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Domadas en el crucero
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Tiempo de lectura: 23 minutos

Mi nombre es Noelia, tengo 27 años y lo que estoy por contarles fueron sin duda las mejores vacaciones de mi vida.

Sucedieron hace 2 años, cuando tenía 25. En celebración por nuestra graduación en la universidad, una compañera de clases (y mi mejor amiga de toda la vida) llamada Betzaida y yo decidimos gastar parte de nuestros ahorros en un viaje al Archipiélago Los Roques. Una agencia vacacional estaba ofreciendo un paquete que cubría viaje ida y vuelta por una de las aerolíneas que cubrían la ruta y un hospedaje de 15 días en una posada llamada “La Nonna De Los Roques” con desayuno, almuerzo y cena incorporados. El paquete cubría solo para dos personas en una habitación y la verdad nos pareció algo caro pero queríamos consentirnos, así que aceptamos.

A la semana de aceptar el paquete, nos fuimos saliendo del aeropuerto de Maiquetía con rumbo a la isla Gran Roque, el corazón del Archipiélago, donde se encuentran el aeropuerto, todas las posadas y la mayor cantidad de habitantes del grupo de islas. Al salir nos dirigimos a la posada, regentada por inmigrantes italianos. Era bastante linda, con paredes forradas en madera, de 2 pisos, y quedaba a orillas de una de las playas más bonitas de la isla, ofreciéndonos una espectacular vista del mar azul cristalino. De hecho, la posada contaba con un restaurant pequeño cuyas mesas estaban en la arena de la playa, cubiertas por supuesto con su debido techo de madera. Las habitaciones, como pudimos apreciar cuando entramos a la nuestra, no eran muy amplias pero sí bastante cómodas, y tenían hasta una pequeña cocina incorporada, con nevera y todo.

En la recepción nos atendió el señor Antoniolli. Un hombre de unos 55 años de cabello canoso y rostro arrugado, algo gordo y de piel blanca pálida. Su español era fluido. Verifico la reservación que teníamos mi amiga y yo, aunque algo distraído por nuestras figuras corporales, y luego nos dio la habitación número 5. Esta quedaba en el segundo piso. Al subir por las escaleras pude apreciar que al lado de la recepción había un pequeño salón con unas 6 mesas de ping pong.

Para hacer el cuento largo corto, Betzaida y yo llegamos y nos tumbamos en nuestras camas (habían dos en la habitación). Tomamos una ligera siesta, ya que eran las 2 de la tarde para el momento en que habíamos llegado a la posada y estábamos agotadas. Una hora después nos levantamos y decidimos ducharnos, metiéndome yo primero y ella después, para luego colocarnos nuestros mejores bikinis y salir a caminar por la playa.

Es cierto que nos pareció un poco caro el precio del paquete del viaje, pero la verdad, valía la pena. El cielo azul, el mar cristalino, la tranquilidad, todo parecía valerlo. El señor Antoniolli nos trató bastante bien al momento de recibirnos, y cuando salimos a caminar también. La arena en mis pies descalzos se sentía deliciosa. Caminamos Betzaida y yo un no muy largo trecho, hasta llegar a un sitio donde se concentraba una buena cantidad de gente junto a una tarima sobre la cual había un DJ poniendo a bailar a todo el mundo con música techno. Al acercarnos unos cuantos hombres se dirigieron a nosotras ofreciéndonos bebidas, todos musculosos, en traje de baño tipo tanga, bronceados. Betzaida y yo nos miramos con cierta complicidad y nos guiñamos el ojo, aceptando las bebidas.

Algo que deben saber es que Betzaida y yo nos contamos todo. Pero todo, TODO. No en vano es mi mejor amiga de toda la vida. Somos confidentes la una de la otra, nos contamos hasta las fantasías sexuales, todo, sin tapujos. Y si algo es cierto es que nosotras somos unas mujeres muy… ¿cómo decirlo? Fogosas. Nuestro fuego uterino es muy difícil de apagar. Y la verdad, por la cuestión de los estudios, etc., ambas habíamos visto poca acción sexual en nuestras vidas salvo en vacaciones. Y este viaje era seguro que no lo íbamos a desaprovechar en absoluto. Así que nos quedamos en el jolgorio, bebiendo y hablando con todo aquel que quisiera compartir con nosotras, en su mayoría, hombres.

Y no era de extrañar ese punto, ya que ambas teníamos (y seguimos teniendo) un cuerpo explosivo. Por mi parte, mido 1.70 centímetros. Soy de piel blanca, cabello negro, largo y liso, y tengo una cara bien bonita según dice (yo también lo considero así modestia aparte). Mi cuerpo es la envidia de muchas: tengo unos enormes senos, firmes y bien paraditos, uso una talla de sujetador 38DD. Siguiendo hacia abajo, una cinturita con una curva bien pronunciada, de vientre plano, y para finalizar unas caderas algo anchas y con un culo de nalgas bien carnosas y duritas, bien apetitosas para el género masculino. Todo esto es soportado por dos piernas bien torneadas de muslos bastante generosos en carne.

Por su parte, Betzaida también era otro monumento de mujer. Ella tiene los senos operados, usando sujetadores iguales a los míos: 38DD. Además de eso también una bella cintura curva y terminada en unas caderas anchas (más que las mías) y con unas nalgas bien proporcionadas (naturales y mucho más carnosas que las mías) ponía a los hombres a devorarla con la mirada. De rostro, yo soy la más linda, pero esto no quiere decir que ella sea más fea que un carro por debajo, al contrario, es muy hermosa de rostro también. Es rubia natural, y para ese momento, ella tenía mechas negras pintadas.

Y así comenzaban nuestras vacaciones. Rodeadas de muchos hombres, todos buenotes, con dinero ofreciéndonos todo con la intención de una aventura en la cama. Y nosotras no nos íbamos a negar. Luego de un rato, a la tarima subió un hombre vestido con una camisa guayabera blanca y unos shorts por las rodillas, quien tomo un micrófono y comenzó a dirigirse a la audiencia.

