Quiero conocer un lugar swinger dijo Camila…
Hace rato no escribía a pesar de mi afición por la redacción, pero la falta de tiempo y sobre todo de material me lo habían impedido. Los que ya conozcan alguna creación mía sabrán que más que un escrito, cuento o narración, procuro hacer una crónica, basado en hechos reales y tratando de transmitir con total veracidad la mayor cantidad de detalles y sensaciones vividas; así que sin más introducción:
Tarde de fútbol, lluvia y sexo.
(El único dato no veraz que encontraran a continuación es el nombre de la protagonista, el cual fue cambiado a “Camila” para proteger el anonimato de la aventurera).
Camila me había confesado que una de sus mayores fantasías era conocer un lugar swinger, y aquí en Bogotá hay varios; así que simplemente llegado el día le dije vamos, y escogí uno de mis favoritos para pasar una tarde entera. El sitio queda en Chapinero y pertenece a la categoría a la que un crítico de la ciudad denominaría “bizarra”; Una gran casa en la mitad de una cuadra en la tradicional zona de chapinero, sin letreros, sin nada en la fachada que pueda alertar de las maravillas que pasan adentro, pero para los que la conocemos, templo de la diversión. (Creo que uno de los placeres más sanos es definitivamente el sexo, el sexo bien practicado y con protección).
Escogimos el martes del partido Colombia-Australia, ya que allí lo transmitirían en pantalla gigante, además que por la hora y fecha el lugar no estaría muy concurrido, lo que resulta conveniente cuando se visita por primera vez.
Tres de la tarde: golpe de clave en la puerta como en cuento policiaco para que nos permitan la entrada. En la barra ubicada junto al vestíbulo nos hacen entrega de las llaves de nuestros respectivos lockers donde debemos dejar TODAS nuestras prendas y tomar las toallas para poder ingresar al lugar. Una vez cambiados ofrecí hacerle un rápido recorrido para que conociera las instalaciones; el jacuzzi del tamaño de una piscina pequeña, la zona de turcos con tres ambientes según la temperatura a resistir; luego subir al área de la terraza de descanso, el sauna (que tiene también tres ambientes), el cuarto oscuro, el de exhibición (con una gigantesca cama central y rodeado de ventanales para que los que quieran puedan ser observados de todos lados, la pista de baile y tarima de eventos que por la hora estaban desocupadas y finalmente un montón de cuartos reservados.
Después del tour volvimos a bajar al salón del primer piso donde ya proyectaban el partido. Tres parejas más se encontraban acomodadas en los sofás, más un par de ejecutivos solos. Del partido ya lo habrán visto, no hay mucho que hablar, incluso una de las mujeres presentes (bastante joven por cierto) demostraba su desinterés en la pantalla, prefiriendo realizarle un lento blow job a su pareja, quien sin ningún impedimento abría su toalla y piernas para facilitarle el trabajo; preludio de que la tarde iniciaba bien.
Durante el segundo tiempo fueron varias las parejas y personas solas las que ingresaron al local, con lo que una vez finalizado el encuentro ya se garantizaba buen público en las zonas húmedas. Nuestra primera parada fue el jacuzzi, donde me sentí atraído por los pechos al aire de la joven que había iniciado el show en el salón; y a quien con la luz del lugar pude ver mucho mejor, con lo que calculo tendría unos 22 años. Nos despójanos de las toallas para ingresar totalmente desnudos al agua, como lo pide la etiqueta del punto y nos tomamos nuestro tiempo en disfrutar de la temperatura al interior que relajaba nuestros cuerpos. La pareja no parecía (por el momento) muy interesada en compartir, así que se retiraron dejándonos todo el jacuzzi para nosotros, bueno, nosotros y un hombre un poco corpulento que discretamente se metió en el otro extremo, pero que a medida que nosotros nos besábamos y juntábamos cada vez más nuestros mojados cuerpos disminuía sigilosamente la distancia hasta el punto de empezar a tocar las piernas de Camila, primero suave, como por accidente, pero al no encontrar resistencia, subiendo por ellas hasta lograr introducirle un par de dedos en sus partes. Solo la mire y le pregunté
-¿te gusta?
Aunque me di cuenta que la pregunta sobraba cuando vi como por debajo del agua ella ágilmente le sobaba todo el paquete al desconocido (que a decir verdad era generoso en tamaño) con su pie.
Al cabo de un par de minutos le pedí que nos retiráramos, no sin antes percatarme de su leve desacuerdo por lo bien que la estaba pasando, pero le vaticine:
– ¡Esto apenas comienza!
