Hace unos meses publiqué un texto bajo el título “Algunos consejos para principiantes”, en el cual, siempre desde la perspectiva de un escritor aficionado, di unos tips que podrían resultarles útiles a quienes recién empezaban el camino de la escritura, y más específicamente, el de la porno-escritura.
Como hubo dos o tres personas a quienes les gustó el texto, hoy voy a compartir un poco más de mis limitados conocimientos, que, sin embargo, han de servirle a uno que otro autor.
1. Talleres literarios
Dejando de lado, por un momento, el género erótico y pornográfico, y hablando de la escritura en general, no existen muchas carreras que ayuden a desarrollarse como cuentista. De hecho, acá en Argentina, recién hace dos años se creó la carrera “licenciatura en las artes de la escritura” la cual intenta captar a todos aquellos interesados en aprender a escribir, pero que no quieren caer en carreras mucho más estructuradas como licenciatura en letras o en literatura.
Por otra parte, en mi país contamos con talleres literarios, que son muy populares en Buenos Aires. Estos talleres consisten en un espacio donde se comparte con otras personas con las mismas inquietudes, los textos que uno va escribiendo en solitario. Estos lugares resultan sumamente útiles, ya que las personas que solemos escribir en anonimato, nos encontramos con un pequeño público que nos escucha mientras leemos, y nos hace críticas constructivas que luego implementemos al texto para mejorarlo. Y si bien no es común que en estos talleres se lean cuentos pornográficos, y quizá al autor le resulte vergonzoso leer estas cosas en público, siempre se puede aplicar lo que se aprende en los talleres, a los textos que luego publicamos en estas webs. Por lo tanto, para el que esté interesado en desarrollarse como escritor, les recomiendo estos espacios, que no sólo son muy útiles sino también muy agradables y desestresantes.
2. Aceptar las críticas
No hay que tener miedo a las críticas, y no hay que pensar que siempre son mal intencionadas. En diferentes webs he observado que cuando un texto recibe críticas negativas, el autor sale con los tapones de punta a refutar dichas críticas, como si se trataran de acusaciones personales. Es cierto que algunos usuarios, aprovechando el anonimato que nos da internet, usan un lenguaje irónico y a veces hasta desagradable. Pero no hay que quedarse con las maneras, sino con el contenido del mensaje. Hay que plantearse seriamente si el comentario no es acertado en cierto punto, y de ser así, tenerlos en cuenta para el siguiente relato.
3. Leer
Quizá sea una obviedad, pero cabe mencionar que mientras más se lea, más se aprende a escribir. Esto es porque mientras nos entretenemos con algún libro, inconscientemente vamos absorbiendo determinados conocimientos, tales como la utilización de los signos de puntuación, la manera de describir un lugar, la forma de contar una historia, etc. Todo esto sale de manera natural, ya que cuando uno adquiere el hábito de la lectura, sin darse cuenta se va fijando en detalles en que antes no reparaba, y eso se traslada a la hora de escribir un texto.
Personalmente recomiendo dedicarse a leer cuentos, y no novelas. Ya que, por la extensión de casi todos los relatos de estas páginas, encuadrarían más en la categoría de cuento, y no de novela. Hay muchas diferencias entre ambos, pero la principal es que están estructurados de manera diferente. Los cuentos tienden a ser sumamente concisos, y todo lo que sucede en él debe hacer referencia a la historia que se cuenta. Mientras que en las novelas podemos encontrar diferentes arcos argumentales, y muchas escenas que no resultan indispensables para contar la historia.
En resumen, mi consejo es leer mucho y preferentemente cuentos.
4. Los personajes
Ahora voy a referirme a cuestiones más puntuales. En mi texto anterior hablé muy escuetamente sobre la construcción de los personajes. Ahora me gustaría agregar algo más.
Una manera de crear los personajes es, escribiendo, antes de comenzar el relato, una ficha del personaje. Por ejemplo:
Nombre: Juan
Edad: 42
Ocupación: abogado.
Ideología: liberal.
Estado civil: divorciado.
Hijos: Rocío y Jimena de 14 y 15 años.
Alguno se podrá preguntar ¿De qué sirve tener estos datos de antemano? ¿No es mejor ir creándolos sobre la marcha?
Bueno, eso dependerá de cada uno. Personalmente, cuando creo personajes sobre la marcha, tiendo a repetirme. Y no me cabe duda de que a muchos les pasará lo mismo, y sus personajes terminarán siendo una copia de otros personajes que ya habían creado, o incluso, copias del mismo autor. Crear la ficha del personaje nos permite tener un abanico de diferentes personalidades con las que trabajar. Se pueden hacer varias fichas, uno por cada personaje principal, y en base a estas, hacerlos interactuar. Teniendo los datos de antemano sabemos cómo va a reaccionar una persona en determinada situación. Por ejemplo, sabiendo que Juan es una persona divorciada, podemos suponer que tiene una visión negativa acerca de las relaciones convencionales. Sabiendo que tiene hijas adolescentes podemos decir que tiene una mirada crítica hacia los hombres que se acuestan con chuicas jóvenes. Y sabiendo que es abogado, podemos suponer que es una persona que tiende a hablar mucho y a decir poco (que así son los abogados en Argentina).