-Buenas tardes mi gente, les habla Rodrigo Antoniolli, y en este momento comienza lo que todos estábamos esperando: la elección de ¡¡¡“Miss Trasero Los Roques”!!! –comenzó a decir. –Muchos ya saben la mecánica del concurso, pero para los que son nuevos por estos lados del Caribe, les explico la mecánica: 20 chicas esculturales del publico subirán aquí a competir para ver quien tiene el mejor trasero…mejor dejémonos de palabrerías tontas: 30 chicas se subirán aquí a ver quién es la que tiene el mejor CUUULO –continuo diciendo el animador, quien al decir la palabra “culo” alborotó al público asistente. –todas las chicas pasaran por una corta serie de pruebas para competir por la corona y el premio de ¡mil bolívares! Además claro, de ser la ¡¡¡MISS CULO LOS ROQUEEEES!!! Como dirían los de fulanito: ¡que comience la fiesta! El primer paso es la selección de 20 bellezas del público por parte de nuestro jurado. ¿Alguna voluntaria?

Muchas mujeres levantaron la mano. Muchos hombres que nos rodeaban señalaron hacia nosotras también, y a la mierda, estábamos de vacaciones y queríamos alocarnos un poco, así que Betzaida y yo también la levantamos. Una a una las chicas seleccionadas iban subiendo a medida que las llamaban, pasando por donde estaba el animador y diciendo sus nombres, además de dar “una vueltica” para apreciar sus atributos con detalle. Y por supuesto que Betzaida y yo fuimos muy aclamadas cuando dimos esa vueltica bailando y moviendo el culito. Una vez completa la selección, comenzó la primera prueba, que no era más que bailar “tambor” con el jurado rodeando a la chica. En esta prueba 5 chicas quedarían eliminadas de la prueba, y Betzaida y yo no estuvimos entre ellas, ya que una de las cosas que nos caracterizan tanto a mi amiga como a mi es que tenemos un movimiento de caderas infartarte. De hecho, en esa primera prueba me gane el apodo por parte de todos los presentes de “La batidora”.

La segunda prueba seria ligeramente más cómica. Las ahora 15 participantes debíamos decir un piropo que sea bastante gracioso sin importar lo vulgar y asqueroso, dedicado al culo. Las 10 mejores pasarían a la siguiente fase, y de nuevo Betzaida y yo pasamos sin problemas, ella diciendo “mami con esas nalgas dedícame un pedo” y yo “mami con ese culo debes de cagar bombones” (sí, me lo han dicho unos cuantos). La tercera prueba era un poco más divertida y activa, ya que se nos colocaría una copa de tallo largo entre las nalgas, la cual sería llenada y debíamos transportarlas de un lado al otro del escenario tratando de no derramar tanto líquido. Al final, las 5 que llevaran más líquido al otro extremo serían las ganadoras. Y de nuevo Betzaida y yo estuvimos entre las 5 mejores.

Por último, las 5 chicas debíamos hacer un striptease, vistiendo unos trajes sexys que ellos ponían a nuestra disposición, aunque sin quitarnos los bikinis obviamente. Si hubiera un empate entre el jurado, el público haría la elección final mediante gritos y aplausos. Betzaida tomo un traje erótico de policía y yo uno de sirvienta francesa porno. Mientras nos cambiábamos, el DJ puso música y puso a todo el público a bailar. Llegado el momento, una a una fuimos saliendo para bailar y desvestirnos hasta el bikini. Betzaida y yo competimos contra una enfermera, una “gatúbela” y una “diablita”, y si bien sus shows fueron excelentes (así como sus cuerpos realmente majestuosos), a la final, Betzaida y yo fuimos las favoritas del jurado, quedando empatadas con la máxima puntuación. Así que al público le toco decidir, y a la final se decantaron por Betzaida luego de una dura decisión ya que ambas fuimos animadas con muchos gritos y aplausos.

Ricardo le dio el premio a Betzaida, colocándole una corona, entregándole los mil bolívares en efectivo y colocándole una banda alrededor de sus caderas que rezaba “Miss Trasero Los Roques” (por alguna extraña razón no escribieron “culo”). A mí me regalaron una cadena bien bonita que se colocaba alrededor de mis caderas también y 500 bolívares de consolación.

Volvimos al público, ya era de noche, exactamente las 7 p.m. la fiesta se extendió hasta pasadas las 11:30 de la noche, o al menos a esa hora decidimos volver Betzaida y yo a la posada. Ella con su banda de Miss puesta aun alrededor de sus caderas y su corona en su cabeza y yo con mi cadena alrededor de mis caderas también. Habíamos bebido bastante, aunque no tanto al punto de quedar borrachas ni nada. Al regresar, vimos al señor Antoniolli y a su hijo Rodrigo, el animador del evento, jugando ping pong en el salón. Estaban en compañía de otros dos hombres musculosos, quienes tenían un vaso de cerveza en sus manos y veían el juego. Al vernos, el señor Antoniolli hizo una pausa tomando la bola de ping pong con una mano.

-¡Caramba! Un placer verlas de nuevo señoritas, veo que el largo paseo rindió sus frutos… -nos dijo, en referencia al concurso.

-Jajaja señor Antoniolli, usted siempre tan detallista…si, fuimos los dos mejores traseros del concurso… -dijo Betzaida.

-Y con mucha ventaja… -dijo Rodrigo.

-¡Eso no lo dudo! –dijo el señor Antoniolli, viéndonos de arriba abajo.

-Veo que les gusta el ping pong… Betzaida y yo somos buenas jugadoras… -les dije.

-¿Quieren echar una partida? –nos dijo el señor Antoniolli.

-¡Claro! –dijo Betzaida.

-Esperen niñas, esperen… -Dijo uno de los hombres, quien tenía un bóxer azul puesto y una franela blanca. –las cosas no son así…Nos gusta que todo sea interesante.

-¿Y tú eres…? –le pregunte.

-Mi nombre es Ricardo y él es Kevin. –me contesto el mismo hombre. –Somos amigos cercanos de la familia Antoniolli…

-Ya veo… ¿de qué manera te gustaría poner esto interesante? –le pregunte.

-No lo sé niña… ya sabes que me refiero a apostar, pero la cosa es ver ¿Qué apostaremos? –dijo Kevin.

-Prendas de ropa –dijo Betzaida, quien luego de decir esto me vio guiñándome un ojo con picardía.

