que la dejara respirar.
Él se detuvo por unos segundos lo cual mi madre aprovecho para vomitar y toser, fue muy asqueroso, incluso para mí.
Mi madre sacó una gran cantidad de mierda por su boca pero no le dio tiempo de respirar ya que el horrible amante la levantó del suelo y la puso cara a la pared, le bajó el pantalón deportivo y le insertó la verga de golpe.
Desde mi posición no podía ver si se la metió por la vagina o por el culo pero ella chilló de dolor y placer como la vil cerda que es.
Empezó a follarla con la misma brutalidad que antes, incluso más fuerte, a la vez que le azotaba el culo. Mi madre disfrutaba de cada segundo de la follada, de cada golpe, de cada centímetro de esa verga negra, pidiéndole a gemidos que la tratara como una puta, que se la metiera más fuerte.
Yo al oír eso me vine por segunda vez pero seguí jalándomela hasta al final de esto.
El malandro con su mano izquierda apretaba las tetas de mi madre mientras que con la derecha la ahorcaba. Le escupía en la cara y la insultaba a más no poder.
—Te llenare de leche, para que des a luz a un macho de verdad, no como el marica de tu hijo.
Con eso me confirmo que la follaba por la vagina.
—Gracias, muchas gracias —dijo ella con mucha alegría pero a la vez con mucha dificultad—, dámelo todo por favor. Lléname de leche.
Y eso hizo, aquel vagabundo se vino adentro de mi madre. Sé que no es la primera vez que hace esto, mi madre debe de ser su puta desde hace meses.
Mi madre gritó una vez más y se dejó caer agotada en el suelo. El vago en vez de ayudarla se puso encima de ella, se levantó la verga y empezó a orinarla. El chorro de orina caía en su culo todo golpeado, después en sus tetas todas babeadas y por último se dirigió a su boca donde ella con placer se lo bebió.
—Te veo mañana a la misma hora, puta.
—Ok papi. Gracias por todo.
El hombre se acomodó el pantalón y se fue, yo hice lo mismo, dejando sola a mi madre desnuda en aquel callejón oscuro. Ella tardó una hora más en llegar a la casa. Ni siquiera me miró, se subió enseguida a las escaleras para entrar al baño.