Sin embargo, hay que tener cuidado. Los datos que escribí sobre Juan son muy fríos, casi estadísticos. Y esto puede llevar a que construyamos un personaje estereotipado. Para evitar esto, es conveniente tratar de definir cómo es el personaje en su interior. Yo arbitrariamente dije que por ser divorciado debería tener una visión negativa hacia las relaciones tradicionales. Pero podría ser todo lo contrario. Quizá Juan anhele encontrar una pareja nuevamente, y así estabilizar su vida. Lo mismo pasa con los otros ejemplos que di. Quizás Juan, al ver cómo sus hijas crecen, comienza a verlas de otra manera, y afloran en él sentimientos que nunca creyó tener.
Lo importante es conocer al personaje que vamos a usar, para que sus acciones sean coherentes y tengan sentido. De esa manera la historia se tornará más verosímil, y evitaremos errores argumentales.
5. Escribir mal no es ser rebelde
No soy un experto en gramática, pero creo que es importante intentar escribir de acuerdo con ciertas reglas básicas.
Hace poco me encontré leyendo un texto en otra web, y en el sector de comentarios se desataba una discusión que ya presencié en incontables oportunidades. El autor en cuestión se rehusaba a poner guiones de diálogo, y en cambio usaba un sistema tipo obra de teatro poniendo los nombres de los personajes y luego lo que dichos personajes decían. Pero eso era lo de menos, porque después, en lugar de poner los nombres, sólo ponía las iniciales. Cuando un lector le comentó que su manera de escribir causaba confusión por partes, y que era difícil seguir el hilo de la historia, el autor le contestó básicamente que eso era lo que había, y que él (el autor) era así, un irreverente, y por eso hacía lo que se le ocurría.
El problema con el diálogo no era el único. El autor tendía a terminar ciertas palabras con la letra H, cosa que fue explicada por el mismo, aunque yo personalmente no entendí la explicación. Y otra cosa curiosa en su narración: en una parte alienta a los lectores a saltarse un montón de párrafos y leer más abajo (wtf!)
¿A dónde pretendo ir contando todo esto? En primer lugar, el autor comete el error de no oír a sus propios lectores. Grave error. Y por otra parte tenemos el problema de la “irreverencia”. Ciertamente hay muchos autores que piensan que por hacer las cosas mal son irreverentes (que sí los son) o incluso rebeldes (que no lo son). Como está el dicho de que toda ley existe para romperla, estos autores creen que las reglas gramaticales están para pasársela por las bolas. Tienen la fantasía de que haciendo las cosas mal, están haciendo algo disruptivo, algo diferente, algo novedoso. Pero nada más lejos de la realidad. y voy a explicar el por qué (según mi punto de vista, conste). La gramática no es sólo un conjunto de reglas engorrosas que hay que seguir. También es un sistema de códigos que nos sirve para comunicarnos. Si uno quiere pedir, mientras desayuna, el frasco de mermelada que está un poco lejos de su alcance no va a decir “Yo tener los brazos cortos”, no, lo que va a decir es “¿Me pasás la mermelada por favor?” o “alcánzame la mermelada” o “¿serías tan amable de levantar el culo y pasarme la mermelada que la dejaste en la otra punta, forro?” Como vemos, podemos expresar una necesidad de miles de maneras, y podemos ser irreverentes o rebeldes sin estar escribiendo mal.
De la misma manera los guiones de diálogo, los puntos y aparte, las comas, los puntos suspensivos, etc, tienen un fin. Y al usarlos no estamos siguiendo a la manada, sino que estamos hablando en el mismo idioma que el que lee. A partir de ahí, se pueden crear infinidad de relatos diferentes, y es posible ser original, o disruptivo.
Sé que más de uno me leerá, y llegará a la conclusión de que no soy quien para estar hablando de gramática, ya que de seguro encontrarán muchos errores en mi prosa. A esto me declaro culpable, y sólo diré en mi defensa que no soy necio, y que siempre intento mejorar.
En definitiva, ese es el consejo que quiero transmitir, revisar los errores, escuchar a los lectores cuando dicen que no se entiende lo que escribís, e intentar mejorar continuamente.
Esto es todo lo que se me ocurre de momento, espero que resulte útil a alguien. Me gustaría también que me comenten qué opinan al respecto.
Saludos.