-Me parece una excelente idea…Deberíamos dividirnos en dos equipos…yo propongo hombres contra mujeres… -propuso Rodrigo.

-De acuerdo. –dije yo.

Nos pusimos manos a la obra. Obviamente íbamos a tardar en derrotarlos, dado que padre e hijo tenían más prendas de ropa puestas que Betzaida y yo, quienes apenas íbamos con nuestros bikinis puestos y descalzas. Padre e hijo, en cambio, llevaban zapatos sin medias, camisas guayaberas, pantalones de tela suave y en cuyos bordes superiores se podían apreciar los bordes de sus ropas íntimas. Y la verdad es que luego descubrimos que nos tardaríamos más, ya que el primer punto fue para nosotras, y cuando reclamamos que nuestros rivales se quitaran una prenda, el que se la quitó fue Ricardo, deshaciéndose de su franelilla. Cuando intentamos reclamar, pues, Kevin nos dijo “mujeres” señalándonos a nosotras dos “contra hombres” señalando al señor Antoniolli, a Rodrigo, a Ricardo y a el mismo. Decidimos afrontar el reto, excitadas por vernos superadas en número, y la verdad es que a los 5 minutos ya Betzaida y yo estábamos totalmente desnuditas y descalzas ante los 4 hombres quienes conservaban prácticamente toda su vestimenta a excepción de Ricardo quien solo perdió su franelilla.

-Jajajaja tal parece que son pésimas jugadoras –dijo el señor Antoniolli quien tenía mi hilo en sus manos.

-Esto aún no termina… -dijo Betzaida

-¿Ah sí? ¿Qué más quieres perder catira? –le pregunto Rodrigo.

-Una partida más, a 20 puntos. Si pierden, nos llevaran de paseo en yate y pagaran todo lo que consumamos. –continuo Betzaida.

-Nada mal… ¿y si pierden que darán? –pregunto Ricardo.

-Mmm no lo sé… -dije yo. -¿Qué pedirían ustedes?

-Buena pregunta… Mmm si nosotros ganamos ustedes harán absolutamente todo lo que nosotros deseemos por un día completo, sin objetar nada, ni rechistar. ¿Qué te parece batidora? –me dijo el señor Antoniolli.

-Interesante… ¿tu qué dices Betzaida? –le pregunte a mi amiga, excitada con imaginarme que nos pondrían a hacer.

-Por mi está bien… -me contesto ella.

-Entonces ¿Qué esperamos? –Dijo Rodrigo, tomando una raqueta y nos pusimos a jugar.

A los 20 minutos, Betzaida y yo estábamos de rodillas ante ellos, con nuestros talones en contacto con nuestras nalgas y las manos en la cabeza, Tal como el señor Antoniolli nos lo había ordenado luego de lograr el punto que les dio la victoria. Perdimos 20 a 1.

-¡Excelente! Nunca me imaginé que fueran buenas perdedoras y estén dispuestas a obedecernos en todo -dijo el señor Antoniolli.

-Que va papa… -dijo Rodrigo, su hijo -debiste verlas en el concurso, estas son putas facilonas buscando fiesta…

-Y sin duda aquí la acaban de conseguir… -dijo Kevin con una sonrisa maliciosa dibujada en su rostro. -esos culos deben ser capaces de muchas cosas además de lo realizado en el concurso… ¿no les parece?

-Es cierto -le respondió Rodrigo. -veamos una prueba de resistencia. Inclínense sobre la mesa putas… -nos ordenó. Betzaida y yo obedecimos al instante, poniéndonos de pie y reclinándonos sobre la mesa, aplastando nuestras tetas contra la superficie de la misma. Vi cuando Rodrigo tomo una raqueta y se puso tras nosotras. -que belleza de culos, sin duda se merecen los premios que ganaron… debo decir que la vista es muuucho mejor ahora que no tienen nada y se les ve el bollo… Como dije, será una prueba de resistencia. La ganadora es la que aguante 30 se llevara un JUGOSO premio, mientras que la primera en expresar dolor perderá la prueba y recibirá 30 más…

-¿30 que? -pregunto Betzaida. PAF! sonó un fuerte azote que la hizo brincar de sorpresa tanto a ella al recibirlo, como a mí al oírlo.

-30 raquetazos, y nos debes respeto, no te vuelvas a dirigir a mí ni a ninguno de nosotros así… -le contesto Rodrigo. Yo hice un gesto con la cabeza, a modo de burla hacia Rodrigo y de repente PAF! Sonó otro azote, el cual sentí en mi nalga izquierda. -eso también va para ti puta, quedas penalizada con 30 más por burlarte, por estúpida.

Enseguida, comenzamos a recibir una lluvia de azotes en nuestras nalgas, todos dados al azar entre nosotras. Betzaida en su azote 21 expreso dolor Emitiendo un ligero grito, lo contrario a mí, que logre aguantar los raquetazos ante la atenta mirada de los machos. Las nalgas me ardían muchísimo, ya que los azotes fueron dados con bastante fuerza. Aun así recibí 30 raquetazos más los cuales conté en voz alta y dando las gracias por cada uno, ya que era mi castigo, así como Betzaida recibió 30 más por perder. Ahí me di cuenta que los azotes fueron dados por Rodrigo y su padre, acercándose este último a mí, poniéndose a mi lado, y pasando 2 dedos por mi vulva, recorriendo suavemente los labios vaginales, los cuales estaban húmedos por la enorme excitación que sentía a pesar del castigo al que fui sometida. Note que Rodrigo tomo a Betzaida por los pelos y la aparto de la mesa, mientras Kevin y Ricardo se subían a ella arrodillándose ante mí.

