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Denise, en el morbo del placer anal
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Conocí a Denise dos semanas previas a este encuentro, pues en esta segunda ocasión cerrábamos el contrato de renta de la casa. La primera vez venía con una mujer que le calculaba mi edad y que me presentó como su tía y en esta ocasión estaba a solas esperándome en el patio frontal de la casa.

Anteriormente sentí una buena química con Denise, que creo no le insinué nada ni ella coqueteó abiertamente conmigo, pues estaba la tía con ella. En esta ocasión, le miré más abierta, hasta con el saludo pues nos dimos un beso en la mejía. En esta ocasión llevaba un vestido de un material como de seda o algo sintético de color verde limón, unos zapatos color blanco y le podía ver el bonito contraste de una cadena de oro que llegaba como para insinuarme ese bonito busto puntiagudo que tiene. Fue que imaginé que no llevaba sostén, pues sus pezones erectos lo hacían evidente.

La invité a pasar y ella se ofreció con ayudarme con unas bolsas donde llevaba un par de botellas de champagne y algunas saladitas para celebrar el contrato de arrendamiento por los siguientes dos años. Caminó frente a mí en dirección a la puerta y pude observar ese sensual menear de sus caderas y donde observé el relieve de alguna diminuta prenda íntima que se marcaba fácilmente a través de su sensual vestido. La falda del vestido le llegaba por sobre las rodillas y era tan ceñido a su cuerpo, que permitía imaginar ese cuerpo desnudo.

Caminamos la casa lo más pronto posible, pues siendo un mes de agosto, el calor adentro era insoportable, pues el aire acondicionado estaba apagado, dado que la casa está vacía. Aquello nos dio la excusa de ir al patio trasero e ir a la piscina, donde hay todo tipo de sillas donde tomar el sol, aunque a esta hora del día, los árboles hacen una grata sombra. Denise se sienta y no sé si lo hace adrede, pero al pasar su pierna la una sobre la otra cuando toma asiento, puedo observar que el calzoncito que lleva es de color blanco y en esta posición, puedo ahora observar los bonitos muslos de esta chica que he verificado tiene 24 años cumplidos y que estudia un doctorado en psicología en la universidad local.

Denise es de cabello corto, oscuro y ondulado. Tez clara y ojos almendrados de un color de miel y sus labios gruesos dan tentación de besarlos. Su cuerpo es atlético, busto en una copa de medida C y un trasero que se mira sólido y agraciadamente redondo. Tiene bonita figura y con esos zapatos de tacón alto, le hacen ver más alargadas sus divinas piernas. Le ofrezco una copa de champagne mientras hacemos plática trivial y contamos algunos chistes y anécdotas. La temperatura está por sobre los 90 grados Fahrenheit y con el pasar de los minutos, Denise exclama lo siguiente:

– ¡Como se me antoja arrojarme a esa piscina!

– Pues ve, ¿qué esperas? Desde hoy esta es tu casa.

– ¡Lástima que no cuento con traje de baño!

– ¿Desde cuándo se necesita un traje de baño para darse un chapuzón?

– Si usted lo hace, yo le sigo. –me dijo.

No lo dudé. Me quité mi camisa polo y el pantalón vaquero que llevaba puesto y solo me quedo en mi ropa íntima de un color azul estilo bikini y me lanzo a la piscina. Como lo supuse, no tenía un sostén, pues cuando su vestido cae al piso, ella solo tiene una diminuta prenda de color blanco. Ella se remueve la diminuta prenda y pone todo en una de las sillas y admiro los tatuajes que lleva esta chica por la espalda y debajo de esas preciosas tetas que quedan completamente libres bajo el atardecer de este soleado día. Ella dice algo que no entiendo si es pregunta o simplemente una declaración: <<Espero no le moleste que esté completamente desnuda>>. – y se lanzó a la piscina.

