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Mi excitación aumenta sólo con esa visión
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Era tarde, me encontraba desperezándome en la cama cuando escucho el agua de la ducha correr, tal como me encontraba totalmente desnudo me dirijo al cuarto de baño, desde el marco de la puerta observó una de las mejores visiones que se puede tener al despertar, mi mujer se encontraba bajo la ducha con su piel brillante, el agua arrastrando la espuma, sus pechos erguidos, redondos, coronados por unos pezones perfectos de algo más de un centímetro, que supongo que a causa del cambio de temperatura estaban en su máximo esplendor.

Ella con una maquinilla de afeitar en una mano se repasaba su zona íntima, yo estaba hipnotizado viendo esa imagen tan sexual, a cada pasada de la cuchilla después con los dedos de la otra mano comprobada el resultado, al notar la inexistencia de ningún vello, con la alcachofa de la ducha retiró el resto de jabón, dejando a la vista unos labios vaginales con el aspecto de una veinteañera, suaves, deseables, jugosos, asomando entre ellos levemente los pliegues de su interior y su clítoris.

Mi miembro ante tal espectáculo estaba como una roca, con la cabeza hinchada, con tonos morados y empezando a segregar líquido preseminal.

Mi excitación sigue aumentando al verla lavar su pelo, levantado sus brazos, provocando este gesto que se elevarán aún más sus pechos.

Ya no podía resistirme más, sobre todo cuando se giró y puso ante mi ese culo de infarto, creo que se dio cuenta de mi presencia e intentaba provocarme más aún, con la excusa de recoger el bote de champú se agachó hacia adelante sin doblar las rodillas, esa imagen ere tremenda, ver ese culo que es mi pasión, y su vagina rasurada asomando entre la abertura de sus muslos, iba a conseguir que me corriera sin tocarme.

Ya mi deseo era mayor que mi cordura, entre en la ducha, la giré y mirándola a los ojos la besé, la atraje hacia mi quedando mi miembro apretado contra ella, su pecho contra el mío notando la dureza de sus pezones intentando traspasar mi piel, con ambas manos agarre los cachetes de su culo, la apreté tanto que si seguía así nos fundiríamos en un sólo cuerpo.

Sin dejar de besarnos llegamos a la cama, no pronunciados ninguno de los dos palabras, no quería que se rompiera ese silencio que decía mucho más que ninguna conversación. La tumbe en la cama, con las yemas de mis dedos y mis labios recorrí su cuerpo, quería aprendérmelo, hacer en mi mente un mapa del mismo, intentar encontrar alguna imperfección si es que la había, y que hasta el momento mis ojos no encontraban.

Su olor inundaba mis sentidos, no era a jabón ni a perfume, era olor a ella a su sensualidad.

Mis besos se fueron dirigiendo a su entrepierna, el calor que emanaba era bastante superior al resto de su cuerpo, lo bese tiernamente, suave, dejando que notara mi respiración en el mismo, ella abrió con sus dedos su vagina, dejando ante mis ojos unos pliegues rosados aterciopelados, brillantes y húmedos, acerque mi lengua a esa manjar, dibujando con la punta su forma, a la vez que recogía esas gotas que brotaban de su interior para poder saborearlas.

Notaba como su respiración se agitaba, su piel se erizaba, sus ojos cerrados disfrutando del momento, una de sus manos acariciaba sus propios pechos de forma sutil, espacio recreándose, sus mejillas aumentaban la intensidad de su color rosado resaltado en el tono de su piel canela.

Se notaba que estaba por llegar al clímax, comenzó a tensar todos los músculos de su cuerpo y a retorcerse en la cama. Me encantaría poder de gama para poder en ese momento penetraron sin dejar de dale placer con mi boca y mi lengua a la vez que la penetraba con mi mástil duro, lentamente blando como las paredes de su interior se van abriendo y acoplando al intruso, pero al no poder ser, utilizó dos de mis dedos, intentó encontrar su punto G, con movimientos circulares, su orgasmo es inminente, me apoderó con mis labios de su clítoris y succiono intentando beberme todo su ser, ella convierte su respiración en gemidos, una de sus manos me agarra del pelo y me empuja hacia su interior, grita se arquea e inunda mi boca de sus jugos.

Saboreo su sabor y le doy de mis dedos a ella para que pruebe y comprenda porque soy adicto a ese licor que desprende con nuestra pasión.

Poco a poco se recupera, mientras yo la observó, si normalmente es bonita, en ese momento aún más, con su piel humedecida por el sudor, sus ojos brillantes, una diosa en la tierra.

Se gira y me besa, compartiendo el sabor de su sexo mezclado con el nuestras salivas, quiere devolverme el placer que le he dado, pero Se lo impido, ese es su momento, la pongo de espaldas y con cuidado pero de forma continua le meto mi pene hasta hacer tope con mis huevos, comenzando un vaivén constante, haciendo que su sexo y el mío se acoplen y se sientan el uno al otro, voy aumentando el ritmo de mis embestidas, no aguantaré mucho más, la excitación acumulada hace sus efectos, la ordenó que se acaricie su botón del placer, ella acata mis órdenes y comienza con sus dedos a acariciarse haciendo círculos, me anuncia que está por llegar y aumento la velocidad y fuerza de mis empujones, haciendo un último esfuerzo para retrasar lo inevitable, unos pocos segundos después y al notar como su humedad comenzaba ya ha recorrer el interior de sus muslos y los míos, una corriente recorre mi espalda hasta mis testículos, las piernas me flaquean y mi leche sale disparada quedando depositada en su interior, notando ella el calor de la misma, provocando que llegase a su segundo orgasmo, menos intenso que el anterior pero más largo.

Estábamos empapados exhaustos, pero felices, para mí era una forma de expresión de mi sentimientos y demostración de amor hacia ella, no era simplemente sexo.

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