-Hora de tu premio putita… -Oí que dijo el señor Antoniolli, y sentí que alguien clavaba su rostro entre mis piernas, momento en el que voltee y vi como Rodrigo tenia a Betzaida sometida, de rodillas tomándola aun por el cabello y clavando su rostro en mis genitales. También vi al señor Antoniolli saliendo del salón, pero no pude ver más ya que fui tomada también por el cabello por Kevin, quien me hizo voltear hacia ellos y notar que tenían sus vergas al aire, totalmente erectas y con las puntas brillando de líquido pre seminal. Sin darme tiempo a nada, Kevin llevo su enorme miembro a mi boca, la cual abrí gustosa para engullir ese enorme falo con hambre y deseo, mientras sentía como Betzaida me daba lengua en mi cuca, separando mis labios para abrirla e introducirla moviéndola cual serpiente. Sentía su respiración, su nariz en mi agujero anal, así como deliciosos temblores de placer recorriendo mi cuerpo. Debo admitir que me dio cierto reparo el tener a una mujer entre mis piernas, pero me deje llevar por la calentura del momento, la cual también influyo en la mamada que le hacía a Kevin quien follaba mi boca como si fuera un culo, sosteniéndome por el cabello con firmeza. Yo le mame el güebo con fuerza y deseo, tal y como sentía que Betzaida me mamaba la cuca a mí. Luego de unos minutos, Kevin saco su verga de mi boca y fue sustituido por Ricardo, quien lo tenía ligeramente más grande que su amigo, y también repetimos la operación, aunque con el aliciente que yo tuve un delicioso orgasmo en la cara de Betzaida. No paso mucho tiempo para que Ricardo acabara en mi boca, sentí unos 4 chorros de leche caliente y espesa que casi me hacen ahogar.

-Enséñanos la leche –me ordeno Ricardo, yo abrí la boca viendo hacia él y Kevin, enseñándole la leche que tenía adentro. Kevin, quien se masturbaba viendo la escena, aprovecho la ocasión para acabar también, haciendo que los dos primeros chorros de esperma cruzaran mi rostro, pero apuntando mejor los 3 últimos que fueron a parar al interior de mi boca, la cual deje abierta mostrándoles la mezcla de ambos líquidos y mi saliva en mi boca. Ellos sonreían satisfechos.

-Jajajaja genial… -dijo Kevin –Es como estar en una porno.

-Jajajaja si… -dijo Ricardo. –Trágatela putita. –me ordeno.

-¡No, espera! –hablo el señor Antoniolli quien al parecer había regresado hacia unos minutos al salón. –Aún falta un jugo más. –termino de decir, momento en el que sentí que Betzaida era separada de mis partes nobles, para subirla a la mesa y colocarla en cuatro patas ante mí, con su culo apuntando a mi rostro. Tenía las nalgas enrojecidas aun por la tanda de raquetazos que nos fue dada, y entre sus nalgas se notaba un escaso líquido blanco que escurría hasta su vulva. Rodrigo se ubicó delante de Betzaida sin subirse a la mesa, de la cual ya se habían bajado Kevin y Ricardo.

-Déjalo salir Betsy. –le dijo a mi amiga. No me dio tiempo a preguntarme siquiera que era lo que ella iba a dejar salir, ya que apenas Rodrigo dio la orden, Betzaida expulso de su culo un líquido blanco, disparado a presión directo a mi cara, bañándome completa de él e inundando mi boca. Todos comenzaron a reír a carcajadas viendo la escena. –Ahora si puta, traga… -me termino de ordenar Rodrigo entre risas. Yo obedecí, y sabía a leche de vaca aunque un poco más raro, y que además estaba mezclada con el semen que ya tenía en mi boca.

-Espero te haya gustado el premio zorrita tragona… -me dijo el señor Anotniolli. –Bueno, vamos a limpiar este desastre

-Espere, ¿dijo “vamos”? –le pregunto Kevin.

-Sí, claro… -le respondió el señor Antoniolli

-No vale… ¿Por qué nosotros? Total, tenemos a un par de sirvientas aquí… putas, ya saben qué hacer, queremos todo reluciente. –nos ordenó Kevin. Betzaida y yo nos vimos a la cara y con una sonrisa respondimos “si señor” y nos pusimos manos a la obra, yendo a buscar junto con Rodrigo los implementos de limpieza al cuarto donde estaban guardados. En ese momento me fije y tenían un conjunto para aplicar enemas, con el cual le introdujeron la leche a mi amiga por el culo. Una vez con los implementos en mano volvimos al salón.

Antes de comenzar se nos ordenó a las dos ponernos en cuatro patas, cosa que por supuesto hicimos. Rodrigo tomo a Betzaida por el cabello y guiándola la llevo a mi culo, haciéndola lamerle el ano. Yo seguía tremendamente excitada, y eso por supuesto solo hacía que creciera más y más la excitación, la verdad es que se sentía divina la lengua de Betzaida, más aun cuando intentaba penetrar mi agujerito anal con ella. Luego de unos segundos, fue llevada ante mí, y tomándome del cabello con autoridad, Rodrigo llevo mi rostro hacia el culo de Betzaida, haciéndome lamer también su agujero anal, y mientras lo hacía, el señor Antoniolli se ubicó tras de mí, y me coloco un dedo en la entrada de mi ano, para empujarlo lentamente hasta que logro introducirlo por completo.

Me sentía tremendamente humillada, ya que siempre considere que el culo era algo sagrado. Nunca antes había hecho sexo anal en mi vida, lo veía tremendamente humillante. Pero la verdad, es que en ese momento la humillación que sentí era muy placentera. Me sentía totalmente dominada y controlada, y este gesto del señor Antoniolli remarco más esos sentimientos, haciéndome ver a los cuatro hombres como seres supremos, como dioses a quienes les debía total devoción, entrega y obediencia.

El señor Antoniolli movía su dedo en mis entrañas, explorando, hurgando con curiosidad. –esto está muy rico y apretadito… -fue lo que dijo, antes de escupir en mi ano y posar otro dedo más, forzándolo poco a poco lo que me produjo algo de dolor y muchísimo placer, hasta que lo introdujo por completo. Movía los dedos en círculos, los rotaba, dilatando poco a poco mi culo. Con su mano libre me comenzó a masturbar frotando mi clítoris con suma maestría, lo que me estaba provocando un intenso placer. Rodrigo en ese momento saco su verga de su pantalón y se lo metió a Betzaida en la boca, haciéndola mamar deliciosamente.

