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Tiempo de lectura: 3 minutos

Querido corazón:

Por más que trato de recordar su nombre, no puedo mi estimado, trato y trato pero no puedo y tampoco recuerdo cómo lo conocí, así que le pondremos Javier, ¿sí?, ok. Pero sí recuerdo su aliento, su aroma de hombre, sus brazos y claro, también su edad: 48 años.

Quiero comenzar recordando sus ojos, que eran de un tono café cristalino, con una sonrisa amplia en su rostro, cabello tupido por canas y descubierto de la frente por el escaso cabello, pestañas largas y risadas, pómulos bien definidos, dientes perfectos y una lengua deliciosa. Incluso sólo su recuerdo me hace suspirar y masturbar, al recordar el enorme placer que me brindó y cuando digo enorme, me refiero a los centímetros de su entrepierna.

Él era un señor casado, muy reservado, tenía un hijo y me contaba que sus pasatiempos eran trabajar, trabajar y trabajar y que era la primera vez que salía con alguien de mi edad.

Te contaré: fue un día soleado, eran eso de las 14:30 horas y me llamó por celular para que concretara una cita, ya que debido a su trabajo su agenda era muy apretada y necesitaba hacerse de un tiempo para poder verme, aparte de que por las tardes jugaba golf con su hijo.

En fin, la cita fue en uno de los tantos hoteles que están sobre Avenida Tláhuac.

Yo llegué y él esperaba ya en la habitación, me apresuré a la recepción y contemplé el rostro de la señora que me miraba como a una "putita" y no sé si por mi forma de vestir, mi apariencia o porque me veía muy pequeño, pero eso no me importó, llamó a la habitación y me dijo que podía pasar.

Al entrar lo encontré muy nervioso, con la descripción que antes mencioné, pero pude notar cierto bulto en sus pantalones, ya despierto. De verdad era enorme o tal vez muy grueso.

Se bajó los pantalones en cuanto me vio, se recostó en la cama y sacó su miembro de un tamaño prominente, muy grueso y lo comenzó a frotar arriba y abajo, con una mirada excitante, seduciéndome, incitándome para que lo chupara.

Yo, únicamente me quedé en ropa interior y me monté sobre él, succioné sus pezones, lamí su pecho, su vientre, su cuello y finalmente ese enorme pedazo de carne que me esperaba para ser devorado y comenzaba a ponerse baboso ya que él comenzaba a lubricar debido a su fuego interno. ¡Qué rico lo tenía!

Cabeza rosada, venas alteradas, erección firme, buen tamaño, grosor delicioso, testículos grandes y unas piernas bien torneadas.

ーNo me gustan los besos ーreprochó él.

ーOk ーcontesté. Y en ese momento comencé por encarcelar su erección entre mi pequeña boquita, lamiendo todo, succionando, saboreando cada centímetro de lo largo y su grosor que llenaba mis labios. Lamí sus testículos, jugué con ellos, los metí ambos en mi boca y su cara se contrajo de placer y con mi pequeño dedo comenzaba a sobar su glande que despedía un poco de semen, dirigiéndolo hacia mi boca para poder probarlo.

ーVen para acá y bésame ーdijo.

一Pero… yo creí 一. Me interrumpió y me besó, con pasión, metiendo sus dedos en mi ano, mientras que con su otra mano pellizcaba una de mis nalgas.

ーNo me gusta besar hombres, pero tienes una boquita muy ardiente ーcontestó él.

Sonreí y lo besé con pasión. Incluso podía sentir su lengua recorrer toda mi boca, mi cuello, mis orejas, mis pezones y finalmente envolvió con su lengua mi pene, que añoraba ser succionado. No pensé que los casados la chuparan tan rico y profundo.

ーAhora voltéate ーme ordenó.

Y enseguida me puso boca abajo, separando mis nalgas y ofreciendo mi cavidad a sus ojos, a sus dedos y a su boca que reposó sobre mi abertura, lamiendo y lamiendo, metiendo y sacando, me perforaba como si fuera algo delicioso, cálido y resbaloso que se introducía en mí.

Me daba nalgadas que marcaban mi piel y mi alma con sus manos, sus caricias eran más rápidas y cada vez aplastaba y frotaba más mis nalgas, contra su boca y su lengua.

ーTe la voy a meter, espero la aguantes toda bebé ーdijo.

ーSí, papi, te quiero sentir dentro ーcontesté.

Y en segundos sentí su miembro recorrer mi ser, con embestidas profundas, me cogía con pasión, el sonido era excitante, sonaba demasiado su pelvis contra mis nalgas, sus vellos rosaban mi piel, su barba jugueteaba con mi cuello y sus manos jugaban con mis pezones.

Pensé en la idea enloquecedora de ser su hijo y que por las noches se metiera en mi cuarto para hacerme el amor muy suave, rico, profundo, en nuestra intimidad de la noche. Imaginé que me besaba, que me tenía en sus sábanas, entre sus piernas y sentía su caricia paternal por sobre todo mi cuerpo.

Pero mi ensoñación se terminó en el momento que me dijo que estaba por venirse, pero sólo lo haría viéndome a los ojos, quería contemplar mi rostro y ver cómo él se vaciaba y saciaba entre mis piernas.

Me giré y contemplé su rostro, un tanto rojo por el placer que se acumulaba en sus mejillas.

Me cogió de misionero, muy fuerte, yo tenía que aferrar mis manos a su espalda para soportar las dulces embestidas. Me besó los labios vertiendo toda su pasión en cada beso, acunó mi rostro entre sus manos y pude ver el clímax de su placer en sus cristalinos ojos.

Sacó el condón y me ofreció el hirviente semen sobre mi pecho, lo probé con mis dedos para deleitarme con el sabor y esencia masculina que este hombre poseía. Sin duda alguna la pasé muy bien entre la cama del hotel, las sábanas, en los brazos de aquel hombre y sobre todo la pasé muy bien entre sus piernas.

————————-

Querido corazón, lamento mucho el no haber subido relatos, pero he estado un poco ocupado.

Sin duda alguna no me olvido de ti, siempre te pienso en mis más eróticos pensamientos, en cambio te deseo, te deseo, un feliz día de San Valentín.

No olvides usar condón, pasarla muy rico entre el sexo, el amor y sobre todo en tus orgasmos.

Tu afectísimo Isra.

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