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El hijo del concejal: Turno de noche
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Afortunadamente, mi casa queda solo a diez minutos del hospital. Y en cuanto llegué, miré a ver si mis compis se habían comido la tortilla que había dejado en el frigo.

Estos cabrones, suelen jugármela en cuanto me descuido.

Por suerte, todavía seguía ahí; así que, la metí un minuto en el microondas y me preparé una ensalada. Luego, le di un par de vueltas a unos filetitos de cinta de lomo, que no aguantaban mas; y aunque no lo creáis, a las 15:45 ya estaba comiendo.

No tomé café.

Me acoplé en el sofá, para ver el octavo episodio de la primera temporada de “Krypton”, que es la serie que estoy viendo y, por supuesto, que pude oír a Dani y Alejandro cuando llegaron… pero, me quedé dormido.

Me desperté a las 20:20, de un sueño muy pesado.

Me comí unas mandarinas, mientras me preparaba un té; y después de disfrutarlo, tranquilamente, me metí en la ducha.

Y a las 22:55, ya estaba mirando la agenda de tareas, en el ordenador de “CONTROL” en la séptima planta…

Y lo vi salir del ascensor.

¡Como me gusta, mi estudiante en prácticas!

Llegaba sonriendo…

– ¡Que puntual!…

– ¡Si!… es uno de mis defectos, ¡jajaja!

Estaba precioso con ese pantalón vaquero, elástico, azul oscuro, destrozado en la parte superior del muslo, en ambas piernas, y esa camisa blanca, absolutamente impecable, debajo de una cazadora de piel color wisky, preciosa (de Desigual) y sus botas (de Panama Jack).

– ¡Bueno!, creo que sería mejor que te pusieras esto para estar por aquí; y le dejé una de mis batas. Ya le he dicho, a Rosi y a Barbara, que eres de la casa.

Bajamos a los vestuarios; y me encantó ver como se cambiaba delante de mi…

Después, subimos al hall de entrada para ver como se presentaba la noche.

– ¡Que tranquilidad!, ¿verdad?

No se veía a nadie; y todo estaba en silencio.

Adrián solo movió la cabeza; y asintió, risueño.

Cuando llegamos arriba, nos encontramos con Denís; un futbolista, con el tobillo destrozado, que solía pasearse por el pasillo antes de meterse en la cama.

– ¿Que tal?, Denís… ¿como va la cosa?

Nos miró de arriba a abajo y…

– Bien. Muy bien, ¡gracias!

– ¡Venga!… ¡que descanses!

– ¡Hasta mañana!

– ¡Hasta mañana!

Al entrar en la 712 nos encontramos a Tobías muy tranquilo, y leyendo una novela…

– ¿Y, eso?, le pregunté

– Me la han dejado unos amigos de mi padre.

– ¿Has tenido visita?

– ¡Si!… y me ha venido muy bien, la verdad.

Y me miró de manera incisiva…

– Supongo, que habrás cenado… ¿no?, dije…

– ¡Eso, si que no! ¿ves?

Y, en ese momento, reparé en la bandeja de la cena, que aún continuaba sobre la mesa.

– ¿No ha pasado nadie a recogerla?…

No contestó…

… y, un poco extrañado, por su silencio, miré la bandeja de la cena diciendo:

– ¡Asquerosa!, ¿no?

– ¡Como lo sabes!, tío… ¡que asco!

Y le miré, como solo lo hace un cómplice…

– Entonces, ¿voy a por algo más apetecible?, ¿te parece?

– ¡Estaría bien!… ¡si!

– Este es Adrián, un compañero…

– ¡Hola!

– ¡Hola!

– ¡Bueno!… no tardo mucho, ¿vale?

Según salía de la habitación, me dio por entrar en el WC, para mear; y enseguida me di cuenta de que en el suelo había semen.

Y eso, me dio que pensar, la verdad…

Fui a mi taquilla, a por algo; para que Tobías pudiera cenar. Y a la vuelta, pillé una coca cola de la máquina del hall.

– No sé si te apetece un poco de jamón, Tobías; pero es lo único que he podido conseguir.

– ¡Genial, tío!, ¡de verdad! ¡Eres la hostia!

Me encanta el jamón…

… y ¡una Coca!, tío. ¡Que fuerte!

Los dos estaban sentados en la cama, absolutamente preciosos y atracativos; y me acerqué a Adrián para abrazarme a él…

Giró la cabeza; y me miró a los ojos, sonriendo.

– Que guapo eres, ¡cabrón!, le dije…

Luego, miró a Tobías, que comía jamón, a dos carrillos, con una cara muy graciosa; y se levantó a cerrar la puerta.

– ¡Esperanos!, Tobías…

Y sin quitarle la vista de encima; me levanté y me acerqué a Adrián, para que me acompañara a echar un vistazo…

Como teníamos ganas de jaleillo, teníamos que cubrirnos bien las espaldas.

