Había terminado lastimada por la forma en la que Big D había perforado mi garganta, pero eso apenas estaba comenzando. La pandilla de aquel hombre estaba dentro de la oficina. Llamó a más de diez de sus hombres dentro y el último cerró la puerta. Quiero que llenes de satisfacción a estos hombres por su buen trabajo –dijo Big D mientras descansaba su grasoso trasero en aquel sofá–. Yo no tenía más remedio que obedecer las órdenes de aquel negro asqueroso así que me puse de nuevo de rodillas y todos comenzaron a bajarse los pantalones al mismo tiempo. La variedad de penes era enorme. Había entre muy gordos y grandes hasta algunos de tamaño muy regular, incluso uno muy pequeño, parecido al de mi esposo en ese entonces. Yo me puse frente a ellos como una perra esperando a su amo por comida y ahí fue cuando uno de ellos tomo la iniciativa. Era el más obeso de todos. Su pene no era muy grande pero si algo gordo. Tomo su pene aun flácido y me dijo –abre bien la boca puta, ahorita vas a hacer crecer al animal–. Me tomo del cabello y metió su polla gorda haciéndome comérmela a la fuerza. Con su mano empujaba fuerte para que yo probara por completo su polla. Por el tamaño que tenía solo lo chupaba y cabía muy bien en mi boca. Cuando comenzó a crecer me di cuenta que me había equivocado totalmente. Su pene era más grande de lo que imaginaba y ya no cabía en mi boca por el grosor. Tenía que volver a esforzarme para no vomitar por su alcance en mi garganta. Por accidente lo roce con mis dientes al tratar de abrir mi boca aún más y el me jalo fuerte el cabello. No quiero que me lo muerdas ramera –dijo mientras me miraba a los ojos–. Trate de explicarle que era para que me cupiera en la garganta, pero antes de que pudiera hilar dos palabras me volvió a callar con un –cállate y ponte a chupar perra frijolera–. Todos los hombres en la habitación se masturbaban viendo aquel espectáculo. Tienes unas tetas que parecen ubres de vaca –dijo en tono burlón–. Yo no dije nada y seguí mamando su polla. Uno de los chicos que había estado en aquel incidente en mi consultorio le dijo a aquel hombre obeso –si es una vaca negro, tienen leche esas ubres–. Oh mierda negro tengo que probar esa mierda –dijo mientras sacaba su polla de mi boca–. Me sentó en otro de los sofás que había en la oficina y él se sentó a mi lado. Yo pude descansar un momento del dolor y la sensación de vomito que causaba su obesa polla en mi garganta.
– ¿Por qué no habías dicho que estas hermosas tetas tenían leche perrita? –pregunto el hombre gordo.
–Bueno es que no creí que fuera importante.
–Demonios nena, claro que es importante, así podrás darnos de comer a todos. Tú nos darás leche y nosotros a ti.
–Pero esta leche es para mi hijo.
–Pues si no quieres que le pase nada a tu hijo vas a tener que obedecer putita, recuerda que sabemos ya donde vives.
–Está bien.