Platicamos por algunos minutos, pero esta chica de nombre Denise al igual que yo teníamos en mente algo más que solo platicar: queríamos follar. Y es de esta manera que poco a poco buscamos la excusa de acercarnos y ella me pide que le remueva su cadena de oro. Así lo hago y toco su tierna piel y aprovecho en preguntarle por los tatuajes. Y me muestra el que tiene debajo de sus pechos que es como una viña y en vez de ser uvas su fruta, aparecen como letras musicales. Obviamente era bonito el arte y la imaginación de la creación, la cual ella misma reclama la autoría. Denise se siente confortable con su desnudez y es ella la que me reclama que yo debo removerme mi calzoncillo. Yo estoy sentado en las gradas de la piscina y le digo que si gusta, le doy el honor a que me los remueva. Ella se sonríe y viene acercándose a mí. Pensé que no se atrevería, pero hace que levante mis glúteos y me remueve la pieza. Ella me mira fija, como hipnotizada y solo me dice algo:

– ¡Tienes un bonito cuerpo! Me gustan tus nalgas y pectorales, pero definitivamente, tienes una hermosa verga.

– ¿Qué es lo que hace una hermosa verga para ti?

– Empecemos por el tamaño. – y me la toma con sus manos. – Mira su grosor, el glande tiene una bonita simetría con el tronco. Es tan grande y grueso como mi antebrazo y esas venas son espectaculares, inflamadas y en conjunto con tus testículos tienen una apariencia firme que definitivamente son como el juguete perfecto en la fantasía de cualquier mujer.

– ¿Son tu fantasía Denise?

– Desde que te vi la primera vez comencé a fantasear contigo. Me gustó tu rostro, como tú eres; definitivamente te imaginé con un atlético cuerpo aunque vestías traje la primera vez que te vi. Ese día removiste tu chaleco y pude ver tu ancha espalda y te imaginé así como te veo hoy.

– ¿Pensaste o imaginaste que ambos estaríamos desnudos hoy?

– La verdad que si lo imagine, pero no sabía si en realidad pasaría.

– ¿Hay otra cosa que imaginaste?

– Usted sabe que si… imaginé muchas cosas. – y Denise se ríe. ¿Y usted, dígame algo? ¿Imaginó algo de mí?

– Cuando te vi la primera vez, imaginé tu bonito cuerpo desnudo. Nunca imaginé tu bonitos tatuajes, pero si sabía que tenías un escultural cuerpo.

– ¿Le gusta algo en particular?

– ¡La verdad que todo! Aunque te voy a ser sincero, tu trasero es espectacular. Quizá te suene vulgar, pero mi debilidad es ver el trasero de una bonita mujer.

– No hay nada de vulgar… es natural. Sabes, nosotros los humanos somos la única especie que tenemos sexo de enfrente. Las demás especies siempre tienen sexo por atrás, siempre le están viendo el trasero a sus hembras. ¿Imagino que a ti te ha de encantar la posición de perrito?

– ¡Si me encanta! ¿Y a ti, cual te gusta más?

– Igual, sigo con mi instinto primate, pero aunque por esta liberación femenina, me encanta también estar arriba.

– ¿Estas caliente?

– ¡Tú me has puesto caliente!

– ¿Puedo comerme esos ricos pezones?

– ¡Lo que tú quieras Tony! Lo que tú quieras…

Me pidió que le comiera las tetas delicadamente, pues es muy sensible de sus pechos, y sí que lo era, pues mientras le mamaba sus pezones, con mis dedos masajeaba su conchita, específicamente su inflamado clítoris y fue así que en minutos tenía su primer orgasmo. Ella solo dijo: <<Me tenías tan caliente con esa plática que me estaba a punto de acabar en seco>>.

En las gradas de la piscina me pidió que quisiera mamarme la verga y fue una delicia cuando esta chica hacía desaparecer mi glande en su boquita, pues era todo lo que podía abarcar. Finalmente, después de una buena mamada se sentó frente a mi abriendo sus piernas y dejándome ver su rica panocha bien afeitada y mi verga desapareció en el hueco caliente de su vagina y en esa posición estuvimos por minutos en donde aprovechaba de masajear sus glúteos y de meterle alguno de mis dedos en su rico culo. De esa manera llegó a su segundo orgasmo, y se abrazó fuerte a mi espalda y pude sentir esa vibración de su cuerpo cuando le llegaban los espasmos que hicieron temblar y erizar la piel de sus piernas.

