A través de los años, me he follado a madres e hijas en diferentes instancias, me he follado a hermanas que se volvieron enemigas entre sí, pero la experiencia con Valeria y Silvana fue única, en una follada idéntica.
Creo que estaban acostumbradas a esos juegos desde niñas e imagino que le habrán hecho las mismas bromas a más de a uno. En mi caso, al principio se me hizo difícil distinguir la diferencia de sus besos y sus cuerpos, pero eventualmente descubrí que Valeria era un poco más pequeña que Silvana.
Nunca fueron mis novias. Lo de nosotros fue una relación de buenos amigos que nos atraíamos sexualmente y todo se abrevió en esos meses en los cuales todos estábamos en la espera de comenzar el primer semestre de universidad. Creo que fue Valeria con la que comencé esos encuentros furtivos y que después de dos semanas de conocernos en los eventos del club de tenis, ya me había dado sus dos ricos melones y le había explorado con mis dedos su conchita y ya estaba despejado el camino para llegar a una buena follada. Un día Silvana llegó y al intentarla besar, ella me retiró empujándome y muchos de los que me vieron se rieron, pues fue hasta ese día que me di cuenta que era víctima de las hermanas gemelas.
Valeria y Silvana son gemelas idénticas. Cada una con su cabello rubio, de tez clara, ojos verdes y almendrados, sonrisa atractiva y muy amigables y ambas se manejaban un cuerpo deportivo típicas de las chicas que juegan al tenis. Sus rostros eran muy lindos y difícil de diferenciarlas, pero a un joven como yo a sus 18 años, mi mirada no solo apreciaba sus bellos rostros y la bajaba cuando podía para apreciar esos ricos culos y bien desarrolladas piernas que ambas tenían. Con certeza sabía que ellas se creían el punto de atención del grupo de chicas en el club y desde que conocí a Valeria, pues creo que nos atrajimos mutuamente y eventualmente, también se involucró su hermana.
No sé si era realidad en aquellos momentos, pero me habían hecho creer que había estado con ambas en esos encuentros íntimos y que no había sabido distinguir que eran mujeres diferentes. ¿Cómo podría? Hasta los lunares en sus rostros eran iguales. Y para aquellos días que presentía que estaba a punto de follarme a Valeria, Silvana me propuso hacerle una broma a su hermana y hacerle creer que me había acostado con ella, haciéndole creer a Valeria, que yo pensaba que me acostaba su hermana. La misma Silvana me dio la línea que debería decir y de esta manera jugarle la broma a su hermana: Me sugirió que debería decirle a Valeria, que me había gustado el lunar café que tenía en su glúteo izquierdo y como me había gustado la follada que le había dado en el culo.
En ese mes ya había descubierto que eran chicas muy liberales y no dudé en hacerle la broma. Nos fuimos a un parque cerca de su casa donde regularmente pasábamos horas comiéndonos a besos. Valeria era tan caliente, que ya la había hecho acabar en más de una ocasión, con solo rozarle mi bulto en su concha mientras usaba pantalones y me abría las piernas y nos poníamos en posición del misionero. Aquel día le dije que me sentía excitado, que quería probarla otra vez y que me excitó ese lunar que le vi cuando me daba su culo. Para mi sorpresa, no reaccionó como yo lo esperaba y más que todo me sorprendió con su propuesta:
– ¿Te lo querés coger otra vez?
– ¡Si! –le he contestado.
Aquella tarde buscamos un lugar solitario en el parque y dado que la mayoría de la gente se aparecía por ese lugar después de la cinco de la tarde, nos dio el tiempo suficiente y donde Valeria detrás de algunos arbustos, se bajó su pantalón deportivo, el cual era muy conveniente vestir para aquella aventuras y me dio el culo donde pude observar el tal lunar en su glúteo izquierdo. A esa edad y en esas condiciones, aquella primera culeada habrá durado unos cinco minutos máximos. Con mi calentura, tenía un pene bien erecto y mi flujo pre seminal era abundante el cual lubricó bien el culo de Valeria, y con la excitación que ambos teníamos he hecho caso omiso a los jadeos de dolor que quizá Valeria hubiera sentido. Le llené el culo con una buena descarga y tuve que ofrecerle mi camisa para que se limpiara. Aquella tarde le masaje con mis dedos su clítoris y toda su concha y Valeria también explotó con un tremendo orgasmo.
Días después me encontraba con Silvana y me preguntaba si le había hecho la broma. Le dije que no, que todavía no me había atrevido a hacerla. Ella solo se sonríe conmigo y me dice de esta manera:
– ¡Mentiroso! ¿Tienes miedo a cómo vaya a reaccionar?
– ¡Me temo que sí!
– Solo es una broma Tony… luego le dices la verdad y todos nos estaremos riendo hasta morir.
La verdad que se me hizo raro que le haya dicho a Valeria que le había visto el culo antes sin ella inmutarse. Me pareció otra característica de su personalidad liberal. Lo que se me hizo raro es que esa misma tarde que hablaba con Valeria, ella me decía que quería ser por primera vez mía. Pensé que lo decía de esa manera pues no le había penetrado con el pene la vagina, y que eso de darme el culo no contaba como símbolo de mi posesión sobre ella. Cuando le dije que seguía pensando en la culeada que le había dado, ella me dijo:
– ¿Qué hablas? ¿Cuándo hemos hecho eso?