Después de darnos una vuelta por los alrededores; y ver si todo estaba tranquilo, Adrián decidió quedarse en la puerta, vigilando mientras yo iniciaba el juego.

Me acerqué a la cabecera de la cama para hablar con Tobías; sabía que podía hablarle sin tapujos.

– Queremos follarte, tío…

… tenemos muchas ganas de pasar la noche follando a saco…

Tobías, se sonrió… y me miró con cara de vicio…

Y, en ese momento, Adrián, cerró la puerta con seguro.

– Todo está tranquilo.

Levanté la sábana y le pedí que se diera la vuelta, para que Adrián pudiera ver ese culo.

– ¡Mira que culo!, tío; le dije a Adrián… y le di unas nalgadas,…

Luego, se lo abrí para que pudiera contemplar, ese ojete… ¿que te parece?

Adrián solo hizo un gesto, acompañado de la lengua, muy elocuente; pero no dijo nada…

Y, enseguida, quise volver a ver esa preciosa cara.

– ¡Date la vuelta!, ¡por fa!… que no me controlo.

Me acerqué; y empecé a comerle la boca, con ansia; mientras le metía la mano debajo de los huevos y le hurgaba en la raja del culo.

Adrián, lo miraba como si fuera un caramelo; un tanto indeciso…

… hasta que, por fin, se decidió y le metió la cara entre las piernas.

Pero, no sé porqué, empecé a sentirme intranquilo; y me levanté para colocarme en la puerta, a vigilar que no hubiera sorpresas; y entonces los vi.

– ¿Que hacen, aquí, estos dos?…

… ¿a estas horas?

Solo era un pensamiento.

Angel y Gabi acababan de pararse en la puerta de la 742, y estaban hablando con Denís.

Tobías se había tumbado boca arriba y miraba el foco de luz blanca que iluminaba la cabecera.

– ¡Ahhh!… ¡que rico!…

Mientras balanceaba la cabeza de un lado a otro… con los ojos cerrados y moviendo la pelvis hacia arriba.

Adrián se la estaba tragando… y a punto de que le diera una arcada.

– ¡Chsss!, ¡Chsss!… ¡Adrián!, ¡déjalo!… ¡corre!, ¡ven!

Levantó la cabeza; y vio, mis manos apremiándole para que dejara a Tobías y viniera conmigo.

– ¡Mira!…

Se asomó al pasillo y les vio charlando animadamente con Denís.

– Tenemos que volver a “CONTROL”, Adrián. Luego, ¡ya veremos!…

… me temo que estos dos cabrones, vienen a ver a Tobías.

Adrián y yo, podríamos seguir a lo nuestro en el cuarto pequeño, hasta que alguien quisiera de dormir. Las chicas sabían lo mío; y Adrián lo tenía muy claro.

Así que, disimulamos sentándonos en el mostrador de “CONTROL”, y mirando el listado de tareas, en uno de los ordenadores; y efectivamente, no tardamos mucho en ver como abrían la puerta de la 712.

Me levanté, acordándome de la bandeja de la cena de Tobías, que aún estaba en la habitación; para ver que se traían entre manos, esos cabrones; y pidiéndole a Adrian que vigilara el acceso al pasillo desde el mostrador, me acerqué a la 712.

Puse la oreja; y no se oía nada. Así que, entré abruptamente, y con el pretexto de retirarle la bandeja de la cena, me pude ver como Gabí acababa de inyectarle algo, mientras Angel, le pasaba una mano por la frente, tumbado junto a él y echándoselo encima, como si pretendiera poder contenerlo de una posible reacción violenta.

Les saludé, con cierta indiferencia, para no llamar su atención; y cuando salía con la bandeja de la cena me dirigí a Tobías.

– ¿Que tal?, Tobías. ¿Como te sientes?…

… ¿Que tal, la cena?

Solo me miró, con una amplia sonrisa, y los ojos muy abiertos; como si quisiera decirme algo.

Al salir, me dejé la puerta entornada; pretendiendo que pareciera un descuido. Pero, fue absolutamente intencionado; quería ver mucho más.

Dejé la bandeja de la cena, sobre una de la sillas de “CONTROL”

Y me llevé a Adrián hasta una esquina, desde la que podríamos ver todo lo que pasara en la cama de la 712, a través del estrecho hueco que dejaba la puerta entornada.

Miré hacia la puerta y pude ver como Tobías estaba completamente desnudo; y con las piernas en alto, como si lo estuvieran preparando para dar a luz.

– ¿Has visto?, le dije a Adrian…

. ¿Que hacen?

– ¡Ni idea!

Y en ese momento, se cerró la puerta.

Nos miramos; y sonreímos.

– Mejor seguimos a lo nuestro, ¿no?

– ¡Creo que va a ser lo mejor!

En “CONTROL”, ya estaba Rosi…

… y Barbara, llegaría de un momento a otro. Así que le dije a Adrián, que la 746 estaba libre; y nos encaminamos hacia allí.

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