Nos dirigimos al turco, al apartado más caliente, donde inicie mi sesión de masaje, el cual al cabo de unos minutos ya la tenía caliente a ella, a mí y a un par de parejas y sobretodo de hombres solos que soñaban con poner sus manos donde yo las tenía. Teniendo a todo el público en ascuas decidí parar nuevamente para subir hasta el sauna, allí pasamos hasta el tramo final que era el más ancho y perfecto para mis planes exhibicionistas: Casi una gradería de estadio para todo aquel que quisiera ver.
Al llegar encontramos que ya otra pareja se nos había adelantado con lo del masaje, pero había espacio suficiente para todos; juro que intente (al menos en principio) ser todo un lord en la norma, pero la temperatura y ver como mi par del momento devoraba ya los senos de su pareja mientras sus dedos entraban resbalosos en el interior de ella me hicieron desear pasar a la siguiente fase. Sin mayores explicaciones hice que Camila bajara a las duchas del cuarto de descanso conmigo (necesitaba urgente agua fría!!!) y como me lo suponía, dos caballeros nos siguieron y se pararon en silencio mientras ella se duchaba. Luego de terminado el baño, para calentarlos más, (si es que esto era posible) le quite a Camila su toalla dejándola desnuda ante sus ojos, besándola, acariciando su espalda, sus glúteos, sus piernas, invitándolos sin la palabras al festín. Ellos al entender mis intenciones se desnudaron igualmente y se aproximaron a ella, uno por delante y el otro por detrás y empezaron con el concierto de caricias. Le pregunte
-¿te gusta lo que ves?
(Y lo que tocas ya que sus manos ya estaban constatando las dimensiones de nuestros nuevos amigos)
-SI -respondió.
-¿Quieres estar aquí o ir a un cuarto privado?
-al privado -dijo ella; y como todo un gentleman invite a los caballeros a acompañarnos, lo que hicieron con el mayor agrado. No alcance ni a cerrar la puerta cuando a quien por comodidad llamare UNO, se abatió sobre ella haciéndola caer sobre la cama (dato MUY importante para mí: SIEMPRE, con cada uno, asegurándome de que antes de interactuar con Camila tuvieran condón). Él se posó sobre ella en el tradicional misionero, que era el que mejor se adaptaba a sus generosas medidas que de reojo superaban los 19 cm. En un par de vueltas al estilo twister resulto DOS dándole en cuatro, y confirmándome lo que ella me había dicho acerca de ser esta su posición favorita: Se notaba en su piel, respiración y movimientos que le estaba arrancando un orgasmo. Ya en otra de estas volteretas llego algo maravilloso para mí: le hicimos junto a DOS una doble penetración vaginal que le lleno hasta el alma, y la cual yo disfrute plenamente al estar abajo, coordinando la sincronización de este acto tan sublime. No sé a cuantos orgasmos llego ella; pero los condones a reventar de UNO Y DOS nos informaban que literalmente le habían entregado lo mejor de sí.
Después de esto era justo un descanso, así que bajamos al salón a tomarnos algo; UNO desapareció y DOS nos acompañó e incluso invito a las bebidas, hablamos, intercambiamos información y le pregunte si le interesaba ingresar al grupo para el cual relato esto, pero prefirió abstenerse por seguridad al ser un hombre casado. Sin embargo guarde su contacto para cuando se pueda necesitar.
Camila había ido a dar una vuelta y cuando regreso note como la mujer inicial del jacuzzi, que se encontraba sentada frente a nosotros se había puesto alerta. Sin importar que en las demás mesas del rededor compartían varias parejas, empezó a darle oral a su novio (o esposo, que se yo), pero con la mirada puesta en mí. Eso me puso a mil, así que le pedí a Camila que me diera el mismo tratamiento, pero fui desconcentrado por una llamada de la oficina (a buena hora!), que me obligo a retirarme hacia la zona de las duchas del jacuzzi para poder hablar. Cuando colgué me percate que la provocadora estaba detrás de mí así que la salude:
– Hola.
-¿es tu esposa? -pregunto.
–No -respondí. Es una amiga.
-¿es tu novia?
-No -respondí de nuevo.- solo es una amiga, ¿Por qué?
-porque me gustó y me gustaría hacerlo con ella -me dijo.
–Ella no juega a eso –respondí.
– lastima -dijo ella- la hubiéramos pasado de maravilla los cuatro.
Me dio un beso furtivo y se llevó a su novio de la mano al turco.
