Vanessa tiene por costumbre, luego de clases en la Facultad, pasar por el quiosco de la esquina y comprar alguna golosina. El dueño, un viejito verde la mira siempre con ojos lujuriosos y a Vanessa le da un poco de asco pero le gusta ver la cara de degenerado que pone cuando la ve y con la deferencia que la atiende. La chica es muy joven, tiene 18 años y un cuerpo muy atractivo. Usa el pelo largo por los hombros, muy bonitas piernas y unos pechos bastante desarrollados para su edad.
Esa tarde no había clientes y Vanessa tomo un helado palito de la heladera y se acercó al mostrador a pagar, "Cuanto le debo Don Fermín?" a lo que el viejito le contesto, derritiéndose al ver la chica ataviada en una minifalda infartaste "Hoy te invito, linda no es nada" y la chica le agradeció. Se puso a comer el helado mirando a la cara al viejito dispuesta a calentarlo un poco. Paso la lengua lentamente por la paleta mientras decía "Que calor hace hoy" Don Fermín la miraba extasiado, veía la lengua de la chica paseándose por el helado y empezó a tener una erección. Vanessa se apoyó un poco en el mostrador con lo que su pollerita se elevó un poco más ante los ojos desorbitados del viejo verde. La chica veía como le miraba las piernas y decidió jugar un poco más. Se señaló con un dedo su muslo derecho, y le dijo "Mire Don Fermín me pegue en la pierna y me quedo un rasconcito".
El lujurioso viejo haciéndose el interesado le dijo "donde te pegaste" y acerco su mano al muslo de la joven y empezó a acariciarlo, la cara se le transformo y Vanessa, divertida por la lujuria del viejito, retiro la pierna diciendo "Es muy chiquito, casi ni se ve" y dándose vuelta le dijo "Bueno me voy, gracias por helado" mientras le daba un lengüetazo sensual a la paleta y dejaba a Don Fermín con la boca llena de saliva y una visible erección.
Al quedarse solo, el caliente viejo pensó que esa pendeja lo volvía loco, que la muy putita lo calentaba y después se iba, que ya estaba grande (tenía 68 años) para que una yegüita como esa jugara así con él y empezó a tramar algo para cogerse esa nena tan sabrosa.
Se dijo que la próxima vez la iba a llevar a su cuarto (el quiosco comunicaba por una puerta con su vivienda) y le iba a hacer de todo. Pensó que podía ocurrir que la chica se resistiese y en ese caso iba a precisar ayuda de alguien.
Su pervertida cabeza lo llevo a saber quién lo iba a ayudar.
Cruzo la calle y se dirigió a la verdulería donde trabajaba el negro Polo, un moreno enorme de casi dos metros de altura, fortachón y sobre todo le gustaba todo lo que fuera un buen culo, de chicas o chicos. Había sido denunciado por violación pero el chico violado retiro la denuncia y el negro se salvó de ir a la cárcel.
Don Fermín le dijo que tenía que hablar con él y le conto su plan de violar una pendeja que lo provocaba siempre dejándolo caliente y que quería darle una lección. Al moreno le gustó la idea y se pusieron a idear como lo iban a hacer. "La pendeja siempre viene alrededor de las cuatro de la tarde, si mañana viene vos estate alerta y te hago una señal, vos venís, pones el cartel de cerrado y la llevamos a mi cuarto" dijo el viejo pervertido.
El negro se relamió los labios, asintió diciendo que ya tenía muchas ganas de cogerse esa pendeja y Don Fermín se fue a su negocio, deseando que ya llegara el día para llevar adelante su plan.
La mañana siguiente pasaba lentamente para Don Fermín, luego las horas de la tarde parecían interminables hasta que a la hora prevista, la chica entro al quiosco, estaba muy sensual con una pollerita corta de jean y una blusa blanca. Como solía hacer, tomo una paleta de helado y se acercó al mostrador, disfrutando de la cara que ponía el viejo verde al verla. Vanessa dijo "Esta vez le voy a pagar el helado, Don Fermín, cuánto es?" "No, nena, yo te lo regalo”
La joven, complacida, dijo "Ay siempre me regala algo, usted es tan bueno" y se puso a chupar la paleta frente a la cara del viejo que estaba teniendo una brutal erección. Como pudo, para disimular, Don Fermín dijo que iba a arreglar algo en la puerta, la chica vio el bulto en los pantalones del viejo, divertida, sin saber que la iban a violar en pocos momentos, siguió chupando el helado mientras miraba al viejo verde que se acercaba a la puerta, salía afuera y hacia unas señas hacia alguien.
De repente, al entrar el viejo acompañado de un negro de aspecto simiesco, la chica se alarmo un poco, dijo "Bueno me voy Don…" no llego a terminar la frase porque el enorme moreno la agarro por los dos brazos y poniéndoselos en la espalda la inmovilizo. Sorprendida, no pudo ni siquiera gritar porque Don Fermín, con gran velocidad, sacando un pañuelo la empezó a amordazar. Sus ojos se agrandaron por la sorpresa y la rapidez con la que la inmovilizaron.
Mientras el negro la sujetaba firmemente, Don Fermín fue a poner el cartel de cerrado. Volvió sobre sus pasos y mirando a la aterrorizada chica le dijo "Ahora vas a ver, te gusta venir a calentarme pendeja, te vamos a llenar de leche" y no pudiendo aguantarse le metió las manos bajo la blusa, vio que no tenía sostén y le apretó lujuriosamente los dos melones sobándolos y apretándolos mientras la chica quería liberarse pero le era imposible.
