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Las chicas del cole
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Luciana y Daniela estaban contentas de haberse reunido con sus excompañeras del colegio, generación 2016. Había sido idea de Luciana volver a verse con amigas y compañeras del cole, incluso se le ocurrió que fueran todas vestidas con sus viejos uniformes y se juntaran en el parque cercano al cole donde tantas veces habían ido en su época de colegialas. Habían disfrutado del reencuentro, contándose anécdotas y poniéndose al día sobre que estaban haciendo ahora, algunas estudiaban y otras trabajaban incluso Melania, la menor de todas con 18 años ya se había casado.

Ahora Luciana y Daniela estaban en la parada del colectivo, un poco achispadas todavía, habían tomado varias cervezas y la emoción del reencuentro todavía las conmovía. Luciana es rubia, más alta que Daniela, tiene muy lindas piernas que la pollerita colegial apenas cubre, igual que Daniela, que es más baja, morocha y delgada, las dos son muy atractivas y despiertan miradas de hombres y mujeres que pasaban por la calle.

En determinado momento un coche pasó lentamente frente a ellas, el conductor parecía ser un hombre mayor y miro fijamente a las chicas y luego siguió su marcha. Las chicas se dieron cuenta y Daniela le dijo en broma a Luciana "Viste como te miraba ese viejito Lucy, me parece que le gustaste" a lo que Luciana contesto riendo "Por favor, que podría ser mi abuelo, que decís, además me parece que te miro a vos".

Para sorpresa de las dos jóvenes el coche volvió a pasar y esta vez se detuvo frente a ellas y el conductor acercándose a la ventanilla del acompañante les dijo "Quieren que las acerque a algún lado chicas?" Luciana miro a Daniela e iba a empezar a decir que no pero su amiga era más decidida y haciéndole un gesto a Luciana se acercó hasta el coche y le dijo al hombre: "Si no es problema para Usted porque este colectivo ya demora demasiado, pero no queremos molestarlo" a lo que el hombre contesto "No, para nada suban que las acerco aunque sea unas cuadras".

Las chicas subieron al coche, Daniela en la parte de atrás y Luciana, para no ser descortés se sentó adelante, de inmediato sintió que el viejo le miraba las piernas y trato de bajar su pollerita colegial sin lograrlo, sus muslos quedaban expuestos y se arrepintió de haberse subido al coche.

El hombre dijo, mientras conducía, "Puedo dejarlas cerca del shopping, pero antes tengo que dejar algo en una casa acá cerca".

Las chicas dijeron que si, que no había problema. El viejo tomo su celular e hizo una llamada, las chicas escucharon que decía algo así como "Pololo voy para allá, avísale al turco y a la Mariola que le llevo algo que le va a gustar".

El coche se metió por unas callejuelas alejadas de la avenida y las chicas sintieron un poco de temor, Daniela dijo "Dónde vamos?" "Voy a dejar un paquete y seguimos" respondió el hombre, ingresando por una entrada a una casa donde estaciono el automóvil.

"Ya vengo" dijo el hombre, se bajó del vehículo e ingreso en la casa. Las dos amigas quedaron intrigadas y un poco atemorizadas. A los pocos minutos el viejo volvió, acompañado por otros dos hombres, abrieron las puertas del coche y diciendo "bájense pendejas que tenemos fiesta" a Daniela la tomaron entre el viejo que las había traído y otro viejo sacándola del auto a los tirones. Luciana vio con terror como se abría la puerta y un tipo horroroso, un moreno descomunal como de dos metros la agarraba de un brazo y la tiraba hacia afuera del vehículo.

