El día siguiente empezó con música. Mi hermana había puesto la cadena de la cocina casi al máximo de volumen.
-Luisa, ¿qué haces? dije levantándome de la cama.
-Nada, hermanito. Preparando el desayuno.
Nuestros padres estaban en el trabajo. Yo había pensado en follarme a mi hermana cuando volvieran mis padres, más que nada para que mi padre me diera su aprobación. Pero ahora tocaba desayunar.
Antes no os he hablado de mi hermana. Se llama Luisa, como ya sabéis. Tiene 20 años, uno menos que yo. Es rubia natural, ojos azules. Tetas normales, ni muy grandes ni muy pequeñas. De culo está bien. Caderas también normales. Lo más que me pone de ella es su cara. Recuerdo como cuando éramos pequeños y jugábamos con unos pequeños puzzles cuadrados, mi pene se ponía duro, cuando acabamos uno encima del otro. Entonces no sabía porque me pasaba eso. No tenía ni idea de lo que era el sexo ni nada, claro.
Ahora creo que me toca describirme a mi ¿verdad? Me llamo Ricardo, tengo 21 años. Soy moreno, un poco castaño, con ojos verdes. Tengo un poco de tripa que ha crecido en los últimos meses. No puede decirse que sea barriga cervecera, porque no bebo cerveza, pero me gusta comer bien. Mis piernas son grandes y un poco gruesas y tengo un buen culo para mi gusto. (Tengo que confesaros que muchas veces me he masturbado frente al espejo, desnudo, mirándome. No soy gay y el único cuerpo que me gusta de hombre es el mío) Pese a todo, le gusto a mi hermana bastante. Llevamos follando como un par de años.
Estoy con estos pensamientos, cuando mi hermana me pone el plato en la mesa. Me ha preparado tortitas con nata y sirope de caramelo. Ella solo se ha hecho un par de tostadas con mermelada y mantequilla y zumo de naranja.
-¿Te preocupa algo hermanito?
-No, nada.
-No mientas. ¿Crees que no estarás a la altura de papá?
-Pues sí, tienes razón. Papá ha dejado el listón muy alto. No sé qué hacer para mejorarlo.
-Tú siempre me has follado bien. Solo hazlo como te sale. Desayuna bien y cuando vuelvan, pues ya veremos.
Nosotros no teníamos que ir a la universidad, era verano y tampoco trabajábamos para pagarnos los estudios. Mis padres tenían buenos empleos y nos pagaban todos los gastos. Supongo que por ahora no les importaba que viviéramos en casa y no trabajáramos.
A la hora de la comida, mis padres llegaron a casa. Tenían horario de verano, por lo que a mediodía estaban en casa y la semana que viene estarían ya de vacaciones.
-¡Hola chicos! Ya estamos en casa. Mi padre venía muy contento.
-Hola, contesté yo.
Tras dejar las cosas y asearse comieron. Mi padre no me quitaba ojo de encima.
Terminaron de comer y dejaron los platos en el fregadero. Como si me hubieran dado una orden mental, me levanté de la mesa y me fui a la habitación de mi hermana, con ella detrás.
Nos desnudamos mutuamente, mientras mis padres nos contemplaban de pie, como yo había hecho con mi madre el día anterior. Se habían quitado la ropa y estaban desnudos.
Mi padre tiene 46 años, uno más que mi madre. Es alto, 1,80, rubio oscuro, con ojos verdes como yo. Tiene un poco de tripa ahora, pero de joven era fuerte y se le marcaban los músculos. Sus piernas son más delgadas que las mías y tiene una polla grande como ya os dije.
Mi madre tiene 45 años como os conté. Es morena, de unos 1,65 o así. Pelo largo, ojos marrones. Sus tetas son las de una mujer de su edad. Algo caídas como os dije, pero me encantan. Su culo es normal, ni muy grande ni muy pequeño y sus caderas son anchas, muy achuchables. Sus piernas no son muy pequeñas ni muy grandes. Está bastante bien. Es lo que se llama una MILF o sea en inglés, una madre que me follaría. (Y yo ya me la he follado, jeje)
Bueno a lo que vamos. Mi hermana y yo nos desnudamos mutuamente y nos empezamos a besar. Aquí hago un inciso, mi hermana besa de vicio, la jodía.
Después de un rato de besuqueo, mi polla esta tiesa. Con el rabillo del ojo miro a mi padre y a su rabo, que ha empezado a empalmarse también. Se me baja un poco la libido al compararlos, pero mi hermana gira mi cabeza y la apoya en sus tetas para que me olvide de su tamaño.
Ya tumbados sobre la cama, le como el coño a mi hermana como nunca. Ella gime como loca y se humedece enseguida.
Puedo ver como mis padres se comen la boca, bueno y puedo oírles también, porque antes de metérsela a mi hermana, mi padre le está haciendo un dedo tremendo a mi madre y gime como mi hermana. Bueno, más alto aun.
Cojo mi polla con la mano izquierda, soy zurdo y se la meto de un tirón, como mi padre ayer. Aunque a ella le duele un poco al entrar.
-Ay.
