Desde niña me habían gustado las fiestas de disfraces. Ahora tenía ya 22 años, una larga melena castaña, preciosos ojos verdes, y un sencillo cuerpo del que destacaban mis voluminosos pechos y mi culito redondo. A pesar de los cambios propios de la edad, mis gustos seguían igual y me seguía encantando disfrazarme en los carnavales.
Un viernes, al finalizar las clases, mi compañero Carlos me propuso ir a una fiesta de disfraces que hacían en un pub privado el sábado por la noche. Sin darle tiempo a decir más, conteste inmediatamente que sí. El encantado me dedico una gran sonrisa mientras me decía que además de mi disfraz debía llevar una máscara.
Como no tenía mucho tiempo para decidir mi disfraz, esa misma tarde me acerque a una tienda de disfraces para ver que tenían. Tras mucho probarme me decidí por un bonito disfraz de pirata formado por una faldita corta roja y negra acabada en un bonito encaje que llegaba un palmo por debajo de mi culito, un corsé negro que realzaba mi generosa delantera y una blusa blanca de cuello barco. Todo esto iba acompañado de un sombrero pirata y un antifaz dorado ribeteado en negro.
El sábado a media tarde comencé a prepararme pronto, ya que Carlos pasaría a buscarme sobre las ocho de la tarde, pues por lo que se ve en la fiesta podríamos cenar también puesto que había catering. Para empezar me di una ducha rápida, dejando resbalar el agua sobre mi cuerpo, tras ello me maquille y me peine con un semi recogido muy pirata que dejaba escapar algunos mechones sobre mi rostro. Después, comencé a vestirme, empezando por un bonito conjunto tanga y sujetador de encaje negro, muy a juego con mi disfraz, al igual que las medias de rejilla negra con ligero. Tras esto me puse el disfraz de pirata, pero al ponerme el corsé note que el sujetador me molestaba por lo que decidí ir sin. Finalmente, me calce unas botas negras de tacón y me puse mi sombrero y antifaz. Estaba hecha toda una pirata.
Justo en ese momento llamaron a la puesta, supuse que era Carlos y me apresure a abrir. Cuando abrí, me encontré ante mí con un imponente Zorro. He de decir que mi amigo no está mal, pero con el disfraz estaba tremendo. Llevaba unos pantalones negros ajustados decorados con un cinturón con una Z dorada, que dejaban poco a la imaginación, y sobre estos unas botas camperas negras. En la parte de arriba, una camisa negra entreabierta por la que se podían apreciar sus abdominales. Como no, llevaba también una capa negra y el sombrero y antifaz típicos del Zorro, estaba para comérselo.
Él, en cuanto me vio soltó un silbido y dijo: “No sé si voy a poder dejarte sola pirata”. Acto seguido me guiño el ojo y pasándome la mano por detrás de la cintura salimos hacia la fiesta. Tras casi quince minutos caminando llevamos al pub, este estaba alejado de la zona por la que yo solía salir por lo que no lo conocía. En la entrada, un hombre enmascarado nos recibió y pidió las entradas. Yo no sabía que hacían falta entradas, pero por lo que se ve mi amigo si, puesto que le entrego dos.
Pasamos al interior, parecía que de momento no había mucha gente por lo que aprovechamos para inspeccionar la zona. A la izquierda había una zona con largas mesas llenas de comida y a la derecha estaba la pista de baile, pero lo que realmente llamo mi atención fue una escalera de caracol situada en la esquina. Le pregunte a Carlos si sabía a donde daba eso y me dijo con voz picaresca que ya lo descubriría…
El comienzo de la fiesta
Para hacer tiempo hasta que la fiesta se animara un poco más Carlos y yo nos acercamos a la barra a pedir algo. Mi amigo me dijo que aprovechara que teníamos barra libre. Tras pedir unos cocteles nos sentamos en una mesa cerca de la barra. Mientras podíamos ir observando como la fiesta se iba llenando de príncipes y princesas, damas de otras épocas, misteriosos caballeros súper héroes, dulces gatitas… Al poco un misterioso hombre con un sombrero de copa se subió al escenario y nos dio la bienvenida a la fiesta diciéndonos: “Darlo todo y disfrutar mucho”, a lo cual no le di ninguna importancia.
Tras terminar nuestros cocteles nos fuimos a echar unos bailes. Mientras bailábamos Carlos aprovechaba cualquier movimiento para acercarse a mí, lo cual me estaba poniendo mala. Por lo que le dije que me iba a comer algo, pero él prefirió seguir bailando. Me fui hasta las mesas del catering que estaban abarrotadas y como pude me hice un sitio. Me quede un rato probando los deliciosos manjares, hasta que una mano tocando mi culo bajo la falda me sorprendió. Me di la vuelta dispuesta a darle una torta a Carlos por su desfachatez, pero tras darle con mi mano derecha en su cara me di cuenta que la persona que estaba tras de mí no era Carlos, sino un musculo hombre disfrazado de policía. Avergonzada de lo que había hecho, me puse como un tomate y como pude me disculpe a aquel imponente hombre y le que dije que el también debería disculparse pues no debería hacerse comportado así. El soltó una risa cínica, y me dijo: “Si no quieres que te toquen quizás no deberías estar aquí, ni ir así vestida”. Yo me quede a cuadros, no entendía nada.