Empezó a mamar mi seno derecho. Mi leche comenzaba a salir de mi pecho y La sensibilidad de mis pezones hacia que se escaparan gemidos involuntarios. Veo que te encanta que te mamen estas ubres verdad vaquita –dijo aquel hombre–. Yo no respondí nada no quería ni siquiera dirigirle la palabra a aquellos hombre por miedo a su agresividad. El siguió chupando mis senos bebiendo hasta la última gota de leche que salía. Comenzó a pellizcarlos fuertes y mi leche salió a chorros en abundancia. Uno de los jóvenes masturbándose se acercó y comenzó a chupar mi otro seno. La sensación era algo que no podía resistir. Por más que me pareciera algo desagradable la sensibilidad y sensación excitante de mi cuerpo era algo tremendo y enteramente inevitable. Yo no podía soportar tanta estimulación sin empezar a disfrutar y empecé a gemir más fuerte. Mis piernas se movían y mi vagina se humedecía con cada una de sus succiones a mis pezones. La mayoría de ellos con aquel espectáculo, estaba a punto de eyacular. Big D ya se había repuesto de aquel orgasmo y se acercó a mí. Se puso de rodillas frente a mí y comenzó a chupar mi clítoris. Mi cuerpo nunca había sido acariciado por tantos hombres, pero la sensación comenzaba a agradarme en demasía. La lengua de Big D le hacia el amor dulce y salvajemente a mi clítoris haciéndome gemir intensamente mientras aquellos hombres bebían mi leche maternal. Yo tomaba la cabeza de Big D y él no paraba de morder, succionar y besar mis labios vaginales y mi clítoris. Llego el momento en que estaba a punto de entrar en un éxtasis desbordándome de placer y salió de mi boca la declaración –me vengo, me vengo–. Big D paro de chupar y metió sus dedos de salchicha mientras me masturbaba hacia arriba de mi vagina rápidamente. Yo grite por lo que me hizo sentir los violentos movimientos de sus dedos y él dijo–vente puta, vente–. Mi columna hizo un extraño movimiento y deje salir varios chorros en la cara de cerdo de Big D. El bebió la mayoría de mi eyaculación y eso hizo terminar a varios de los chicos que se masturbaban en el suelo. Varios gemidos se escucharon en ese momento aparte de los míos acompañados de varias eyaculaciones en el suelo de aquella oficina. Él se incorporó frente a mí y su polla estaba de nuevo lista para la batalla. Quítense idiotas, voy a cogerme a esta perra–dijo mientras los otros hombres se levantaban de aquel sofá–. Ponte en cuatro como la perra que eres –dijo mientras se masturbaba y escupía en la mano para lubricar su polla–. Yo me puse en cuatro y él se puso detrás de mí. Puso su pene rozando mi ano y yo le dije – ¡No, espérate, me vas a lastimar! –. Antes de que pudiera mencionar otra palabra metió su polla gorda en mi ano. El dolor era muy grande pero no me resultaba extraño. Años atrás habían cogido mi ano penes más grandes, pero hacía tiempo que no sentía ese dolor. Ni siquiera le dejaba usarlo a él inútil de mi esposo. Pero estos hombres eran dueños de mi cuerpo y no podía ni replicar. La fuerza de sus embestidas eran tremendas. Me jalaba el cabello haciéndolo hacia atrás y besaba con la lengua mi cara dejándola toda húmeda con su saliva. Toma mi polla negra puta de mierda –dijo mientras me embestía–. Su enorme barriga reposaba en mi espalda y sus manos no dejaban de amasar mis senos. No duro embistiéndome más de cinco minutos de manera lenta y violenta hasta que sentí que me besaba de nuevo y se detenía por completo. Un ardor lleno mi ano y el cálido liquido de su polla inundaba mi ano lastimado y violado. El calor de su enorme barriga lo podía sentir en toda mi espalda. Uno de los hombres el que tenía el pene más pequeños se acercó a mí y metió su miseria en mi boca agarrándome fuerte de la cabeza con ambas manos y gimió fuerte. No duro ni dos segundos dentro y eyaculo en mi boca vaciando sus pequeños testículos dentro de mi garganta. La leche que había acumulado era mucha porque no dejaba de convulsionarse mientras salía aquel espeso semen dentro de mí. Yo no pude hacer nada para evitarlo más que toserlo y escupirlo en aquel sillón. Big D pudo ver como lo hacía y se molestó por manchar su sillón dándome una bofetada cuando se despegó de mí. Yo quede tirada por el fuerte golpe en la cara. No quiero que nadie se meta aun en esto voy a ser el primero en probar a esta puta esta noche. Big d puso su pene aun lleno de su semen pero de nuevo erecto y lo metió en mi vagina aun tirada en el suelo. Continuara…
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