-Lo siento hermanita.
-No pasa nada. Tú a lo tuyo.
Ahora empiezo con el bombeo, rápido, constante, como lo hacía mi padre.
Mi hermana al principio no gime ni nada. Y yo me preocupo por si no la estoy satisfaciendo.
-¿Qué tal hermanita? ¿Todo bien?
-Sí, hermanito. Pero no te siento mucho.
-Te lo estoy haciendo como papá.
-Si pero… Espera, ponte mejor así.
Me cogió del culo y me subió un poco más arriba. Yo volví a follármela.
-Ahora sí, ahora sí, ahora sí. ¡Siiii, jodeeeer! ¡Jodeeeer! ¡Me corroooo! ¡Uggghhh!
Yo sigo aguantando mientras veo como mi hermana se corre. Se convulsiona como nunca la he visto y me aprieta con los músculos de su vagina y no me suelta.
Se le ha puesto una cara de éxtasis que no puede más y ahora me araña la espalda como una loca.
En un par de minutos más termino corriéndome dentro de mi hermana. Mis gemidos no son nada comparados con lo que ha soltado ella.
Ya recuperados del orgasmo, vemos como nuestros padres se han puesto también a follar.
Mi padre está empotrando a mi madre contra el armario de la habitación. Le da golpes fuertes y constantes y el armario suena en cada embestida.
Nos quedamos mirándoles y nos volvemos a excitar enseguida. Así que decidimos volver a follar.
Durante un rato las dos parejas follamos a la vez, en un mar de lujuria y éxtasis. No nos importaba nada, solo oír los gemidos de nuestra jodienda y la culminación de nuestros deseos.
Al rato los cuatro nos corrimos a la vez. Fue muy morboso.
Luego mi padre me felicitó por haber aprendido tan rápido a follar también como él. Le di las gracias.
Una semana después mis padres cogieron las vacaciones verano y el primer día decidimos ir a un parque acuático.
El parque acuático estaba lleno de gente. Familias enteras haciendo cola para entrar. Hacía mucho calor y todo el mundo pensaba pasar un buen día en el parque refrescándose.
Después de una media hora de espera, conseguimos entrar.
Nos sentamos en una zona de césped y nos quitamos la ropa, preparándonos para zambullirnos.
Mi hermana llevaba un bikini rosa que le sentaba genial y mi madre uno amarillo, que tampoco le quedaba nada mal.
Yo llevaba un bañador azul oscuro bóxer, porque no tenía un tipazo para lucir. Con barriga como ya sabéis. Mi padre llevaba uno rojo oscuro y le sentaba mejor que a mí, la verdad.
Más tarde nos fuimos al primer tobogán que encontramos.
La cola era bastante larga, daba la vuelta a toda la zona de bares y restaurantes. Unos cuantos metros.
Mi hermana iba detrás mí y mis padres más atrás. Yo no me di cuenta de que delante de mí estaba una chica de unos 18 años.
Llevaba un bañador verde y me fijé en que tenía un buen culo.
Se agachó para lanzarse por el tobogán y justo en ese momento la cola avanzó bruscamente y me empujó y me choqué con su culo.
Ella me miró y me sonrió y se lanzó. Yo salí detrás y luego mi hermana y mis padres.
Al llegar abajo la chica desconocida me saludó al salir del agua. Yo estaba medio empalmado, aunque ella no podía verlo. El agua me cubría.
Mi hermana me dio un codazo y me señalo sus tetas con la vista. Estaba celosa. Sus pezones se marcaban.
La chica se reía y ese momento, la piscina de olas bajó su nivel y pudo verme el bulto en mi bañador.
Salimos del agua y volvimos al césped. Mi hermana me regañó. Estaba celosa.
-Oye hermanito. Que he visto que se te iban los ojos detrás de esa chica.
-Ya, es que está buena. Pero tú aceptas que mire a Blanca.
-Sí, pero a esa es imposible que te la tires. Y a esta podrías si quisieras.
Le quité hierro al asunto y a la hora de comer, ya se había olvidado de todo.
Estaba comiéndome un sándwich, cuando vi que la chica de antes estaba escondida entre dos árboles, mirándome.
Acababa de salir del agua, porque su bañador estaba mojado.
Se lamió el labio inferior y bajó su mano a su entrepierna y comenzó a masturbarse. El sándwich se me atragantó.
Se tocaba la tela del bañador y me miraba con pasión. Yo no sabía si retirar la mirada o seguir haciéndolo, por si mi hermana se daba cuenta.
Después de un rato masturbándose, se agarró con la mano izquierda al árbol y se convulsionó mientras se corría.
Al acabar me guiño un ojo y se marchó.
Tras comer nos echamos la siesta, pero yo no podía dormir porque no me quitaba de la cabeza a la chica.
Me levanté de un salto y cogí a mi hermana de la mano.
-¿Qué haces? protestó. Tengo sueño. Déjame dormir.
-¿Quieres hacer algo prohibido? Pues sígueme.
-No sé qué tripa se te ha roto, pero vamos.
