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La terraza del bar
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Tiempo de lectura: 7 minutos

Era viernes por la noche y mi “A” llegaba en el autobús, ambos habíamos tenido una semana sin complicaciones y yo estaba ansioso por verla, abrazarla y estar con ella.

Como de costumbre, ella llegó en bus desde su preciosa ciudad costera y yo fui a recogerla, hacía una temperatura de primavera espléndida, así que en vez de con el coche fui andando a esperar que llegara. Cuando por fin llegó su autobús y se bajó nos fundimos en un fuerte abrazo y nos besamos con ansiedad, ella traía unos leggins así que al tocarla pude sentir perfectamente su culo redondito y me puse a cien. Cogí su maleta y decidimos ir dando un paseo a mi casa para dejar la maleta y que fuera al baño después del viaje que había realizado, para salir a la calle tranquilos a tomar unas cervezas y cenar y disfrutar de la maravillosa noche que hacía.

Cuando llegamos a la casa se fue directamente al servicio y al bajarse los leggins y las bragas me dijo que me acercara y le tocara el coño, yo sin pensarlo lo hice y noté que lo tenía completamente mojado y lubricado, lo que me dio tal subidón que me la quería follar en el acto, pero ella me apartó con una sonrisa malévola, sabiendo cómo me había puesto, y me dijo que quería ir a cenar primero y que le divertía mucho tenerme loco. Así que se sentó a orinar y después de hacerlo yo también nos fuimos a la calle.

Iba muy guapa, con una blusita blanca ceñida que le marcaba los pechos y destacaba su pelazo negro ensortijado, que junto a los leggins negros lucía completamente su cuerpo, es alta, esbelta y delgadita, a la vez que con curvas, una mujer madura y sexi. Nos dispusimos a pasear y buscar un bar donde sentarnos en una terraza, lo que nos costó bastante, hasta que tuvimos la suerte de encontrar uno donde una familia se estaba levantando de una mesa e inmediatamente nos sentamos nosotros. El camarero tardó un poco en atendernos y nos pedimos dos cervezas y unas tapas.

Relajados aunque llenos de tensión sexual y disfrutando de nuestra compañía nos dimos cuenta de que en la mesa de al lado había dos hombres que nos estaban llamando la atención, les pregunté que querían y uno de ellos le dijo a “A” que se le había caído el encendedor al suelo debajo de la mesa, ella se levantó de su silla y al agacharse para cogerlo puso el culo en pompa justo a la altura de la mesa de ellos que se quedaron descaradamente mirándoselo con los ojos que se les iban a salir de las órbitas, luego ella se sentó y con una sonrisa les dio las gracias, a lo que ellos respondieron que de nada también sonriéndole.

Tendrían entre unos 45 o 50 años, con un aire de seriedad aunque agradables y educados, desde la proximidad de nuestra mesa a la suya llegaba un olor agradable a colonia. El que avisó a “A” de que se le había caído el encendedor era moreno, alto, llevaba traje aunque se había quitado la chaqueta y estaba en camisa con las mangas remangadas y unos zapatos negros impecablemente limpios y brillantes, se le notaba fuerte y era más bien delgado, su acompañante también alto y pelo castaño oscuro iba vestido con un polo y vaqueros de vestir, este era sin embargo de constitución más gruesa aunque fuerte también (se notaba que habían pasado el día de trabajo), tenían acento de otra ciudad pero también de Andalucía.

Se ve que al estar los dos solos les vino bien tener alguien con quien hablar y empezaron a charlar sobre el tiempo y cosas banales, hasta que el moreno le preguntó a “A” si le importaba que se sentaran en nuestra mesa y ella le dijo que por supuesto, aquello de que ni ellos ni mi pareja se dirigieran a mí también para preguntar me hizo sentirme algo ignorado pero me dio un puntito de una extraña excitación acumulada a la que ya llevaba.

Ya sentados en nuestra mesa apenas se dirigían a mí y entablaron un diálogo entre los tres, ellos le contaron que eran de Almería y que se encontraban de viaje de trabajo, que habían estado por toda Andalucía y que ya mañana iban para su casa, que se les había hecho tarde y aunque estaban cerca estaban cansados y habían decidido quedarse a disfrutar de esta ciudad y dormir aquí y mañana salir tranquilamente. “A” le preguntó a que se dedicaban y le dijeron que eran socios, sin dar más explicaciones. Había ido pasando el tiempo y ya llevábamos tres cervezas por lo que estábamos un pelín achispados. El más delgado dijo de tomar otra y ella le dijo que no le apetecía, entonces el llamó al camarero para pagar y “A” dijo que de ninguna manera y me dijo que pagara yo, entonces él dijo que si pagábamos nosotros ellos nos invitaban a una copa en su hotel, que tenía una cafetería muy agradable, miré a “A” y ella me asintió con la cabeza, entonces le pregunte que donde tenían el hotel y me contestó que casi al lado de donde estábamos.

Una vez llegamos a la cafetería del hotel nos sentamos en una mesa, pedimos una copa cada uno y esta vez el que era más castaño le dijo al camarero que se lo cargara a la habitación, continuamos con una charla muy agradable hasta que se hizo el típico silencio y el más moreno me dijo que suerte tenía de estar con una mujer tan simpática y más con lo guapa que era, que ellos llevaban más de una semana de viaje y echaban de menos a las suyas, entonces le conté que nosotros no vivíamos juntos y que aunque llevábamos muchos años sólo nos veíamos los fines de semana, a lo que él me dijo riendo que entonces se podía imaginar lo que habíamos hecho antes de salir, como yo estaba ya muy achispado no le mentí y le dije que la acababa de recoger y que aún no habíamos hecho nada.