Sentí que había caído en la trampa de Silvana y que todo aquello era una descomunal broma de su hermana. Me gritó, me insultó, me dijo tantas cosas y lo único que recuerdo decir al colgar el teléfono: ¡Valeria, lo siento! – Realmente me pareció una mala broma, pero el siguiente día me llamaba la supuesta Silvana y se reía de mí y me confirmaba que era a ella a quien me había cogido. La realidad que coger con Silvana, era igual que cogerme a Valeria, y resolví con seguirme cogiendo a Silvana y por aquellos días no paramos de coger. Regularmente eran dos o tres palos por la vagina y unos dos sin condón por el culo. Por aquellos días eran tan a menudo las cogidas y creo que pasé por unos 10 días consecutivos taladrándole el culo, que eventualmente desarrollé una infección en mi pene, que ha sido la única después de coger con tantas mujeres. Aquello me llevó al médico y a hacer una pausa en mi rutina sexual.
Me vi obligado a consultarlo con mi madre, quien era psicóloga y ella me ha hecho una cita con el médico de cabecera, quien para colmo de males era la misma mujer que meses antes me había revisado los huevos en ese examen físico antes de comenzar la universidad. No fue una infección para alarmarse y todo aquello se disipo en 5 o 7 días de tratamiento. Tuve que ser honesto con mi médico y tuve que escuchar ese penoso consejo y lo que fue una explicación de cómo tuve que haber adquirido tal infección: <Tal parece que los vellos anales de tu novia han lacerado tu glande. Tony, debes comprender que el tamaño de tu glande es más ancho que el normal y el esfínter o ano de cualquier mujer o ser humano es muy reducido para cualquier penetración>. – Y todavía me da un ejemplo que lo ilustró con mi dedo pulgar. -<Mira tú pulgar, ese es el tamaño promedio de la cabeza del pene. Ahora puedes ver la diferencia con el glande de tu pene. Debes de tener mucho cuidado al penetrar a una mujer y lo más recomendable es que uses preservativos, especialmente si quieres continuar con tus aventuras anales>.
Realmente me sentí apenado escuchando aquello de mi médico de cabecera, pero uno a esa edad no la piensa tanto. Había rechazado a Silvana a continuar con aquellos encuentros por esos días de mi tratamiento, pero una noche cuando ya me miraba el pene listo para seguir con mis aventuras, quedamos que llegaría a mi casa y nos meteríamos al guarda coche y en cuyo ático había una especie de habitación. Aunque no formal, pero tenía una cama de buen tamaño y un televisor. Nadie la ocupaba en la casa y este fue el nido de mis aventuras donde pasaron una buena docenas de mujeres y donde mi querida madre en más de una ocasión me pilló follando a la chica en turno.
Llegó Silvana y como siempre nos comenzamos a comer a besos. Aquella vez se tomó más tiempo en mamar mi verga, pues creo que intuía que en el ático nadie nos podría ver o no seríamos pillados en aquellas aventuras. Me hizo acabar con tremenda mamada y me sorprendí pues regularmente eran mamadas breves, de dos minutos máximos. También fue la primera vez que la hice venir chupándole la conchita. Tuvo que morder la almohada para sofocar en algo sus jadeos y gemidos. Teníamos todo preparado para no salir de aquel lugar por un buen rato. En la posición de misionero le volví a dar usando preservativos hasta hacerla acabar. Le pedí que quería venirme es su rico culo, pues quería acabar en ella sin condón. Se pone en cuatro y con una luz semi difusa observo su suculento trasero, mi verga esta tan lubricada de mis secreciones pre seminales acumuladas en el preservativo, y apunto a su rico culo y con el cuidado que me dijo mi médico, veo desaparecer mi verga completa en el culo de Silvana. Ya con un buen ritmo y sintiendo que llego al paraíso remuevo de sus nalgas mi mano, y descubro que en esa luz semi difusa a la que mi vista se ha acostumbrado ya en los minutos, y no veo ese lunar en su glúteo izquierdo de Silvana. Lo pienso pero la excitación es tan grande y estoy en el umbral de una buena corrida. Le lleno el culo de mi semen, tomo el tiempo limpiándoselo y me limpio yo también y le he preguntado:
– ¿Eres Valeria verdad?
– ¿Por qué lo dices?
– ¡No tienes el lunar en las nalgas!
– En realidad lo de ella no es un lunar, fue una especie de tinta que se froto cuando era pequeña y le quedó impregnada en la piel, como los de un tatuaje. – y se ha reído.
– ¿Por qué lo has hecho?
– ¡Me gustas! Quería probar lo que estaba gozando mi hermana. – y vuelve a reír.
– ¿Siempre hacen lo mismo?
– No, esta es la primera vez que follamos con el novio de la otra.
– ¿Ella lo sabe?
– ¡No creo!
No me importaba. La verdad ambas lucían igual y lo único que me ayudó a saber a quién cogía, era esa mancha en la nalga izquierda de Silvana. Lo demás, como gemelas idénticas, era difícil de distinguir: ambas cogían igual, jadeaban igual y se corrían con ese mismo escándalo que parecían que las estaba matando. Las pasé follando casi todos los días antes de comenzar la universidad y debo admitir que la infección me volvió a aparecer, pero con lo que me había sobrado de mi tratamiento, la infección se fue y nunca volvió a aparecer.