El viejo dijo "Vamos para el cuarto" y entre los dos llevaron a la fuerza a la chica por el pasillo que comunicaba con el dormitorio. La joven sollozaba porque empezaba a darse cuenta lo que le iba a ocurrir.
La llevaron hasta el borde de la cama, mientras el moreno la tenía firmemente sujeta Don Fermín empezó a desnudarla. Primero le desabotono la blusa y a los tirones se la saco dejándola con las tetas al aire. Vanessa forcejeaba pero era inútil, el moreno tenía una fuerza descomunal y casi no podía moverse.
El viejo abusador empezó a sacarle la pollera, le bajo el cierre y de dos tirones le hizo pasar por las piernas y se la saco, tirándola a un costado, apreciando las piernas desnudas de la chica, viendo que solo tenía una pequeña tanga que tapaba su sexo. Volvió a manosear los pechos de la chica, como loco los apretaba y con los dedos le apretaba los pezones. Empezó a pasarle la lengua por las tetas y de pronto un pezón desapareció dentro de la boca del viejo, chupándolo con fuerza mientras acariciaba el otro pecho sin pausas, mientras la chica gemía y lloraba. A todo esto, el negro viendo esa belleza desnuda también tenía una brutal erección y se frotaba contra las nalgas de la chica.
El viejo se apartó y entre los dos obligaron a la chica a costarse boca abajo en la cama, mientras el moreno la inmovilizaba con sus tenazas, Don Fermín, que tenía todo previsto, saco un par de cuerdas de un cajón y ato cada mano de la chica a un extremo de la cabecera de la cama. Luego, con otra cuerda tomo un tobillo de la joven y lo ato al otro extremo de la cama, teniendo ahora solo una pierna libre.
Don Fermín se quitó el pantalón y calzoncillos y se sentó en un borde de la cama mientras se masturbaba viendo la joven, atada y a punto de ser violada. El enorme moreno también se sacó el pantalón y calzoncillo mostrando una enorme erección y se acostó sobre la chica acariciándola por todo el cuerpo, alargo sus enormes manos para atrapar los pechos y los sobo mientras se frotaba contra la cola y piernas de Vanessa, que se agitaba sin éxito atada como estaba.
Las manos del negro pasaron a las carnosas nalgas de la chica y las tocaba sin pausas, esas masas de carne fueron sobadas largamente mientras el moreno estaba a punto de estallar gozando de esa pendeja. Hundió su cara entre las nalgas buscando chupar todo ese impresionante culo, le paso la lengua por la raja y bajo hasta el orificio salivándolo y buscando penetrar con la punta de la lengua ese precioso hoyito. La joven se agitaba, temblando y llorando por el tratamiento que le daba ese despreciable moreno.
El negro miro a Don Fermín, sentado masturbándose, viendo como el moreno le lamia el culo a la chica y el viejo dijo "Cógetela vos primero, quiero ver cómo le rompes el culo"
La chica sintió estas palabras y se sintió morir, ya no le quedaban lágrimas y sus sollozos eran apenas audibles, sintió como el despreciable violador la agarraba por la cintura con una mano elevándola del colchón mientras sentía como algo duro como una roca quería meterse por su culo-
Sintió un impresionante dolor cuando ese intruso avanzo rompiendo la resistencia de su esfínter, el moreno se detuvo al lograr introducir la cabeza de su verga en el apretado orificio anal, por unos instantes pareció que se retiraba pero una embestida bestial hizo que la mitad de la verga de Polo se incrustara profundo en el intestino de Vanessa . Otro momento de pausa y de repente otra brutal estocada alojo toda la verga del moreno dentro del culo de Vanessa… Comenzó ahora una culeada memorable para la sufrida chica, el negro se movía con rapidez y energía cogiéndose sin compasión a la joven, que ya ni siquiera sollozaba, destruida por la violación anal que le estaba dando ese negro.
Don Fermín estaba a punto de explotar, pero quería aguantarse, la visión de la culeada del negro a la chica y como le rompía el culo lo llevaba al borde del orgasmo. Por largos minutos el moreno continúo embistiendo sin pausas sintiendo una placentera fricción de su verga contra las paredes del intestino de la chica.
Finalmente, con un gruñido gutural, el negro eyaculo en el interior del intestino de la joven, siguió chuleándola por un rato hasta que se desmonto hacia un costado de la joven. Este momento estaba esperando el viejo pervertido de Don Fermín, que se metió entre las piernas de la chica, con una mano guio su dura verga hacia la concha de Vanessa y la penetro sin contemplaciones de una vez, la chica se agito un poco como toda respuesta, destruida como estaba ya casi no reaccionaba. Don Fermín sintió un inmenso placer al cogerse a esa pendeja que tantas veces lo provocaba, la embestía con fuerza hasta que sintió llegar como una explosión su orgasmo y en medio de una estocada acabo dentro de la joven, llenándole de leche la vagina.
Por un largo rato estuvieron los tres reponiéndose en la cama. Luego Don Fermín desato a la chica, le dijo que se vistiera y con el negro Polo la llevaron hasta una plaza cercana. La chica no terminaba de reaccionar después de la violación, casi no hablaba ni parecía tener conciencia de lo que pasaba. Los dos despreciables sujetos se apartaron de la chica y la dejaron sola en la plaza. Vanessa se sentó en un banco de la plaza y se prometió que nunca más iba a ir al quiosco de Don Fermín.