Acto seguido, el señor Antoniolli me saco los dedos del culo, momento en el que sentí como mi culo se relajaba aunque no por mucho, ya que sentí como me introducía algo frio. No pude voltear a ver ya que Rodrigo aún tenía mi cabeza sostenida por mi cabello y me mantenía con la cara entre las nalgas de mi amiga quien le seguía mamando el güebo intensamente. Lo siguiente que sentí era que un líquido frio llenaba mis entrañas poco a poco, sentía como mi estómago se hinchaba cada vez más, para luego de unos minutos, sacar lo que sea que me haya metido en el culo y meter rápidamente otra cosa un poco más gruesa e incómoda que mi anillo anal apretaba con fuerza.

Me ordenaron ponerme de pie, cosa que hice rápidamente y ver hacia atrás como pude. Note mis nalgas enrojecidas aun, y vi que lo que tenía metido en el culo, era el mago de una raqueta de ping pong. No fue difícil adivinar que me pusieron un enema y taponaron mi culo con la raqueta. A Betzaida le hicieron lo mismo, le abrieron bien el culo y luego le aplicaron el enema, para taponarle el culo con otra raqueta metida por su mango. Antes de dejarla ponerse de pie, Rodrigo acabo en la cara de Betzaida, llenando su cara y su cabello de leche espesa.

-Ahora si perritas, a limpiar. –nos ordenó el señor Antoniolli. Betzaida y yo nos pusimos manos a la obra bajo la atenta mirada de nuestros poseedores, quienes se reían al vernos con las ganas de evacuar típicas de tener un enema aplicado y quienes además para divertirse tomaron otras raquetas de ping pong y nos azotaban las nalgas una que otra vez. Cada cierto tiempo detenían a una de nosotras para que hiciera alguna tontería que les causara gracia, como bailar “la macarena”, la “bomba” o el “gangnam style”, haciéndonos ver muy ridículas ya que estábamos desnudas y nuestras enormes tetas brincaban de acá para allá sin control además de tener las raquetas metidas en el culo. Y fue en uno de esos bailes donde las raquetas se salieron de nuestros culos dejando escapar todo el líquido, teniendo que comenzar de nuevo con la limpieza, entre bailes y azotes.

Una vez terminada la limpieza, Ricardo decidió que era hora de limpiar a sus “juguetes”, refiriéndose a nosotras, por lo que fuimos llevadas detrás de la posada, donde se hallaba el restaurant en la arena de la orilla de la playa. Dada la hora estaba totalmente vacío y no había moros en la costa (nunca mejor dicho). Fuimos colocadas contra una de las paredes de la posada, y Rodrigo busco una manguera la cual tenía una pistola en el pico para regular la presión y el modo de dispersión del agua. –Arrodíllense zorras –nos ordenó y una vez de rodillas comenzó a dispararnos con agua a presión a nuestros cuerpos, mojándonos todas y limpiando bien nuestros cuerpos con agua fría. En un momento dado nos metieron el pico de la pistola en el culo y nos llenaron, aunque no con agua presión, y nos dejaron expulsar el agua en ese mismo momento.

Acto seguido fuimos adentro de nuevo, directo a nuestra habitación. Allí comenzaron a hurgar entre nuestras cosas, aunque no hicieron nada con ellas. El señor Antoniolli salió de la habitación unos minutos, mientras que nuestros otros tres machos se quedaron con nosotras. Kevin tomo una botella de aceite corporal que yo había traído para esos momentos en que tuviera a un hombre en mi cama, y me lo arrojo, ordenándome que se lo aplicara a Betzaida en todo su cuerpo lentamente. Luego ella repitió la operación conmigo, bajo la mirada de los hombres. Hasta que llego el señor Antoniolli, con un bolso no muy grande de color negro.

-Bien, hora de jugar… -dijo el señor Antoniolli. Coloco el bolso en una de las camas y saco cuatro pelotas de ping pong. -tú, niña, ponte en cuatro. -le ordeno a Betzaida mientras que me entregaba una de las pelotas. Mi amiga se colocó en la posición ordenada, arqueando un poco el cuerpo para que el culo quedara bien levantadito, ofreciendo una muy morbosa visión a todos, se notaba que estaba excitada y todo esto le gustaba, tanto como a mí. -Perfecto… definitivamente el premio al mejor culo te lo mereces, aunque tu amiguita te lo pone realmente difícil… veamos que tal traga, putita, lámele el culo a tu amiga. -me ordeno, y yo sin rechistar obedecí, aunque me daba mucho reparo pero el morbo me empujaba a más. Abrí las nalgas teniendo la pelota en mi mano y deje a la vista el ano de mi amiga, que estaba ligeramente dilatado ya, y de color rojo.

Acerque mi rostro poco a poco, abriendo la boca y sacando la lengua en el trayecto, para luego lamer con dulzura los bordes del ano de Betzaida, quien para mi sorpresa emitió un suave y dulce gemido de placer. Proseguí lamiendo lentamente, para al poco tiempo pegar mi boca por completo, clavando mi rostro entre sus nalgas y darle un delicioso y apasionado beso negro, mamando su ano como si de un helado se tratara, metiendo mi lengua lo más que podía moviéndola como si besara la boca de alguien. Estaba saboreando el culo de mi mejor amiga quien a los pocos segundos no paraba de gemir, moviendo sus caderas ligeramente restregándome el culo en la cara prácticamente. Me sentía súper excitada y humillada, me encantaba la situación, así que poco a poco fui aumentando la intensidad del beso negro, que mas era mamada de culo que beso lo que volvía cada vez más loca de placer a Betzaida.

En ese momento, sentí que me abrieron las nalgas y escupieron mi culo. Dada la posición que yo tenía (inclinada hacia adelante sin flexionar las piernas con las tetas colgando) mi culo quedaba totalmente ofrecido y ofreciendo una visión hermosa y provocativa. -Ya que la vaca se enamoró del culo de su amiga, pues que comience ella -le oí decir al señor Antoniolli y seguidamente sentí como frotaban mi agujero anal esparciendo la saliva para penetrarlo luego con dos dedos, lo cual me dolió un poco pero lo goce un montón. -Que divino, a pesar de todo, sigue con el culo apretadito… -dijo el señor Antoniolli que era quien me penetraba ya que me di cuenta al voltear la cabeza para fijarme en el panorama. Note en ese momento que el señor Antoniolli tenía el güebo al aire, erecto del todo, mientras que los otros tres miraban la escena masturbándose. Vi que Rodrigo además filmaba todo con mi cámara filmadora. El señor Antoniolli al ver que desentendí el culo de mi amiga me propino una fuerte nalgada sin sacarme los dedos del culo. -Sigue con tu novia puta, no desatiendas ese culo -me ordeno, y yo inmediatamente obedecí, volviendo a clavar mi cara entre las nalgas de mi amiga con mucho morbo y deseo.