Después de su orgasmo nos fuimos a bañar al baño de la casa y se me puso de perrito en la tina. Yo estaba tan caliente y a punto de venirme y le pedí directamente si me podía dar el culo. Por un segundo quedó en silencio, para luego decirme: <<Tony, no creo que lo soportaría. Inténtemelo y veremos qué pasa>>.

Ella me volvió a dar otra mamada y esta se extendió hasta dejarme bien ensalivados mis huevos. Yo hice lo propio con su rico culo y solo escuchaba los gemidos cuando mi lengua pasaba rozando su rico ano. Me tomé el tiempo necesario para dilatar su esfínter y cuando lo consideré dilatado, le asomé mi verga y esta se hundió poquito a poco en el rico culo de Denise. Al principio Denise se quejó del dolor, la incomodidad de sentir en su recto mi paquete de 24 centímetros, pero se ajustó a este en cuestión de minutos. Recuerdo le pregunté:

– Denise, ¿te duele?

– Un poco, pero es más grande el morbo de pensar que lo tengo adentro y eso es una sensación rica para soportarlo. ¿A ti te encanta verdad?

– Si Denise, tenerte así me encanta. Ver como toda mi verga esta apretada por tu rico culo me encanta.

– ¿Te gusta que te lo apriete así? –Ella contraía su recto y esfínter.

– ¡Que rico Denise, me vas a hacer acabar!

– Dame Tony, sácala y métemela suavecito. Follame el culo cariño. –y Denise me tomó por los testículos y los masajeaba.

– ¿Así Denise, o quieres más fuerte?

– Dame más fuerte, que siento muy rico como me rompes el culo… dale más fuerte Tony.

Denise estaba tan excitada como yo que cuando le toqué su conchita, que es un tanto incomodo en esa posición de perrito, su vulva estaba tan mojada y su clítoris tan inflamado que tuve que hacer pausa al follarmela por el culo, pues es muy difícil seguir con mis embates y masajear su clítoris a la vez. Opté por darle masajes a su clítoris y en minutos explotaba en un potente orgasmo. Como ella comenzó a mover sus caderas, ya no pude seguir con el masaje y fue ella la que me pidió que le follara el culo fuertemente. Así lo hice y la combinación de sus gemidos y movimientos sin control de su pelvis, fueron los que me llevaron a dejarle ir una rica corrida en su apretado culo.

Nos bañamos y nos comenzamos a vestir, pues ya la ropa interior con el sol y calor que había, estaban secos. Obviamente Denise y yo queríamos más, pues ella quedaba con esa interrogante de su último orgasmo. No sabía cómo explicarlo: el placer lo sintió en la zona del pubis y se extendió por todo su cuerpo hasta concentrarse en la zona del perineo. Fue una sensación que no había experimentado antes y quería volver a conseguir. Nos dedicamos a experimentar un poco más el sexo anal, que había dejado a Denise, con muchas interrogantes y ella intentaba entenderlo de esta manera:

– Tuve pánico, pues tú pene si es extraordinario y si tenerlo en la vagina se me hizo incomodo al principio y ahora te imaginas en una entrada más reducida y anatómicamente quizá no diseñada para este accionar. Más sin embargo esa tensión, pero más que todo ese morbo pudo más que el miedo e incluso los primeros minutos de incomodidad hasta explotar en un indescriptible placer que solo puedo comparar al primer orgasmo que logré cuando me masturbaba a los trece años.

Y seguimos follando con Denise toda aquella tarde y lo hicimos por varias veces por esos dos años que ella vivió en esa propiedad de alquiler. Ella tenía tan solo 24 años y yo casi le doblaba la edad, pues tenía 46.

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