Yo estudiaba la preparatoria en Chihuahua, un día mi madre que vive en el sureste del país con su esposo, me pidió que me mudara con ellos. Todo marchaba bien, entré a la universidad, y a veces por las noches los escuchaba teniendo relaciones, yo salía sigilosa de mi habitación para poner la oreja en la puerta y escuchar mejor. Esto me calentaba mucho y cuando ellos terminaban corría a mi habitación para masturbarme. Ponía una almohada entre mis piernas y me daba de sentones hasta venirme, imaginando que era la verga de mi padrastro.
Unos meses más tarde mi madre debía viajar a Chihuahua por cuestiones de salud de mi abuela, me pidió que la acompañara, pero con el pretexto de los exámenes, le dije que me dejara terminarlos y que la alcanzaría, ella accedió. Mi padrastro llegaba alrededor de las 8 pm a la casa, se portaba muy serio, ni se imaginaba las ganas que tenía de que me convirtiera en mujer. Yo soy morena y muy delgada, mis senos son pequeños, tengo el cabello lacio y muy largo.
Un sábado que estaba mi padrastro leyendo en la sala, decidí ponerme unos pequeños shorts, y una playera, no me puse sostén, me acerqué fingiendo que lavaba una taza para mojarme la playera, mis senos se notaban tras la transparencia de la playera mojada, me empiné sobre la barra de la cocina, asegurándome que los pequeños shorts se me metieran entre las nalgas. Me incorporé y tomé un plátano, mi padrastro no dejaba de mirar mis acciones, entonces me acerqué al sillón donde estaba sentado, él seguía mirando atónito, así sin más me senté en una de sus piernas, dejó su libro de lado, yo empecé a meterme el plátano muy despacio en la boca, me lo quitó y me pregunto que si estaba aburrida, “algo” le contesté, “quieres jugar algo?” me dijo. Yo solo asentí con la cabeza, entonces metió dos de sus dedos en mi boca, y se los chupé, me cargó por la cintura y me sentó sobre su regazo, comenzó a acariciarme lentamente los senos, metió la mano por debajo de mi short y me introdujo uno de los dedos dentro de mi vagina que ya estaba muy mojada. Me estremecí toda, me subió la playera y empezó a lamerme y mordisquearme los pezones, mi respiración ya estaba muy agitada, y sentía un calor en todo el cuerpo y unas ganas locas de sentirme penetrada por él…
Se sacó la verga y me hizo hincarme, fue sorprendente ver esa enormidad, nunca creí que la tuviera tan grande y gruesa, sentía arcadas al tener esa enorme verga en mi boca, me dijo:
-Creo que no te cabe chiquita, mámamela despacito.
Me cargó y me llevó a la mesa, donde me quitó el short y empezó a meterme la lengua, me recorría y me chupaba como si quisiera comerme, yo lo empujaba jalándolo del pelo para que me hiciera acabar, estaba en la gloria y a punto de acabar cuando se fue a acostar a la hamaca y me dijo:
-ven aquí putita, quiero que sientas mi verga.
Toda temblorosa y súper caliente me levanté, me subí a la hamaca, abrí las piernas ya estaba dispuesta a cabalgar en esa enorme y durísima verga cuando mi padrastro me detuvo y puso mis dos pies a un costado de la hamaca por encima de él, y me dijo “siéntate muy despacio, quiero metértela muy lentamente”. Él me bajaba y me empujaba por la cadera, muy lentamente sentí esa enorme cabeza lubricada abriéndose paso en mi apretada y virgen vagina, yo me retorcía de placer, pero él no me dejaba tragármela toda, la sacaba y me la sobaba sobre mi panocha caliente, luego otra vez solo la punta, y así me hizo sufrir un buen rato, hasta que yo estaba tan caliente que como pude bajé los pies de la hamaca y mi peso hizo caer en vilo dentro de esa deliciosa verga. Sí, me dolió un poco, pero era ya tanta mi calentura que una vez con la verga hasta el fondo grité y gemí, con las puntas de los dedos de mis pies me impulsaba para poder subir y bajar.
Mi padrastro comenzó a besarme y morderme los pezones, me tomó de las nalgas y me hacía subir y bajar a su ritmo, yo solo escuchaba sus gemidos y me decía repetidas veces “mmm que rica y apretadita estás, me vas hacer venir putita”, yo gemía de placer, estaba llegando, mientras le gritaba “así papi, así papito no pares, no pares”. Entonces se levantó de la hamaca y me cargaba sobre su verga, yo lo tomé del cuello y estiraba las piernas lo más posible para tenerla lo más adentro… en eso sentí uno de sus dedos en el culo, en ese momento estallé de placer, y empecé a sentir el bombeo que expulsaba toda su deliciosa leche dentro de mí.