Acto seguido, el señor Antoniolli hizo un ligero mete y saca girando sus dedos, poco a poco durante unos segundos, para luego sacarlos del todo. Al poco tiempo sentí algo más duro en la entrada de mi ano, que intentaba entrar a la fuerza. Rápidamente voltee, intentando erguirme pero fui detenida rápidamente por Kevin, quien se levantó de la cama sin dejar de masturbarse para tomarme por el pelo con su mano libre y clavar mi cara de nuevo en el culo de Betzaida. –Tranquila zorra, solo te estamos metiendo una pelota de ping pong, si pudiste con el mango de la raqueta, sin duda podrás con esto. –Me dijo Kevin. Relajé lo más que pude el culo y a los pocos segundos (que se me hicieron largos por el dolor que sentía) la pelota termino de entrar por completo. Debo admitir que estaba un poco asustada, he visto gente que por meterse cosas en el culo han ido a parar a la sala de urgencias, sería algo realmente vergonzoso que me sucediera.

Kevin, quien me sujeto del pelo todo el tiempo, me hizo voltearme, igual de inclinada, para que le mamara el güebo al señor Antoniolli, quien sin pensarlo dos veces metió su verga en mi boca. Yo, caliente como estaba, comencé a mamarle el güebo frenéticamente, con suma agresividad y deseo. –Esta puta lo mama riquísimo, lo hace tan fuerte que se me meterá el bóxer por el culo jajajaja –dijo el señor a modo de broma, y todos rieron. Kevin le dio la vuelta a Betzaida para que mi culo quedara apuntando a su rostro, a una muy corta distancia. –Expulsa la pelota, vaca –me ordeno Kevin. Yo hice fuerza con cautela, y poco a poco sentía mi culo dilatarse y como la pelota salía de allí con cierta dificultad. A la final sentí como salió disparada y en ese momento vi como todos reían. Al parecer la bola salió con fuerza y le pego a Betzaida en la cara de manera graciosa.

-No perrita, no… lo hiciste mal, tenías que atajarla con la boca, como las perras. –le dijo Kevin a mi amiga. El señor Antoniolli le pasó otra pelota y Kevin, sin miramientos, la forzó a entrar en mi ano con cierta violencia, lo que me dolió mucho, me humillo bastante, pero me excito aún más si cabe. Yo no dejaba de mamarle el güebo al señor Antoniolli. Una vez la bola estuvo dentro de nuevo, se me ordeno expulsarla, cosa que hice, y por los comentarios que oí, Betzaida no logro capturar la pelota con la boca, por lo cual decidieron castigarla con 10 raquetazos más en el culo. Escuche cuando se los dieron, la verdad no pude ver nada ya que seguía mamando la verga del señor Antoniolli. Una vez más intentaron la proeza, metiéndome de nuevo una pelota en el culo y haciéndome expulsarla. Esta vez Betzaida si logro capturarla con la boca.

-Bien hecho Betsy –Dijo el señor Antoniolli. –Te acabas de ganar un premio –dijo, sacándome el güebo de la boca y dirigiéndose a mi culo, el cual paso a penetrar con su verga con fuerza. –no puedo salir de mi asombro, esta zorra sigue con el culo apretado y ya le hemos dado bastante castigo…-le dijo a los muchachos, para luego de unas 4 o 5 embestidas, acabar dentro de mi ano llenando mis entrañas de leche caliente. –ven aquí Betsy… ponte de rodillas para que recibas tu premio. –le ordeno a mi amiga, quien obedeció al instante. Lugo el señor Antoniolli, dirigiéndome por el cabello, me hizo sentar sobre la cara de Betzaida, con mi culo roto sobre su boca. –chupa perrita…saca todo la eche de este culo tan rico, ese es tu premio. –le dijo, al tiempo que me tomaba las nalgas por los lados de mi cadera y se las restregaba a Betzaida en la cara. Sentí cada chupeteo delicioso de mi amiga en mi ano, aliviando el ligero ardor que sentía con su lengua suave que se paseaba por mi piel, llegando incluso a entrar en mi agujero y haciéndome sentir en el cielo, tanto así, que tuve un fuerte orgasmo, sin estimular siquiera mi clítoris un poco.

Ricardo reviso el bolso e los juguetes que había traído el señor Antoniolli, y saco unas bolas chinas del mismo de 6 bolas todas del mismo tamaño. La mayor peculiaridad que tenían es que el relieve tenía unas especies de púas de silicona, lo que no haría daño pero sí debería de sentirse muuuy rico. O al menos era lo que yo averiguaría.

-¡Juguemos! –dijo Ricardo, mientras Kevin me tomaba por un brazo para separarme de la cara de Betzaida, quien se puso de pie ayudada por Rodrigo. Inmediatamente nos inclinaron de nuevo hacia adelante sin flexionar las piernas, ofreciendo el culo. Nos acercaron la una a la otra y nos metieron dos bolas a cada una, dejando dos por fuera entre nosotras, y se sentían divinas dentro del culo, tal como lo había supuesto. –El juego es sencillo. –Comenzó a explicar Ricardo –Se pondrán en cuatro patas y nos mamaran el güebo a Kevin y a mi quienes estaremos sentados en estas dos sillas. –dijo mientras colocaba las sillas en posición. –nos iremos alejando poco a poco, y la primera en dejar salir las dos bolas del culo pierde. También perderá la primera que separe la boca de nuestras vergas. Otra manera de ganar es la que nos haga acabar primero antes de que las bolas se salgan o nos separemos demasiado. –nos dijo, mientras nos poníamos cuatro patas entre las sillas con las bolas ya metidas en nuestros culos. –la perdedora será castigada con 10 raquetazos extras y se le extenderá el periodo de obediencia en un día extra…-termino de decir Ricardo.