La sorpresa y el horror les impidió gritar, fueron arrastradas en segundos hasta el interior de la casa, las chicas se dieron cuenta que uno de los hombres cerraba con llave la puerta y Daniela, que al fin pudo reaccionar, se puso a gritar "Déjennos ir" y al instante uno de los viejos le puso un pañuelo como mordaza atándolo por detrás de la cabeza, mientras el otro la inmovilizaba por los brazos. Luciana se quedó congelada, sin poder reaccionar y en eso vio que había otra persona en el interior de esa casa, una mujer de cara larga, pelo corto y vestida como un hombre, que miro a las chicas de arriba abajo y le dijo al viejo que las había traído "Me trajiste unas pendejitas divinas esta vez, la rubiecita esta es para mí" dijo mirando con lujuria a Luciana que sintió como esa horrible vieja la desnudaba con la mirada. Quiso correr hacia la puerta pero el moreno descomunal la atrapo por los brazos y la inmovilizo.

La mujer se acercó a Luciana que se agitaba inútilmente en los brazos del moreno y alargo una mano hacia la cara de la chica diciendo "Que cosita más rica esta nena, acá te vamos a coger todos preciosa" y bajo la mano tocando un pecho de Luciana por sobre su blusa. Lo apretó y manoseo a pesar que la chica se removía inquieta y el negro la retenía con fuerza. "Que buena estas, pendeja, vamos a llevarlas al cuarto" ordeno la mujer y entre el negro y ella llevaron a Luciana mientras los otros dos viejos arrastraban a Daniela.

La joven se dio cuenta que la horrible vieja había puesto sus ojos en ella, ni bien entraron en el dormitorio la mujer la tomo por la cintura y quiso besarla en la boca, Luciana se debatió pero el moreno volvió a inmovilizarla. La mujer quedo a escasos centímetros de la cara de Luciana y le dijo "Me encantan las pendejitas rubias como vos, estas tan buena que te voy a chupar toda" y empezó a desabotonar la blusa escolar de Luciana.

En otra parte del cuarto, mientras un viejo sostenía por los brazos a Daniela el otro empezó a desnudarla, la chica se agitaba sin éxito y en segundos le sacaron la blusa y le manoseaban las tetas poniendo como locos a los abusadores viendo lo buenas que estaban las dos pendejas.

La vieja desabotono del todo la blusa de Luciana y con lentitud se la quitó, dejando las tetas de la chica al aire, en su esplendor, duras, redondas con pezones que pedían ser mamados. La mujer apretó y sobo un buen rato los pechos, acerco su cara al cuello de la chica y empezó a chuparlo, siguió hasta su boca y a pesar de la resistencia de la joven logro introducirle su lengua y chuponeo un buen rato esa boca fresca mientras apretaba con frenesí las tetas de la chica.

Luciana sentía con asco como esa inmunda lengua bajaba por su cuello, y se dirigía a sus manoseados pechos, sintió como una corriente eléctrica cuando esa desagradable boca se metió integro un pezón y se lo chupo con furia, mientras el otro pecho era sobado sin pausa.

Los otros viejos habían logrado poner sobre la cama a Daniela, boca abajo y mientras uno la sujetaba por los brazos el otro le había levantado la pollerita colegial hasta la cintura, le había puesto a un costado su tanga y le chupaba la concha con salvajismo mientras Daniela se quejaba a través de la mordaza.

Luciana vio cómo su amiga iba a ser violada y también a ella le esperaba lo mismo, a manos de esos degenerados, esos viejos y esa vieja inmunda que le estaba chupando las tetas sin cesar, no parecía cansarse nunca y muy a su pesar Luciana se dio cuenta que sus pezones estaban duros por los estímulos bucales de la mujer. El negro que la sujetaba se pegaba contra ella y podía sentir lo excitado que estaba, su grueso bulto no dejaba de frotarse contra su cola, lo sentía a través de su pollerita.

La horrible mujer siguió lamiendo el cuerpo de Luciana y fue bajando, le paso la lengua por el ombligo y los costados, se arrodillo frente a la chica y subiendo lentamente la pollerita de la chica metió su horrible cabeza entre las piernas de la joven que se movía tardíamente para evitar que la vieja llegara hasta su conchita.