Esta breve charla me dejo caliente, así que subí a la carrera a Camila hasta el sauna. En el primer tramo que es el más oscuro y angosto alcance a distinguir como un hombre de pie le hacía oral a una mujer que estaba acostada en una de las literas superiores, y como otra mujer estaba en otra de las literas rodeada de tres hombres que le metían mano por do quiera, pero yo tenía mi destino fijo, así que pase de largo por este y el segundo espacio (donde ya más de tres parejas iniciaban la acción) para llegar al “estadio”, encontrándome lo siguiente:
Una pareja en una esquina en pleno acto con gemidos y todo, a la cual ya había observado varias veces antes porque la mujer usaba gafas, (fetiche mío a la hora del sexo junto a los frenos); tres hombres repartidos en las graderías y dos parejas más conversando en la parte superior. Afortunadamente el espacio más amplio estaba libre lo que aproveche primero para un rapidito y luego para desplegar mi arsenal de cremas y aceites de masajes para retomar la sesión interrumpida, casi con el ánimo de sentar catedra. Explicaba en voz alta como esto iba ligado a la energía del cuerpo y con cada palabra y con cada movimiento de manos sentía como el ambiente se tornaba en un polvorín dispuesto a estallar a la primera chispa, la cual llego cuando el cansancio y el sudor me invadieron por el esfuerzo, obligándome a hacerme a un lado, pero pronto llegaron cuatro manos prestas a colaborar con la causa, si bien decididas al principio, un poco tímidas, hasta que sentencie la autorización con una frase: -“para que compares la diferencia entre manos aficionadas y profesionales”-. ¡Quién dijo miedo!, de inmediato empezaron a recorrerla con más ansias que los conquistadores en busca del dorado, pero sé que Camila quería más, así que aún más fuerte replique:
– “Es la primera vez de mi amiga aquí y quiere pasarla de lo mejor. ¿Algún valiente tiene condón?”
… Y los dedos de mi mano se quedaron cortos para contar… Vino TRES que estaba como águila con el ojo presto en la presa desde que entramos, quien la taladro con una energía que confieso no me sería posible; Camila Casi lloro su orgasmo, pero no tuvo tiempo de recomponerse cuando ya CUATRO (que exhibía el mejor cuerpo que había visto yo en la ya noche, con chocolatinas, brazos y pecho marcados) llego al relevo tomándola por detrás mientras yo vibraba al estar todavía acostado a su lado sintiendo su respiración cortada. No sé de donde apareció pero de repente en la grada sobre nosotros había un negro musculoso, al cual le colgaba un buen trozo de ébano entre las piernas, trozo al que mientras era penetrada por CUATRO Camila se aferraba cual naufrago a tabla. En este punto ofrezco disculpas ya que al repasar los hechos sé que hubo un CINCO Y UN SEIS, pero no recuerdo sus particularidades y desempeño, ya que como niño curioso que soy, algo diferente enfoco mi concentración: Una de las parejas sentadas en la grada superior, mientras conversaban sobre el pequeño show que daba Camila, hacían el suyo propio, la verdad algo simple pero atrayente: ella sentada en posición de loto y el penetrándola con tres dedos. Me sentí tan atraído por tan sublime visión que deje a Camila en las manos (y algo más) de los enumerados y me acerque a disfrutar de las maravillas de la sencillez; les explique que era norma en mí el sentirme atraído siempre por la novedad, a lo que no vieron problema en acomodarse mejor para permitirme la mejor vista, oído y hasta olfato… Veía como entraban esos dedos y salían encharcados, oía como sonaban cual gotera en charco, olía, olía como un jardín de rosas extasiadas.
Como buen caballero busque la comodidad de la dama sentándome en la gradería para que ella reposara su cabeza en mis piernas mientras su compañero se empeñaba en dejarla más seca que tapita de yogurt, yo aprovechaba para hacer los mismo con sus pechos que se me antojaban de tamaño perfecto y ella pagaba mis caricias (y lo que sentía entre sus piernas) chupando de vez en cuando lo que tenía más cerca de su boca, que era para fortuna mía mi entrepierna.
Al final el afro termino siendo el SIETE, y aunque de acuerdo a las propias palabras de Camila fue el más flojito, había que aprovechar y probar negro, así fuera por cultura general.
La noche era aún joven (el reloj no marcaba todavía las 9 pm), pero sabía que para ser su primera vez las expectativas, y hasta las fuerzas habían sido superadas, así que dimos una última vuelta, dejamos salir nuestro lado voyeur mirando a través de las cerraduras de los cuartos privados a las parejas que a la vez disfrutan ser vistas, pero manteniendo la distancia, pasamos por los saunas y los turcos para despedirnos, aunque no nos prestaron mucha atención, ya cada uno estaba en lo suyo (o en lo de varios), entregándose como lo dije al principio; al más sano de los placeres; saliendo así con Camila de la casa a una noche lluviosa, de vuelta a la ciudad que para otros es la “real” y añorando, como cada vez que visito este lugar de fantasías el regresar.