Comenzamos la tarea, tocándome a mi mamarle el güebo a Ricardo esta vez. Comencé a chupar con mucho deseo su verga, lamiéndola de arriba abajo, hasta sus bolas, y volviendo a subir lentamente, moviendo mi lengua cual serpiente para volverla a tragar completa –jajaja no solo tienes un culo privilegiado, también tienes la garganta profunda. –me dijo Ricardo mientras me metía su güebo completo en la boca para chuparlo lo más fuerte que podía. Poco a poco se iban alejando lentamente, ya que las sillas tenían ruedas o que les permitiría un buen desplazamiento. Al poco rato de haber empezado, comencé a sentir como la primera bola comenzaba a amenazar con salir, por lo que apreté el culo lo más que pude para no permitir que eso pasara.

Era bastante difícil no dejar salir esa primera bola, ya Ricardo se había alejado bastante y a duras penas mi boca tenía contacto con su verga, pero de repente sentí que la primera bola salía del culo de Betzaida, lo que fue reseñado por los comentarios de los machos. Conseguí acercarme un poco más al güebo de Ricardo y por un corto momento sentí que la presión de la primera bola por salir se relajaba al quedar la cuerda distendida, Pero no paso mucho para que volviera nuevamente. Esta vez la cosa duro un poco más, era bastante difícil de nuevo mantener mi boca unida al güebo de Ricardo, solamente tenía el glande en mi boca y sentía como salía cada vez más rápido, además de que la primera bola estaba por salirse de mi culo. Desesperada comencé a dar fuertes chupones y lengüetazos a la parte baja del glande de Ricardo hasta que de repente el comenzó a temblar y a gemir fuertemente. No paso mucho para sentir cuatro chorros de leche en mi boca nuevamente, alzándome con la victoria.

-Ven aquí zorrita -me tomo Ricardo por el cabello y me llevo hacia donde estaba Betzaida, pegando nuestros rostros para que termináramos dándonos un tórrido beso, compartiendo así la leche en mi boca con mi amiga, en un beso bastante húmedo con mucha lengua y chupeteos, nada mal para ser la primera vez que tanto ella como yo besábamos a una chica.

Luego Rodrigo tomo a Betzaida por el cabello, y de manera algo brusca la puso de pie para tirarla boca abajo en la cama, con las piernas cerradas. -Que belleza… no me canso de mirar este par de culos… -dijo al contemplar el culo abultadito de Betzaida. Tomo una raqueta de ping pong y procedió a darle los 10 raquetazos correspondientes, tornando rojas las nalgas de Betzaida. Uno a uno la hizo contar y agradecer cada azote, cosa que mi amiga hizo entre grititos de dolor y excitantes gemidos.

Lo que sucedió de repente no me quedo muy claro. Rodrigo simplemente se subió sobre mi amiga, sin permitirle reaccionar, haciendo ruidos extraños con su boca, como si estuviera poseído. Quedo de rodillas en la cama con las piernas abiertas, con las caderas de Betzaida entre estas, y separo sus nalgas con fuerza dejando a la vista su ano abierto y enrojecido. Escupió en él y posteriormente le penetro el culo con su enorme güebo de un solo golpe, emitiendo un grueso gruñido de placer, además de oírse un grito de dolor de mi amiga, a quien se le notaron fuertes temblores en las piernas mientras que Rodrigo la penetraba con suma furia por el culo. Kevin imito a Rodrigo y me tomo por el cabello, llevándome a cuatro patas caminando hasta el baño donde metió mi cara en la tasa de la poceta y comenzó a penetrarme por el culo también, con suma furia, lo que me hizo pegar fuertes gritos por el dolor que sentía, y debo admitir que también por el fuerte placer.

Sin descanso alguno, me penetro durante un largo rato, gruñendo como un cavernícola, insultándome, sosteniéndome el cabello con una mano y con la otra dándome fuertes nalgadas, controlando cada uno de mis movimientos, hasta que de repente, me saco el güebo del culo, y se sentó en la parte alta de mi espalda, y aun sosteniéndome el cabello, acabo en el. Sin pararse Kevin de encima de mi espalda, sentí que otro de ellos me penetraba el culo de nuevo, sin miramientos. No logre identificarlo por su voz, ya que también emitía gruñidos y gritos distorsionados, y además yo estaba perdida en un mar de placer, ya que a pesar del fuerte dolor que sentía por tanto salvajismo, la sensación de placer era infinita, haciéndome alcanzar múltiples orgasmos, tantos que perdí la cuenta. Sin duda soy una pervertida masoquista.

Esta vez el que me cogía no duró tanto como Kevin, ya que rápidamente me saco la verga del culo y acabo en mi cabello también, cayendo un poco en el asiento de la poceta. Kevin alzo mi cabeza y guiándome por el cabello me hizo limpiar todo el asiento con la lengua, lo cual me hubiera parecido asqueroso de no ser porque estaba REALMENTE excitada y no quería negarme a nada, ya que a todo lo que estaba siendo sometida pues, me ponía más caliente de lo normal. Mientras dejaba el asiento reluciente lamiendo la leche que había caído en el, me di cuenta que quien me cogió fue el señor Antoniolli. En eso entraron al baño Rodrigo y Ricardo, trayendo consigo a cuatro patas a Betzaida.

En ese momento Rodrigo hizo que Betzaida se acostara en el piso de lado sobre su costado derecho, acostándose el detrás de ella y tomando su pierna izquierda por el muslo para abrirla. La continuó penetrando por el culo rudamente mientras nos insultaba. Ricardo hizo que yo me pusiera de pie, bajo la tapa de la poceta y se sentó allí, tomándome por la cintura para que me sentara sobre su verga de espaldas a él, empalándome el culo nuevamente. Su verga estaba tremendamente erecta, como si no hubiera eyaculado hacia unos minutos atrás con mi mamada.