Acto seguido, se acercó más a mí y me puso las esposas que llevaba en su disfraz y me dijo: “No me gustan las piratas rebeldes, voy a tener que detenerte”. Tras esto me cargo en su hombro sin que yo pudiera resistirme y se dirigió hacia la misteriosa escalera. Sentía furia por la desfachatez de ese hombre, pero a la vez la situación me estaba excitando. Subimos la escalera y llevamos a un amplio vestíbulo lleno de sofás donde numerosas parejas estaban liándose. Alrededor de este pude ver numerosas puertas cerradas únicamente por una cortina. El misterios policía, me llevo hasta una de ellas. El entrar me echo sobre una gran cama redonda roja. Después me levanto y con un tono áspero de voz me dijo que iba a tener que cachearme.
Me puso contra la pared mientras a mí me temblaba todo el cuerpo de los nervios ante la situación y sujetando con una mano mis brazos en alto, comenzó a cachearme con la otra. Comenzó bajando lentamente por mi rostro, momento que aprovecho para darme un buen morreo, yo intente evitarlo pero poco a poco me deje llevar pues no me quedaba más remedio y además la situación me estaba empezando a calentar bastante. Continúo su cacheo por mis hombros, llegando poco después a mis pechos donde no se cortó en sobarlos y apretujarlos bien sobre mi blusa. Mis pechos se estaban poniendo muy duros y mis pezones estaban a punto de explotar. El policía notando su dureza me dijo: “Esto está muy duro seguro que ocultas algo” tras lo cual tiro de mi blusa hacia abajo dejando mis excitados pechos al aire, sostenidos sobre el corsé.
-Ummm… parece que se te ha pasado el enfado -dijo el policía mientras presionaba una de mis pezones con las yemas de sus dedos y hacia que se me escapara un gemido.
– ¡¡Menuda guarrilla estas hecha pirata!! –comento de nuevo mientras seguía jugando con mis pezones.
– ¡¡Para me haces mal!! –grite cuando estiro fuertemente de mi pezón derecho.
Acto seguido soltó la mano con la que me agarraba, me hizo dar un paso hacia delante, subió mi falda y me soltó una cachetada sobre mi culito.
– Un respeto a la autoridad pirata, cada vez que te dirijas a mí debes decir “Si mi oficial”. ¿De acuerdo? -dijo tras su cachetada.
– Si mi oficial -conteste con voz entrecortada y sonrojándome más de lo que ya estaba.
Tras esto de nuevo me empotró contra la pared, esta vez de espaldas a él. Estiro del cordón de mi corsé y me deshizo de él, continuando por retirarme la blusa y desabrochar mi falda.
-Umm… bonito tanga, mira como me estas poniendo -rozo mi culito con el gran bulto de su pantalón.
Después siguió cacheándome por la espalda deteniendo se en mi culito y haciéndome separar las piernas para entonces meter la porra que llevaba entre mis piernas y empezar a frotarla entre mis piernas haciéndome perder prácticamente el control.
-Tranquila pirata, aún queda mucha noche -Tras lo cual paro repentinamente sus movimientos.
– ¡¡Por favor no pares!!
– ¿¿Por favor que??
– Por favor mi oficial
– Lo siento pero aquí el que manda soy yo
Me empujo entonces sobre la cama, soltó una de las esposas y la agarro al cabezal. A continuación se deshizo de mi tanga y se lo acercó a la cara oliéndolo y diciéndome: “Hueles de miedo pirata”. Segundos después me separo las piernas y se lanzó a comerse mis labios exteriores lamiendo y succionándolos cuidadosamente, poco a poco fue introduciendo su lengua en mí trazando círculos que me volvían loca.
– Aaaah… Aaaah… Sigue mi oficial -gritaba a la vez que curvaba mi cuerpo hacia su rostro.
A lo que él respondió acariciándome el clítoris con una de sus manos lo que junto con sus profundos lametazos me hizo caer en un profundo orgasmo. Solté un largo grito de placer y cerré los ojos para intensificar el estado al que el misterioso policía me había hecho llegar.
Tras unos segundos en los que me dejo recuperar, el policía me dijo “Ahora es mi turno”. Dicho esto se arrancó la camisa, los pantalones y finalmente el bóxer, el cual libero un gran y grueso miembro que hizo que mis ojos se abrieran como platos. Entonces me libero de la esposa que me ataba a la cama y me dijo “Se una pirata buena, ponte a mis pies y hazme ver de lo que eres capaz”.
Mientras esto ocurría, al otro lado de la cortina Carlos espiaba muy excitado lo que ocurría en el interior esperando su momento para entrar en acción…