Una amistad ofrecida, con tiempo compartido. Simples palabras carecientes de sentimiento alguno, al mismo tiempo cargadas con un poco de alegría-hipocresía, energía falsa! Días transcurridos, emociones adquiridas; un maldito mal entendido, y el final de nuestro primer acto.
Arriba la cortina con el acuerdo de una junta compartida, a medias -no por decisión mía, un par de copas con su confusa despedida. Inquietudes de timidez disminuidas con el primer beso, ilusiones destrozadas con la primera caricia, hasta ser completamente olvidadas con pasiones queriendo ser compartidas, pero por el momento -nuevamente retenidas por tu insensatez… ¡cómo no darse cuenta!
El romanticismo continuo con una inolvidable cena para dos; bromas y coqueteo, tantos deseos envueltos en un simple paquete de kétchup. Muchos ridiculizarían semejante merienda, pero para mí, quedara eternamente marcada como uno de los manjares más exquisitos de mi vida. La comida alimento mi cuerpo, tu presencia, mi alma entera… quería tu cuerpo, deseaba ser tu postre.
Un local que ya había visitado cienes de veces -con los mismos ojos, tú como guía, un viaje a otra galaxia diferente: esa noche poseía un encanto inconfundible; de nuevo la luz de tu presencia causando la innegable diferencia. Los pasos tomados juntos en la pista, rodeados de gente, sin embargo un momento completamente íntimo. Miradas compartidas, cruce de cuerpos e intercambio de pasiones inciertas. Impenetrablemente me hiciste el amor con cada vuelta, con cada traída de mi cuerpo hacia el tuyo, y cada junta de frentes empapadas de sudor; ya no viajaba, está en las estrellas, me importaba muy poco la gente, la vida, los rumores, vivíamos un sueño.
Una noche que no trajo el sueño. Ansias de compartir lo que queríamos, pero al mismo tiempo deteniendo el efecto; sentimientos resguardados con los malditos tabúes, y sus consecuencias. Lujuria exquisita, un beso y caricias suaves, placer contenido hasta que nos dominó el cansancio. El primer abrir de ojos, un nuevo dio, otra noche perdida, y yo envuelta en tus brazos.
Lo que la noche logro prevenir, la mañana siguiente gritaba que era prohibido abstenerse. Indudablemente caímos en el mar de los deseos; entregándonos mutuamente el placer conmemorio de los actos anteriormente vividos… ambos, disfrutando de la piel, de la saliva prohibida en otras bocas, esta vez -nuestra, solamente para nosotros! Dicen sabios que la perfección no existe: me atrevo a decirles que se han equivocado, la melodía de mil años de evolución fue creada en ese instante que nos hicimos uno. Cuerpo, alma-fuerza compartida en el éxtasis, con el corazón, y con las manos, escribiendo el estribillo de una inolvidable canción, jamás escrita, jamás olvidada… sin repetición.
Un encuentro más lleno de aventuras imprevistas… acercándonos mutuamente más a ambos, y compartiendo la dicha con melodías a los dioses; una felicidad completa que comenzó a mancharse con pequeñas dudas e incertidumbre de amistad futura. Cobarde. El fin de segundo acto y breve pausa.
Sube el telón y con el tercer acto entran nuevos actores: la escena pedía tu ausencia en mi vida causada por tu incertidumbre a tu despedida, a tu estancia, a tu decisión prematura, y las terceras personas -nuevamente el maldito miedo, tu despedida eterna. Ah. Pero la obra no termina: otro actor hace su noble presencia distinguida, llenando de ilusiones una vida que realmente se dio por vivida. Llega el clímax y con el la realización, y el recuerdo de quien has dejado y no se ha ido. Dos historias que una vez se unieron sin saber el porqué, y de nuevo baja el telón con el asombro de todos los espectadores, inclusive de todos los artistas en este cortometraje de pasión medida con suaves sentimientos.
Amor declarado y un sueño confesado; con miedo al futuro e invariabilidad del presente, tantas decisiones que se atrasan, mientras el tiempo se nos escurre como aquella lluvia de los días infantiles, en la ciudad de las calles estrechas, con las casas de los techos altos. Esplendor de emociones sin cautela, sin remordimiento, ansiosamente esperando respuestas mientras consumo un café que aún no me ha hecho efecto… y así, en mi alma y en mi mente, el reflejo de las flores que en ellas contenían todas mis esperanzas, y las cuales gritaban tu nombre.
Siguiente acto: tantas palabras dichas, acciones cumplidas, hechos mínimos con el contenido para máximas reacciones. Desilusiones cayendo como relámpagos, deshaciendo todo en su aterrizaje brusco e indiscriminante. Sueños líquidos deshaciéndose con promesas de un nuevo amanecer. La luz de la esperanza deslumbrada con desprecio cruel…y mucha nostalgia en mi corazón; razonamiento de abandono, y deseo de reconciliación ante un ser invisible. Eres un bendito fantasma que va y viene para atormentarme. La habitualidad de dejarlo todo, y el dolor de que nada permanezca conmigo.
Acto final: aún no ha terminado, la heroína no se dará por vencida, pues el amor consume su vida; y con el brinda la fuerza de matar cualquier adversidad, tuya incluida. Otra junta, y tu cuerpo que me trata con indiferencia, tus palabras que quedan marcadas en mi corazón como puñaladas llenas de traición. Y te amo, te deseo, te odio pero más te amo, y te digo, “no te vayas!” Ojos que me miran con dolor llenos de heridas que aún no han sangrado, y miedos que aún no han llegado; la incertidumbre de mañana e insistencia de un ayer hermoso que nunca más va existir. Castillos edificados, deshechos en un instante por completo, más aún tengo vida y me sobra material para de nuevo edificar la grandiosidad de lo perdido, me quiero enamorar nuevamente, mas quien soy yo para imponerme a lo que está escrito en el destino. Eres mi amor. Te amo.
Que siga la función…