-Vi tu baile en el concurso –me dijo. –te apodamos “Batidora” por cómo te moviste… hazlo igual para mi perrita, sácame la leche otra vez pero ahora con tu culo. –me ordeno. Inmediatamente comencé a mover mis caderas como si la vida se me fuera en ello, moviendo el culo arriba y abajo y en círculos. No paso mucho tiempo para que Ricardo comenzara a gemir de placer (así como yo también) mientras me gritaba cosas ininteligibles aunque pude adivinar algún que otro insulto. Mis tetas se bamboleaban con fuerza mientras yo me movía cada vez más de manera fuerte y violenta, para asombro del resto que allí estaban. En cuestión de segundos Ricardo acababa nuevamente, esta vez en mi culo, al mismo tiempo que Rodrigo le sacaba el güebo a mi amiga para correrse sobre sus nalgas cayendo un poco de leche al piso, la cual él la hizo lamer.

-Miren lo asquerosas que están –nos dijo el señor Antoniolli. Era cierto, estábamos totalmente sudadas por el calor y la calentura adema de todo el ejercicio hecho. El mismo señor Antoniolli nos tomó por los pelos y nos hizo entrar a la tina. Iba a abrir el agua para que nos ducháramos, pero fue detenido por Kevin.

-Espere señor –le dijo este. –hay algo que siempre quise hacer… -termino de decirle, tomando su güebo ya fláccido y apuntando a nosotras para soltar un buen chorro de orina sobre nuestros cuerpos. “la lluvia dorada” como se le conoce a esta práctica, siempre me causo asco, pero esta vez no tuve ningún reparo en esparcir la orina por mi cuerpo, así de caliente estaría. Y no solo yo, Betzaida también lo hacía, e incluso abría la boca para recibir el líquido dorado en ella. Los demás hombres también copiaron la idea y al mismo tiempo comenzaron a orinar sobre nosotras. El acto no duro mucho.

-Solo hemos usado sus culos… -dijo Rodrigo -¿no tienen ganas de jugar con sus cuquitas?

-¡¡Siiii bastantes!! -contesto Betzaida.

-Mmmm pero estamos cansados… -dijo el señor Antoniolli -¿por qué mejor no juegan ustedes mismas?

-Es una excelente idea -dijo Rodrigo -pueden hacer un 69…

Betzaida sin pensarlo 2 veces se abalanzo sobre mí sin permitirme reaccionar. Rápidamente se dio la vuelta y se acostó boca abajo sobre mí metiéndome la cara entre las piernas y ella colocándome el bollo en la mía. Sin más que decir ni hacer, ambas comenzamos al mismo tiempo a chupar nuestras cuquitas, alcanzando una buena y deliciosa cantidad de orgasmos a los pocos segundos de comenzar, ya que veníamos muy calientes y lo primero que atacamos fueron nuestros clítoris.

No sabría decir cuánto tiempo estuvimos así, ya que era bastante tarde y el cansancio nos tenía muy golpeadas. Solo recuerdo el despertarme en la tina, aun en el 69 con mi amiga, y con un buen dolor de culo. Ella también se había quedado dormida, y se despertó cuando comencé a moverme. El olor en nosotras era horrible, ya que la última ducha que nos dimos, fue de orina. Nos dimos una ducha rápida la una a la otra, estábamos excitadas, aunque no iniciamos nada sexual durante la ducha. Salimos del baño y en la habitación se encontraba el señor Antoniolli viendo una película acostado en una de las camas.

-Por fin despiertan… ¿Cómo durmieron? –nos preguntó.

-Bastante bien señor…-Dijo Betzaida, yo asentí con la cabeza.

-Me alegro… ¿sienten que recuperaron energías? –nos preguntó.

-Yo si –dije. Era cierto, a pesar de todo lo de anoche, y de algunos dolores corporales, me sentía con ganas de más. –Yo también –contesto Betzaida.

-Perfecto…Ahí está su ropa, póngansela. –nos dijo, señalando la otra cama. Betzaida y yo nos dirigimos a ella y una punzada de excitación me llego a mis genitales al ver dos trajecitos de sirvienta francesa porno. Betzaida y yo nos vimos las caras. -¿Qué pasa? No me digan que olvidaron que harían lo que ordenáramos durante un día. Bueno, Betzaida nos debe dos…Pónganse los trajes rápido, hay mucho que hacer en esta posada, muchas habitaciones que limpiar y algún que otro cliente exigente que atender…

Betzaida y yo, con sonrisas picaras nos pusimos nuestros trajes, quedando con una apariencia realmente pornográfica y vulgar. Los trajes apenas cubrían la mitad de nuestras tetas, dejando incluso media areola de nuestros pezones a la vista. El hilo que lo conformaba apenas cubría nuestros clítoris, de hecho prácticamente teníamos el culo y la cuca al aire, ya que el hilo entraba por nuestros labios vaginales y por nuestras nalgas y el delantal solo cubría un poco el pubis. Adicionalmente teníamos guantes de tela que cubrían nuestros brazos hasta la mitad de estos, y unas medias a medio muslo de encaje. Para rematar, un par de sandalias de plataforma de color negro. Ambas nos maquillamos lomas escandalosamente que pudimos.

Una vez listas, salimos de la habitación con el señor Antoniolli, para comenzar una gran semana de vacaciones cargada de morbo y sexo, ya que nosotras mismas decidimos ser las sirvientas porno de los cuatro hombres durante lo que duro el viaje. Tuvimos nuestro paseo en yate, aunque todo lo que consumimos lo pagamos nosotras, así como también pagamos lo que consumieron ellos en un acto de humillación y entrega. Y unas de las cosas que pagamos fueron cuatro prostitutas de lujo, con las cuales armamos una deliciosa orgia. No solo atendimos a nuestros cuatro hombres, sino también lo hicimos con varios clientes de la posada, los cuales le pagaron al señor Antoniolli por un servicio extra de sus sirvientas. Fuimos unas buenas perritas obedientes. De regreso a casa, vi los videos de las vacaciones. Los cuatro hombres se quedaron con una copia, y Betzaida y yo tuvimos una cada una. Nuestra amistad paso a un nuevo nivel, al convertirnos ahora en amantes.

Aun guardamos contacto con esos cuatro hombres, y siempre nos han ofrecido volver, lo que se nos ha hecho muy difícil a mi amiga y a mí por motivos de fuerza mayor. Pero ahora, dos años después, Betzaida y yo estamos embarcadas en un avión, a punto de despegar de regreso a unas deliciosas y muy excitantes vacaciones.

FIN

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