La conocí hace dos años, salí del país por trabajo y comprando suvenires la conocí. Ella allí trabajaba.
Después de cobrarme en tono de broma le pregunté si también por una foto con ella me cobraba, me dijo que no y hasta dos fotos si quería. Me hice la idea que ya no la volvería a ver, sin embargo, me sorprendió cuando me pidió que le mandara la foto por Whatsapp.
Para no seguir haciendo más larga la introducción, tres meses después de habernos conocido tuvimos nuestra primera conversación llena de pasión, de amor, donde nos dijimos lo que nos haríamos si estuviéramos juntos en ese momento. Ella me deseaba, yo a ella. Está de más decirnos que ambos nos masturbamos en ese momento. Cada vez que se podía se daba esa situación.
Dos años después volví a verla, ya como novios. Al vernos nos quedamos pasmados, solo nos veíamos con una sonrisa de oreja a oreja con lágrimas de felicidad. Caminamos a nuestro encuentro, nos abrazamos y nos dimos un largo y pasional beso. Beso que tuvo sus consecuencias en mi pene que tuvo una erección inmediata. Ella me sintió y me dijo al oído, "estoy mojadita".
Esa misma noche, como si se tratara de una tortura, dormí en un cuarto distinto. Era obvio que eso sucedería pues estaba en la casa de su familia, sin embargo, al día siguiente nos iríamos a la casa de campo de su familia, solos.
Al día siguiente, antes da partir, mi cuñada nos dijo en un tono pícaro, "aprovechen estos días, que el miércoles llegamos nosotros", yo le respondí en el mismo tono, "está de más que lo digas".
Fueron tres horas de viaje, con los testículos hinchados de besos y caricias que nos dimos en el bus hasta llegar a su casa.
Dejamos las maletas en la sala y se metió a su cuarto, minutos después entré y ella estaba allí, quitándose la ropa. Me quedé en el marco de la puerta viendo cómo se quitaba el pantalón y mostraba sus nalgas hacia mí, después fue su blusa y su brassier los que cayeron. Volteó, me sonrió tímidamente mientras se quitaba el cachetero.
Entré, cerré la puerta y la tomé de la cintura. Nos vimos y nos besamos profundamente mientras ella me quitaba el pantalón y la playera. "Vengo ahora, me bañaré", me dijo.
Caminó hacia el baño que, a lo que vi se veía un baño amplio. Después de unos minutos, en los que me masturbé decidí entrar. El baño estaba para eso, listo para hacer el amor ahí. La vi a través de las ventanas empañadas de la regadera, mientras se enjabonaba y pasaba sus dedos por su vulva. Momento único.
Caminé hacia la puerta para entrar a la regadera, totalmente desnudo. Me excitaba verla mojada. Volteó nuevamente, me vio y dijo, "¿te vas a quedar viendo?", entré ella se volvió a voltear, la tomé de sus caderas, puse mi pene entre sus nalgas, llevé mis manos hacia sus pechos y comencé a besar su cuello, ella movía sus caderas hacia arriba y hacia abajo, estimulando mi pene; su mano en mi cabeza y la otra tocando su vulva.
Ella se volteó, me abrazó tanto que pegó sus pechos en el mío, mi pene entre sus piernas, nos seguimos besando, apretaba sus nalgas, mis manos pasaban entre ellas y con mis dedos tocando ligeramente su puerta trasera, eso la hizo suspirar, vi que le gustó y lo seguí haciendo; me movía hacia atrás y hacia adelante, frotando mi pene en su vulva, sentí como sus fluidos caían en mí. Me dijo al oído, "Papi, sácame la lechita".
En la regadera había una amplia repisa, ni mandada a hacer. Allí la senté, abrí sus piernas y bajé mi mano hasta su vulva, la froté con mis manos y poco a poco fui metiendo mi dedo medio en ella, su vagina estaba ardiendo y húmeda, comencé a darle dedo y poco a poco aumenté el ritmo, después le metí el anular, estimulaba su punto G. Ella lo agradecía; aunque no me lo dijo su cara y sus gemidos lo hacían.