Tenía un amigo allí, que se dedicaba a algo sucio. Había sustituido uno de los paneles de una de las duchas, por uno transparente y puesto una cámara, para grabar a las mujeres mientras se duchaban. Lo interesante era que algunas parejas lo habían descubierto y daban rienda suelta a sus instintos y follaban siendo observados y grabados por mi amigo.
Metí a mi hermana allí, justo cuando salía un hombre y eché el pestillo. Se suponía que las duchas no eran mixtas, pero la gente hacía caso omiso y se metían en parejas.
Coloqué a mi hermana de espaldas a mí e incliné su culo hacia delante. Bajé la braga del bikini hasta sus tobillos y me bajé el bañador también. Entonces sin decirle nada, se la metí.
La cogía de las caderas mientras me la follaba. Estaba como loco haciéndoselo, y era consciente de que mi amigo estaría grabándonos y no me importaba para nada. Es más, lo había hecho sabiéndolo.
Al cabo de un rato ninguno nos habíamos corrido, seguíamos aguantando, cuando me di cuenta de que veía algo en la parte de arriba del cubículo de la ducha.
Era la cabeza de la chica, que se asomaba por arriba y nos contemplaba haciéndolo. Eso me puso más cachondo aun y aceleré las embestidas.
Ella seguía mirándonos y aunque sabía que no podía tocarse, porque si no se caería, notaba la excitación en su cara.
Follaba a mi hermana de forma salvaje y esta no se quejaba. Es más, me pedía que la follara con más fuerza y apenas podía aguantar sus gemidos a un tono tan bajo. La visión de mi amiga desconocida me había vuelto loco y no podía parar.
Todo acabó en un par de minutos más. Terminé de bombear y me corrí dentro de mi hermana con una gran corrida. Ella respiraba con dificultad, pero noté que no se había corrido.
Me agaché y le comí el coño húmedo hasta que se corrió. La chica en ese momento desapareció.
Salimos de la ducha y volvimos con mis padres. Mi hermana les contó lo de la “voyeur” porque cuando le comía el chocho, la vio.
Mis padres propusieron que la buscase y la invitase a participar en nuestro juego incestuoso. Les pareció bien introducir a alguien de fuera de la familia.
Estuve un buen rato dando vueltas por el parque acuático hasta que la encontré. Estaba tumbada a la sombra.
-Hola.
-Hola. Me respondió.
-¿Te gustaría que tus fantasías se hicieran realidad?
Se quedó mirándome extrañada y no dijo nada.
Me acerqué a su oído y le di nuestra dirección.
Salí corriendo esperando que aceptara mi proposición.
Tras varias horas volvimos a casa. No podíamos pensar lo pronto que la chica se presentaría en casa.
Sonó el portero automático y mi padre me invitó a responder. Le dije que no podía ser la chica. Lo cogí y efectivamente, era ella.
Subió y para que nadie notase nada, enseguida le abrí la puerta de nuestra casa.
-Hola, ¿qué tal? Pensaba que me había equivocado con la dirección, pero no, veo que aquí es.
La invitamos a sentarse con nosotros y le dijimos que éramos una familia incestuosa y queríamos que participase en nuestros juegos.
-A mi hijo le has gustado bastante, le dijo mi madre.
-Él está también bien, contestó. Me gustan los hombres con un poco de tripa y sonrió.
Después de las presentaciones y de tomar un refresco, decidimos ir al lío.
Mi madre ya le había explicado que les gustaba mirar y a ella no pareció importarle.
-Me llamo Sara, por cierto, me dijo mientras le quitaba la blusa.
Quité entonces su sujetador, que dejó a la vista dos pechos adolescentes preciosos. Los tenía grandes para su edad.
Tras dejarla desnuda, le pregunté que como le gustaba hacerlo. Me dijo que le gustaba mucho como a los hombres, la postura del perrito. Y así nos pusimos.
Después de un calentamiento bastante potente, una buena comida de coño y una buena mamada, mi padre me pasó un preservativo y ella me ayudó a ponérmelo.
Me dijo que no era virgen y me dispuse a penetrarla.
Empezamos a follar lentamente, conmigo encima y luego pasamos a la postura del perrito. Ella estaba a cuatro patas agarrada al cabecero de mi cama, donde estábamos haciéndolo.
Como siempre, mis padres y mi hermana nos contemplaban follando.
Era raro que ellos no se hubieran tocado aun.
Más tarde, mi hermana se acercó a nuestra amiga y comenzó a comerle la boca, mientras yo se lo hacía.
Sara nos miraba con pasión y noté que ella estaba a punto de correrse.
Yo seguía aguantando, pero llegué a un punto de no retorno y me corrí fuerte. Las dos seguían comiéndose la boca.
Para entonces mis padres habían empezado a masturbarse mutuamente y me levanté. Entonces fui yo el que besé a mi hermana y la tumbé en la cama junto a Sara. Me puse otro preservativo y acabé follando con las dos.
Mi madre se unió a nosotros más tarde y acabamos follando los cuatro. Aquello fue maravilloso.
Sara se apuntó a nuestras orgías y vendría más días.
Pero eso es otra historia. (Si queréis que os la cuente, escribidme).