Estoy deseando llegar a casa, verte durmiendo con esa cara de ángel, meterme bajo las sábanas y sentir el calor de tu cuerpo junto al mío y con ese olor tan característico, único, que ni el mejor de los perfumes iguala, inundar mis fosas nasales, que junto con el sentido de la vista al observar tu maravilloso cuerpo, me excita como ninguna otra cosa en el mundo, despertando en mi los instintos más primitivos.
Comenzar a besarte la espalda tus hombros y con las yemas de mis dedos ir dibujando tu silueta, hasta llegar a tu entrepierna, sabiendo que estoy cerca de tu tesoro por el aumento de temperatura, acariciar tus inglés y su contorno, dejar que el sueño me invada olvidándome de todo, excepto de ti, de tu cuerpo. Notar como mis caricias te hacen estremecer, como la humedad hace resbalar con más facilidad mis dedos. Como inmóvil esperas pacientemente, relajada y en ese estado de consciencia que no sebes si estas despierta o dormida la llegada de tu orgasmo, como si fuera el mejor de tus sueños, te estremeces, unos leves gemidos salen de tu garganta anunciando una explosión se placer, seguidamente como si mis besos fueran un somnífero vuelvas a caer en un sueño profundo lo mismo que yo, ayudado por el olor adictivo de tu sexo impregnado en el ambiente y en mi mano que dejó descansar cerca de mi cara.
Me giró, me abrazas y sintiendo el aliento de tu ser en mi cuello, desaparezco en sueños por varias horas.