Después fue un tercer dedo el que le metí, y los deslizaba con velocidad dentro de ella, con su mano tomó mi hombro y con la otra empujó mi cabeza hacia su vulva. Seguí masturbándola y con mi lengua le comía la vulva, se la besaba como si fuera su boca, mi lengua en su clítoris la hizo reventar, sentí temblar sus piernas y dijo "papi, me vengo, papi", saqué mis dedos y llevé mi lengua a su vagina la que con pasión lamía hasta que unos repetitivos y ruidosos "ay" invadieron el baño.
Me separó de ella, respiraba de manera agitada y la besé, ella me tomó la cabeza con su mano, abrió aún más sus piernas, me tomó mi pene y comenzó a masturbarme. Me posicionó tal y como yo la tenía a ella y comenzó a chuparme el pene, lo tenía duro, sentía que me explotaría. Con sus manos me masturbaba y con su lengua hacía maravillas con su glande, después, en un movimiento arriesgado de ella, con su dedo me tocó la puerta trasera y movía si dedo en círculos, me sorprendió esa acción, pero al mismo tiempo se sintió rico.
Me tenía loco, aunque no sentía que me vendría si un enorme placer con lo que hacía. Se llevó a su boca mis testículos, con su mano los masajeaba mientras me seguía masturbando.
El líquido preseminal salía de mi pene, ella con su lengua me lo quitaba, pensé que en estos años había estado con otros hombres, cosa que no juzgaría ya que yo estuve con otras mujeres, y debo confesar que me excitó pensar que lo hizo con alguien más.
Ella dejó de mamarme, la puse de frente al vidrio de la regadera, separé sus piernas, coloqué mi pene justo en la entrada de su vagina y poco a poco la penetré. Me movía despacio, sin embargo, la pasión me fue llenando, a ella también que gemía con cada embestida que le daba. Fijé la vista al frente y me di cuenta que había un espejo frente a nosotros, ví la cara de mi novia al verla como disfrutaba el momento, le tome la cabeza hacia atrás y nos besamos profundamente mientras le daba, nuestras lenguas decían lo mucho que disfrutábamos el instante, no dejé de acariciarla, movía mis manos por todo el cuerpo.
Me decía que no me detuviera, ella estaba a punto de venirse nuevamente, se acariciaba los pechos, el cabello, me separé de ella, le jalé su cabello mientras le daba, me excitaba ver el movimiento de sus nalgas y sentir lo esponjosas que estás eran al tacto con mi ingle.
Bajé mis manos a sus caderas y la jalaba hacia mí, y mis caderas las empujaba hacia ella, ella de verdad lo disfrutaba, estaba terminando, de escucharla yo también sentí que pronto me vendría. Cada vez lo hacía más rápido, con su manos me tomo de la cabeza hasta que nuevamente otros repetitivos "ay papi" por parte de ella se hicieron presentes en el baño, hasta que terminó.
Yo aún no terminaba, lo que si es que cuando se vino lo hice más despacio pero con mi inglés la empujaba hacia arriba, sentía sus piernas temblar.
Seguí dándole cada vez más, hasta que empecé a sentir que me venía. "Mami, ¿dónde la quieres?", le pregunté, respondió que fuera.
Seguí dándole hasta donde pude aguantar, me salí de ella y froté mi pene con su vulva mientras llenaba de mi semen sus piernas. Con sus manos me masturbó en ese instante que me salía mi abundante intensidad.
Ambos nos recostamos en la repisa mientras nos caía el agua caliente, nuestra respiración agitada confirmaba el momento que pasamos. Nos besamos, nos abrazamos y casi casi tuve nuevamente otra erección, pero no decidí volverlo a hacer.
Salimos del baño, nos recostamos y ella comenzó a hacerme un oral, no me dejó tocarla para nada, sus manos controlaban las mías. Me ha hecho un oral digno de los dioses, me puso tan loco que cuando terminé parecía ella cuando se venía. Inundé la habitación de mis gemidos.
Tomó su blusa, me limpió y después nos acomodamos para dormir, como siempre lo habíamos hablado: desnudos, con ella en mi pecho y su mano en mi pene.
Esa misma noche repetimos color y aún más intenso que en el baño, pero eso es material de otra historia.