La lengua de la mujer se paseó por encima de la pequeña tanga de Luciana aferrándola por los muslos, evitando que cerrara las piernas y a la vez concentraba su boca en la entrepierna de la chica. Luciana sintió, a su pesar, que se excitaba al sentir una lengua allá abajo, la experimentada vieja lamia por los costados de la tanga de la chica y volvía a pasar por encima enloqueciendo a la chica, entrecerraba los ojos al sentir el placer que le proporcionaban esos chupeteos.

El moreno que sujetaba a Luciana se dio cuenta que la chica ya no se resistía, le soltó los brazos y se puso a manosearle las nalgas, subiéndole por detrás la pollerita hasta que metió un dedo en el culo de la chica, que se agito pero no se resistió.

La mujer que lengüeteaba sin pausas la conchita de la chica se irguió, tomo a la joven de la cintura y la llevo a la cama.

En el otro extremo de la cama Daniela estaba siendo empalada sin compasión por uno de los viejos, estaba en el borde de la cama, boca abajo sufriendo las embestidas de uno de los abusadores mientras el otro la mantenía apretada contra el colchón y le sobaba las tetas con su mano libre.

Luciana, como en un trance dejo que la afiebrada mujer la pusiera boca arriba en la cama, mientras veía como su amiga era violada, permitió sin resistirse que la mujer le quitara su tanga, le acariciara los muslos y se los abriera para luego ponerse a chuparle la concha de una manera brutal, la lengua no paraba sobre sus labios vaginales y los bañaba con saliva buscando su clítoris y lo encharcaba y succionaba llevando a la chica a sentir un éxtasis que nunca había sentido.

El moreno se había puesto sobre un costado y manoseaba los pechos de la chica, alternando con chupadas a sus pezones que enardecían mas al negro que ya tenía una impresionante erección y deseaba desesperadamente cogerse esa belleza que la vieja estaba disfrutando.

Luciana comenzó a arquear su espalda y agitarse dándose cuenta que toda esa excitación la llevaba a un orgasmo, la mujer dándose cuenta aumento la intensidad de sus chuponeos y metió un par de dedos dentro de la mojada concha de Luciana. La chica no pudo más y exhalando un suspiro de placer tuvo un orgasmo fenomenal. La vieja se apartó y le dijo al negro, "Pololo, te la deje bien mojadita, ahora cogela".

El moreno, ni lerdo ni perezoso se puso entre las piernas de Luciana y sin previo aviso le enterró su enorme verga hasta la empuñadura, la chica grito de dolor, el negro comenzó a culearla con energía, metía y sacaba su pito hasta que la conchita de la chica se habituó al tamaño del pene del moreno y entonces comenzó de nuevo a sentir sensaciones placenteras, el negro la embestía y con cada embestía Luciana sentía un enorme placer. Sentía algo de culpa al estar disfrutando mientras su amiga, por los gemidos que escuchaba, estaba pasándola mal, pero quizás ella también estaba disfrutando.

El moreno siguió cogiéndola hasta que no pudo más y eyaculo en el interior de la joven. El negro se apartó, Luciana sintió que de nuevo la mujer se puso a su lado manoseándole los pechos, sintió que la vieja se puso sobre ella y se frotaba contra su conchita hasta que se quedó quieta, seguramente tras un orgasmo.

Largo rato pasaron las dos chicas en ese cuarto, los otros dos viejos también se aprovecharon de Luciana y el moreno empalo a su amiga Daniela sin compasión.

La vieja había quedado prendada de Luciana y solo quería coger con ella. Después de muchas horas las dos chicas fueron obligadas a vestirse y el viejo que las había traído las dejo en un parque cercano.

Daniela se quejaba y Luciana trataba de animarla, a ella en parte le había gustado lo que les había pasado, y sobretodo le había gustado como la había hecho gozar esa mujer. Nunca lo había sospechado, pero como dicen, nunca se sabe.

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