Al decirle esto, en un tono que no era insultante pero si algo jocoso e irónico me dijo que vaya tío estaba hecho, mientras me dijo eso y de la forma más natural puso suavemente la mano sobre el muslo de “A” que estaba ya bastante bebida también, a lo cual ella hizo como si no se hubiese dado cuenta y continuó tan normal, yo me quedé mudo y noté como la polla me quería romper el pantalón sin saber cómo reaccionar a lo que estaba sucediendo, y continuó diciendo que en cuanto llegara a su casa mañana lo primero que iba a hacer era echarle un buen polvo a su mujer, a mi chica se le escapó una risa y dijo “¡eso es un hombre!”, y el subió un poco la mano hacia su entrepierna, su compañero para rematar dijo que mariquita estaba hecho y que él también lo primero que iba a hacer era dejar bien satisfecha a su mujer y que con una como la que yo tenía eso no podía ser. Yo no me podía creer que con lo que me estaban diciendo y de la manera de la que me estaban hablando y sobando a mi pareja lo que estuviese sintiendo era una excitación que me nublaba sin saber que contestar.

Era ya bastante tarde y el camarero vino para avisarnos de que ya era la hora de cierre de la cafetería, que lo sentía pero que por favor fuéramos terminando, el moreno quitó la mano del muslo de “A” y tomándola por la cintura y mirándola le dijo “vamos a la habitación y nos tomamos algo del mini bar mientras seguimos charlando”. Así que nos levantamos los cuatro y yo los seguí como un autómata.

Al entrar en la habitación y cerrar yo la puerta la empezó a morrear cogiéndole el culo metiendo las manos por dentro de los leggins y ella no se resistió ni dijo nada, mientras esto sucedía el castaño se quitó el polo, apareciendo una barriga cervecera, pero cuando se bajó los vaqueros y el slip blanco que tenía apareció una gran polla morcillona que destacaba sobre todo por lo gorda que era, el moreno la soltó y la sentó en la cama frente a la polla de su compañero que se encontraba de pie y ella sin dudarlo se la metió en la boca y se la puso dura como una piedra, mientras él también se sacó una buena polla que tenía durísima y ella iba de una para otra dando unos gemidos que yo diría que hasta tuvo algún orgasmo mientras se las chupaba.

Ya los tres desnudos, mientras yo me encontraba sentado en un sillón en una esquina de la habitación, la tumbaron en la cama y empezó primero el moreno a follársela mientras el otro le tenía metida la polla en la boca, los gemidos eran cada vez más intensos y el olor a sexo lo invadía todo, estuvo un buen rato follándosela, provocándole varios orgasmos intensos como nunca yo la había visto y ella daba gritos de placer que eran ahogados por la enorme polla de su compañero dentro de su boca hasta que se cambiaron, el castaño le ensartó su polla en el coño que estaba chorreando de fluidos mezclados y ella dio tal grito de placer que se tuvo que oír en toda la planta donde estaba la habitación del hotel, tenía los ojos vueltos y cada vez que la embestía parecía que la iba a partir en dos y ella parecía que se iba a morir de tanto placer. Yo ya no pude aguantar y me saqué la polla para masturbarme (me corrí en cuanto me la toqué).

El castaño al verme me dijo que con esa mierda de polla así estaba mi mujer de necesitada y que a partir de aquel momento no le iba a faltar quien se la follara bien. Le sacaron las pollas y el castaño se tumbó con la polla que la tenía con las venas marcadas, el capullo mojado goteando y tan gorda que impresionaba y el moreno dirigió a mi mujer para que se sentara sobre la polla de su compañero, él se fue al baño y trajo un bote de crema con el que empezó a untarle el culo que ya tenía algo dilatado por la excitación y le introdujo varios dedos hasta dejárselo bien abierto, entonces lentamente le metió toda la polla en el culo y una vez dentro empezaron a follársela como bestias, ella entre gemidos gritó que por fin la estaban follado bien, que quería morirse con esas dos pollas dentro de su culo y su coño y empezó a tener un orgasmo encadenado al siguiente y cada vez más fuertes hasta que reventaron las dos pollas dentro de ella y se corrieron los tres a la vez en el orgasmo más brutal que jamás podía imaginar, llenándole el culo y el coño de semen

Ella estaba fuera de sí, se quedó exhausta y jadeando, se tumbaron en la cama y tras descansar un momento el moreno le dijo que si quería podía ducharse, ella le dijo que si, y al levantarse un caño de leche cayó al suelo mientras un reguero continuó chorreándole por el interior de los muslos, entonces se le doblaron las rodillas teniendo que sentarse al borde de la cama para no caerse, así estuvo hasta que se recuperó un poco y se fue a la ducha. Mientras me dijeron que si había aprendido y que era mucha mujer para mi que no comprendían como seguía conmigo y además viéndonos sólo los fines de semana, yo asentí con la cabeza. Cuando salió de la ducha, ya vestida y con el pelo húmedo se levantaron y uno se puso por delante morreándola y el otro por detrás besándole el cuello y sobándole las tetas por encima de la camiseta, a ella le cambió la respiración entrecortándosele y entonces el castaño que estaba por detrás le dijo susurrándole al oído que su compañero ya le había preparado el culito para su polla y que en breve la tendría dentro.

Entonces al despedirnos ellos nos pidieron nuestros números de teléfono sin darnos los suyos y dijeron que pronto tendrían que ir a la ciudad de ella que estuviese preparada porque la iban a llamar y que cada vez que recibiera una llamada de un número que no conocía podrían ser ellos.

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