¡¡He regresado de nuevo!! Bueno, es verdad… he sido muy dejada y no he subido mis nuevas experiencias, pero ahí les va.
Esta vez les contaré el cómo me vengué de Sebastián cuando descubrí que estaba coqueteando con una vecina del barrio que se había mudado hace poco, cuando lo vi, se me había partido el alma, directamente entré a la casa y comencé a llorar como una magdalena, estaba furiosa. En cambio, Sebas no había regresado a casa aun quién sabe por qué. Por mi cabeza se pasaban muchos pensamientos de que se había cansado de mí y que por eso estaba con otra o que simplemente ya me dejó de querer.
Entonces para aclarar mejor las cosas lo esperé en su habitación cruzada de brazos, cuando entró me acerqué a la puerta y lo cerré de un solo golpe. Me miró extrañado y sin dejar que me dijera algo lo empujé a la cama, me puse encima de él y comencé a menearme mientras le iba desnudando, lo besaba frenéticamente bajando hasta su cuello y llegando hasta su abdomen, cada vez sentía cómo su pene se iba poniendo duro, pero yo tenía otro objetivo.
—No te atrevas a moverte —digo, mientras me paro y voy hasta su armario.
—¿Qué vas a hacer?
—Ya lo verás —cojo dos de sus corbatas y me dirijo a él. Con una corbata le amarro las manos al espaldar de la cama y con la otra le vendo los ojos— harás todo lo que yo te diga y sin rechistar a lo que me responde asentando la cabeza. Sentía un pequeño temor de parte de él, pero no sería capaz de lastimarlo.
Paso la lengua por sus labios, el cuello, el pecho, el abdomen y luego bajaba hasta su pelvis encontrándome con su pene que hasta este punto ya estaba a mil, pero solo pasaba la lengua a su alrededor sin llegar a tocar el pene y por sus ligeros gemidos llenos de sufrimiento sabía que quería más que eso y no se lo iba a permitir.
—Cata… por fav… —lo callé dándole un fuerte beso con lengua.
—Shhhhh… no puedes decir nada… hoy estaré al mando.
Cuando asintió con la cabeza comencé a seguir con lo mío, me subo encima de él hasta que mi vagina quedara a la altura de su cara obligándolo a que me diera sexo oral y sin dejarlo parar mientras me iba meneando para sentir más placer hasta que llegué a un orgasmo mojándole la cara. Sabía que quería penetrarme, pero solo lo complací dándole de vuelta el sexo oral, le lamía el falo hasta su glande lamiendo cada gota de líquido preseminal que salía y le acariciaba las bolas, metía de repente su pene en la boca y lo chupaba con fuerza hasta que sentí que estaba a punto de acabar, le apreté el pene con la mano para que no pudiera eyacular y escuché un fuerte gruñido, sabía que había sufría por acabar, pero no se lo permití.
—Mmmnh… Cata, ¿por qué me haces esto? —sus ojos pedían clemencia.
—Tú sabes el por qué… ¿Y ahora quieres estar dentro de mi aaaah? ¿Lo quieres? ¿Quieres acabar dentro de mí? —le preguntaba con voz sensualmente amenazante.
—Sss… ¡Aaaagh! —y sin dejar que terminara de responder me senté fuertemente encima de él haciendo que me penetrara de un golpe junto con el sonido de sus bolas chocando con mis nalgas.
—Uuuuy siiii, ¿te gusta? ¿Quieres que me mueva? —a lo que me respondió asintiendo la cabeza.
Comencé a moverme primero despacio de arriba hasta abajo e iba aumentando la velocidad a medida que sentía cómo nuevamente un orgasmo se iba apoderando de mí y me movía cada vez más con fiereza como si la vida dependiera de eso hasta que sentí ese choque eléctrico recorrer por todo mi cuerpo, era la sensación más excitante que había sentido en mi vida.
—¡Aaaah… siiii! —grité mientras le arañaba el pecho y lo besaba frenéticamente, en ese momento no me interesaba el cómo se sentía, simplemente era solamente yo.
Cuando comencé a reincorporarme seguí meneándome encima de él, quería hacerlo acabar, pero a la vez no así que comencé a retomar el ritmo, primero lento y luego muy fuerte apretando mis paredes vaginales aprisionando su pene dentro de mí. Sentía cómo cada vez su pene se iba volviendo más grande y es cuando supe que iba a acabar de nuevo, me levanté enseguida y con mi mano le apreté de nuevo su falo para que no eyaculara.
—Cata… mmmnh… por favor… —su cara de sufrimiento junto con unas que otras lágrimas me decía todo— por favor…
—Eeeso… quiero que sepas que solo yo te puedo hacer acabar, ¿entendido?
—Siiiii… Cata… por favor, te lo ruego —y con una sonrisa en mi rostro subo nuevamente en él introduciendo su pene en mí, y con movimientos rápidos hice que por fin eyaculara dentro de mi sintiendo cómo un fuerte disparo de semen me iba llenando a la vez que me corría junto a él.
Me separé de él y le desaté las corbatas, hecho esto me acosté a lado de él, estaba exhausta, pero valió la pena, cuando sebas por fin recuperó la respiración se giró a mí con cara de satisfacción y lo miro con cara extrañada.
—¿Qué pasa?
—Bueno pues… no sabía que podías hacer esas cosas, me dejaste sorprendido.
—Una vez al mes no hace daño…
—Pues, me encantó.
—Y yo que pensaba que estabas sufriendo.
—Y vaya que sufrí, pero cuando por fin acabé fue algo muy intenso y me encantó.
—Así que ya sabes que solo yo puedo lograr eso que la nueva vecinita no va a poder hacer… —al terminar de decir lo último Sebas comprendió todo.
—Entonces te haré enojar más a menudo —dijo finalmente con una sonrisa en el rostro. Después de esto hubo otras ocasiones más en las que yo mandaba en la cama, pero será en otro momento.
(Espero que les haya gustado esta pequeña experiencia y para que lo sepan, me mojé muchísimo recordando y relatándolo para ustedes. Y ya saben si quieren hacerme algún comentario soy todo oídos, pueden escribirme a [email protected]. Besos.)